lunes, 27 de septiembre de 2021

MEMORIA HISTORIA: LA "NOTTE DELLA MADONNA", EL GOLPE BORGHESE (2ª PARTE)

 



El papel del SID, la mafia, la Logia P2, Gladio…

En el golpe Borghese participaron de manera difícilmente comprensible distintas entidades pre-existentes en el marco de la República Italiana. Sabemos cuáles son porque las hemos analizado en la segunda parte de nuestro estudio: el SID, la mafia, la masonería, la red Gladio… La presencia e interactuación de todas estas fuerzas indica hasta qué punto estamos ante una trama compleja e intrincada muy alejada de la simplicidad con la que algunos han presentado la operación, en ocasiones hasta lo risible (véase la película Vogliamo i Coronelli).

El papel de la mafia es quizás uno de las más turbias aportaciones a la trama. Se sabe, efectivamente, que la mafia tiene un inmenso poder de movilización social especialmente en el sur de Italia y más en concreto desde Nápoles hasta Sicilia. En aquellos momentos la mafia siciliana estaba dirigida por Tomasso Busceta el cual realizó algunas declaraciones sobre su participación en el proyecto golpista en el curso del llamado Proceso Andreotti. Preguntado por el fiscal Scarpinato, Busceta respondió que había viajado a Catania junto a Salvatore Greco para encontrarse con Pippo Calderone e Giuseppe Di Cristina para discutir la propuesta de participar en el proyecto de golpe de Estado. Los golpistas preveían una participación activa de la Cossa Nostra y Busceta sería el encargado de tranquilizar a las familias mafiosas y lograr al menos la neutralidad de la organización. A cambio, Borghese había prometido revisar muchos procesos que estaban en aquellos momentos en marcha contra dirigentes mafiosos.

Uno de los comprometidos con el golpe era el capitán de carabinieri Giuseppe Ruso, miembro, así mismo, de la masonería, que tenía la misión de arrestar al prefecto de policía de Palermo. Hubiera realizado la misión acompañado por “hombres de honor” que para reconocerse lucirían el distintivo de un hacha verde en el brazo. Borghese ofreció como contrapartida la revisión del “proceso de Rimini” en el que habían sido condenados a cadena perpetua varios capos de la organización entre ellos el de varios familiares del capo mafioso Gaetano Badalamenti. Así pues, los jefes mafiosos del sur de Italia reunidos en Catania decidieron no pronunciarse hasta haberse entrevistado con Badalamenti en Mián. La reunión tuvo lugar finalmente con la presencia de Salvatore Riina que manifestó su desacuerdo en participar en la operación. La asamblea mafiosa rechazó la oferta, sin embargo, una de las familias, los Rimi, se integró en el proyecto golpista. El propio Natale Rimi recibió como misión capturar las armas almacenadas en un cuartel romano en la noche del 7 al 8 de diciembre de 1970.

En lo que se refiere a la mafia calabresa parece ser que estuvo en mejor disposición de colaborar con el golpe y que, posteriormente, cuando se produjeron los incidentes de Reggio Calabria por la capitalidad de la provincia, la mafia local apoyó la revuelta organizada precisamente por los miembros de Avanguardia Nazionale en lo que constituyó una de las operaciones más importantes del neofascismo de los años 07. En efecto, con aquella revuelta lo que se trataba era de demostrar que si el PCI entraba a formar parte del gobierno italiano, el sur entraría en situación de insurrección.

Si este fue el papel de la mafia, el de la organización Gladio no fue menos difuso, por no hablar del de la masonería. Se sabe que algunos elementos de la red Gladio participaron en el golpe y que alguna de sus bases (la de L’Algher en concreto) se utilizaron para entrenar a comandos civiles que participaron en la intentona e incluso se rumoreó que algunos depósitos de armas de la red fueron utilizados en la Operación Tora-Tora. Sobre la masonería siempre se ha discutido el papel que jugó Licio Gelli en aquella jornada. Se ha dicho que fue el encargado de arrestar al presidente Saragat y también que fue él quien transmitió la orden de abortar el plan dado por Borghese a las unidades que se habían movilizado. La sentencia del Tribunal de Milán de 24 de marzo de 1995, explica que Gelli estuvo afiliado al Fronte Nazionale y que “miles de oficiales masones” participaron en aquellos meses en reuniones subversivas.

El 15 de septiembre de 1964, Andreotti, entonces Ministro de Defensa, entregó a la magistratura romana un dossier elaborado por el SID en el que se describía el plan y los objetivos del golpe. Este dossier, redactado por el general Gianadelio Maletti, número dos del SID, estaba compuesto por tres partes. Una se refería al Golpe Borghese, mientras que las otras estaban dedicadas a la llamada “Rosa de los Vientos”, una extraña conspiración en la que también participaron neofascistas, miembros de Gladio y al llamado Golpe Blanco, promovido por expartisanos monárquicos dirigidos por Edgardo Sogno que se proyectó en 1974. Maletti no informó a su superior, el general Vito Miceli, director del servicio, de la existencia de este dossier. Una parte sustancial de la primera parte relativa al golpe Borghese había sido constituido por la declaración que el capitán Antonio Labruna había obtenido del empresario Remo Orlandini. Labruna tuvo la habilidad de presentarse ante Orlandini como si fuera un golpista. Le explicó que el golpe había fracasado, pero que era preciso analizar el fracaso para saber exactamente en qué parte había fallado de cara a organizar un nuevo golpe de Estado en el que el propio SID estaba implicado. Naturalmente, se trataba de una simple argucia para animar a Orlandini a confesar todo lo que sabía del golpe. Éste cayó en la trampa. El motivo por el que Maletti no comunicó el dossier a su superior, Miceli, fue porque en el testimonio de Orlandini, afloró que aquel estaba implicado en la red golpista. Maletti utilizó estas informaciones para torpedear a Miceli cuyo cargo ambicionaba y entregó el dossier directamente a Andreotti. Éste fue destituido junto con otros 20 generales y almirantes sin que se diera ninguna explicación. Paralelamente se emitieron 32 arrestos por el llamado “Golpe Borghese”.

Fue en 1991 cuando se supo que el dossier que entregó Andreotti a la magistratura no era el original y algunos nombres que había facilitado Orlandini habían sido eliminados. Uno de los personajes cuyo nombre había sido eliminado era el del general Giovanni Torrisi que posteriormente sería jefe del Estado Mayor de la Defensa entre 1980 y 1982. Era en este mismo dossier en el que Orlandini afirmaba que Gelli había tenido como misión en la noche del golpe el arresto del presidente Giuseppe Saragat. También, gracias al testimonio ingenuo de Orlandini ante el Capitán Labruna, se conocieron las relaciones entre la mafia y el comandante Borghese y la tarea encomendada a algunos mafiosos de asesinar al jefe de policía Angelo Vicari.

Hacia una interpretación global de lo que ocurrió

El teniente coronel Amos Spiazzi, como ya hemos visto, se puso en marcha con su batería de cañones de 105 mm y con la misión de ocupar Sesto San Giovanni. La orden derivaba de la ejecución del plan Esigenza Triangolo… que no tenía nada que ver con el proyecto golpista. De hecho era una directiva destinada a desarticular una iniciativa golpista. Se le llamaba un “plan de contingencia” elaborado ante la hipótesis de una situación peligrosa de carácter político-social: insurrección, subversión, golpe de Estado, operaciones terroristas, ataques armados por parte de potencias extranjeras. Este tipo de planes continen directirces para hacerse con el control de “objetivos sensibles”. Estos planes están declarados “secreto militar” y en todos los cuarteles existen sobres sellados que contienen las órdenes relativas a esa unidad en caso de aplicación del “plan de contingencias” y que solamente se abren al recibir la unidad una palabra clave. Ninguna unidad sabe lo que harán las demás, ni siquiera a qué obedece la movilización que se le ordena realizar. Uno de estos planes era Esigenza Triangolo, diseñado para responder a una insurrección armada procedente del interior y se puso en marcha a las 20:45 del 7 de diciembre de1970. No fue la cúpula militar quien ordenó la aplicación del plan sino que la orden procedió del Servicio de Información de la Defensa.

Así pues, parte de los movimientos militares que se produjeron en aquello noche tuvieron como protagonistas, no a los implicados en el golpe de Estado del comandante Borghese sino a unidades militares que deberían actuar contra los golpistas. Extrañado por el hecho de que el fonograma no incluyera la palabra “ejercicio”, Spiazzi (que ignoraba que esa noche tenía lugar el pronunciamiento golpista) telefoneó al comandante Borghese informándole sobre la movilización y temiendo que estuviera motivada porque al día siguiente el Fronte Nazionale tenía prevista una movilización contra la visita de Tito a Italia. De ser así se trataría de una trampa. Borghese, al parecer, no dio mucha importancia a esa información. Sin embargo, poco después un juez del tribunal militar y colaborador del SID, Giuseppe Claudio Condò, localizó a Borghese en su “Comando A”, comunicándole que parte de las unidades que se preveía iban a movilizarse a favor del golpe permanecerían en sus cuarteles y que el golpe no tenía posibilidades de triunfar. Fue esta segunda llamada la que obligó a Borghese a dar la orden de abortar la operación poco antes de la medianoche. Las distintas unidades comprometidas dieron marcha atrás (alguna de ellas in extremis y a pocos metros de su objetivo) y los activistas concentrados en distintos lugares recibieron la orden de volver a sus casas. Los que se encontraban en la fábrica de Remo Orlandini comprobaron que estaban vigilados por la policía y algunos de quienes se encontraban en el gimnasio de la Asociación de Paracaidistas se resistieron hasta el punto de que el capitán Salvadote Pecorella debió sacar su arma y amenazarlos.

Durante unas semanas, el proyecto de golpe de Estado logró mantenerse en secreto y no emergió ninguna noticia sobre él mismo. Sin embargo unas semanas después, en marzo de 1971 el semanario Paese Sera publicó un artículo sobre lo que había sucedido aquella noche de diciembre de 1970. Los miembros del PCI tenían una presencia notable en la redacción de esa revista que se benefició, al parecer, de informes elaborados por el KGB. En febrero de ese mismo año, el Ministerio del Interior había elaborado un dossier sobre lo ocurrido a razón del cual resultaron detenidos el 19 de marzo Remo Orlandini, Sandro Sacucci, Giovanni Di Rosa y Mario Rosa. El comandante Borghese se desplazó a España en las semanas siguientes para huir de una orden de busca y captura.

La pregunta clave de toda esta cuestión es ¿qué había detrás de todo esto? ¿se trataba de una trama golpista verdaderamente “seria” o merecía cualquiera de los calificativos con los que se apostrofó e intentó ridiculizar a la operación? A la vista del historial previo del comandante Borghese y de su prestigio en medios militares, parece difícil pensar que hubiera participado en una aventura temeraria y haber puesto en marcha a una parte de sus hombres, sin contar al menos con apoyos suficientes como para pensar que el golpe de era factible.

Más bien da la sensación de que esos apoyos existieron e incluso que el gobierno norteamericano se msotró deliberadamente ambiguo. Por eso el golpe se puso en marcha; pero una vez dadas las primeras órdenes de marcha, una parte de los golpistas comprometidos, o bien no iniciaron las actuaciones previstas o simplemente se pusieron en marcha… pero no en función del Plan Tora-Tora, sino del Plan Esigenza Triangolo. Algunos de los comprometidos jugaron deliberadamente el doble juego y a la hora del desencadenamiento de las operaciones, mostraron su verdadero rostro.

Era un esquema muy similar al que se había producido algo más de un lustro antes con el Plan Solo: lo que se preveía era chantajear al Estado demostrando que en caso de que la democraciacristiana aceptase pactar con los comunistas y conformar con ellos una nueva fórmula de gobierno, era posible poner en marcha un mecanismo militar que pulverizase el “compromiso histórico”. De lo que se trataba era de “amagar el golpe”, demostrar que podía suceder y, una vez hecho esto, para lo cual bastaba con la movilización de unas pocas unidades y de unos cuantos cientos de activistas, dar marcha atrás, retroceder y tratar de ocultar lo esencial de la trama. La imaginación del público y la prensa harían lo demás.

Este esquema encaja perfectamente con otro que tuvo lugar en España once años después: el golpe del 23-F. A pesar de las sucesivas maniobras de “despiste” partidas todas del Centro Superior de Información de la Defensa, posteriormente Centro Nacional de Inteligencia, en realidad, aquel golpe supuso el solapamiento de distintas operación: una de ellas era el golpe de extrema-derecha (dirigido por Tejero), otra el golpe militar-militar (dirigido por Milans del Bosch), otra el golpe de la presión (el golpe de los coroneles que no intentaban movilizar al ejército sino simplemente presionar a Suárez), otra el golpe del gobierno de concentración nacional (el golpe de Armada) y, finalmente, el no-golpe (dirigido por el comandante Cortina jefe de la Agrupación Operativa de Misiones Especiales). Estas intentonas golpistas se superpusieron una sobre otra y finalmente fue la última la que consiguió su objetivo: desarticular las redes golpistas. Da la sensación de que en Italia ocurrió algo parecido si bien con un panorama más simplificado (a pesar de la multiplicidad de los protagonistas).

Por una parte, Borghese y los suyos aplicaban la teoría “gradualista” y en esa óptica se veían obligados a colaborar con otros grupos con los que existía solamente una alianza táctica, una especie de joint venture destinada a alcanzar objetivos comunes. Borghese, por ejemplo, proponía enviar tropas italianas a la guerra de Vietnam y mantenerse en el seno de la OTAN, cuando la inmensa mayoría de los afiliados del Fronte Nazionale y en especial los jóvenes de Ordine Nuovo y de Avanguardia Nazionale se mostraban a favor de una Europa unida, libre, fuerte… e independiente y frecuentemente realizaban manifestaciones contra la OTAN y el Pacto de Varsovia. Pero, Borghese se vio obligado a colaborar en el marco del diseño golpista con otros sectores que estaban muy alejados de estas posiciones. De hecho, en el análisis de la extrema-derecha italiana de la época, la Democracia Cristiana salía extremadamente afectada por la corrupción y la incapacidad para gobernar. Además, se solía destacar que buena parte de los dirigentes democristianos eran antiguos fascistas (Amintore Fanfani, por ejemplo, y distaba mucho de ser el único). Sin embargo, Borghese asumía que con posterioridad al golpe, Andreotti sería nombrado jefe de gobierno y se convocarían nuevas elecciones de las que saldría un gobierno de centra-derecha o de derecha-derecha del que formarían parte mayoritaria los democristianos. Tales eran las limitaciones de la estrategia “gradualista”: era imposible controlar la totalidad de la situación y solamente podía aspirarse a mejorar las posiciones.

Borghese estaba jugando una partida en la que también apostaban servicios de inteligencia, intereses internacionales, y fuerzas políticas italianas que tenían otras estrategias y que comprendieron perfectamente la esencia del Plan Borghese: llevar a Italia a una situación en la que el PCI la izquierda socialista estuvieran completamente erradicados de los equilibrios de poder. No todos estaban de acuerdo con ese planteamiento y preferían mantener el statu quo que garantizaba al centro-izquierda gobernar como hasta ese momento… pero alejando de sus filas el riesgo de que algunos democristianos como Aldo Modo se dejaran tentar por el “compromiso histórico” con el PCI. Y para ello precisaban que alguien enseñara las garras y dijera claramente: “si el PCI entra en el gobierno, las fuerzas armadas golpearán”. Esos sectores recondujeron el “golpe Borghese” de la manera más simple: asegurando que se movilizarían en el momento táctico de la movilización, para dejar en la estacada a última hora al comandante y a sus hombres.

El hecho de que entre los golpistas existieran demasiados miembros de la masonería, vinculados a Licio Gelli (y el propio Gelli con una tarea no precisamente secundaria, el arresto del presidente de la República), indica que en esos momentos había otra fuerza transversal que atravesaba subterráneamente el mundo de la política italiana y que tenía un proyecto propio: medrar ante todo con la excusa de la creación de lo que diez años después sería la “república presidencial” (el gaullismo). Aquellos eran los años en los que el proyecto masónico de la logia P-2 todavía no se había puesto en marcha, pero el núcleo de la misma ya empezaba a actuar especialmente en el ámbito militar y en el de la inteligencia. En esos años, los miembros de la Logia P-2 todavía no habían conseguido una masa crítica suficiente como para alumbrar un proyecto propio, así que procuraban ir cabalgando en otros proyectos que les permitían mejorar las posiciones. Fue solamente hacia 1972-3 cuando ya estuvieron en condiciones de aplicar un diseño propio que sembraría de terror Italia en los siguientes diez años. Pero esta, como siempre, es otra historia.

El final de la última parte

En la mañana del 10 de diciembre de 1970, Italia amaneció como si nada hubiera ocurrido. Ningún medio de prensa se hizo eco de todas las anormalidades que habían ocurrido en la noche anterior. Hubo que esperar casi 100 días para que el 18 de marzo de 1971 el diario de izquierdas Paese Sera publicó en primera página un artículo titulado: “Plan eversivo contra la república. Descubierto el plan de extrema-derecha”. Las informaciones se publicaban como si hubieran ocurrido inmediatamente antes. A partir de ese momento, el golpe pasaba a ser del dominio público. Ese mismo día, el procurador de Roma, Claudio Vitalone, firmó mandatos de captura contra presuntos implicados en la intentona. Borghese se refugió en España en donde permanecería hasta su muerte en Cádiz el 26 de agosto de 1974, ni siquiera retornó cuando en 1973 fue revocada la orden de busca y captura contra él.

El 30 de mayo de 1977 comenzó el proceso por el golpe contra 68 imputados. La declaración más importante fue sin duda la de Remo Orlandini quien declaró que en la noche del 8 de diciembre recibió una llamada del comandante Borghese en el que le ordenaba abortar la operación, pero declaró también que los motivos de esta decisión le resultaban completamente desconocidos. Quedó establecido también que el papel del doctor Monti fue el de haber operado como encargado de las relaciones internacionales de los golpistas así como todos los particulares que ha hemos descrito en su momento.

El proceso concluyó en el Tribunal de Apelación el 29 de noviembre de 1984 con una absolución de todos los acusados por el delito de “conspiración política”, añadiendo que el episodio no había sido más que el resultado de un conciliábulo de cuatro o cinco jubilados.

Una investigación fechada en 1972 dirigida por el jefe de la Oficina D del SID, el general Gianadelio Maletti y el capitán Labruna había apuntado la existencia de conexiones entre el general De Lorenzo (impulsor del Plan Solo), el comandante Borghese y el general Vito Miceli, jefe del SID en aquel momento. En dicho informe se indicaba que Remo Orlandino había puesto barcos de su flota mercante para trasladar a los detenidos a las islas de Lípari. En ese mismo informe se apuntaba por primera vez la relación entre Hugh Fenwick y los golpistas, Orlandini en concreto. El informe, inexplicablemente entregado a Andreotti dos años después de ser elaborado terminó en manos de la magistratura que concluyó que no había causa suficiente para procesar al general Miceli. En 1978, la Corte de Casación de Roma lo absolvió de la acusación de favorecimiento y de conspiración. Una nueva sentencia en 1984 confirmó la anterior. Sin embargo, en 1995, el juez Guido Salvini sostuvo la existencia de un plan complejo en el que estaban envueltos mafiosos, masones (empezando por Licio Gelli), militares en activo de alto grado (entre ellos el general Francesco Mereu jefe del Estado Mayor y el almirante Giovanni Torrisi jefe de información naval, todos ellos afiliados a la logia P-2. Si estos nombres no habían aflorado hasta una época tan tardía se debió a que Andreotti los eliminó del informe elaborado por la Oficina D del SID.


viernes, 24 de septiembre de 2021

CRÓNICAS DESDE MI RETRETE: PUIGDEMONT EL DESESTABILIZADOR LLAMA DE NUEVO A LA PUERTA...

Se dice que Puigdemont se ha hecho detener voluntariamente para que conseguir desestabilizar la “mesa de negociación” y, así, recuperar un papel axial dentro del independentismo catalán. No lo creo. Puigdemont es de esas personas a las que un día en la cárcel les parece algo insuperable y precisa los terciopelos del Palau de la gencat o los sofás de cuero de Waterlooo. De todas formas, la detención en Cerdeña, tiene el valor simbólico que el independentismo, sin duda, le atribuirá.

Para el imaginario colectivo indepe, Cerdeña es una muestra del poder de Cataluña (en realidad, sería de la Corona de Aragón, si vamos a eso) pues, no en vano, allí es el lugar más alejado en el que todavía se habla catalán, en la ciudad de Alguer. Los indepes eluden decir que no se habla en ningún lugar de la isla, salvo en una ciudad portuaria de 45.000 habitantes y, todavía, evitan reconocer que lo utiliza regularmente “menos del 15%” de la población (el dato es de Wikipedia), teniendo por delante al italiano hablado por el 80% y el sardo que sería la tercera lengua de la ciudad.

También la gencat elude recordar que los primeros habitantes de Cerdeña fueron los “sardanos”. Y sí, el nombre de este pueblo, coincide con el de la “sardana”, desde el XIX, identificado como “un” baile tradicional catalán y que hoy se considera “el” baile tradicional catalán. De hecho, el baile tradicional de Cerdeña es muy parecido a la sardana: punteado con los pies, bailado en grupo (solo que en línea recta en lugar de formando un círculo). Lo problemática es que, si aceptamos esto -que parece ser lo que nos indica la historia- lo que hoy aún bailaría en Cataluña sería un baile importado de Cerdeña y que no se baila sólo en Alger, sino en toda la isla.

Dejando a parte la cuestión de Alguer, lo cierto es que la detención de Puigdemont va a generar un movimiento sísmico y a “aumentar el estrés” dentro del mundillo indepe. Existía unanimidad en ERC en olvidarse de Carles Puigdemont.

Pere Aragonés, a diferencia de Quim Torra, su olvidable precedente, no se consideraba como “presidente interino” hasta que Puigdemont, “el nostre president” volviera para recuperar su poltrona. Aragonés se tiene por el presidente de la gencat y, tanto él, como ERC, consideraban, hasta ayer, a Puigdemont como una especie de misionero del independentismo en el exterior pagado con cargo a los presupuestos públicos. La exclusión de los “consellers” de JxCat de la “mesa de negociaciones” fue suficientemente significativo de algo que ya se sabía desde hace cuatro años: que existía una pugna entre ambas formaciones y que ERC se consideraba traicionada por Puigdemont y JxCat sostenía la vía del radicalismo indepe, sin negociación y predispuesta a la “declaración unilateral de independencia”.

Pero lo cierto es que, en estos últimos cuatro años, el independentismo ha ido retrocediendo, cada vez más, en impacto sobre la sociedad catalana. Hoy se situaría muy por debajo del 50% y, especialmente entre los jóvenes, el retroceso ha sido memorable. El pasado 11 de septiembre, esta crisis pudo cuantificar: no más de 80.000 independentistas, llegados de toda Cataluña, se desfogaron, mientras que Barcelona se veía “engalanada” con no más de un 0’25% de banderas indepes en los balcones, llegando en algunos barrios al 0’50%. Ya hablamos de eso en su momento: la inmensa mayoría de manifestantes eran mayores de 60 años.

El Plan B, tanto del PSOE como de ERC era sentarse en una “mesa de diálogo”. Lo lograron. Se sentaron y, cada parte dio su versión: el PSOE de que se había abierto una “vía de negociación y diálogo”, ERC que plantearía la cuestión del “referéndum y de la amnistía”… El hecho de que no se fijara una nueva fecha de reunión, ni que se explicitara una mecánica para las conversaciones, es suficiente indicativo de que las dos partes realizaron sus valoraciones de cara a la galería. Y no hay un Plan C. En cualquier caso, la “mesa de diálogo” sirve para satisfacer algunas pequeñas ambiciones propias de la mezquindad indepe (la negociación “paritaria” de Gobierno a “govern”, hacer que el presidente del Gobierno tomara el Falcon para Cataluña y escenificar la retirada de la bandera catalana o el desnucado de Sánchez al inclinarse ante la catalana). Todo terminará en negociar el apoyo de ERC a los presupuestos generales y al gobierno de Sánchez a cambio de unos millones de euracos.

A los periodistas les consta que en España gobierna una “coalición dual” (PSOE + Podemos), pero en realidad, gobierna lo que podríamos llamar una “coalición tripartita de tapadillo” (PSOE + Podemos + ERC). Y las tres partes quieren que esto siga así. El PSOE, porque mientras ERC esté contenta no planteará problemas, Podemos porque se siente arropado por la presencia de ERC y éste último partido porque tiene hoy las manos libres en Cataluña como las tuvo 30 años la extinta CiU. Todos contentos, salvo Puigdemont.

El acto al que acudió en Cerdeña era una de tantas reuniones irrelevantes (la recepción institucional del síndico de Alguer) a las que acude para lograr alguna reseña y evitar el olvido. La “euro orden” de 2017 surtió efecto y se produjo la detención. Hace unas semanas, se confirmó la pérdida de la inmunidad, a la que recurrió. Lo cierto es que, tras su detención en Alemania en 2018, nadie se ha interesado mucho por extraditar a Puigdemont. El personaje, poco a poco, se ha ido convirtiendo en algo marginal, un recuerdo lamentable del fracaso del “procés” y, solamente para los independentistas más fanáticos, sigue siendo alguien que vale la pena mencionar en los informativos salvo por sus peripecias judiciales. Todas las partes están desinteresadas en traer a Puigdemont a España:

- ERC porque teme que su figura pudiera relanzarse,

- el PSOE porque sabe que es un personaje acomplejado, inestable, dado al radicalismo y que podría reavivar un problema hoy deshinchado.

- Y el ciudadano medio, por su parte, intuye que todo lo que se refiera a detenciones, extradiciones, procesos y demás, generará inevitables movilizaciones de radicales indepes, cortes de carreteras, barricadas, incendios, sirenas, disturbios, esto es, todo lo que el ciudadano medio -esa famosa “mayoría silenciosa”- aborrece en la Barcelona post-Covid.

La estrategia de la “mesa de negociaciones”, emprendida por ERC y el PSOE, puede saltar por los aires. Incluso el mismo “govern”. No se olvide que Puigdemont se tiene como “el president legal y legítimo” y Aragonés, pretende el mismo título. Pelea de mascotas en el gallinero indepe, en definitiva, pero que no podría sino debilitar aún más al independentismo y hacer que emprendiera la ruta “canadiense” en donde los independentistas del Quebec tras décadas de gobierno y tres referéndums, fueron abandonados por el electorado. Y el debilitamiento del independentismo, el recrudecimiento de la tensión en Cataluña, la ira y las frustraciones acumuladas por los indepes en los últimos años, su evidente reflujo, podría dar lugar a que un Puigdemont victimizado, sin acomodo en la política catalana actual, se echara definitivamente al monte, y jugara la carta de un radicalismo fronterizo con los restos de la CUP.

El tema de la detención de Puigdemont se prolongará, como máximo, entre una semana y diez días. Todo aquel que ha conocido al “hombre de Waterloo”, coincide en su irrelevancia internacional y en su falta de cualidades para dirigir algo más que una comunidad de vecinos. Incluso, algunos indepes, dudan sobre cómo se comportaría en España ante un tribunal. Lo cierto es que, el 24 de septiembre Barcelona celebra su fiesta de La Merced. En un día festivo como éste, apenas se han movilizado ante el consulado italiano en la Ciudad Condal 300-400 personas para pedir su libertad, siguiendo el llamamiento de la “Asamblea Nacional de Cataluña”. Sí, claro, habrá más movilizaciones, manifestaciones y protestas, especialmente de JxCat (que demostrará así su capacidad de movilización en solitario y con esas siglas, como la ANC, o la Asamblea de Municipios Independentistas, con pretensiones de “totalidad” en pérdida de efectivos y de recursos, en los últimos cuatro años). De momento, en esa primera manifestación ful ni siquiera han estado presente nadie relevante de ERC.

Y esto último da que pensar sobre si no será solamente la “mesa de negociaciones” la que quedará desestabilizada, sino también si el “asunto Puigdemont” repercutirá también en el “govern catalá” (en realidad, el “gobierno de la gencat”) del que forman parte cuatro miembros de JxCat, siete independientes (“independientes”, ni “independentistas”) y seis miembros de ERC.

Lo que parece increíble es que un absoluto don nadie, como Carles Puigdemont, sea capaz de alterar la vida política en Cataluña, la estrategia del PSOE y de ERC, el mismo “tripartido de tapadillo” y al propio “gobierno de la gencat”.

Todo esto demuestra que Cataluña no tiene solución con el independentismo. Cualquiera solución para Cataluña -si es que en Cataluña existe un problema diferente al resto del Estado- para por olvidarse de ese 35% de votantes del independentismo y dejar que las realidades del siglo XXI, los aplasten sin misericordia. Porque, no será una “salida política” lo que resuelva la cuestión independentista, sino el reconocimiento de que la historia va en dirección contraria a la fragmentación de los actuales Estados-Nación en calderillas nacionalistas. Lo ha entendido la Unión Europea, pero aquí en España, sigue existiendo el problema gracias a la constitución de 1979, lo suficientemente ambigua para que dentro quepa todo y lo suficientemente estúpida para que los nacionalistas de 1979 fueran decisivos en la balanza del poder. Ninguno de los “padres de la constitución” pensó que los “nacionalistas moderados” de ayer, se convertirían en los “independentistas radicales” de hoy. Y ahí está Puigdemont, heredero del “nacionalismo moderado” de Pujol, con flequillo, pero sin dos dedos de frente.

jueves, 23 de septiembre de 2021

EL FASCISMO EXPLICADO A LOS JÓVENES - por Evariste de Saint Ange


El autor (anónimo francés) explica su particular visión del fascismo, de lo que fue y de lo que implica ser fascista en nuestros días. Y lo hace orientando su explicación ahcia los jóvenes. El lenguaje que utiliza es el de las nuevas generaciones y enfoca la exposición desde el punto de vista de la doctrina de los fascismos, pero adaptada para explicar algunos fenómenos propopios de la modernidad. En realidad, el autor da relieve a algunos elementos de la "doctrina tradicional", incorporándolos de manera explícita a la doctrina del fascismo. Se trata de una obra polémica que no dejará indiferente: para algunos se tratará de una visión personal y particular del autor, para otros de pura provocación intelectual y los habrá que verán en estas páginas una herramienta para comprender, tanto lo que fue este movimiento histórico como para juzgar la modernidad.

 

Sumario:

NOTA PREVIA DEL EDITOR-TRADUCTOR............. 7

1. Introduccio

 1.2. Por que este libro? ...................................... 17

 1.3. Por qué una bandera con cara sonriente? ... 23

2. Fundamentos ideologicos................................. 27

 2.1. Sophia perennis .......................................... 29

 2.2. Idealismo y materialismo ............................ 37

 2.3. Orden cosmico............................................ 43

 2.4. Haz lo que quieras....................................... 49

 2.5. Tiempo ciclico............................................. 57

 2.6. Calidad y cantidad...................................... 67

 2.7. Via iniciatica................................................ 75

 2.8. Disciplina .................................................... 81

 2.9. Honor .......................................................... 87

 2.10. Volk ........................................................... 91

 2.11. Naturaleza ................................................. 101

 2.12. Arianidad .................................................. 105

3. Politica .......................................................... 113

 3.1. Libertad ...................................................... 115

 3.2. Democracia ................................................ 123

 3.3. Violencia................................................129

 3.4. Feminismo ............................................135

 3.5. Homosexualidad y transexualidad .........145

 3.6. Relativismo moral .................................... 157

 3.7. Religion....................................................... 163

 3.8. Anti intelectualismo..................................... 171

 3.9. Diversidad................................................... 179

 3.10. La cuestion judia........................................ 189

 3.11. Economia .................................................. 199

 3.12. Darwinismo social ..................................... 209

4. Anexos .............................................................. 217

Anexo 1. Algunas palabras sobre el miedo ........... 219

Anexo 2. Nuestros aliados ..................................... 225

 

CARACTERISTICAS TÉCNICAS

Tamaño 15 x 23 cm

Páginas: 230

Impreso en papel blanco de 80 grms.

Portada en cuatricomía

Con una introducción del Editor-Traductor

Precio venta al público: 20,80 €

Pedidos: Amazon Libros


 

ACABA DE APARECER: RHF-74 - Dossier: LOS RESPONSABLES DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

 

Los responsables del desencadenamiento de un conflicto son, así mismo, responsables de todos los excesos cometidos por todas las partes, durante su desarrollo. Y, desde luego, las responsabilidades sobre el inicio de la Segunda Guerra Mundial no se depuraron en los Procesos de Nuremberg. Cuando unos y otros se empeñan en discutir sobre el Holocausto o sobre los bombardeos a poblaciones civiles, sobre limpiezas étnicas y sobre masacres, nos olvidamos de quiénes comenzaron y quiénes quisieron el conflicto. Es a ellos a los que cabe atribuirles las responsabilidades de las carnicerías posteriores. Este dossier de 240 páginas de la Revista de Historia del Fascismo, responde a esta cuestión. Si nos hemos preocupado por esta cuestión es porque el inicio de la Segunda Guerra Mundial supuso el fin de los fascismos.

 

SUMARIO

> ¿Y si no se hubiera iniciado la Guerra? .............. 9

PRIMERA PARTE

Polonia y su imperialismo agresivo en los años 30

> Polonia en 1939.

> Los otros “incidentes Gleiwitz”.......................... 15

> Lo que iba de Smigly Ridz a Pilsudski ................ 23

> La violencia contra los “alemanes étnicos” en Polonia.... 69

> El “incidente Gleiwitz”, o el incidente que  nunca existió ..84

SEGUNDA PARTE

Las raíces de la IIª Guerra Mundial

> La guerra no empezó en septiembre de 1939 ....103

> La cuestión de Danzig y la posición del Reich....115

> La cuestión del “corredor polaco” .....................129

> El “partido de la guerra” en los EEUU .................148

> Roosevelt y las dinastías económicas judeo-americanas....163

> El misterio de las relaciones USA-URSS antes del 1.09.1939....175

> Roosevelt-Stalin, sólida amistad ¿a partir de cuándo?.........185

> La sombra mundialista: el CFR y del RIIA ..........193

> Las razones británicas para querer la guerra .....199

TERCERA PARTE

El último verano De paz en Europa

> Londres presiona a Varsovia para la guerra.......211

> Aquel agosto de 1939 ........................................221

> Final: Ni Danzig valía una guerra,  ni el Reich la deseaba .......231

 

CARACTERÍSTICAS TÉCNICAS

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Páginas: 244

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MEMORIA HISTORIA: "La notte della Madonna" EL "GOLPE BORGHESE" (1ª PARTE)


Un héroe de guerra pasa al terreno político y para ello se beneficia de su extraordinario prestigio en el ambiente militar, del fracaso de la clase política italiana y de una serie de contactos y circunstancias que ya explicitamos en la entrega anterior. En esta última entrega intentaremos describir lo que hemos podido reconstruir del llamado Golpe Borghese y de los últimos meses de vida del Comandante que falleció precisamente en España.

Pocas operaciones golpistas han recibido tantos nombres diferentes. En efecto, lo que nosotros llamamos el “golpe Borghese” se conoce con distintos nombres: “Operación Tora, Tora”, “Golpe de los guardias forestales”, “Golpe de la Madonna”, “Golpe dell’Immacolata”, “Golpe del Fronte Nazionale”, “Golpe de Avanguardia”, “Golpe de los pensionistas”, etc. Se trata de una intentona golpista sobre la que se ha escrito mucho pero se ha aclarado muy poco. La mayoría de los implicados que todavía siguen vivo, aun hoy han permanecido fieles a su juramento de silencio, incluso con sus más próximos colaboradores. No se sabe, pues, cuando comenzó a prepararse el golpe, ni se sabe exactamente porqué, en plena ejecución, el propio Borghese ordenó abortarlo. Así pues, lo que presentamos aquí es una relación de episodios que sí han sido contrastados como realmente producidos, basado en testimonios personales y en datos incontrovertibles publicados por los medios.

¿Cuándo se inició y en qué consistía el proyecto golpista?

Una parte del debate que había tenido lugar durante la postguerra italiana en el seno de la derecha nacional (el neo-fascismo) era en torno a las estrategias de ascenso al poder. De un lado, la hipótesis democrática preveía la mejora de las posiciones políticas mediante la reiterada participación en las convocatorias electorales. Monárquicos y “misinos” eran los exponentes de esta tendencia. De otro lado, neofascistas radicalizados que figuraban en las juventudes del MSI, pero también en los círculos extraparlamentarios periféricos que empezaron a cobrar forma desde finales de los años 50, sentían hastío por las campañas electorales e incluso se burlaban de quienes pensaban que la pérdida de un 2% de votos “no es un trauma insuperable” o que la mejora de un 02% de votos “supone un éxito histórico”.

Ordine Nuovo, fundada por Pino Rauti en 1956 y configurada inicialmente como Centro Studi fue la primera formación extraparlamentaria que, inspirada en las tesis doctrinales de Julius Evola, intentó elaborar una alternativa fuera del MSI. Dos años después, el CS Ordine Nuovo vio como se constituía una tendencia interior por parte de sus elementos más jóvenes y radicalizados, dirigidos por Stefano delle Chiaie, que dieron vida a los Gruppi Armati Rivoluzionari (GAR), un nombre equívoco: en realidad no se trataba de un grupo terrorista, ni siquiera “armado”, pero si extremadamente radical que proponía un “enfrentamiento frontal con el sistema democrático”. Al llegar los períodos electorales, los GAR hacían campaña por el voto en blanco. No existía un frente nítido: los “extraparlamentarios” mantenían relaciones con sectores del MSI que les eran afines y viceversa. A fin de cuentas, todos se consideraban “camerati”.

Dos años después de su fundación, los GAR se escindieron definitivamente del CS Ordine Nuovo y adoptaron el nombre de Avanguardia Nazionale Giovanile, sigla que mantuvo la llama del neofascismo radicalizado en los siguientes cuatro años protagonizando sonoras manifestaciones en las calles y constituyéndose como la vanguardia del neofascismo activista. Cuando se aproxima el episodio conocido como el Plan Solo promovido por el general De Lorenzo, los golpistas contactan con Stefano delle Chiaie en el verano de 1964. Sin embargo, la desconfianza por la iniciativa es extrema y ANG no se compromete con el plan. Al iniciarse 1965, existen varias investigaciones sobre ANG y, por otra parte, los años de activismo han hecho madurar a sus dirigentes que ya no son los mismos jóvenes activistas y enfervorizados que se escindieron del MSI en los 50, ni que abandonaron decepcionados Ordine Nuovo. Se han curtido y han aprendido una palabra clave: estrategia. Precisan una estrategia de ascenso al poder y de conquista del Estado. Y esa estrategia es la golpista.

A partir de 1965 algunos cerebros de ANG empiezan a pensar en términos de desafío al Estado y de propuesta de un golpe para acabar con la democracia italiana. Su hipótesis es la “gradualista”: si bien es imposible realizar una nueva Marcha sobre Roma que, de un plumazo cambie completamente la situación, si al menos es posible realizar un proceso gradual de cambios en el que el primer paso sea desmantelar el poder de la izquierda comunista, mientras que, paralelamente, las propias fuerzas mejoran las posiciones. Tras la disolución de ANG, sus militantes, lejos de desmovilizarse, ingresan en otras fuerzas, las animan, se infiltran en otros grupos, crean nuevas formaciones, y, sobre todo, construyen una estrategia global junto con la antigua generación que ha hecho la guerra: es ahí en donde sus destinos se cruzan con el comandante Borghese y sus amigos.

En esos años, la actividad del círculo que constituye ANG es portentosa: se preocupan de crear asociaciones universitarias (Caravella en Roma que tendrá una importancia decisiva en los sucesos del “otoño cálido” italiano), crean grupos locales de todo tipo (incluso de “sinistra nazionale”), multiplican sus contactos con las Fuerzas Armadas, logran hacer del sur y especialmente de la región de Calabria, un centro operativo en el que tienen fuerza política, mantienen relaciones con los antiguos militantes más radicalizados del MSI y especialmente con las asociaciones de excombatientes de la República Social, incluso colocadrán carteles stalinistas por cuenta de la CIA, simplemente para conocer por qué la inteligencia norteamericana está interesada en promover la creación de grupos maoístas en Europa Occidental. No se sabe exactamente quiénes son, resulta imposible cuantificar su número y su influencia, pero de lo que no cabe la menor duda es que están ahí, se mueven, son una realidad difusa, radical, un proyecto radical que planea y que nadie es capaz de describir con precisión.

Oficialmente, el proyecto golpista entra en escena en 1969 y al menos así ha sido establecido en las actas judiciales que siguieron. No es seguro. En apenas un año no se organiza un movimiento golpista de esas dimensiones. En realidad, hay que pensar que el proyecto va cobrando forma a partir de finales de 1965 o a principios de 1966 cuando los núcleos que están fuera del MSI empiezan a adoptar una estrategia en la que se percibe claramente la influencia de la idea golpista. En efecto, a partir de la disolución de la ANG, se forman distintas agrupaciones políticas, juveniles unas, no exclusivamente juveniles otras, la asociación de ex combatientes de la República Social se parte en dos, aparecen asociaciones estudiantiles de nuevo cuño, incluso se cometen los primeros atentados dinamiteros con intención golpista. El hecho de que hacia 1967 ya hayan estallado algunas bombas claramente provocadoras (pero en absoluto masacradoras que solamente empiezan a partir del atentado contra la Banca de Agricultura de Milán en 1969), el hecho de que hayan aparecido grupos que van desde la “Sinistra Nazionale” hasta grupos culturales evolianos (”Europa Civilta”) pasando por decenas de círculos locales y por el trabajo de infiltración del núcleo que anteriormente formaba parte de la ANG, tanto en el MSI como entre la extrema-izquierda, indican una clara voluntad de generar una dinámica golpista. En efecto, será buena parte de todas estas energías las que terminen convergiendo en la creación del Fronte Nazionale de Borghese que será el vector central del futuro golpe de Estado.

Sin embargo, oficialmente, la fecha de 1989 es clave para el arranque del golpe. En esa fecha se registra la formación de grupos clandestinos con vinculaciones con las FFAA. Sin embargo, no hay que olvidar que el golpe de Estado no es más que un momento táctica de un desarrollo político estratégico. En efecto, la estrategia en la que se movían los golpistas era “gradualista” y se podía definir en función de la “teoría de la escalera”: dado que no puede realizarse un golpe de Estado que lleve directamente a los neofascistas al poder de lo que se trata es de parcelar el recorrido hacia la conquista del Estado en diversos “grados” o “escalones” cada una de los cuales supondrá un ascenso y una mejora de las posiciones de las propias fuerzas, mientras que el adversario se verá debilitado progresivamente.

En el período 1966-1970 para los neofascistas en Italia de lo que se trataba era de excluir definitivamente la posibilidad de que el Partido Comunista Italiano formara parte de alguna coalición (lo que en la época se conocía como “el compromiso histórico”) y el golpe Borghese, en realidad, no intentaba nada más que alejar esa posibilidad e introducir en la ecuación política italiana una situación en la que el “antifascismo” que era habitual en la época quedara definitivamente desterrado. Los golpistas preveían destruir el centro-izquierda y en concreto marginar también la presencia de los socialistas que serían sustituidos por el Fronte Nazionale (también calculaban que el episodio golpista habría aureolado a Borghese y a los suyos de tal prestigio en los medios de la derecha nacional que el MSI o bien ingresaría en el Fronte Nazionale o bien se desintegraría).

Es evidente que un golpe de Estado no puede generarse si una parte sustancial de la población no lo demanda. La teoría que manejaban los neofascistas en la época era la expresaban en términos casi maoístas: para conquistar una ciudad es preciso conquistar el espacio que le rodea. Entendiendo que la “ciudad” es el Estado, el territorio que le rodea es la “población”, de ahí que para conquistar al Estado sea preciso adicionar el concurso de al menos una parte sustancial de la población. Y por eso el golpe precisó de la preparación de un “frente político” que se empezó a diseñar en 1966, mucho antes de que los servicios de inteligencia empezaran a registrar informaciones sobre contactos con militares. A fin de cuentas, un golpe de Estado es una operación esencialmente política en la que el peso militar solamente se pone en la balanza en un momento táctico concreto.

Se conoce la proclama del comandante Borghese que debería de haberse leído ante las cámaras de la RAI:

"Italianos: el cambio político deseado, el golpe tan esperado se ha llevado a cabo. La fórmula política que ha gobernado durante un cuarto de siglo, ha llevado a Italia al borde de la ruina económica y moral, ha dejado de existir. En las próximas horas se aplicarán las medidas más inmediatas y apropiadas para hacer frente al desequilibrio actual de la Nación.

Las Fuerzas Armadas, la Policía, los hombres más competentes y representativos de la nación están con nosotros, mientras que, por el contrario, podemos asegurar que los oponentes más peligrosos, que debe entenderse, que quería esclavizar al país a los extranjeros, se vuelven inofensivas. Italiano, el Estado que juntos vamos a crear, será una Italia sin adjetivos ni colores políticos. Contará con una sola bandera: ¡nuestra gloriosa bandera tricolor!

Soldados de la Tierra, Mar y Aire, Aplicación de la ley, a vosotros confiamos la defensa de la patria y la restauración del orden interno. No serán promulgadas leyes especiales ni se formarán tribunales especiales fuera de los establecidos, pedimos solamente cumplir las leyes vigentes. A partir de este momento, nadie se reirá de ti con toda impunidad, ofender, herir en la mente y el cuerpo, o matarte.

A su vez en sus manos la bandera tricolor gloriosa le invitamos a gritar nuestro himno de amor incontenible Italia! Italia! ¡Viva Italia! "

El llamamiento, como puede verse, es una mezcla de nacionalismo tricolor, populismo y proclama destinada a tranquilizar a la población.


 

¿Qué movimientos reales se produjeron aquella noche?

La prensa de derecha y concretamente Il Secolo d’Italia, diario del MSI, negó la existencia misma del intento de golpe de Estado. En los primeros momentos solamente la prensa de izquierdas lo aceptó como un intento realmente existente, mientras que la de derechas, se burlaba de una intentona que, aparentemente, no había dejado huellas. Durante unos meses, la derecha se obstinó en negar la realidad del golpe aduciendo la falta de pruebas tangibles de que efectivamente se hubiera realizado. Y, sin embargo, estas pruebas existían. En una segunda etapa, cuando estas pruebas afloraron, la defensa de la derecha fue que se trató de un intento golpista protagonizado por una exigua minoría que no tenía a nada ni a nadie detrás y que ningún partido, ninguna fuerza política de importancia, sabía nada de él, salvo el Fronte Nazionale del comandante Borghese, que, a fin de cuentas, carecía de diputados y era una formación más de una galaxia de grupúsculos de extrema-derecha (una docena larga de siglas extendidas a nivel nacional y una veintena más de grupos locales).

La realidad fue que el golpe había sido minuciosamente preparado y que un militar experimentado como Borghese no iba a dar el paso decisivo de no haber contado con apoyos suficientes, como mínimo, para que el destino del golpe fuera el que sus protagonistas habían diseñado. Un comentarista, Jeffrey McKenzie Bale escribió:

“Sería un grosero error considerar al Príncipe Negro y a los suyos como una entidad política distinta de las fuerzas políticas bastante más potentes de las cuales decían haber recibido la promesa de un apoyo. Cualquier cosa que se opine sobre él,  Borghese no era ciertamente un principiante cuando se trataba de dirigir operaciones militares, y ningún experto en actividades militares y paramilitares, se hubiera atrevido a pensar que unos pocos centenares de militantes civiles hubieran conseguido poner en marcha un golpe de Estado en Roma sin el apoyo de las fuerzas regulares de seguridad”.

Se sabe que Borghese había instalado su puesto de mando –llamado en el argot “Puesto de Mando A”- en una oficina en el centro de Roma, con funciones de dirección y coordinación. En una de las fábricas de Remo Orlandini, se instaló el “Puesto de Mando B”, con funciones operativas. Mientras el primero era la dirección estratégica del golpe, la segunda constituía la dirección táctica. Junto a Borghese, en el “Puesto de Mando A”, se encontraban el capitán de carabinieri, Salvatore Pecorella y el coronel Mario Rosa, que también era uno de los dirigentes del Fronte Nazionale. Mientras, en la fábrica de Orlandini se encontraban unos cuantos cientos de activistas, algunos de ellos con uniformes de carabinieri, armados y dispuestos a ser transportados en autobuses propiedad de Pier Talenti, empresario del transporte.

En la tarde del día 7 de diciembre, en distintos lugares de Roma tuvieron lugar concentraciones de militantes movilizados, la mayor parte, sin saber para qué exactamente. Eran miembros de Avanguardia Nazionale, del propio Fronte Nazionale y de las organizaciones vinculadas a estos grupos, como el Fronte Delta, formado por estudiantes universitarios. En la mayoría de regiones de Italia núcleos de militantes estaban igualmente concentrados esperando la consigna para ponerse en marcha: “Tora, tora, tora”, la misma que había utilizado el alto mando japonés para dar la orden a sus portaviones para atacar Pearl Harbour.

Se tienen constancia de distintos movimientos que se produjeron en aquella noche, el más famoso fue la ocupación momentánea de la armería del Ministerio del Interior por parte de una cincuentena de militantes de Avanguardia Nazionale con su dirigente al frente, Stefano delle Chiaie. En aquella acción se apropiaron de 200 fusiles ametralladores que empezaron a cargar en una furgoneta y que debían de haber sido entregadas a los militantes que se encontraban en el ese momento en el “Puesto de Mando B”. Un militante, disfrazado de capitán de policía, había abierto el camino mostrando una orden falsificada del general Domenico Barbieri. Además de suministrar armas, este comando había asumido la misión de ocupar el centro de comunicaciones en el mismo edificio, operación de particular importancia a la hora de comunicar el ministerio con los distintos núcleos policiales distribuidos en todo el territorio nacional. En la acción participaron militantes del núcleo romano de Avanguardia Nazionale, la mayoría con más de cinco años de militancia y de valor demostrado en acciones callejeras. Muchos de ellos habían participado en los incidentes en la facultad de Valle Giulia (que ya estudiamos detenidamente en la Revista de Historia del Fascismo número 5, pág. 44-61).

Mientras los neofascistas romanos irrumpían en el ministerio del Interior, 197 guardias forestales armados emprendían el camino hacia Roma, dirigidos por el coronel Luciano Berti, con la intención de ocupar los locales de la RAI con la orden de transmitir un mensaje por televisión del comandante Borghese a toda la nación. El grupo llegó a la Villa Olímpica, a pocos cientos de metros de su objetivo antes de que recibieran la orden de regresar a su base de adiestramiento. Posteriormente se diría que la movilización de esta columna apenas era una “casualidad” y que nadie sabía nada de un supuesto golpe de Estado.

Un comando de Avanguardia Nazionale penetró en la jefatura de policía de Roma con la intención de detener al prefecto Angelo Vicari, pero una vez en el interior del edificio, quedaron bloqueadas en un ascensor en donde  tuvieron que permanecer hasta el día siguiente. De todas formas aquel día,. Vicari no se encontraba en Roma sino en Palermo movilizado por un asunto relativo a la mafia. Precisamente, algunos mafiosos arrepentidos, declararon años después que medios golpistas habían intentado reclutarlos para que participaran en operaciones como esta de bloqueo de las fuerzas policiales. Así mismo, la mafia calabresa, la n’ndragheta, estaban movilizados en torno a sus jefes naturales a la espera de recibir uniformes de carabinieri y dispuestos para proceder al arresto de sindicalistas y de políticos de izquierdas en las zonas del sur de Italia.

Finalmente, se sabe que una de las concentraciones de militantes con mayor capacidad ofensiva tuvo lugar en el gimnasio de la Asociación Nacional de Paracaidistas, cuyos dirigentes eran próximos al Fronte Nazionale y cuyos miembros eran mayoritariamente favorables a las organizaciones de la derecha nacional y a los grupos extraparlamentarios de extrema-derecha. Allí esperaban 200 militantes de los que se conoce el nombre de uno de sus dirigentes, Sandro Sacuci, que luego sería diputado del Movimiento Social Italiano y que permaneció exiliado en España por esta intentona antes de pasar a Argentina. Este grupo debería de haberse puesto en marcha hacia la media noche provisto de armamento llegado de un cuartel y con la misión de ocupar centros neurálgicos de la capital italiana.

Se sabe también que a las 20:45 del 7 de diciembre, la unidad de artillería con base en Verona, dirigida por el teniente coronel Amos Spiazzi (monárquico y miembro del Fronte Nazionale), recibió un fonograma con la consigna exacta para poner en marcha la operación “Esigenza Triangolo”. La orden había partido del mando natural de su regimiento, pero sin incluir la palabra “ejercicio táctico”. Tras pedir la confirmación (que recibió), Spiazzi (que años después sería procesado por complicidad en la conspiración de la Rosa dei Venti), ordeno la partida de su unidad compuesta por cañones de 105 milímetros con municiones y provisiones que se dirigió hacia Sesto San Giovani. Recorrieron 150 km antes de recibir la orden de abortar la operación. Spiazzi sabía que al día siguiente, el 8 de diciembre, el Fronte Nazionale había convocado una gran manifestación en Roma, apoyada, entre otros por los monárquicos, contra la visita de tito a Italia.

En la Academia Militar de Modena, se dio la orden de movilización, se montaron nidos de ametralladoras en las torres, protegidos por sacos terrenos y con abundante munición. A lo largo de todo el territorio nacional se tuvieron noticias de extraños movimientos militares dentro del cuadro de la operación “Esigenza Triangolo”.

No hubo pues dudas, de que en aquella noche se movilizaron no solamente unos cuantos cientos de militantes de extrema-derecha sino que distintas unidades militares, caracterizadas por su potencia de fuego y su movilidad, salieron de sus cuarteles y solamente dieron marcha atrás in extremis y por causas que veremos más adelante.

La proyección del Golpe Borghese en los EEUU

Conocimos personalmente al doctor Monti en el verano de 1980 cuando vivía en el Distrito XVI de París ejerciendo su profesión de médico ginecólogo. En esos momentos se encontraba sin mantener apenas contactos políticos, salvo con algunos exiliados neofascistas italianos en la capital francesa. Difícilmente se diría que su papel durante el “golpe Borghese” tuvo una especial importancia.

Monti fue arrestado por su complicidad en el golpe Borghese y permaneció en cárcel algo más de un año exiliándose en París durante diez años. En 2005, en sus memorias explica detalladamente sus relaciones con los EEUU y cómo las consiguió.  Monti cuenta que conocía al súbdito norteamericano Hugh Fenwick, hijo de la senadora Millicent Fenwick y dirigente de la Selenia (empresa del sector electrónico vinculada a la Defensa, fundada en Nápoles en 1960 y colaboradora de la OTAN especialmente en la construcción de sistemas de misiles antiaéreos). Fenwinck le habría facilitado un encuentro con el antiguo coronel de las SS, Otto Skorzeny (a quien fue a ver por orden de Borghese y de Orlandini) que en aquellos momentos residía en Madrid y dirigía una red que colaboraba con la CIA, con el BND alemán y con la inteligencia española desde su pequeña oficina de la calle de la Montera. Monti viajó a Madrid y se entrevistó con Skorzeny el cual le comunicó que los EEUU apoyarían el golpe de Estado siempre y cuando Giulio Andreotti fuera nombrado jefe de gobierno, en el cual, el propio Monti sería Ministro de Asuntos Exteriores. Monti repitió estas situaciones el 5 de diciembre de 2005 en un programa de la RAI.

El industrial Remo Orlandini también conocía personalmente a Fenwick, ambos, al aprecer habían sido presentados por un militante de Avanguardia Nazionale. Orlandini, por su parte, también intentó obtener para el golpe el apoyo de la embajada americana, pero, al parecer, el embajador no se comprometió después de investigar quién se encontraba detrás de la operación. Antes de residir en Italia, Fendwick habíaviajado por Corea y Vietnam y él mismo era el primero en afirmar que disponía de un contacto directo con el presidente Nixon. Orlandini testificó que, encontrándose en cierta ocasión en casa de Fendwick, éste llamó directamente a Nixon. Cuando la personalidad de Fendwick emergió en la trama golpista, el capital Antonio Labruna, oficial de inteligencia, preguntó a la CIA si se trataba de un agente suyo. La organización de inteligencia norteamericana no confirmó ni negó, simplemente calló y no dio respuesta alguna. Con esto, Labruna infirió que Fendwick era un “agente residente”, es decir, que oficialmente no tenía nada que ver con la inteligencia pero que, además de su trabajo habitual, realizaba misiones concretas a petición de alguna agencia de inteligencia norteamericana.

La desclasificación en EEUU de algunos documentos que hasta los años 90 habían permanecido como “reservados” en los archivos confirmó el que los EEUU estaban al corriente de la intentona golpista e incluso, de alguna manera, estaban al corriente de lo que se fraguaba. El 7 de agosto de 1970 el embajador norteamericano en Roma, Graham Martin, había enviado un informe al Departamento de Estado con el resumen de la conversación que había mantenido con Hugh Fenwick. Se confirmaba lo que ya se sabía a través de Monti: que el italiano le habría descrito el diseño de un proyecto golpista sondeando sobre la actitud que adoptaría la administración norteamericana (entonces dirigida por el presidente Nixon y teniendo como eminencia gris a Henri Kissinger, notorios anticomunistas ambos). La diferencia entre ambos testimonios radica en que según Monti, los norteamericanos dieron –a través de Skorzeny- el placet, mientras que los papeles desclasificados permanecían mudos al respecto.

Cabe recordar que el coronel Skorzeny había sido el oficial con más experiencia en “operaciones especiales” de las SS. Al concluir la guerra, formó una red de espionaje e información que fue incorporada a la llamada “red Ghelen” e integrada en el dispositivo de la CIA en tareas anticomunistas (pero también en operaciones en países árabes por cuenta de terceros países: en ese sentido la red Skorzeny trabajo para los servicios especiales del franquismo en operaciones de infiltración en el Frente Polisario y para el gobierno portugués en operaciones contra las guerrillas anticolonialistas en las colonias portuguesas de África).

Tras el encuentro con Skorzeny, Monti consiguió entrevistarse con Herbert Klein, un estrecho colaborador de Kissinger quien fue más explícito sobre las condiciones puestas por los norteamericanos para aprobar un golpe de Estado en Italia: no debían de verse implicados ni civiles ni militares norteamericanos destinado en bases de la OTAN en Italia, debían participar las distintas armas incluido los cabinieri; tras el golpe la presidencia del gobierno sería entregada a un político democristiano que contase con el visto bueno de los EEUU y organizase nuevas elecciones en el plazo de un año; en esa convocatoria electoral no se presentarían listas ni comunistas ni de extrema izquierda. Luego Monti reconoció que el político democristiano elegido era Andreotti. Aunque declaró ignorar si le constaba que este hubiera aceptado el encargo.

En el informe elaborado por el embajador norteamericano y desclasificado años después se aludía al debate interior que se produjo en el Departamento de Estado norteamericano sobre la conveniencia de favorecer un golpe en Italia. Y se trataba de algo más que de una especulación teórica. El general Vito Miceli (director del Servicio de Contraespionaje SIOS en 1969 y luego director del Servicio de Información de la Defensa del 18 de octubre de 1970 al 30 de julio de 1074. Arrestado en 1974 en el marco de la investigación sobre la red clandestina Rosa dei Venti y procesado por favorecer el intento de golpe de Estado de Borghese, absuelto de todos los cargos en 1978; miembro de la Logia P2 y de la red Gladio. Diputado del MSI de 1976 hasta 1987) se entrevistó con el agregado militar de la embajada norteamericana en Roma James Clavio mostrándole una grabación magnetofónica sobre un supuesto golpe de Estado que tendría lugar en “ferragosto”. La conversación pertenecía a un político italiano de primer plano cuyo nombre no se conoce. El embajador Martin fue informado puntualmente de esta conversación y poco tiempo después, el Secretario de Estado norteamericano William Rogers comentándole sus dudas sobre la posibilidad de que la operación golpista tuviera éxito. Es más, añadía que en caso de obtener más datos sobre la trama se las transmitiera al presidente Saragat o al primer ministro Mariano Colombo. En la respuesta, el embajador comentó que se había entrevistado con el almirante Henke (director del SID entre julio de 1966 y octubre de 1970, años en los que se inicia la “estrategia de la tensión”; fue el primer director del SID tras la reforma del SIFAR en 1965) le indicó a este sobre la conveniencia de profundizar las investigaciones sobre el Fronte Nazionale y el comandante Borghese. Henke informó de estos particulares al jefe del Estado Mayor y al Ministro de Defensa (Mario Tanassi) amigo personal del presidente Saragat.

Tras los hechos de la Notte della Madonna, cuando la trama fue descubierta, Martin escribió nuevamente al Departamento de Estado sobre el episodio. Hoy, la documentación sobre esta correspondencia está completamente desclasificada por lo que puede afirmarse sin sombra de dudas, que los EEUU conocían el proyecto golpista, pero que no tomaron parte activa en su desarrollo, ni en su impulso, tan solo pusieron algunas condiciones por las que este golpe.

Sin embargo, la noche en la que estaba previsto el golpe de Estado, la RAI emitió sorpresivamente una película extraña: Seves Days in My, filmada en 1964, dirigida por  John Frankenheimer y protagonizada por Kirk Douglas, Ava Gardner, Burt Lancaster, Frederic March, etc. La película había recibido varia nominaciones a los Oscars secundarios. El argumento era sorprenden y sin duda no habría llamado la atención en otro momento, pero sí aquella noche: en plena Guerra Fría, un general del ejército intenta derrocar al presidente de los EEUU. Dispone de siete días para abortar la operación y encontrar pruebas para derrotar a los golpistas… Se ignora si se trató de una casualidad. En la ficción, el golpe no triunfó. ¿Era un mensaje subliminal destinado a alguna cúpula que jugaba con cartas dobles?

 

miércoles, 22 de septiembre de 2021

MEMORIA HISTÓRICA: BORGHESE DURANTE LA GUERRA FRIA

Tras su detención en Roma, Borghese fue llevado a una prisión improvisada en Cinecitta en donde se había concentrado a los jerarcas fascistas y alemanes. Desde el primer momento estuvo claro lo que querían los norteamericanos: saberlo todo sobre el comunismo y las técnicas de lucha contra insurgencia. Giorgio Pisanó que entonces era un suboficial de la Xª MAS y posteriormente sería director del semanario satírico Il Candido y diputado del Movimiento Social Italiano en varias legislaturas lo expresó con estas palabras: “Para los aliados nosotros éramos preciosos porque habíamos infiltrado a las bandas comunistas, conocíamos secretos y tácticas y habíamos elaborado las primeras técnicas de antiguerrilla. Me di cuenta personalmente cuando me interrogaron. Querían saber cómo habíamos operado en la guerra contra los comunistas y todo lo que habíamos hecho en esa dirección”. Los americanos estaban sobre todo interesados en las operaciones del Batallón Vega de la Xª MAS, especializado en acciones tras las líneas comunistas.

Tanto a Borghese como a Pisanò se les había ofrecido un acuerdo: el estatus de prisionero de guerra acogido a las convenciones internacionales a cambio de informaciones sobre las operaciones desarrolladas durante el conflicto. Ambos aceptaron y gracias a ello evitaron ser entregados a las fuerzas partisanas y asesinados inmediatamente. El comandante Borghese tenía entonces 39 años.

En octubre de 1945, los aliados se desentendieron de Borghese declarando simplemente que no lo consideraban criminal de guerra. Sin embargo, el gobierno italiano deseaba trasladar su caso a Milán, permaneciendo por el momento encerrado en distintas prisiones: Procida, Poggioreale, Regine Coelli y Forte Boccea.

Borghese jamás se quejó del trato recibido si bien alguno de sus compañeros de encierro –concretamente el general Gambara que había participado en la guerra de España y en la de África del Norte junto al mariscal Rommel–  declaró que el régimen penitenciario era extremadamente duro y que “Borghese no tenía paz, caminaba de un lado a otro como un animal encerrado en una jaula”. Luego el proceso fue transferido de Roma a Milán (en donde corría mucho más riesgo de ser fusilado) y, más tarde, la casación traslada de nuevo a Roma. Borghese pasó dos años de cárcel hasta que finalmente hubo de afrontar dos cargos: haber sido el comandante de la Xª MAS y haber colaborado con el enemigo.

El 17 de febrero de 1949 fue considerado culpable de colaboración con los alemanes y condenado a 12 años de prisión, siendo absuelto de crímenes de guerra. Por esas fechas, en abril, Bor-ghese había escrito una carta a un antiguo miembro de la Xª MAS en donde le llamaba a “trabajar por la reconstrucción del país y mantenerse atento para el día en el que la patria les llamara de nuevo”. Así empezó la postguerra para el comandante junio Valerio Borghese.

Mientras el “príncipe negro” había permanecido en la cárcel, se había constituido en 1946 el Movimiento Social Italiano del que sería presidente honorario. El MSI, a pesar de ser considerado como “neofascista” tenía grandes diferencias con el fascismo histórico. En primer lugar era especialmente anticomunista (a diferencia del fascismo histórico que era, fundamentalmente, “antisistema) y en segundo lugar era un partido que aceptaba el hecho de que Europa había resultado dividida en dos zonas de influencia como resultado de la II Guerra Mundial. A partir de esta constatación aparecieron dos posiciones: la de los “misinos” que lo aceptaban y que, por tanto, situaban su anticomunismo bajo el paraguas protector de los EEUU y los que lo rechazaban y seguían proclamando la necesidad de defender Europa como “tercera fuerza contra el imperialismo soviético y el capitalismo financiero norteamericano”, posición que se completaba con una concepción del mundo que denunciaba el materialismo y la deshumanización de la sociedad posterior a la guerra.

A estos elementos se unieron otros mucho más subterráneos que los encendidos debates que sostenían las distintas corrientes neofascistas. Italia era un aliado relativamente inseguro. El Partido Comunista consiguió mantener la influencia que había ganado en la sociedad italiana durante el período final de la guerra, especialmente en el norte del país. Si bien la conferencia de Yalta había situado a Italia en la esfera de influencia norteamericana, la posibilidad de que el PCI llegara al poder podía desequilibrar la escena internacional. De ahí que los servicios secretos norteamericanos permanecieran vigilantes y, muy frecuentemente, realizaran sobre territorio italiano operaciones especiales que explican en gran medida la aparición de un terrorismo difícilmente ubicable en términos políticos convencionales.

En las elecciones generales de 1953, el MSI obtuvo 1.500.000 votos y 38 diputados y senadores, nueve años después acaparó primeras páginas en los diarios gracias a sus buenos resultados en las elecciones municipales en Roma. Durante esos años, Bor-ghese, como hombre de acción que era, intentaba desembarcar en la arena política. En 1950 su figura pasó a primer plano en el curso de un intento de unificación entre el MSI y el Partido Monárquico. Algunos lo propusieron como rey regente a causa de la nobleza de su linaje. Se produjeron reuniones entre ambos partidos con presencia de enviados del Vaticano y de la Embajada Norteamericana. Solamente la Casa de Saboya reaccionó negativamente y dio al traste con la iniciativa.

En realidad, los proyectos políticos de Borghese iban mucho más allá de los objetivos que se había fijado el MSI. La embajada norteamericana temía que Borghese terminase reuniendo fueras políticas monárquicas, antiguos miembros de la RSI, fascistas del Ventennio y partidarios de la mano dura, para, con todo esto, crear una alternativa al MSI que, además rompiera a este movimiento. Fue así como el estado mayor de esta organización, trató de bloquear estos movimientos ofreciéndole el 2 de diciembre de 1951 la presidencia honoraria del MSI. Por entonces, Bor-ghese defendía las posiciones anticomunistas y en el invierno de 1951–52 se mostró partidario del apoyo del MSI a la OTAN. : Para él la OTAN estaba contribuyendo a rearmar al ejército italiano y a combatir al comunismo. No todos estuvieron de acuerdo esta toma de posición y algunos, como Ferruccio Ferrini, antiguo subsecretario de Marina de la República Social Italiana, se enfrentó a él como miembro de la “izquierda misina”.

El compromiso de Borghese con el MSI fue mucho más lejos. De un lado su nombre figura entre los accionistas fundadores de Il Secolo d’Italia, que sería a partir de entonces el diario oficial del MSI. Un año después escribiría el prólogo a la edición de Los Hombres y las Ruinas, la obra de Julius Evola que ha sido definida como el gran compendio del pensamiento de la derecha tradicional en la postguerra. Evola sostenía la necesidad de equidistancia y oposición tanto al mundo liberal capitalismo como al mundo comunista y, por tanto, era hostil a la OTAN. El encuentro con Borghese y sirvió para mejorar las relaciones entre las distintas corrientes del partido. Era evidente que Borghese había aceptado la OTAN simplemente como táctica pero que compartía y se comprometía públicamente con las posiciones evolianas, lo cual hizo que las fuerzas de seguridad del Estado, volvieran a fijarse en la figura del comandante y le prestaran una atención particular a lo largo de los años 50.

Durante las elecciones de 1953, Borghese realizó una activa campaña en el norte de Italia junto a otro militar condecorado y prestigioso entonces recién ingresado en el MSI, el mariscal Rodolfo Graziani. Las masas recordaron los laureles ganados para Italia por ambos militares y acudieron masivamente a los mítines y concentraciones públicas hasta el punto de que, a partir del 24 de mayo de 1953, se prohibieron sistemáticamente los actos en los que ambos tomaron la palabra, siendo sometidos a vigilancia policial.

En 1957, después de desacuerdos con la dirección del MSI (que, inicialmente, pensaba que apenas sería un “presidente honorario” que hiciera gala del título, pero que no participara efectivamente en la dirección del mismo) dimitió y abandonó para siempre el partido. En realidad, a partir de 1954 la dirección del partido había limitado extraordinariamente las funciones de Borghese que se sentía cada vez más incómodo con aquella militancia que para él representaba especialmente un corsé a sus ansias de acción. A pesar de que abandonará oficialmente el partido en 1957, en realidad a partir de 1954 se había situado en segunda fila y comprometido de nuevo en operaciones especiales propias de la postguerra.

La primera de todas desarrollada en 1954 tuvo como escenario Trieste. Esta ciudad italiana entonces estaba bajo administración yugoslava (y que hoy forma parte de Eslovenia) y era una de las reivindicaciones de los “irredentistas”. El 6 de diciembre de 1953 se habían producido violentísimos incidentes en la ciudad en el interior de la cual actuaba el Comité para la Defensa de los Italianos de Triestre y de Istria del que se dijo que habían recibido armamento del gobierno italiano. Al igual que d’Annunzio en Fiume al acabar la Primera Guerra Mundial, el comandante Borghese había favorecido la infiltración 500 “voluntarios nacionales” (servicio de orden del MSI) al grito de “A Trieste con Valerio Borghese”.

Gran Bretaña –que aún no había podido olvidar sus navíos hundidos en el Mediterráneo durante la guerra– acusó a Borghese de ser instigador de los incidentes. En aquellos momentos, Triste estaba todavía bajo administración internacional y no estaba claro a qué país se le asignaría. Los incidentes de 1953 precipitaron una decisión favorable a Italia.

En esa época también, Italia tenía una espina clavada. El 3 de febrero de 1949, la marina de ese país debió entregar el acorazado Giulio Cesare a la URSS como indemnización de guerra. En los días precedentes, tanto el MSI como otras fuerzas de derechas realizaron manifestaciones de protesta en las que destacó por primera vez Clemente Graziani, hijo del famoso mariscal  italiano y  que posteriormente sería fundador del Movimiento Político Ordine Nuovo a principios de los años 70. El 26 de febrero el Giulio Cesare llegó a Sebastopol y fue rebautizado Novorossiyk y agregado a la flota soviética del Mar Negro. No todos los italianos olvidaron la afrenta. El 28 de octubre de 1955 a la 1:25 de la madrugada, una violenta explosión reventó una parte del costado de la nave. La proa comenzó a hundirse desapareciendo por completo a las 4:10. Murieron 608 marineros soviéticos. Además de constituir la mayor pérdida de marinos soviéticos en un desastre en tiempo de paz, el episodio costó el cargo al almirante Kuznetsov y se sitúa en el arranque del irresistible ascenso de su sustituto, el almirante Gorskov que terminaría siendo el más destacado estratega geopolítico de la URSS en los años 60 y 70.

La investigación posterior demostró que la nave había sido hundida por una explosión exterior al casco que inicialmente se atribuyó a una mina abandonada por los alemanes durante la guerra. Poco después se supo que Borghese había llegado al Mar Negro con un grupo de antiguos combatientes  de la Xª MAS y dos de sus submarinos de bolsillo. El grupo habría utilizado un mercante como base de apoyo para acercarse al Novorossiyk. Del grupo asaltante habrían formado parte cuatro antiguos oficiales de la Xª MAS: Gino Birindelli (que luego ascendería a Almirante y terminaría su carrera como diputado del MSI), Elios Toschi (proyectista de la Otto Melara), Luigi Ferrero y Eugenio Wolk (alias “Lupo”, que en 1947 se había trasladado a la Argentina para formar el cuerpo de submarinistas de aquel país), Elios Toschi y Luigi Ferraro, dirigidos por el propio Comandante Borghese. Una operación similar fue descubierta el 7 de noviembre de 1955, fiesta nacional soviética, cuando se encontró y desactivó un ingenio explosivo en el costado del crucero ligero Kerch, otra navío italiano entregado a la URSS en la postguerra y que no era sino el crucero Emanuele Filiberto Duca d’Aosta.

Al parecer –y según la prensa rusa de los años 80– se utilizaron submarinos de bolsillo tipo Cosmos, una evolución de los antiguos utilizados por la Xª MAS, dotados de una autonomía de 1400 millas. Ambos incidentes son todavía hoy motivo de polémica. Ninguno de los supuestos participantes reconoció jamás su autoría, sin embargo, investigaciones posteriores a la caída del Muro de Berlín realizadas por medios de comunicación rusos, fueron confirmando estos datos.

Además había un precedente que indicaba que Borghese y sus hombres siguieron activos en la postguerra. En 1948, marinos de la Xª MAS realizaron una operación por cuenta del gobierno británico que intentaba impedir la llegada de armas en apoyo de la insurgencia israelí en el curso de la cual consiguieron hundir un navío que había partido de Yugoslavia cargado de armas.

1ª parte: PRINCIPE JUNIO VALERIO BORGHESE, NUESTRO COMANDANTE