miércoles, 29 de mayo de 2019

365 QUEJÍOS (312) – REVISANDO “GERMÁNICOS O BEREBERES”, EL ÚLTIMO ENSAYO DE JOSÉ ANTONIO


Ejerzamos “memoria histórica”. La vida de la Falange histórica se prolonga desde el 29 de octubre de 1933 hasta el 18 de julio de 1936. Es, por tanto, breve. Sin embargo, existen miles de libros sobre su historia y sobre la de José Antonio Primo de Rivera. Así pues, ésta debería conocerse al dedillo. Y, sin embargo, lo que se dispone, en realidad, es de un anecdotario en el mejor de los casos y en el peor de una serie de ataques formulados por historiadores que mantienen “prejuicios ideológicos” ante el movimiento. En cualquier caso, es cierto, que la historia de Falange Española es vertiginosa y que en apenas en 33 meses se produjeron distintas orientaciones y bandazos. Hemos dedicado varios volúmenes a estudiar lanaturaleza de estos cambios y a los protagonistas de ese período y hemos intentado hacerlo desde un punto de vista abierto, evitando todo tipo de trabajo hagiográfico y procurando entender lo que sentían y lo que pasaba por la cabeza de los que participaron en aquel intento de traer a nuestro país una nueva fuerza política inspirada en modelos europeos.

Desde este punto de vista, cualquier detalle resulta significativo. Y es por eso que nos llamó la atención el último ensayo escrito por José Antonio pocas semanas antes de ser fusilado: Germánicos contra bereberes. Es significativo, tanto por el contenido, como por la intencionalidad, como por el momento en el que se escribió. Puede ser clasificado como una de las muestras que permitirían conocer al “último José Antonio” y sus meditaciones en prisión. Porque el texto fue escrito en prisión, cuando la guerra civil ya había comenzado.

Si se desconoce este texto, se desconoce la última evolución de José Antonio. De ahí la importancia de aquellas páginas. Este ensayo no es un simple islote, en la misma época, José Antonio escribió otro que igualmente merece atención y que, frecuentemente, ha sido olvidado por los exégetas del pensamiento joseantoniano: Aristocracia y aristofobia.

En las primeras ediciones de las Obras Completas de José Antonio, estos textos están ausentes. No es por negligencia, sino porque se conocieron mucho más tarde, cuando la familia de José Antonio, recibió, la maleta con las pertenencias y los papeles que había tenido en prisión. Entonces se supo de la existencia de este texto, si bien tardó en ser incorporado a las Obras Completas. Algunos pusieron en duda, inicialmente, su autenticidad. Hoy no cabe la menor sombra de dudas de que fue obra del “último José Antonio”.

Hace ahora tres años, escribimos un pequeño ensayo titulado “Germánicoso bereberes. Las meditaciones del último José Antonio” cuyo índice era el siguiente

- Introducción  -  pág. 5
- La hipótesis de trabajo - pág.18
- Las tesis de Germánicos contra bereberes - pág.21
- Consideraciones previas - pág.33
- Aristocracia y aristofobia: José Antonio aristocrático y elitista  - pág. 49
- ¿Spengler y la teoría falangista de la historia? - pág. 67
- Berdiaeff y la concepción histórica de José Antonio - pág. 72
- Algunas conclusiones - pág. 81


Después de escribirlo, debemos reconocer que nosotros mismos fuimos los primeros sorprendidos por las conclusiones a las que habíamos llegado, que contradecían buena parte de los estudios sobre José Antonio y que, en cualquier caso, tendían a demostrar la fluidez de sus concepciones y sus intentos de responder políticamente a las nuevas situaciones.

El estudio fue el resultado de nuestro intento de realizar una interpretación del movimiento nacional-sindicalista, no en sí mismo, sino en relación a las distintas corrientes de pensamiento, a los distintos movimientos afines y dentro de la historia de la Segunda República. Entonces, las conclusiones a las que llegamos en este ensayo están mucho más claras. Si, en lugar de eso, nos mantenemos en el terreno hagiográfico o compartimos el “prejuicio ideológico”, o simplemente, descontextualizamos la historia de Falange Española de todo lo que le rodeó políticamente, el riesgo es alejarnos de las concepciones y de las intenciones de sus dirigentes.

Presentamos a continuación, la hipótesis de trabajo con la que abordamos este ensayo
1) El ensayo titulado Germánicos contra bereberes es un intento de interpretación étnico–racial de la historia de España en el que el autor intenta establecer la contradicción marcada por aportaciones, “germánicas” y “bereberes”, y cómo se manifiestan e influyen a lo largo de nuestra historia desde el siglo VIII hasta la victoria del Frente Popular. Intenta cubrir la ausencia de una interpretación falangista de la historia.

2) En agosto de 1936, un intento de este tipo solamente podía estar inspirado en un movimiento político que atribuía un papel axial a la composición étnica del Volk, el pueblo: el nacional–socialismo. Era frecuente que en la retórica de los grupos de la “derecha radical”, “de la derecha autoritaria” y del “fascismo español”, se aludiera al término “raza” (la “raza hispana”, “el genio de la raza”, “nuestra raza”…), en tanto que recurso ampuloso y grandilocuente, pero nunca nadie había tratado de demostrar el papel del factor racial en la historia de España. Tal es el intento del mencionado ensayo.

3) El 16 de agosto de 1936, fecha en la que está firmado el texto, España vivía la primera fase de la Guerra Civil: habían llegado los primeros aviones alemanes para apoyar la causa de Franco. En prisión, José Antonio ya había declarado su interés por las políticas sociales y anticapitalistas del Tercer Reich. Conocía personalmente a Hitler y a otros altos dirigentes del movimiento nacional–socialista. Verosímilmente, intentó adaptar la componente racial que hacía del “fascismo alemán” algo diferente de la versión italiana, para completar la “teoría de la historia” de la doctrina nacional–sindicalista cuyo único texto hasta ese momento era El Discurso a las Juventudes de España de Ramiro Ledesma.

4) El Tercer Reich apoyó a Franco en la Guerra Civil, pero, políticamente, sus afinidades y simpatías  estaban más próximas a la Falange. Esa sintonía era recíproca. A pesar de que, por activa y por pasiva, José Antonio y los falangistas repitieran que “no eran racistas”, lo cierto es que, a medida que aumentaba la importancia del “fascismo alemán”, los falangistas españoles –algunos de cuyo dirigentes tenían formación intelectual “germánica” (Ledesma) o habían visto el ascenso del NSDAP (Redondo)– fueron aproximándose a la versión alemana (en un fenómeno similar al que sigue todo el fascismo europeo y, finalmente, la propia Italia de Mussolini a partir de 1937–38).

5) En conclusión, el ensayo Germánicos contra bereberes tendría como intención:

a) Redondear una “teoría de la historia” para uso del movimiento nacional–sindicalista,
b) Adaptar una doctrina racial a España y
c) Mejorar las relaciones con el NSDAP y el Tercer Reich a la vista del apoyo alemán a la causa defendida por José Antonio (la “España nacional”).

Tal es la hipótesis que intentamos demostrar -y que creemos haber conseguido demostrar- en esta breve obra.

¿Qué por qué insistimos ahora en ello? Por que uno de los propósitos de la militancia nacional-sindicalista en el siglo XXI, en buena lógica, debería ser el conocimiento de su propia historia, a la vista de que las puertas para realizar una acción política bajo esa sigla y con esos colores está visible y notoriamente cerrada. No constituye, desde luego, el mejor planteamiento para ganar amigos en el ambiente falangista actual, pero sí una verdad difícilmente rebatible.

martes, 28 de mayo de 2019

365 QUEJÍOS (311) – REFLEX PARA EL GOLPE - REFLEXIÓN PARA EL FUTURO (carta abierta a la extrema-derecha)


Apreciados amigos:

Desde hace casi cinco años descabalgué de la actividad política al percibir que la creación de Respeto (que yo mismo había impulsado), por varios motivos, era un callejón sin salida.

Si en los años 90 y en la primera década del nuevo siglo, parecía casi una obligación presentarse a las elecciones, por aquello de “me gusta jugar y perder”, o por aquello otro de “darse el gustazo”, a partir de entonces y dado el endurecimiento de las condiciones para presentar candidaturas, hizo que los partidos de extrema-derecha estuvieran cada vez más ausentes de las competiciones electorales. ¿Qué es un partido que no se presenta a las elecciones generales o autonómicas? Nada.

Antes de lanzar Respeto calculábamos que, sumando los concejales que había obtenido PxC, los que tenía y podía tener E2000 y los que decía el tercero en discordia que tendría, podríamos llegar a 100 concejales (que era lo que obtuvo en aquellas elecciones Vox) y, a partir de esa cifra resultaba viable lanzar una “asamblea de concejales” que fuera la columna vertebral del nuevo movimiento). La decepción vino cuando no se llegó ni a una veintena de concejales, cincuenta menos que en las anteriores elecciones. 

Además, en las primeras reuniones de la futura formación se habló solamente del nombre y de un manifiesto de intenciones, de un comunicado inicial, y de nada más. Ni se habló de la situación económica, ni se estableció un programa de actuaciones, ni qué se iba a hacer en los meses siguientes. He tenido suficiente experiencia política como para ser consciente de que, si esos problemas no se abordan por anticipado, todo está perdido y no habrá forma de arrancar. Así que me fui. Además, parte del año no estaba en España y ya no me sentía con ganas de trabajar para corregir estos problemas. Con fuerzas sí, con ganas no.

Luego apareció el fenómeno Vox. Primero tímidamente. Desde la lejanía supe que hubo un problema por los intentos de implantación de Vox en Alcalá de Henares. Este partido no había tenido un buen resultado en las elecciones generales y, por entonces, se configuraba como un PADE bis. Desde esa misma lejanía recomendé que se contactase con Vox. Para mí estaba claro que si Respeto era insuficiente, había que sumar fuerzas.

En la última conversación que tuve en Valencia con dirigentes de Respeto hará algo más de un año, les recomendé que obviaran la fórmula “partido” y se configurasen como círculo cultural para evitar el ser un partido político incapaz de presentarse a elecciones generales o autonómicas. No hará mucho, cuando me pidieron que participara en unas jornadas junto a otros representantes europeos y con Jean Marie Le Pen por Skype, me tuve que negar: primero porque estoy desentrenado y, en segundo lugar, porque no sabía que proponer. De hecho, si abandoné la actividad política en 2014 fue precisamente por eso: por carecer de propuestas para rectificar la situación.

Y, entonces, llegan las elecciones europeas, las municipales, las generales y las autonómicas. Opté por no decir ni escribir nada al respecto, pero el resultado final de este proceso me obliga a realizar algunos apuntes, especialmente por los antiguos amigos y camaradas que han sufrido un varapalo. Seguramente, lo que voy a decir, no gustará a muchos, incluso procuraré ser lo más claro y directo posible en estos diez puntos que me parecen fundamentales:
1) UN FRACASO ES UN FRACASO Y ASÍ HAY QUE ASUMIRLO: cuando se juntan tres grupos, se presentan a unas elecciones y el resultado es muy inferior al esperado (como le ocurrió a los que formaron Respeto en las anteriores elecciones municipales) es que se ha fracasado, cuando ahora se juntan cuatro siglas y en lugar de los 40.000 votos que debían haber sumado, se consigue solamente 11.000, es que se ha fracasado. Cuando no se está presente ni en ayuntamientos, ni en parlamentos autonómicos, ni siquiera se tiene fuerza para presentar candidaturas en las elecciones generales es que se ha fracasado. No basta con presentarse a las elecciones: hay que hacerlo con alguna posibilidad de obtener resultados dignos. De hecho, la extrema-derecha en el pasado se había presentado una y otra vez a las elecciones… sin obtener buenos resultados, pero siempre se encontraba alguna explicación para justificar los malos resultados. Todo lo que no sea presentarse a unas elecciones y obtener cargos electos es un FRACASO.

2) CUANDO SE PRODUCE UN FRACASO, LO QUE EXIGE LA SITUACIÓN ES PREGUNTARSE POR LOS MOTIVOS DE LA DERROTA: y esta reflexión es la que siempre ha estado ausente en la extrema-derecha generando el que una y otra vez se haya tropezado con las mismas piedras. Ahora, obviamente, ya no vale la pena insistir en esa parte: porque la crisis de este sector es tal que, en la actualidad, apenas tiene existencia real más allá de las redes. Hoy, resultaría un error atribuir ese fracaso solamente a la irrupción de Vox: cuando Vox no existía, el fracaso estaba igualmente patente. Pasar de 40.000 votos a 11.000 no es fracasar, es evidenciar de manera escandalosa una tendencia que ya estaba presente desde 1983 e incluso desde 1977 o, incluso en 1979. Esa pregunta debería haberse formulado años atrás, ahora es ociosa y la crisis es tan profunda y terminal que no vale la pena realizar ese ejercicio de masoquismo.

3) ANTE UNA SITUACION TERMINAL, ANTES LA “MUERTE SÚBITA” QUE PROLONGAR LA AGONÍA: no tiene sentido eternizar siglas que detrás solamente tienen a unas pocas decenas de afiliados y que no tienen ni fuerza, ni consistencia, ni medios para realizar un trabajo político digno de tal nombre. La disolución de las siglas políticas actuales parece una exigencia impuesta por la situación. La última esperanza de todas estas siglas es que Vox pierda fuelle en los próximos años y libere un espacio electoral actualmente existente para que la extrema-derecha pueda reincrustarse en procesos electorales ¿y recupere de nuevo su techo histórico en los últimos 20 años de 40.000 votos o salir de su ominoso 0,5%? Esa esperanza de algunos constituye su última trinchera para evitar reconocer la necesidad de disolver lo antes posible las organizaciones existentes.

4) LA FÓRMULA “PARTIDO” NO ES LA MÁS ADECUADA EN LAS ACTUALES CIRCUNSTANCIAS. Los partidos participan en elecciones o no son nada. Si participan es para ganar. Si ni ganan ni participan, se llamarán “partidos”, pero su existencia es virtual. Así que la extrema-derecha actual debería reconocer estos axiomas y obrar en consecuencia buscando otra fórmula alternativa al “modelo partido”. Existen a poco que se tenga el valor de reconocerlo, la energía suficiente para poner en práctica nuevos proyectos, y la lucidez e imaginación para que lleguen a buen puerto.

5) SI NO HAY ESPACIO PARA EL “PARTIDO PARLAMENTARIO”, SI LO HAY PARA EL “MOVIMIENTO DE VANGUARDIA”. La irrupción de Vox, guste o no guste, ha restado toda posibilidad a la extrema-derecha de tener su propio espacio institucional. De hecho, ni siquiera esa irrupción ha garantizado que los antiguos miembros de estos grupos puedan reciclarse institucionalmente, como ha demostrado la pérdida de casi todos los concejales que tenía PxC en las anteriores elecciones y que migraron a Vox. Ahora bien: si el espacio del “partido” está ocupado, la fórmula más adecuada es la de “vanguardia” o movimiento activista organizado para realizar una respuesta (no en las instituciones sino en la calle) ante determinados sucesos políticos. En Francia, por ejemplo, existe, junto al Rassemblement National, los Identitaires. Las “vanguardias” son grupos jóvenes, activistas, con una presencia constante en las calles, con iniciativas espectaculares que tienen repercusión en los medios y que, ante situaciones electorales pueden 1) no apoyar a ninguna opción, 2) apoyar a determinados candidatos presentados por otras formaciones, 3) o bien integrarse como independientes en otras candidaturas.

6) ¿Y LOS QUE POR EDAD YA NO ESTÁN EN CONDICIONES DE MILITAR EN UNA VANGUARDIA? Para ellos existe otra fórmula: el “círculo cultural”. Son fáciles de constituir y solamente precisas una actividad constante: conferencias, charlas, jornadas de convivencia, cenas, salidas al campo, actividades sociales, seminarios, videoforums, campañas de ayudas sociales junto a la vanguardia… Se trata de una actividad reposada a la que siempre es susceptible de integrar a antiguos camaradas que se han ido perdiendo por el camino y por la retahíla de fracasos políticos. Toda la actividad relativa a la “memoria histórica” y todo lo que se refiere al falangismo debería tener aquí su lugar. Así mismo, grupos de orientación católica centrados sobre el aborto, deberían de constituir grupos especializados. Son eficientes a condición de que su actividad sea constante, exista disciplina en el pago de las cuotas y se cumpla el punto siguiente…

7) DESHACERSE DE LASTRES, ELEVAR EL LISTÓN, CONTAR SOLO CON GENTE QUE APORTE ALGO MÁS QUE SU PRESENCIA. Calidad, antes que cantidad. Selección y preparación antes que cabezonería e inercia. Conciencia de futuro antes que miradas al pasado. Deshacerse oportunistas, colgados, chalados, pelmazos, lumpen, sectarios o viejas glorias incapaces de asumir nuevos estilos de trabajo. Olvidarse de digitales de medio pelo, basados en difusión de fakes o que quieren ganar audiencia creando polémicas y escándalos inexistentes como forma de promoción y de mantenimiento de chiringuitos problemáticos.

8) EVITAR ROCES Y POLÉMICAS ENTRE “PARTIDO” Y “VANGUARDIA”. En los años 30, la revista Renovación Española, adoptó la que definió como “ley de los afines”: ningún ataque a grupos “afines”. “Afín” no quiere decir “igual”, ni siquiera con los mismos objetivos. “Afín” quiere decir que se coincide con él en algunos puntos importantes. Obviamente, la estrategia y las tácticas de un partido y de una vanguardia, son siempre distintos, pero existe un poso común y una proximidad ambiental que se respira y que hay que procurar no enrarecer. La característica de la extrema-derecha hasta ahora ha sido la aspereza y el sectarismo, ahora tiene que aprender a tender puentes aquí y allí, ampliar su base, abrirse a nuevas incorporaciones.

9) ESTAMOS IMPLICADOS EN LA “CUARTA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL”, ANTE ESTA SITUACIÓN, NO SE PUEDEN UTILIZAR MÉTODOS POLÍTICOS CLÁSICOS: casi sin que nos demos cuenta, estamos comenzando una era nueva de aceleración tecnológica y cambio de valores. En apenas veinte años nada de lo que conocemos hoy sobrevivirá: nanotecnología, criogenia, inteligencia artificial, robótica, drones, comercio electrónico, ingeniería genética y biotecnología, habrán cambiado nuestra vida cotidiana e, incluso, la noción misma de privacidad. Las crisis van a sucederse en cadena: crisis sociales, crisis políticas, crisis económicas, crisis de identidad. Tenemos todavía unos años para adaptarnos a este futuro que se nos viene encima como una avalancha. Nada de lo que hoy estamos hablando tendrá sentido en apenas 20 años, seguramente en menos. Por lo tanto, no hay que descartar desplomes de sistemas políticos que seguirán al desplome de los valores impuestos desde finales del siglo XVIII. Como individuos debemos de estar preparados para estos cambios, como “grupo de opinión” también. Debemos de hacernos a la idea de preparar las bases para el “movimiento político de la cuarta revolución industrial” y lo primero de todo es entender cómo va a ser el tiempo nuevo que se viene encima.


10) EL FUTURO QUE TENEMOS ANTE LA VISTA EXIGE NUEVAS POSICIONES DOCTRINALES: ¿Nacionalismo cerrado en el momento en el que la fórmula Estado-Nación ha quedado atrás en la historia y se tiende a bloques continentales? ¿Defensa cerrada del catolicismo en un momento en el que el Vaticano se ha sumado a la ideología humanitarista-universalista propagada por la UNESCO? ¿Defensa de los “valores occidentales” en un momento en el que a Europa le falta fuerza incluso para reconocer su identidad? ¿Plantearse la monarquía o la república cuando los motores en ambos casos son las corporaciones y las grandes acumulaciones de capital? Es evidente que cualquier iniciativa nueva precisa de una profunda revisión doctrinal. En estas circunstancias hay que prevenirse de los “iluminados” que opinan que tal o cual vía es la que hay que seguir: la única vía a seguir es la que evidencia eficacia en la práctica, el resto son abstracciones de más o menos interés (que si orientar el programa hacia la izquierda o hacia el populismo, que si moderarlo, que si hay que ser menos o más europeístas, que si contra Vox, etc.), completamente divorciadas de los principios de la sociología política. Soy de los que opinan que el planteamiento correcto es “arqueofuturista”, tal como fue expuesto por Guillaume Faye en la obra del mismo título: recuperar valores originarios y conjugarlos con las ciencias de vanguardia. Pero, claro, un planteamiento así precisa de un programa y de una estrategia que excede la intención de estas páginas y que, por lo demás, no me corresponde a mí enunciar, sino que debería ser obra de un equipo intelectual, sin el cual no hay posibilidad alguna de salir del hoyo

CONCLUSIÓN

Como toda carta, esta debe ser breve, así que llegamos al momento de las conclusiones. Las podemos sintetizar así:

- Disolver organizaciones actualmente existentes.
- Deshacerse de lastres y de mercancía averiada a todos los niveles.
- Deshacerse de viejas ideas y esquemas políticos o doctrinales preconcebidos.
- Iniciar un nuevo rumbo dentro del “partido”, de la “vanguardia” o de “círculos culturales”.
- Y si no se tienen ganas, fuerza, valor o decisión, para todo eso, irse a casa y prepararse para los choques y traumas que se avecinan, en soledad, en situación de exilio interior y realizando un prudente repliegue hacia lo individual.

En mi opinión, no hay ningún otro planteamiento realista que pueda mantenerse en el momento actual. Y si alguno cree que hay otro, me gustaría conocerlo.

Recibid mi más cordial saludo.





lunes, 27 de mayo de 2019

365 QUEJÍOS (310) - ESPAÑA EN DIRECCIÓN CONTRARIA A EUROPA…


Ha concluido otro ciclo electoral. A falta de las elecciones autonómicas que caerán, sin duda después del verano, hemos pasado dos meses obsesionados con las elecciones generales, locales y europeas (y unas cuantas autonómicas). El sistema político español ha dado resultados completamente diferentes, e incluso opuestos, a cualquier otro sistema europeo. Eso da la medida de su valor: simplemente, vamos en contra de las tendencias dominantes en la UE.

Mientras la socialdemocracia alemana, el socialismo francés y el laborismo británico, se han hundido sin paliativos (e, incluso, en algunos países ha desaparecido por completo, véase el caso italiano), en España, el PSOE es más fuerte que nunca. Ha arañado votos del centro, votos de su izquierda y, sobre todo, ha contado con los votos de los “nuevos españoles”, esos a los que una simple decisión administrativa ha regalado la nacionalidad.

Vox, “la gran esperanza blanca”, se ha quedado a medio gas. En Cataluña no ha logrado implantarse en los municipios: ha obtenido todavía menos concejales de los que obtuvo PxC en las anteriores elecciones. Y, en las europeas, aunque Buxadé, entre en el Parlamento Europeo, lo hace solamente acompañado por Hermann Tertsch y Mazaly Aguilar. Es cierto que entrará en algunos gobiernos municipales y que logre estar presente o apoyar a gobiernos del PP-Cs, pero los resultados están muy por debajo de las expectativas. ¿Qué ha ocurrido? El resultado, es sorprendente a la vista de que el programa para las elecciones europeas de este partido, era bastante realista y podía satisfacer a un público procedente de la derecha, pero también cumplir las expectativas de gentes que hasta ahora han votado a otros partidos. La sensación que da es que el partido se ha deshinchado, víctima de ataques llegados de todos los sectores políticos (desde la derecha más extrema a la izquierda más radical) y buena parte de su electorado ha regresado al redil pepero. Lo cual demuestra, una vez más, la volatilidad del voto.

Pero, en general, lo que ha mostrado este último ciclo electoral es la ausencia, total, dramática, absoluta, de capacidad crítica del pueblo español. No es algo que pueda sorprender: España es el país de la UE en donde más porros se fuma, con un sistema de enseñanza más pulverizado y con más elevado fracaso escolar, con altísimos niveles de adicción a videojuegos y dispositivos móviles y, para colmo, en el que menos librerías abiertas existen, menos movimiento de libros hay en Internet y menores índices de lectores existen.

Así mismo, había que asistir a las mesas de votación para advertir que, sobre todo, los votantes, eran personas mayores en su inmensa mayoría de edades superior a los 55-60 años y con una presencia, por primera vez, significativa de “nuevos españoles”.

Cabría preguntarse, si en toda Europa se va extinguiendo el socialismo, ¿cómo es que en España se ha recuperado? O, cómo es que, permaneciendo cerrada la vía para la independencia catalana, los partidos independentistas polarizan el voto.

Veamos, el voto independentista: en 2015 la suma total de votos entre CiU y ERC ascendió a 1.376.522, mientras que cuatro años después, ha descendido a 1.357.308 votos. El descenso es mínimo, pero lo esencial es que se ha reproducido el sorpasso: ERC es, también en el ámbito autonómico, el partido hegemónico dentro del independentismo. CiU, actualmente Junts per Catalunya, se ha dejado por el camino 130.220 votos. No es que la diferencia sea muy grande, pero lo cierto es que Puigdemont, perdido en Waterloo y sin la más mínima esperanza de poder utilizar su acta de diputado europeo, es un fenómeno que se irá extinguiendo hasta que la falta de fondos para mantener el costoso equipo en torno suyo en el exterior, lo convierta en un fenómeno residual.



Lo cierto es que, en las elecciones generales de hace un mes, los partidos independentistas, obtuvieron 1.626.001 votos. A pesar de no es riguroso comparar los resultados de dos elecciones diferentes, lo cierto es que, en apenas un mes, 268.693 votantes del batiburrillo independentista, se han perdido por el camino. Y eso, si que resulta más significativo.

Lo que sorprende no es el hecho de que el suflé independentista se vaya deshinchando, sino la lentitud con que lo hace y que solamente puede explicarse por la fijación de todos los medios, especialmente de los dependientes de la Generalitat, por el proceso y por lo que tose Puigdemont desde su exilio dorado. Como hemos dicho en otras ocasiones, ningún partido indepe reconoce su fracaso a la hora de llegar al final de su aventura: si bien, está más que comprobado que la independencia es imposible por múltiples factores y que deberían empezar a tomar nota de ello en sus programas, algo de lo que incluso los personajes más lúcidos de estos partidos admiten en sus conversaciones privadas, nadie se atreve a reflejarlo en un programa político, por temor a que el rival (aquí hay dos siglas en juego, ERC y JxC) se vea beneficiado por lo que parecería una claudicación.

Pero lo cierto es que, a medida que pasan los meses, la situación va volviendo al redil: los radicales de la CUP-CDR ya han admitido su fracaso y en las filas indepes se está produciendo la temida selección a la inversa: siguen adelante los más freakys, los más radicales, los menos inteligentes, vaciándose las filas de personajes socialmente relevantes, significativos o de valía.

El verdadero drama, de todas formas, está ocurriendo en la derecha: la división implica en buena medida, desmovilización y cierta tendencia a que el PP se recupere de su crisis. El sorpaso de Cs al PP no se ha producido y la formación “naranja”, da la sensación de que empieza el declive habitual al centrismo español.

Otro tanto puede decirse de la galaxia Podemos que, como preveíamos, remite y pierde sus plazas municipales más significativas. No nos engañemos: Podemos de hoy tiene el mismo nivel que tuvo Izquierda Unida en otro tiempo. Es la izquierda radical de toda la vida que sigue estando ahí con otras obsesiones, con otros rostros, pero ocupando el mismo espacio. Llamar al partido “Unidas Podemos” (¿y por qué no Unidos Podemas?”) ha sido la última ridiculez en la que han caído sus bases como afirmación de las ideologías de género, única oferta de la coalición en su triste colegueo con el PSOE.


Así pues, el panorama político tiende de nuevo a que el PP sea la fuerza hegemónica en la derecha y el PSOE lo sea en la izquierda, con cada vez más partidos intermedios y en sus márgenes y con el cambio de independentistas por nacionalistas moderados. Eso es todo.

Obviamente, los resultados de las elecciones locales y autonómicas, influirán en la formación del gobierno. Las bases socialistas quieren acuerdos con los despojos de Podemos. Los barones, entendimientos con Cs. Pero lo cierto es que la “línea Valls” se ha quedado corta en Barcelona para consumar su asalto a la secretaría general del partido. Y esa línea era la más proclive a pactar con el PSOE. Sánchez puede optar por un gobierno en solitario con apoyos momentáneos, unas veces en Cs y otras en Podemos. Pero, los primeros le exigirán la resolución completa de la “cuestión catalana” y los segundos medidas de ingeniería social y mano tendida hacia los independentistas que pueden generarle problemas dentro de su propia formación.

A fin de cuentas, inestabilidad es lo que nos espera en los próximos cuatro años.

Vox. Deberá revisar su orientación. Va a ser difícil: en el interior hay demasiadas componentes diferentes que pueden llegar a chocar unas con otras. Tiene que gritar más alto algunas consignas (la lucha contra la inmigración masiva) y relegar otras a segundo plano y, por supuesto, revisar su programa económico (que tiene a la liberación del suelo como “medida estrella”…). Veremos con quién ubica a sus tres diputados en el parlamento europeo y lo que dicen.

Con 655.983 votos, 530 concejales (antes tenía un centenar), 25 escaños en cámaras autonómicas y 3 diputados europeos, parece claro que ha despegado, si bien, su éxito no ha sido tan rutilante como se esperaba. No hay que olvidar que de los 2.67 millones de votos que recibió la formación en las elecciones generales de hace un mes, ahora solamente ha podido conservar en las europeas 1.326.305 votos. Exactamente la mitad.

La relativa recuperación del PP hace que Vox deba de estar excepcionalmente atenta a su orientación: si insiste en propuestas liberales, se lo comerá el PP en una legislatura. Si insiste en propuestas propias del “euroescepticismo” a lo Salvini y a lo Marine Le Pen, podría mantenerse, pero necesita marcar diferencias con el PP: y eso solamente puede venir insistiendo en los problemas de la identidad nacional y de la lucha contra la inmigración. Y de los tres diputados europeos, al menos uno (Tersch) no parece que esté completamente acuerdo con ese planteamiento.

Es significativo que los resultados de Vox en Cataluña hayan sido extremadamente pobres y muy alejados de los 75.134 que obtuvo PxC hace 9 años, o de los 75 concejales a los que llegó. De hecho, se han perdido o no se han reconquistado la mayor parte de las concejalías que PxC obtuvo en 2015, período de declive, salvo en Salt por las particulares circunstancias de esta ciudad.

Hará falta, pues, una reflexión mayor y no una simple declaración postelectoral. Si es que esa reflexión es posible en un partido que dista mucho de estar unificado interiormente.

¿Alguna conclusión final? Sí, que los resultados son el resultado de la falta de capacidad crítica del pueblo español que cada vez parece más predispuesto incluso a reconocer sus problemas, a recordar cómo han sido tratados en las últimas elecciones, a examinar lo que proponen los partidos y a identificar problemas reales de falsos problemas. Eso ha hecho que, a diferencia de Europa, en España haya triunfado los que han sido derrotados en otros países. Más aún que el hecho de quien haya o no vencido, lo significativo son las migraciones de voto y su volatilidad que incidan que los electores carecen de razones profundas para votar a unos o a otros.

¿La pregunta del millón? En estas circunstancias, con un pueblo que vota sin criterio de ningún tipo, ¿es viable una democracia cuantitativa en la que gobierne solamente el que obtenga el mayor número de votos, sabiendo que la opinión de la población cambia como una veleta, el frágil y tornadiza? Pregunta retórica, claro está.