lunes, 26 de febrero de 2018

PARALELISMOS HISTÓRICOS (3) TODO EMPEZÓ CON UNA RESOLUCIÓN JUDICIAL


Si nos remontamos a cómo empezó el llamado “proceso soberanista”, caeremos en la cuenta de que se inicia cuando el Tribunal Constitucional rechaza cierto número de modificaciones del “nou Estatut” (el “invento maragallano” que aparece cuando no existe ninguna demanda social y cuando el electorado había dado la mayoría el PSC, harto del largo pujolato y de la constante obsesión nacionalista. De no haber tenido Maragall (que obtuvo el poder, no se olvide, cuando ya sus compañeros de partido sabían perfectamente que estaba siendo asaltado por los primeros achaques de la grave enfermedad que solamente reconocieron seis años después), nunca se hubiera producido el “procés”, al menos en las condiciones en las que se ha dado.

LA MADRE DE TODOS LOS ERRORES DEL INDEPENDENTISMO

Vale la pena, así mismo, recordar también que si éste fue el primer paso hacia la salida a la superficie del independentismo que estaba ya implícito en el ADN del nacionalismo “moderado”, éste no se hubiera decidido a dar el paso al frente de no ser por la crisis económica iniciada en 2007 y gestionada de manera desastrosa por el zapaterismo. Éste, además, desde el primer momento dio muestras de una increíble debilidad y de adolecer de una ausencia completa de concepción del Estado, lo que llevó a los independentistas a una percepción errónea de la situación: considerar que la debilidad del Estado Español era tal que carecería de fuerzas para oponerse a cualquier intento secesionista.

Así pues, los tres paralelismos entre el “proceso soberanista” de 2010-2017 (hoy convertido en una caricatura y embarrancado definitivamente) y la “flamarada” de 1934 son claros:

1) La no aceptación de una sentencia emanada del supremo organismo jurídico del momento.

2) Una crisis económica de naturaleza particularmente intensa y

3) Un error en la percepción de la situación política nacional.

Los paralelismos son tan absolutamente sorprendentes que resulta extraordinario que los nacionalistas no los hayan reconocido y recordado que la política tiende a ser como una ley física, que cuando se dan las mismas condiciones de presión y temperatura, se produce el efecto esperado. La absoluta falta de autocrítica y la tendencia enfermiza a mitificar la propia historia (la de la “Cataluña nacionalista” y la del propio nacionalismo) tiene estos efectos secundarios: a decir verdad, los esfuerzos de los independentistas por saber qué ocurrió en 1926 y por qué fracasaron las grotescas intentonas de Macià en Prats de Molló o de Companys el 6 de febrero de 1934, les ha garantizado el descalabro sufrido en 2017.

A pesar de que hubieran transcurrido apenas ocho años entre el “show” de Prats de Molló y el de Companys en octubre del 34, la mitificación que ellos mismos realizaron de la figura del “Avi”, especialmente a partir de 1930 fue tal que les dio una percepción errónea de lo que había ocurrido algo más de un lustro antes. De haber sido conscientes los independentistas de lo ocurrido en Prats de Molló, hubieran caído en la cuenta de que las aventuras en política suelen saldarse con los fracasos más estrepitosos y que los excesos de optimismo, se pagan siempre.

LA GÉNESIS DEL PATINAZO DE 2010-2017

En 2010, el Tribunal Constitucional se negó a aceptar varios artículos del Estatut que, en sí mismos, no eran más que la fase previa para la escisión. Hay que recordar que las actitudes ante esa reforma eran diferentes para sus tres promotores: el PSC quería que la reforma fuera el primer paso hacia un “Estado Federal”; CiU, simplemente quería mejorar sus posiciones para seguir chantajeando al partido que necesitara de su concurso en Madrid, para gobernar España; y ERC no ocultaba que se trataba simplemente de avanzar otro paso hacia la independencia.

Puestas así las cosas, el PSC se dio cuenta pronto de que cada partido tenía una intención muy diferente de la reforma estatutaria y de hacia dónde se dirigía y dio marcha atrás. Nada hubiera cambiado de no ser porque CiU se enfrentó a dos problemas derivados de la crisis económica: está se convirtió en una crisis política que afectó especialmente al electorado del PP y del PSOE generando la aparición de dos nuevas opciones, Ciudadanos y Podemos, que pronto tuvieron un grupo parlamentario en Madrid. Esto hacía que CiU ya no pudiera negociar en exclusiva el apoyo a tal o cual gobierno a cambio de transferencias de fondos y, lo que era mucho mejor para ellos: impunidad jurídica ante las estafas escandalosas que venían realizando sus distintas cúpulas desde hacia veinte años.

Por otra parte, la magnitud de la crisis y la intervención virtual de la economía española por parte de la UE, hizo que el Estado ya no tuviera (ni pudiera) enviar fondos a Cataluña (que inevitablemente aumentaban el 3-5% de racket ejercido por CiU). Así pues, estos elementos hicieron que en el interior del “nacionalismo moderado” ganara peso la opción independentista.

Tal fue la génesis del “procés” (y, por cierto, de la desintegración de CiU que no resistió las tensiones internas entre “nacionalistas moderados” e “independentistas”).

COMPANYS Y SU LLEI DE CONREUS

Casi 80 años antes había ocurrido exactamente lo mismo. Todo empezó con la Ley de Contratos de Cultivos que Companys había prometido a la Unió de Rabasaires (UR), uno de los grupos sociales que le apoyaron. Esta organización se había creado en 1922 y rivalizaba con el Instituto Agrícola Catalán de San Isidro (IACSI), creado por grandes cultivadores próximos a la Lliga. Ambas organizaciones –pero especialmente la UR-  fueron el resultado de la crisis de la agricultura europea en el período posterior a la Primera Guerra Mundial que generó el relanzamiento del sindicalismo agrario. Un segundo impulso lo consiguió en 1929 cuando el sector vinícola (muy fuerte en Cataluña) entró en crisis.

La dictadura detuvo el proceso de crecimiento de la UR que apenas contaba con 5.000 afiliados. Pero en 1932, un año después de la implantación de la República ya eran 20.000, especialmente en la provincia de Barcelona. Si la UR estaba próxima a ERC, otras organizaciones campesinas (la Unión Provincial Agraria y la Acción Social Agraria (en Lérida y Gerona respectivamente) estaban impulsadas por el Bloque Obrero y Campesino (marxistas revolucionarios).

Durante el escaso año que Macià estuvo al frente de la Generalitat, procuró que la UR y el IACSI llegaran a entendimientos. Básicamente, el problema eran las discrepancias entre grandes propietarios de terrenos y aparceros, la duración de los contratos y la cuantificación de las retribuciones. ERC (un partido con especial implantación en zonas agrícolas) quería una “ley catalana agraria” que, finalmente, impulso el 21 de marzo de 1934, con la oposición de la Lliga (que abandonó la cámara). Fue la Lliga (no la derecha españolista o los unionistas) quien instó al gobierno a que presentara un recurso de inconstitucionalidad (el 5 de mayo de 1933) que fue fallado por el Tribunal de Garantías el 8 de junio del mismo año, por 13 votos contra 10. Ahora fueron los diputados de ERC los que abandonaron el parlamento de Madrid, alegando que “la República se había desnaturalizado”.

Cuatro días después, se produjo la habitual manifestación de masas independentistas, esta vez en el parque de la Ciudadela. El presidente Companys dijo textualmente: “Si vosotros lo aprobáis, mi gobierno lo hará cumplir pase lo que pase y sea como sea”, aludiendo a la ley de cultivos. No era la primera vez que los independentistas se habían expresado en estos términos: democracia es lo que se decide en Cataluña, el resto es “fascismo”. De hecho, el 18 de julio de 1931, cuando se estaba debatiendo el texto del Estatuto de Autonomía, el diario L’Hora había escrito: “El nostre Estatut. Artículo único. Cataluña tiene el derecho a organizarse tal como le dé la gana” (extraído de La Catalanitat Obrera, Josep Termes, Ef. Afers, BCN, 2007, pág. 7). Así que el tono ya estaba marcado desde entonces y ayuda a entender porqué cuando Zapatero dijo aquello de que “aceptaré todo lo que llegué del parlamento de Cataluña”, el independentismo pensara que tenía la batalla del Nou Estatut ganada. A fin de cuentas, se trataba, solamente de que el nacionalismo independentista hiciera “lo que le diera la gana”, en la absurda creencia de que, en lugar de representarse a sí mismo, representaba a “toda Cataluña”…

Hay que recordar que cuando se debatía la Ley de Contratos de Cultivo, gobernaba en España el Partido Radical tutelado por la CEDA. En las elecciones de noviembre de 1933, los partidos republicanos de centro-izquierda, incluido el PSOE, habían salido mal parados. La CEDA obtuvo el grupo mayoritario en la cámara, pero había permitido la formación de un gobierno de centro que apoyaba con sus votos, esperando, antes o después, entrar en él, o simplemente, derribarlo y convocar nuevas elecciones.

La presión de la CEDA en materia de agricultura forzó un cambio en el titular del ministerio y la exigencia de que se modificara la formación de los jurados mixtos que dirimían las disputas entre propietarios de la tierra y campesinos. Hasta ese momento, los jurados tendían a ponerse automáticamente del lado de los rabasaires. Se amenazaba también con recurrir las decisiones de los jurados mixtos que no se hubieran tomado por unanimidad y, finalmente, a revisar la Ley de Términos Municipales que impedía la contratación de campesinos fuera del término municipal y hasta que no existiera pleno empleo en ese término. La ley había sido una simple excusa para reforzar la burocracia de la UGT y a su Federación Nacional de Trabajadores de la Tierra (que había llegado a prohibir el uso de recolectores).

Mas tarde Martínez Barrio dimitió de su cargo como Ministro de Gobernación y el nombramiento de Salazar Alonso dio la impresión a la izquierda de que la CEDA avanzaba (había exigido al gobierno que reforzara el orden público). Esto enlazó con la crisis agrícola porque la UGT amenazó con una huelga en la agricultura, mientras que el gobierno consideró que la agricultura era un “servicio nacional” y, por tanto, la huelga sería “ilegal y revolucionaria”. A pesar de todo, la UGT convocó la huelga que resultó la más importante de la agricultura española… y un fracaso. Careció de apoyo incluso en el seno de la izquierda urbana y ni siquiera fue apoyada por la UGT de oficio y profesiones industriales.

Pero dio la sensación de que la CEDA estaba a punto de hacerse con el poder, y deshacer toda la legislación creada por los partidos de izquierda en los dos años inmediatamente posteriores a la proclamación de la República. En la izquierda dominaba la idea de que la CEDA era el “fascismo” y el “nazismo” y que intentaban hacer algo parecido a lo que habían hecho en Austria con Dollfuss, en Hungría con Gömbös o en Portugal con Salazar: un gobierno católico-conservador dotado de amplios poderes dictatoriales y apoyado por el ejército o por milicias armadas…

La cuestión era que, mientras en España gobernaba el centro-derecha, Cataluña era la única zona del Estado en la que el poder autonómico estaba controlado por la izquierda. Esto hizo que Companys pretendiera “ganarse” a la izquierda española para sacar adelante la Ley de Contratos de Cultivos. Proclamó, con la ambigüedad que le caracterizó siempre, que la sentencia del Tribunal de Garantías era un “ataque absurdo y peligrosos a nuestra autonomía”… y a la República (Puigdemont aludió siempre, ochenta años después, a que impedir el 1-O era una muestra de la regresión en la que había caído la democracia en España. Es más, para Companys, los catalanes que se habían declarado contrarios a dicha ley debían ser “declarados traidores por el Parlament”… la misma tesis que hoy sostienen los independentistas: ellos son los verdaderos, únicos y genuinos representantes de Cataluña… sin competencia posible y al margen de su peso real en la sociedad).

Sin embargo, Puigdemont no es Companys. El primero siempre ha sido independentista, mientras que el segundo lo fue sólo muy tibiamente. Su figura puede ser comparada, más bien a la de Artur Mas, que en el fondo estaba allí en donde estuvieran sus intereses personales. Puede dudarse seriamente de que Mas fuera independentista en 2010, como Companys no lo fue sino muy tardíamente y sólo de manera relativa (más bien era un federalista que creía en el “Estado Catalán dentro de la República Federal Española” y al que los independentistas de soca i arrels siempre desconsideraron por sus relaciones con la CNT-FAI y por su poca determinación en esa dirección (algo que sus mitificadores hoy parecen haber olvidado).

De hecho, en el 6 de octubre de 1934, Companys pretendió dar salida a intenciones muy diferentes: de un lado a los independentistas.

De ahí que nombrara en el puesto clave de su gobierno a Josep Dencás como Consejero de Gobernación el 6 de junio de 1933: representante del ala más radical de ERC, las Juventudes (JEREC) el cual, a poco de verse en el cargo, organizó un “comité revolucionario” formado por Acción Catalana, la Unión Socialista de Cataluña (vinculada a la USC), Nosaltres Sols!, Palestra,  el Partit Nacionalista Catalá y la Unión Democrática de Cataluña, para “preparar la resistencia armada de Cataluña”… Dencás, a su vez, nombró a Miquel Badía, como Comisario de Orden Público. Badía era miembro de la misma tendencia y aumentó la represión contra la CNT (de ahí que en la insurrección de octubre de 1934, los anarcosindicalistas abandonaran a su suerte a Companys y a los suyos).

De otro lado, Companys pretendía erigirse como defensor de la República y, por tanto, sus intenciones no eran “separatistas”, sino “federalistas”. Dejaba, simplemente, que el dúo Dencás-Badia, actuara por su cuenta en esa dirección.

Paralelamente, la Ley de Contratos de Cultivos seguía siendo el leit-motiv de la política de Companys. Tras haber aprobado nuevamente en el parlamento el mismo texto que había sido rechazado por el Tribunal de Garantías. ERC rebajó sus exigencias y se declaró dispuesta a negociar el reglamento para aplicar la ley. Pactó con la Lliga (que volvió al Parlament el 1 de octubre), lo que hizo aumentar la presión independentista (por parte de Nosaltres Sols! y de Palestra, partidos independentistas fascistizantes, especialmente). Por la derecha, la oposición seguía llegando del IACSI que se desmarcó en esto de la Lliga, manifestando su intención de ir a Madrid a manifestarse. En la fecha del evento, la UGT convocó una huelga general en la capital que produjo 6 muertos.

Todo esto hizo que el gobierno de Samper (que había sucedido a Lerroux) cayera al dejar de ser apoyado por la CEDA el 1 de octubre de 1934. Con sus 117 diputados, la CEDA tenía la clave de la situación: o se convocaban nuevas elecciones o entraban en el gobierno. El 4 de octubre entraron 3 ministros de la CEDA en el gobierno del Estado.

Dos días después se producía la insurrección de Companys en Cataluña.

Todo había empezado por la discusión en torno a una ley y por no aceptar el nacionalismo, ni en 1934, ni en 2010-2017, que la Generalitat es un organismo subsidiario del Estado para la gobernabilidad en Cataluña y no una especie de fotocopia reducida del Estado a dimensiones regional situado a ambos en el mismo nivel jerárquico.

Existe otra diferencia: la Ley de Contratos de Cultivos no era, a fin de cuentas, nada grave, ni nada que no hubiera podido solucionarse mediante negociaciones. Le sirvió a Companys para justificar la radicalización de sus posiciones (debía pagar la factura contraída con la Unió de Rabassaires, una de las fuerzas sobre las que se había aupado). En cambio, a partir de 2010, la Generalitat controlada por nacionalistas que se dejaban arrastrar por independentistas no tenía más remedio que la aplicación del Artículo 155. Los paralelismos no se pueden reducir al independentismo: en 1934 y en 2010, la derecha española no estuvo a la altura de lo que exigía la “razón de Estado” y lidió mal con el nacionalismo: en 1934 reduciendo todo “autonomismo” al “separatismo” y en 2010-2017 fiando la unidad del Estado solamente a una sentencia del Tribunal Constitucional y evitando hasta el final “coger el toro por los cuernos”.

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martes, 20 de febrero de 2018

PARALELISMOS HISTÓRICOS EN CATALUÑA (2) PUIGDEMONT, MACIÀ, COMPANYS FUERA DE ESPAÑA


En las elecciones autonómicas de 2015 se impuso el bloque independentista con 62 diputados y un 40% de los votos. Hasta ese momento, el Estado no se había tomado en serio la posibilidad de que este sector protagonizase un proceso sedicioso: era evidente que no existían ni base social suficiente, ni apoyos internacionales, ni siquiera proyecto capaz de suscitar consenso en esa dirección. Sin olvidar que en Cataluña el uso habitual de la lengua catalana está reducido al 30–35% de la población. A partir de 2015, la seguridad del Estado trató por todos los medios de averiguar quién estaba animando el independentismo entre bambalinas. En otras palabras, conocer si alguien “movía los hilos”. Una posibilidad era que, George Soros, estuviera detrás, envenenando, una vez más la situación y tratando de repetir lo que ya había conseguido en Yugoslavia: ser uno de los factores determinantes del desmembramiento del país.

SOROS: UN FANTASMA QUE PLANEA SOBRE CATALUÑA

Soros es uno de los nombres más conocidos de la cúspide del poder económico mundial. Nacido Schwartz György en Hungría en 1930, durante la Segunda Guerra Mundial su padre cambió el apellido familiar por el de “Soros” para eludir la persecución de la que eran objeto los judíos. Todos los miembros de la familia eran conocidos esperantistas y compartían la aspiración del Doctor Zamenhof (fundador de este idioma artificial) de unir mediante una lengua común a todos los pueblos del mundo. Tal es el origen de sus ideales “universalistas”. El joven Soros, aprovechó un congreso esperantista en Suiza para dar esquinazo a las autoridades comunistas de su país.

Se matriculó en la London School of Economics (LSE), centro fundado por miembros de la Sociedad Fabiana (una de cuyas impulsoras era Annie Bessant, la presidenta de la Asociación Teosófica y sucesora de Helena Petrovna Blavatsky).  La LSE, desde su fundación en 1895, ha formado a las élites mundialistas que luego se han integrado en las distintas asociaciones internacionales (Club de Bildelberg, Comisión Trilateral, Club de Roma, Pilgrims Society, etc) que constituyen círculos concéntricos del “nuevo orden mundial”.

Con el paso de los años, Soros desarrolló un fino olfato político que le llevó a interesarse por los países del Este de Europa. Su orientación política corresponde a lo que se conoce en EEUU como “ultraliberal” o “radical progresista” (que en Europa viene a ser, más o menos, equivalente a socialista), propia de la LSE donde estudió. Una vez convertido en multimillonario, financió el sindicato Solidarnosc durante los últimos años del gobierno comunista en Polonia, impulsó la Carta de los 77 que precipitó la caída del gobierno comunista Checoslovaco, aportó fondos para la “revolución de las rosas” en Georgia y fue el principal inductor del desmembramiento de Yugoslavia y de la independencia de Kosovo. Se calcula que su fortuna, hoy, asciende a 7.000 millones de dólares. Su influencia es mayor aún.

Soros es miembro del Council Foreing Relations, sin duda el grupo de presión más poderoso (y más antiguo) de los EEUU y utiliza como medio “amable” de penetración en los países en los que mantiene intereses, la Open Society Institute. Pues bien, esta fundación mantiene una antena en Cataluña con el nombre de Iniciativa Sociedad Abierta para Europa (calle Elisabets, 24, Barcelona) dirigida por Jordi Vaquer del que apenas existen datos en Internet y es una de esas personas que visiblemente buscan proteger sus actividades con el anonimato.  

La aportación de Soros al independentismo catalán, hasta ahora se ha reducido a una casi simbólica aportación de 27.049 dólares donados a Diplocat (un embrión de “ministerio de asuntos exteriores” de la Generalitat de Cataluña), para financiar unas “jornadas sobre xenofobia y euroescepticismo” celebradas en 2014. En la misma dirección fue otra aportación de 24.973 dólares transferidos por Soros al CIDOB para otro seminario sobre el mismo tema. El CIDOB (Centro de Información y Documentación Internacionales en Barcelona) fue fundado por grupos vinculados al cristianismo progresista de 1973, pasando a ser una fundación privada en 1979. Se le considera un think–tanks especializado en política internacional, obviamente relacionado con la Generalitat (que lo subvenciona) y vinculado internacionalmente al Real Instituto de Estudios Internacionales con sede en Chathan House (Londres).

La fundación dirigida por Vaquer no parece desarrollar una actividad particular y el conjunto de 50.000 dólares entregados por Soros a entidades catalanas son apenas una gota de agua comparado con lo que ha invertido la Generalitat en el proyecto secesionista. Así pues, no es Soros quien está detrás, ni siquiera quien aporta seguridades al grupo dirigente del proyecto.

PUIGDEMONT “EXAMINADO” EN LONDRES

Ahora bien, Soros es miembro del Council Foreing Relations (CFR), el poderoso grupo de presión norteamericano que trabaja permanentemente en contacto con el Real Instituto de Asuntos Internacionales (RIIA)(*) de Londres, más conocido por la dirección de su sede en “Chathan House”. Las élites mundialistas, que capitanean la marcha hacia un “nuevo orden mundial” en el mundo anglosajón se reúnen en estos dos foros (de los que la Comisión Trilateral o el Club de Bildelberg son “círculos concéntricos” exteriores).

“Chathan House” fue el escenario de una conferencia del presidente de la Generalitat de Catalunya, Carles Puigdemont cuyos rastros han sido borrados. En la web de este instituto no queda ningún dato que permita pensar que Puigdemont fue allí, sin embargo, existen fotos de su conferencia y una web vinculada a la Generalitat (VilaWeb) ofreció el texto íntegro del discurso. Su lectura resulta sorprendente: se trata del mismo discurso pronunciado por Carles Puigdemont el pasado 11 de octubre ante el Parlamento de Cataluña, un verdadero “refrito” del que pronunció originariamente en Chathan House, cuando fue invitado para ser examinado y valorado por los representantes de lo que se ha dado en llamar “los amos del mundo”.

En su discurso alardeó de estar apoyado por “millones de personas en las calles”, pero no convenció sobre las garantías jurídicas, ni sobre la legalidad del proceso secesionista, únicos argumentos que interesaban al mundo del dinero que se mueve en el RIIA–CFR. Los datos que ofreció no coincidieron con los que ellos disponían de fuentes directas (estudios del Banco Central Europeo y del FMI, especialmente). El discurso de Puigdemont en aquel foro fue el típico “discurso electoral”, una mera enumeración publicitaria y voluntarista sobre la inédita “República Catalana independiente”.

Su falta de realismo provocó ironías entre los dueños del RIIA–CFR que conocen mucho mejor que él la situación de la economía mundial y las implicaciones de la propuesta independentista. En la parte final del discurso procuró tranquilizar a los asistentes garantizando que el proceso independentista sería “tranquilo y pacífico” (lo que alejaba, incluso, la posibilidad de que el “complejo militar–industrial” también representado en esa institución tuviera oportunidad de lucrarse…). A partir de ahí cometió errores en cadena.

Mostrando una ignorancia suicida sobre la naturaleza y fines del RIIA–CFR, se empeñó en demostrar que Cataluña quería ser miembro de la UE (cuando la institución es un foro de influencia del ámbito anglo–sajón para el que la UE es completamente secundaria), cometió la torpeza de decir, textualmente, que “si Europa se ha reformado para evitar que el Reino Unido abandone la UE, también sabrá adaptarse para que Cataluña continúe en la UE cuando sea un Estado independiente”, demostrando además que ignoraba las condiciones de pertenencia a la UE, su arquitectura interior y el hecho de que no estaba ante crédulos electores a los que podía convencer argumentando que la potencia económica de Cataluña es “imprescindible” en la UE.

El tono del discurso de Puigdemont en Chathan House les pareció poco convincente, sin equipo político–económico solvente detrás y manejando datos cuestionables. Para colmo, una de las presentes, catalana, la editora Miriam Tey, le formuló una pregunta que terminó por agriar la intervención: “Soy catalana y no os puedo llamar presidente porque estáis aquí buscando el apoyo internacional para vulnerar la ley española y romper la instituciones”. Luego le recordó que su proyecto apenas tenía el apoyo del 37% del censo electoral. Puigdemont quedó descompuesto.

Ningún medio londinense se hizo eco de la conferencia y los propios organizadores borraron los rastros de su presencia en la institución. Los conspiranoicos atribuyen este secretismo al apoyo secreto prestado por el RIIA-CFR al proyecto independentista. En realidad, demuestra que Puigdemont no superó el “examen de acceso” en el club mundialista; y eso explica, al mismo tiempo, el porqué la prensa vinculada a estos sectores, o bien no ha informado o se ha mostrado hostil (o incluso muy hostil) al “procés”. Explica, también, la tranquilidad de Rajoy y el que tardara tanto en reaccionar: simplemente no había nada importante detrás de la intentona independentista: apenas un fuego de paja.

Lo que se dio en 1926 y luego en 1934, volvía a repetirse en 2017.

MACIÀ Y COMPANYS FUERA DE ESPAÑA: UNA CADENA DE ERRORES

El fracaso internacional de Puigdemont y su absoluta irrelevancia en la escena internacional, tiene sus precedentes en los recorridos realizados por Francesc Macià a través de París, Moscú, Bruselas y en su figa por las principales capitales Iberoamericanas. La única diferencia, es que el “Avi”, dotado de un mayor prestigio y carisma personal, logró contactar con personalidades del mundo de la cultura (la Condesa de Noailles y, a través de ella, con notables de la literatura francesa que frecuentaban su salón) y con dirigentes políticos de indudable importancia (aunque solamente en la URSS consiguió ser recibido por personalidades de primer nivel). En cuanto a Companys, nunca pareció interesarse especialmente por los escenarios internacionales, a pesar de que a partir de 1938 sondeara las posibilidades de una paz por separado por mediación de Inglaterra y Francia. En este terreno, puede decirse que quien llegó más lejos fue en sus experiencias internacionales fue Macià, mientras Companys, hasta 1938 se desinteresó completamente, y Puigdemont, por su parte, en tanto que personaje mediocre entre los mediocres, ha visto cerradas las puertas desde su fracaso en Chatham House.

1. Macià: loa vuelta al mundo en 80 pifias

A poco de autoexiliarse en Francia, Macià empezó a conspirar para lograr la independencia de Cataluña por la vía insurreccional. Intentó para ello distintas fórmulas que fueron fracasando una tras otra. Consciente de que le faltaba “base social” para un proyecto secesionista, intentó implicar a la CNT en la aventura, e incluso logró comprometerla, por mucho que los anarcosindicalistas desconfiaran del que, a fin de cuentas, había sido un militar español de alta graduación y luego se convirtió en un terrateniente consorte por su casamiento con una pubilla leridana. Cuando estaba ultimado el pacto con la CNT, apareció Pepe Bullejos, entonces secretario general de minúsculo Partido Comunista de España (más minúsculo todavía en Cataluña donde la CNT le dejaba muy poco espacio para actuar) proponiéndole una visita a Moscú para presentarle a los amos del Kremlim. Ellos, estaba seguro, le ayudarían en su proyecto contrario a la dictadura de Primo de Rivera. Y allí que se fue Macià Carner Ribalta (que luego contó todas las peripecias de Macià en un denso libro publicado a finales de los 70). En Berlín, los agentes de la Internacional le dieron 60 dólares para primeros gastos y tras unos días de viaje en tren fueron recibidos, en primer lugar por Andreu Nin, entonces probo funcionario de la Internacional que luego desaparecería en mayor de 1937 en Las Ramblas, y que efectuaría funciones de traducción.

Estuvo a punto de no poder entrar en la URSS cuando el aduanero vio sus manos tersas que no eran, precisamente, las de un obrero y más aún cuando vio que en la cartera llevaba una pequeña bandera independentista estelada… con la estrella blanca, no con la roja. La Internacional le había procurado un pasaporte falso a nombre de “Maurice Morel”
Había ido a entrevistarse con Trotsky, pero éste se encontraba en San Petersburgo, atado por la crisis en la organización comunista de aquella ciudad y delegó el encuentro en el líder de la Internacional Comunista, Bujarin, y con el miembro del Politburó Zinoviev. Macià, pudo traspasar los altos muros del Kremlin. Los dirigentes soviéticos le dijeron que tenía todo su apoyo. Macià sacó la lista de sus exigencias para la “revolución”: presupuesto y armas. Bullejos alegó que los tiempos no estaban maduros para la “revolución” en España y Bujarin quedó en enviar un observador de la Internacional a París para contactar con Macià y cristalizar todo el apoyo, por mucho que él tampoco veía clara la posibilidad insurreccional.

Cuando llevaban un mes en Moscú, Macià empezó a ponerse nervioso. Temía que otros le arrebataran la posibilidad insurreccional. Por entonces, un grupo extremista estaba preparando el llamado “Complot del Garraf” (colocar una bomba en los túneles del Garraf para asesinar a Alfonso XIII, a su séquito, a los maquinistas y a quien viajara en el convoy). Así que tenía prisa en ser el primero en tomar las armas en defensa de la República Catalana Independiente. Así que decidió no esperar a Trotsky y volver a París para reiniciar el complot apoyado ahora por la URSS.

Para fatalidad suya, al día siguiente de abandonar la capital soviética se desencadeno la crisis en el seno del PCUS que llevó a las primeras purgas: Bujaron y Zinoviev fueron destituidos y el delegado de la Internacional jamás llegó a París. Pero esto no fue lo peor: la CNT, que ya por entonces estaba a la greña con los comunistas, al saber de este viaje, se desentendió de cualquier pacto suscrito por Macià. Por si esto fuera poco, el Partido Nacionalista Vasco, que no dejaba de ser un grupo separatista de extrema-derecha, censuró los contactos de Macià con los bolcheviques y rompió cualquier contacto con él.

Lo que siguió es conocido: Macià calculaba inicialmente que su plan insurreccional podía salir bien con una inversión de 8.000.000 de pesetas y 4.000 hombres que “invadieran” Cataluña. Lamentablemente para él, solamente pudo movilizar a unos pocos exiliados catalanes (Roc Boronat, Ventura Gassol, etc.) y una panda de aventureros italianos antifascistas exiliados en París: la Legión Garibaldina, dirigida por el mismísimo Riccioti Garibaldi, descendiente del unificador de Italia… Riciotti unía a su condición de masón, la de enviar confidencias a la OVRA (inteligencia italiana) y al ministerio del interior francés. Cuando se desencadenaron los hechos ya se había puesto en contacto con el embajador español para vender las mismas informaciones sobre Macià…

El proyecto consistió en “invadir” Cataluña con dos columnas que partirían de la frontera francesa, cerca de Prats de Molló y que deberían tomar Olot. Lo sorprendente era que apenas pudo reunir a 200 aventureros entre los catalanes, unos 50 y los italianos. Apenas hubo entrenamientos, por mucho que Macià hubiera instalado un “puesto de observación” en una masía en la parte francesa de la que la Guardia Civil tenía noticias desde mucho antes del Día D. Hay que decir que en Olot se encontraba un cuartel del ejército de tierra, otro de carabineros y otro de la Guardia Civil, además de tener un somatén particularmente numeroso. Fuerzas, en cualquier caso, bien armadas y entrenadas. Al otro lado, los entrenamientos habían sido pocos (con fusiles y bombas caseras que inevitablemente no explotaban; es Carner quien lo cuenta). ¿El resultado? Un fracaso anunciado. Los conspiradores fueron detenidos cuando iban convergiendo sobre Prats de Molló. Afortunadamente se evitó lo que hubiera sido un verdadero suicidio por parte de aquellos inconscientes dirigidos por alguien al que el historiador socialista italiano Gaetano Salvemini calificó como “cabeza hueca”.

Igualmente inútiles fueron los intentos realizados junto a miembros del Sin Fein de constituir una “liga de las naciones oprimidas” y un viaje de visita por las comunidades catalanas en Iberoamérica que reportó solamente algunas ayudas económicas.

El proceso al que fue sometido junto a los conspiradores por los hechos de Prats de Molló fue apenas una reprimenda. En realidad, poco podía pasarle, si tenemos en cuenta que la presidencia de la República estaba ocupada por el masón de grado 33, Paul Doumerge, iniciado en la Logia L’Écho du Gran Oriente de Nimes y los ministerios del Interior y Justicia estaban también ocupados por dos notorios masones: René Renoult y Camille Chautemps… El complot fue evitado por las autoridades francesas para evitar que una aventura condenada al fracaso agriara las relaciones entre Francia y España, cuando nuestro país estaba basculando hacia la órbita italiana con Primo de Rivera.

2. Companys, el Pajarito, se movía mal fuera de Cataluña

Companys es, para el “mártir” para el independentismo. Macià el “santo”. Falta saber qué lugar ocupará Puigdemont, si es que ocupa alguno en el santoral independentista. Sus defensores alegan que Companys fue un “gran patriota catalán” y señalan que más que independentista era federalista y que el 6 de octubre de 1934 proclamó el “Estado Catalán dentro de la República Federal Española”, lo cual es rigurosamente cierto… Lamentablemente, pesa en contra el hecho de que el propio Companys había colocado al sector más radicalmente independentista de ERC, al frente de los departamentos clave de la Generalitat: Dencás en Gobernación y Miquel Badía como Director de Seguridad… Hay que tener en cuenta que en aquel momento ERC era un magma de tendencias contrapuestas y con una línea política que puede ser definida de cualquier manera menos como clara.

Cuando el 19 de julio, Companys recibió a Durriti y a García Oliver, según el testimonio de este último, les dijo “Fills meus, Gents de la CNT, sois la única esperanza de Cataluña. Olvidadlo todo y salvad las libertades de nuestro pueblo”. El “olvidarlo todo” venía a cuento de que, en el período anterior a la revuelta del 6 de octubre de 1934, la CNT había sido durísimamente perseguida y represaliada en Cataluña… A continuación los anarquistas le dijeron que muy bien lo de “fills meus” pero que ¿dónde estaban las armas? Al negarse a darlas, ellos mismos desvalijaron varios cuarteles. Se sabe lo que siguió. A lo largo de ese período, Companys no actuó como hubiera debido hacerlo: para recuperar el orden público y el control de la calle.


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En un período que todavía permanece sujeto a discusiones, Companys inició gestiones secretas en el extranjero para lograr una paz por separada de Cataluña con Franco (a quien, por cierto, conoció en Mallorca unos años antes). Si esos contactos fracasaron fue porque los gobiernos de Francia y el Reino Unido no les gustaba la presencia de anarquistas en el gobierno catalán y el hecho de que hasta mayo de 1937 hicieran y deshicieran a su antojo y dictaran la ley en la calle. Fue entonces cuando se produjo el llamado “affair Revertés”. Se trató de un complot organizado por Nosaltres Sols!, Estata Catalán y con núcleos de ERC. Estos grupos acusaban a la CNT de impedir las negociaciones para una paz por separado. Querían la independencia y la querían ya. En noviembre de 1936, la Generalitat compró un cargamento de armas a Francia que debía ser trasladado a Cataluña. El Comisario General de Orden Público de la Generalitat, Adreu Rebertés, contaba con esas armas para asalta el poder, dar un golpe para la independencia y desalojar a los anarquistas. Cambó desde Buenos Aires, estaba al tanto de la operación y algunos exiliados de la Lliga dieron su apoyo.

El complot, claro está, fracasó, Rebertés fue puesto fuera de combate pero indica el grado de chaladura de unos independentistas que, en plena guerra civil, careciendo de fuerza social y militante equiparable a la CNT-FAI o al PSUC, sin experiencia en combate, ni habiendo estado nunca bajo el fuego enemigo, pretendían 1) dar un golpe de Estado, 2) declarar la independencia de Cataluña y 3) negociar una paz por separado con Franco a través de Francia y del Reino Unido. Y aquí sí que vemos el absoluto desenfoque de los independentistas en noviembre de 1936 y de sus nietos en 2017… Rebertés (que, además, había intentado apoderarse de lingotes de oro que habían salido de Madrid a lugar seguro, sin olvidar que se había visto envuelto en el asesinato de su madrastra) fue encarcelado. ERC lo sacó de la cárcel con intención de trasladarlo a Andorra. Fue asesinado por el camino…

Tras las sucesos de mayo de 1938, la CNT quedó arrinconada. Mientras el poder nominal en Cataluña lo tuvo Companys, el poder real estuvo en manos del PSUC. A finales de 1938, Companys envió delegados a París, Ginebra y Londres secretamente. Se trataba de Rubió i Tudurí (a París), Nicolau D’Olwer (a Ginebra) y de Josep Mª Batista Roca (a Londres). El nombre de este último reapareció en la transición española en relación a los asesinatos del ex alcalde de Barcelona Viola Sauret y del industrial Bultó, realizados por EPOCA. Pidieron mediación internacional para llegar a un armisticio que garantizara la paz y la independencia de Cataluña… Una idea tan extravagante no fue tomada en serio en ninguna cancillería europea.

Companys fue considerado siempre como un político oportunista, de poco carácter, frecuentemente a remolque de las situaciones, poco efectivo, más un hombre de partido que un mediador, un agitador que un estadista. Su fusilamiento le dio el marchamo del martirio. Al igual que Macià, poco antes de morir, estaba sobre todo discutido por los suyos. La gestión que hicieron de la Generalitat ambos, puede ser comparada a la de Puigdemont: tuvieron el poder en sus  manos, pero no supieron que hacer con él. Su horizonte terminaba en la independencia, todo lo que no era alcanzar ese objetivo parecía algo fuera de su alcance: por ejemplo, gestionar el día a día de la sociedad catalana.

(*) El RIIA–CFR “examinó” a los actores de la transición

Los actores y protagonistas de la transición española, todos, sin excepción, habían pasado por el RIIA–CFR: Felipe González pudo explicarse en noviembre de 1977, siendo capaz de aclarar las dudas que existían sobre él y sobre cuál sería su compartimiento una vez llegara al poder. Comprobaron que no era “comunista”, se presentó como “amante de la paz”, pero no se negó a la entrada en la OTAN. La forma de socialismo que expuso no estaba tan alejada del “socialismo fabiano”, ideología dominante en esa institución. De hecho, en marzo de 1978, González, Múgica (presidente de la Comisión de Defensa del Parlamento) y Luis Solana volvieron a Nueva York para ser “examinados” por el CFR. Unos días después acudió al mismo instituto Fernández Ordóñez (entonces en UCD y que poco después pasaría al PSOE).

Santiago Carrillo también fue recibido y conferenció en el CFR-RIIA en la Pascua de 1978. Curiosamente, al regresar, emprendió la voladura controlada del Partido Comunista de España que hasta ese momento se había mostrado como la formación más sólida y coherente de la oposición democrática. Igualmente, a partir de 1979, David Rockefeller invitó a sus amigos españoles a participar en las sesiones de la Comisión Trilateral (uno de los círculos concéntricos del CFR–RIIE): Antonio Garrigues, Ferrer Salat, Claudio Boada, Trías Fargas, etc. A partir de ese año la presencia española en el Club de Bildelberg y en la Comisión Trilateral ha sido permanente.


Estas asociaciones han estado constantemente presentes en la historia reciente de España. No determinan quién va a dirigir este país, simplemente quien “conocerlo”, entrevistarlo, valorarlo, luego, decidir, si es el hombre más adecuado para la situación (y, por tanto, hay que apoyarlo), o si, en cambio de un aventurero de corto recorrido.

lunes, 19 de febrero de 2018

PARALELISMOS HISTÓRICOS EN CATALUÑA (1): AVENTUREROS ECONÓMICOS EN TORNO A LA GENERALITAT


Iniciamos una serie de artículos sobre los paralelismos históricos que pueden establecerse entre las “flamaradas” independentistas de Macià en 1926, de Companys en 1934 y de Puigdemont en 2017 y que nos llevará a una fisonomía poco conocida del independentismo catalán. Dedicamos la primera entrega a la parte económica. ¿Cómo se quiso financiar en 1926 la aventura de Prats de Molló? La cuestión es curioso y tiene su paralelismo en los todavía por aclarar 30.000 millones de euros que la Generalitat decía “tener apalabrados” para “parar el golpe” de los primeros meses de independencia catalana…


OPERACIÓN ANUBIS

Un mes antes del 1–O resultaron detenidos los componentes del “núcleo duro” del independentismo. En ese momento, los servicios de seguridad del Estado tenían ya la convicción de que la aventura secesionista no tenía nada serio detrás en el terreno internacional. Lo que preocupaba a la seguridad española era el fragmento de una conversación intervenida al secretario de la “Agencia Tributaria de Cataluña” (ATC), Lluis Salvadó, en la que alardeaba de que disponía de “30.000 millones de euros asegurados para iniciar la independencia”.

De hecho, se ha sugerido que la detención de los otros 13 responsables del proceso independentista encubría la única que verdaderamente interesaba, la de Salvadó: estaba claro que el referéndum, al no cumplir ni siquiera lo exigido por la ley de desconexión aprobada por el propio Parlament catalán y declarada ilegal por el Constitucional, no iba a tener efecto alguno, se celebrase o no, pero el que existiera una “bolsa” de 30.000 millones para apoyar el proceso sí era preocupante porque, en sí mismo, indicaría “¿quién?” y “¿desde dónde?” se estaba induciendo la revuelta independentista.

La operación policial iniciada a primera hora del 20 de septiembre de 2017 por la Guardia Civil,  fue bautizada como Operación Anubis, indicando explícitamente que bastaría para enviar el proceso independentista al “inframundo”. No dio los resultados esperados: los registros en las dependencias de la Generalitat y los interrogatorios a los 14 detenidos sirvieron sólo para escenificar que el gobierno del Estado no reconocería el referéndum, ni, por supuesto, sus resultados. Pero convenció de algo más: la alusión a los “30.000 millones” llegados de no se sabe dónde (y que eventualmente podrían proceder de dinero sucio, del narcotráfico, de actividades ilícitas o de fondos de capital–riesgo opacos vinculados a todo lo anterior), simplemente era uno de tantos argumentos ficticios utilizados por los promotores del proyecto para tranquilizar y dar confianza a la población catalana el 1–O.

En el momento de escribir estas líneas, el gobierno de la Generalitat ha perdido más de 2.100 millones en concepto de impuesto de sociedades de las 600 empresas que se han trasladado desde el 1–O fuera de Cataluña. Lluís Salvadó reconocía que eran necesarios 5.000 millones de euros “encima de la mesa” cada mes (esto es, 60.000 al año) para que toda la estructura burocrático–administrativa (faraónica, en realidad) de la Generalitat siguiera funcionando. La alusión a los “30.000 millones” era el dinero que decía “tener apalabrado” y que procedería del exterior. La alusión sería el producto de la presencia de “aventureros económicos” en las oficinas de la Generalitat (hoy controladas por gentes de ERC) y de las necesidades del independentismo para demostrar que cuenta con apoyos financieros. A fin de cuentas, no sería la primera vez que se junta “el hambre con las ganas de comer”, es decir, los vendedores de humo con las necesidades reales del proyecto independentista.

LAZARE BLOCH ALTERNANDO CON LA GENERALITAT


No es la primera vez que aventureros económicos y vendedores de humo han llamado a la puerta de la Generalitat. En noviembre de 1931, mientras se debatían los límites del Estatuto de Autonomía republicano, Lazare Bloch, financiero de origen judío y miembro del Gran Oriente de Francia, visitó Barcelona. Bloch se relacionó inmediatamente con la cúpula política de Cataluña: se entrevistó primeramente con el alcalde de Barcelona, Aiguader (fundador de ERC y miembro de la Logia La Justicia de la masonería barcelonesa). Bloch ofrecía reservas de oro que facilitarían la creación de un banco emisor de moneda catalana tras la aprobación del Estatuto. Ofrecía también abultados créditos para el Ayuntamiento de Barcelona y para la Generalitat. Parecía ser un “mirlo blanco” que precisaba el independentismo. Macià derivó la relación con Bloch hacia Lluis Companys, presidente del grupo parlamentario independentista en Madrid.

Luego, Bloch invirtió los fondos de los que disponía comprando valores industriales españoles, apostando a la baja, y especulando con la devaluación de la peseta. El 10 de noviembre de 1931, Casimir Giralt i Bullich  (Gran Maestre Adjunto de la Gran Logia Española, iniciado en la Logia Adelante nº 8 de Barcelona, nombre simbólico “Platón”), consejero de finanzas de la Generalitat de Catalunya, aludió a la “debilidad de la peseta y a la conveniencia de que fuera devaluada”… lo que, casualmente, ¡beneficiaba a las inversiones de Bloch!

Unos días después, el diario La Publicitat, órgano de Acció Catalana (derecha regionalista), denunció a Lazare Bloch y a políticos catalanes que estaban “conspirando para conseguir una devaluación de la moneda española”. El mismo diario publicó también una nota sobre política económica tomada del diario La Humanitat, dirigido por Lluís Companys (miembro de la masonería, iniciado en la Logia Lealtad nº 9 de Barcelona), que era el texto de una carta de Bloch traducida al catalán que evidenciaba la existencia de los contactos con Bloch que se había intentado negar.

Giralt admitió las relaciones con Bloch y sus presiones para obtener la devaluación de la peseta. Companys, por su parte, debió dimitir como jefe del grupo parlamentario en Madrid. Reconocía no saber mucho de economía, ni contar con ningún experto en la redacción, incluso declaró que la nota se había publicado por error. La Publicitat, sin embargo, no se desdijo: sostuvo que la nota había sido entregada personalmente por Bloch en lengua francesa. 

Bloch fue expulsado de España. El asunto no se investigó: en el escenario político catalán solamente había espacio para debatir sobre el Estatuto de Autonomía y cualquier otro tema pasaba a segundo plano. Fue el primer gran escándalo económico de la Segunda República.

ALGUNAS PREGUNTAS SOBRE EL AFFAIRE

¿Cómo fue posible que Lazare Bloch al llegar a Barcelona tratara de contactar en primer lugar con Macià y éste le derivara hacia Companys (considerado en aquella época como su enemigo político)? Las cosas se entienden mucho mejor si se tiene en cuenta que durante su etapa de exilio en París, Macià había elaborado un quimérico proyecto de invasión de Cataluña desde Francia.

En efecto, Macià, exiliado en París había lanzado unos “bonos patrióticos Pau Claris” para obtener 6.000.000 de pesetas con los que financias la “invasión” de Cataluña desde Francia con un pequeño grupo de aventureros italianos exiliados del fascismo, anarquistas la mayoría y dirigidos por Riccioti Garibaldi, nieto de Garibaldi, el histórico líder de la unificación italiana. Riccioti Garibaldi, por cierto, pertenecía también a la masonería, por mucho que luego se descubriera que vendía informaciones al gobierno de Mussolini, a la policía francesa y ya se había puesto en contacto con el embajador español para negociar la venta de informaciones sobre la conspiración de Macià.

Buscando fondos para su loca aventura, tomó contacto con un “grupo de banqueros” de los que nunca mencionó el nombre, pero que, a la vista de las visitas que recibió posteriormente, cuando ya era presidente de la Generalitat, solamente podía tratarse de Lazare Bloch, que le ofrecieron prestarle el dinero necesario para la aventura conspirativa, incluso comprarle las armas en Bélgica a cambio, solamente, de saber el día y la hora en la que se produciría la insurrección. Le dijeron –lo cual era probable- que fuera para especular a la baja con la peseta a raíz de la depreciación de la moneda española que se produciría a raíz del intento de invasión armada del territorio nacional. Aunque también era probable que –como pensó Macià- quisieran la información para venderla al gobierno español.

Bloch y su esposa Marthe Hanau, tenían antecedentes por el mismo delito (en diciembre de 1928 habían resultado detenidos y condenados por estafa –evaluada en 170 millones de francos– y abuso de confianza). El dinero que se había invertido en la bolsa española en 1931 procedía del conocido “truco de Ponzi”, una estafa piramidal que llevó a Bloch y a su esposa nuevamente a prisión dos años después de su entrevista con la cúpula del independentismo catalán…

CONCLUSIONES: 1926-2017

¿De dónde iban a salir los “30.000 millones de euros asegurados para iniciar la independencia” de los que alardeaba el eximio director “Agencia Tributaria de Cataluña” (ATC), Lluis Salvadó? 

Ninguna institución internacional “seria” hubiera apostado por una independencia que cualquier analista político o económico sabía que era absolutamente imposible de conseguir. Es significativo el hecho de que ni Salvadó ni cualquier otro haya sido explícito al respecto y haya citado nombres de instituciones financieras concretas dispuestas a “regalar” 30.000 millones de pesetas. De la misma manera que es significativo que Macià siempre se negara a explicar, con nombres y apellidos, quiénes formaban el “grupo de banqueros” que se había ofrecido para “pagarle” la locura de Prats de Molló…

Porque, es cierto, que en un documento reproducido en varias obras encomiásticas hacia Macià, citó al “grupo de banqueros”, pero no su composición (poco después de estos contactos en París, Marthe Hanau, la esposa de Lazare, fue detenida ya por delito de estafa). A un hombre de experiencia como Macià no podían caberle muchas dudas de que el grupo de Bloch estaba vinculado a fraudes (es significativo, el hecho de que cuando apareció en 1931 en Barcelona, Macià lo derivara hacia Companys, su enemigo político, sabiendo que la esposa de Bloch era considerada como una simple estafadora y que él, su marido, estaba vinculado directamente a sus operaciones).

Cuando se calla sobre el origen de un dinero eso implica, casi necesariamente en materia económica, que se trata de un dinero de procedencia fraudulenta o criminal. En la actualidad, la mayor acumulación de dinero en efectivo no está en manos de instituciones bancarias (que trabajan sobre todo con dinero ficticio) sino de los grupos de narcotraficantes que compran siempre en dólares y que tienen dificultades para reciclar ese dinero. Solamente a estos, la existencia de una República Catalana Independiente a la que hubieran ayudado decisivamente en los primeros momentos, podría interesar como plataforma para sus negocios. Una especie de “Estado bandido” más presentable que Kosovo.

Aquí, ciertamente, si que existen paralelismos históricos entre 1926, 1931 y 2017…  


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miércoles, 7 de febrero de 2018

¿OS ACORDÁIS DE LA CRISIS CATALANA?


La política española es aburrida desde tiempo inmemorial y la catalana es un dejá vu continuo. Así pues, carece de sentido seguir el día a día, a menos que uno viva de esto. La vida ofrece muchos más centros de interés que algo que, históricamente, no tiene remedio. Porque, ochenta años después de que Ramiro Ledesma definiera los últimos 200 años de historia de España como una “gigantesca pirámide de fracasos”, hoy, por no haber, ni siquiera existe la esperanza en la que se refugiaba el director de La Conquista del Estado de que ese ciclo diera fin con una “revolución nacional”.

Así que cuando alguien me pregunte por qué no escribo más a menudo de política la respuesta será: 1) no tengo nada que añadir sobre España, su pueblo y su sistema político y 2) No hay nada menos original y más soporífero que la política española, salvo la catalana. De hecho, debo reconocer que desde hace dos meses y medio ni leo digitales, ni veo informativos y, aún así, creo seguir estando bien informado.

BALANCE TARDÍO DE LAS ELECCIONES AUTONÓMICAS

La última vez que leí algo relacionado con política, fueron los resultados de las elecciones catalanas. Impresión que me llevé entonces y que hoy todavía sigo teniendo como cierta:

1) El hecho de que Ciudadanos fuera el primer partido no indica que este partido sea el “mayoritario” en Cataluña, sino el que ha recogido el voto de protesta de los “unionistas”. No me cabe la menor duda de que en las próximas elecciones catalanas (o en las generales o en las municipales), Ciudadanos nunca volverá a tener ese número de votos. Muchos de mis conocidos votaron simplemente a esta candidatura para expresar su más absoluto rechazo al independentismo y a cómo había llevado Rajoy las cosas. En Cataluña, Ciudadanos no existe fuera de la propuesta unionista y, mucho más, del antinacionalismo. Dicho de otra manera: su programa es demasiado “soft” para que pueda llamar la atención. Su posición sobre la inmigración es, simplemente, vomitiva y no está muy lejos del zapaterismo de baratillo.

2) El nacionalismo moderado ha desaparecido. Si tenemos en cuenta que las siglas tras las que subsistía CDC eran el PDCat, hoy esa sigla ha sido subsumida por la presencia de Puigdemont, su obstinación numantina por mantener el “proceso independentista” vivo y, lo que es peor para ellos, sin posibilidades de volver atrás. Suerte tuvo JxCat de haber presentado al ilustre pastelero de Amer, para no haber quedado completamente desarbolado. Si Puigdemont no hubiera quedado por delante de Junqueras, hoy nadie se acordaría de él y probablemente, él mismo estaría tratando de regentar un tenderete de patatas fritas en Molembeek, pagando racket de protección a los islamistas. La fatalidad quiso que unos miles de votos configuraran la candidatura de Puigdemont como mayoritaria en el seno del nacionalismo, algo que estos han  interpretado como una confirmación de su radicalismo independentista. Y en eso anda. ¿Y el nacionalismo moderado? Simplemente, ha pasado a mejor vida. O dicho de otra manera: está en la cárcel con los condenados ya en firme por el Caso Palau, o a la espera de que les toque el turno a las cúpulas convergentes procesadas por el Caso Pretoria.

3) Cataluña: donde Podemos dejó de existir como alternativa. El mito Podemos, el tic-tac, tic-tac, la alternativa de izquierdas, todo eso ha pasado a mejor vida en Cataluña, al tiempo que se iba desinchando en España. Hoy puede establecerse que el momento álgido de esta formación (o más bien, de esta galaxia) fue entre las generales municipales de mayo de 2015 y las elecciones generales de junio de 2016. Desde entonces, lo cierto es que ni sus diputados, ni sus concejales, ni sus cargos autonómicos, han dado la sensación de estar ni bien preparados, ni tener un programa que aplicar (fuera de los tópicos habituales de la izquierda), ni siquiera de ser diferentes de cualquier otra opción. Y aquí se ha acabado la historia: con una nueva decepción para el electorado. Su eclecticismo en Cataluña era paralelo al que había mantenido el PSC durante las últimas décadas (ni unionistas, ni independentistas, sino todo lo contrario… que se consulte al pueblo y que el pueblo decida). Pasado al unionismo con algunas resistencias, el PSC ha salvado los muebles al optar por el unionismo, mientras que el galaxia Podemos, con los restos de ICV, ha quedado tocada y hundida, por no hablar del triste destino que le espera a la Colau en las próximas elecciones municipales. Las autonómicas no fueron nada más que la exteriorización de la “crisis de agotamiento” de Podemos a nivel nacional.

4) El PP, derrotado en Cataluña, íntegro en el resto del Estado. El error de estas elecciones consistiría en pensar que la victoria de Ciudadanos es extrapolable a todo el Estado y que la derrota absoluta del PP catalán precederá a la de estas mismas siglas en las próximas elecciones generales. De hecho, si se convocaran nuevas elecciones autonómicas, lo más seguro es que el PP subiría lo mismo que Cs descendería. El mayor error que podría cometer Cs es pensar que tiene “atados y bien atados” los votos obtenidos en Cataluña y que esto repercutirá en un rutilante éxito a nivel nacional. Lo cierto es que en los centros de poder económicos, está extendida la opinión de que Rajoy actuó correctamente ante la crisis catalana, evitando hacer sangre y actuando solo después de múltiples advertencias y de manera muy serena, sin poner toda la carne en el asador, logró conjurar el riesgo independentista. La merma de votos no viene por ahí, sino por la retahíla de casos de corrupción que han afectado al partido. Pero en España, la corrupción nunca ha ocasionado la caída de un partido político. El riesgo del PP no es ante las próximas elecciones –que volverá a ganar, sino con facilidad, si con cierta holgura- sino en cinco años vista. En efecto, por el momento, Rajoy no tiene sucesor designado.

5) La correlación de fuerzas independentistas ha dado la ventaja, inopinadamente, a Puigdemont, en lugar de, como todo inducía a pensar, ver como se consolidaba ERC como primer partido. La derrota de ERC ha sido doble: en primer lugar dentro del campo nacionalista al quedar por detrás de JxCat y, en segundo lugar, al quedar como tercer partido a nivel catalán. Ahora bien, el hecho de que Puigdemont se encuentre fugado y que no parezca muy dispuesto a pasar unos meses en la mazmorra fría, pero imposible que sea elegido presidente efectivo. Y JxCat no quiere, como propone ERC un presidente simbólico (Puigdemont) y otro real (Junqueras). Lo que ERC quiere es la constitución de un gobierno autonómico que pueda actuar sin el artículo 155 pendiendo sobre sus cabezas. En realidad, como hemos dicho, si se hubieran invertido los resultados electorales (Puigdemont tercero, Junqueras segundo), nadie hablaría del pastelero de Amer y un Junqueras, mucho más capacitado en lo técnico y cultural y con mucha más capacidad reflexiva que Puigdemont, asumiría el liderazgo nacionalista con la dura tarea de reconducirlo hacia la moderación, a la vista de que todo lo ocurrido desde octubre de 2017 indica demasiado a las claras que el “proceso independentista” ha descarrilado en la misma vía muerta en la que se había orientado.

¿En qué punto nos hallamos en este momento?

EL MEDIO INDEPENDENTISTA

En un momento crítico caracterizado en el que la palabra “confusión” es el leit-motiv de la política catalana. Esta confusión se da en un triple nivel en el medio independentista:

1) En el interior de las cúpulas independentistas que, en sus dos formaciones (ERC y JxCat, CUP no cuenta para nada y ellos mismos se embarcaron en el embolado de montar unos Comités de Defensa de la República que protagonizaron la huelga general del 3 de octubre que pasará a la historia como simple embotellamiento de tráfico) no terminan de tener claro si siguen estando en el “proceso independentista” o si lo han abandonado.

2) Entre las cúpulas independentistas, cada una de las cuales se niega a dar a la otra la primacía del sector, al margen del programa político que cada vez es más confuso e ininteligible y que no es capaz siquiera de aclarar si se sigue adelante con el proceso independentista, si se reconoce que éste ha fracasado por no tener mayoría social, si se intenta una política anternativa… Lo que está claro es que ERC y JxCat quieren, sea como sea, acaparar el máximo poder en los próximos meses (al menos esto es lo que indican las discusiones) y que el programa es secundario.

3) Entre las cúpulas independentistas y la población, entre ambas existe más distancia de la que creen unos y otros. Buena parte de las bases independentistas siguen ancladas en la suposición de que ellos “han ganado” pero que el Estado, al aplicar la “política represiva” con el artículo 155, les ha escamoteado la victoria. Sin embargo, en las cúpulas empieza a cobrar forma la sensación de que durante años, los dirigentes políticos independentistas han vulnerado la ley española y que ésta sigue vigente en Cataluña, por lo que los responsables deberán responder, especialmente con su patrimonio y con su libertad. Y los más expuestos (los Junqueras, los Jordis, la Forcadell, etc.) saben perfectamente que el proceso ha fracasado porque carecía de apoyo popular suficiente. Pero si lo reconocen ello les impide hablar, como hasta ahora, en nombre de “toda Cataluña” y, sobre todo, les llevaría a abordar la problemática necesidad de explicar a su electorado lo que ha ocurrido y cómo ha ocurrido.

EL MEDIO UNIONISTA

Si esto ocurre en el medio independentista, en el unionista las cosas en Cataluña no van mucho mejor, por otra triple contradicción:

1) La que se da entre Ciudadanos y el PP: La pregunta que se formulan muchos ciudadanos es “¿En qué se diferencia el PP y Cs?” y la respuesta no termina de estar clara. El perfil de Cs es tan absolutamente vago en todos los terrenos, salvo en la vertebración del Estado, que da la sensación de que si este tema quedara completamente resuelto, el Cs carecería de razón suficiente para existir. En cuanto al PP, su papel en la política catalana llegó a su cénit con Vidal-Quadras, cuando supo aunar arraigo y antinacionalismo. Al perder esta posición a causa del cambalacheo Aznar-Pujol, el PP catalán perdió fuelle y la cuestión es si logrará recuperar protagonismo. Lo que está claro es que ambos partidos insistirán en sus posiciones unionistas, disputándose la hegemonía y, contrariamente a lo que cree Cs, no está claro quién se llevará en última instancia el gato al agua. No olvidemos que, a nivel nacional, el PSOE y el PP son comanditarios de la sacrosanta constitución, mientras que Cs (o Podemos) no dejan de ser recién llegados que intentan hacerse un hueco a codazos.

2) La que se da entre el “unionismo de izquierdas” y el “unionismo de derechas”: Pero la lucha por la hegemonía en el sector “unionista” no se da solamente entre PP y Cs, sino que reviste también dos formas “ideológicas” clásicas: derechas e izquierdas. Está claro que el “unionismo de izquierdas” tiene una formulación muy diferente al “unionismo de derechas”. Mientras que éste se limita a aludir al papel del Estado y a su necesario fortalecimiento, el de izquierdas oscila entre el federalismo y la defensa del derecho de autodeterminación. En efecto, el federalismo es la opción del PSC, mientras que los podemitas, en general, aluden a lo segundo, tratando de esconder sus preferencias que no son, en absoluto, independentistas. En cualquier caso, lo que une a estos sectores de izquierdas es la oposición y la desconfianza ante un Estado unitario y fuerte. Quienes un Estado más federal que unitario y más “democrático” que “fuerte”. Hace cinco años, la lucha parecía definitivamente ganada por la galaxia podemita, pero la acumulación de errores (especialmente en Cataluña, en donde individuo como Dante Fachín, o como la diputada podemita autonómica Angels Martínez, devota de la presidencia de Puigdemont) ha llevado a la fase previa a la liquidación a esta opción y ha servido como bálsamo para la recuperación del PSC.

3) La que se da entre la levadura activa del unionismo y la masa pasiva: a diferencia del independentismo que se beneficio de la existencia de una sociedad civil clientelar creada durante décadas desde el poder autonómico por CiU y organizada en cientos de asociaciones subsidiadas, el unionismo no dispone salvo de muy escasas fuerzas organizadas. Ni siquiera en los dos partidos unionistas (PP y Cs) existen cuadros, ni dirigentes en condiciones de organizar, capitalizar, ordenar e instrumentalizar a la masa unionista que, a lo largo de la crisis, ha demostrado ser muy superior a la que los propios partidos unionistas creían. El riesgo es que esa masa, carente de levadura, actúe en alguna manifestación unitaria de manera radicalizada. Estaría justificada para ello por la presión que ha sufrido durante los ocho años que dura el proceso. Pero lo cierto es que, de momento, controlarla, organizarla y encauzarla es algo que está fuera de las posibilidades de los partidos unionistas.

LAS PERSPECTIVAS

Las elecciones fueron el 21 de diciembre. Han pasado, pues, casi dos meses y Cataluña sigue sin gobierno. Lo que sí tiene es un parlamento controlado por independentistas y solamente por independentistas, lo que indica que van a gobernar solamente para una fracción de Cataluña. No olvidemos que, sumadas sus fuerzas, los independentistas agrupan 2.179.340 votos, sobre una comunidad que tiene 7.522.596 habitantes censados y 2.228.421 votos no independentistas. El primer error de los independentistas es el mismo que en las dos legislaturas anteriores: pensar que la mayoría parlamentaria equivale a una mayoría social y pensar que disponen de fuerza social suficiente para hablar en nombre de “toda Cataluña”.

Así pues, los partidos unionistas no pesan ni cuentan para nada a nivel institucional. El futuro, por tanto, se decidirá entre las dos formaciones independentistas. Tienen tres opciones:

1) Ponerse de acuerdo: lo que va a resultar muy difícil habida cuenta de la ambigüedad en la que se mueven las cúpulas de las dos formaciones y su nivel de heterogeneidad que hace que ni siquiera estén de acuerdo interiormente en si el “procés” sigue siendo viable o no. Esto implica, en cualquier caso, realismo y, sobre todo, efectuar un reparto de cargos, responsabilidades e ingresos.

2) Dar la primacía a alguno de los dos gallitos del gallinero: Puigdemont o Junqueras. Lo que implica que uno u otro de sus partidos se verá fortalecido y el otro quedará con “hambre”. Si de lo que se trata es de elegir al líder más capacitado, parece claro que Junqueras tiene más preparación, incluso sensatez, y ha tenido tiempo de pensar en la celda sobre la viabilidad del proyecto. Su trabajo será convencer a su gente de que hay que cambiar de orientación y dotarse de otros objetivos más realistas. En cuanto a Puigdemont seguirá erigiéndose como presidente legítimo y a los resultados del 1-O como irrenunciables. Lo primero podría suponer el desatasco de la crisis catalana; lo segundo, el mantenimiento del artículo 155.

3) Convocar nuevas elecciones: es una de las salidas que, desde el principio, parecen más sensatas… a condición de que, por una vez, las candidaturas independentistas, opten por ser más directas, no irse por las remas de la retórica y confesar a su electorado la realidad de la situación: la independencia es imposible, jurídica, política, económica e internacionalmente, por lo tanto hay que dotarse de un programa más realista y… esperar. Esto serviría, además, para comprobar quién tiene atados los votos obtenidos el 21 de diciembre.

Cualquiera de estas salidas en mala o muy mala. La situación real de Cataluña es la de unos partidos independentistas que, por distintas circunstancias, sumados, han obtenido 2.179.340 votos, frente a 2.228.421 votos no independentistas, lo que indica hasta qué punto, el único efecto del “proceso soberanista” ha consistido en partir por gala en dos a la sociedad catalana.

Mientras, la sanidad catalana, la enseñanza, la vida en Cataluña, sigue degradándose, la inmigración continúa llegando masivamente y es subsidiada desde el primer día con sueldos similares a las pensiones de jubilación más bajas y varios miles de empresas han huido de la autonomía y 3.000 han trasladado su domicilio fiscal. El turismo ha decrecido en Cataluña, mientras ha aumentado en el resto del Estado… por mucho que la única industria digna de tal nombre que sigue existiendo en Cataluña sea el turismo. Podía haber ido mucho peor.

El problema, a estas alturas, es saber si la situación es reversible o simplemente se ha enquistado. En nuestra opinión, nada existe hoy más fuera de la historia que los micronacionalismos o los independentismos de “nuevas naciones”. Harina de otro costal es si el electorado independentista lo reconoce o no. O dicho de otra manera: si las cúpulas independentistas más lúcidas –en el supuesto de que las haya- tienen el valor suficiente para reconocer que hay vías cerradas y quieran evitar lo que le ha ocurrido a Podemos que, de tomar el cielo por asalto, se han reducido a tomar cañas en el bar del Parlamento.

¿Lo más genial de este período? Tabarnia, claro está. La gran broma que ha consistido en poner un espejo delante de los independentistas para qué miren a sí mismos la calidad y el fuste de sus propios argumentos. El problema es que si algo caracteriza al independentismo es su falta de sentido del humor.


COMO COMPLEMENTO DE ESTE ARTÍCULO SE RECOMIENDA LA LECTURA DE "EL CAMINO A NINGUNA PARTE" 

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