martes, 21 de junio de 2016

BREXIT: FINALMENTE, SE RECONOCE QUE LA INMIGRACIÓN ES EL EJE DE LA POLÉMICA


Cuando han pasado cuatro días desde la muerte de la diputada inmigracionista Jo Cox, nuestras previsiones se están cumpliendo: el crimen ha servido para que los partidarios de seguir en la UE vayan acortando distancias con los del Brexit. Una vez más, un crimen inexplicable y sospechoso sirve para modificar el resultado de una votación. Así es la democracia: el voto va y viene… demostrando la “personalidad” de los votantes. Pero lo importante no es eso, sino que, finalmente, el crimen y las declaraciones del ex alcalde de Londres, Boris Johnson, han logrado poner los puntos sobre las íes y centrar el debate que verdaderamente les interesa a los ingleses.

Johnson, partidario del Brexit dio sus razones: “neutralizaría los extremismos de la inmigración” dado que “el sistema migratorio del país está fuera de control”. Johnson se mostró partidario de legalizar a los indocumentados que “lleven más de doce años en el Reino Unido” y se mostró partidario de un sistema de inmigración similar al australiano en el que cada inmigrante reciba unos “puntos” en función de su origen y de sus cualidades para poder residir en el país.


Justo cuando Johnson decía estas palabras, el portavoz del PP en el Parlamento Europeo, González Pons, alertó sobre la posibilidad de que un eventual triunfo del Brexit genere consultas similares en otros países de la Unión que se encuentran en parecidas circunstancias. Y citó los nombres: Francia, Países Bajos, Polonia… A los que habría que añadir también Hungría, por supuesto. A nivel popular, lo que está descomponiendo rápidamente la UE no es la inviabilidad de un sistema económico-monetario mal concebido a partir de principios de los años 90, sino, especialmente, la política migratoria de la EU. 

La exigencia de la Merkel de que Europa admita millones de “refugiados” sirios, ha sido solamente la gota que ha colmado el vaso y que supuesto la evidencia de que la UE cumple un evidente papel contra los pueblos y las naciones de Europa. En estas circunstancias (con una crisis económica sostenida desde hace diez años, un euro oscilante y una descomposición social en el interior de Europa), el futuro de la Unión es demasiado negro como para pensar que, sea cual sea, el resultado del Brexit, la UE puede seguir adelante con las actuales políticas de inmigración.


Mediante una serie de artificios electorales (Reino Unido), golpes de efecto (11-M, Jo Cox) y cambios de las reglas del juego (Francia), o mediante fraudes electorales notorios (Austria), se va falseando el estado de ánimo de la opinión pública y los resultados y la composición de las cámaras legislativas, no son las que corresponden a la realidad social. Eso está sirviendo para prolongar durante unas décadas la supervivencia del sistema nacido en 1945; pero no se podrá prolongar eternamente. 

En la actualidad, existe una carrera entre un descontento popular en Europa cada vez más amplio y la aplicación de procedimientos de “narcosis social” para adormecer y neutralizar a las sociedades europeas: la legalización del cannabis, la presión de los deportes de masa, rebajar cada vez más el listón del sistema educativo, etc, son armas para aumentar la pasividad de las sociedades europeas y apartar de ellas la sensación de que la democracia, el voto y la clase política ya no responden a los intereses de la población: el Estado contra la Nación en tanto que la Nación es el conjunto de los que ciudadanos que poseen la misma identidad y el mismo origen.