miércoles, 15 de junio de 2016

LA UE CONTRA LA INTOLERANCIA Y EL RACISMO


Para la UE el gran problema “social” de Europa, no es ni la pérdida del Estado del Bienestar, ni la conculcación de principios sociales básicos, ni la inseguridad en el trabajo, ni los bajos salarios, ni siquiera que estos tiendan  bajar todavía más mientras los servicios sociales básicos (sanidad y educación) están totalmente desarticulados en algunos países de la Unión o en vías de estarlo. No, el gran “riesgo social” que considera la UE, el único, es la “intolerancia y el racismo” que se evidencian ante las protestas crecientes por la islamización de Europa y la llegada continua y masiva de inmigrantes. Vera Jourová, comisaria europea de Justicia, Consumidores y Género, Vera Jourová, declaró que en los últimos años "el racismo, la xenofobia y otras formas de intolerancia han estado creciendo y extendiéndose por toda Europa a una velocidad tóxica".

Por eso la Comisión Europa ha creado un “grupo de alto nivel” para “combatir el racismo, la xenofobia y otras formas de intolerancia”, con la intención de “intensificar la cooperación y la coordinación, mejorar la prevención y luchar contra los discursos y crímenes de odio", según dijo el Ejecutivo en una nota. Formarán parte de este grupo, representantes de los Estados miembros, del parlamento europeos, del Consejo de Europa, de la ONU y de la Organización para la Seguridad y Cooperacion Europea, así como representantes de ONGs.


Iniciativas de este estilo son las que convencen cada vez a más europeos de la necesidad de revisar los fundamentos de la UE. Si la UE permite la llegada cintinua y masiva de inmigración extra-europea, parece evidente que en breve, la identidad de Europa quedará completamente desfigurada, si no lo está ya. Y si esto es así, la Unión Europea y su “brazo armado”, el Consejo de Europa, deberían preocuparse por un problema que afecta al futuro del continente. Si existe “xenofobia y racismo” es, precisamente, porque una parte de la población europea percibe que la llegada de inmigración y la islamización de Europa, justo en el momento en el que el yihadismo ha despuntado en el continente, ya han ido demasiado lejos.

Por otra parte, basta leer las declaraciones de los promotores de este “grupo de alto nivel” para advertir que el mensaje no va dirigido contra quienes vulneren las leyes que existen en todo el continente para prevenir las actitudes violentas contra minorías étnicas, sino contra partidos y formaciones euro-escépticas y en beneficio de los partidos que hasta ahora han constituido el eje central de la política europea desde la postguerra.


No se trata, pues, de una ofensiva a favor de los “derechos humanos”, situada contra la “xenofobia y el racismo”, sino de una ofensiva contra los partidos identitarios y euro-escépticos.