miércoles, 29 de junio de 2016

PRIMEROS PROBLEMAS ENTRE LOS PERDEDORES DEL 26-J


Como era de esperar, las derrotas han pasado factura a sus protagonistas. Podemos, Ciudadanos y PSOE, son hoy un valle de lágrimas, mientras el liderazgo de Rajoy se ha afianzado. Incluso Iñaki Gabilondo desde su púlpito de la SER y desde su condición de Gran Pope de la progresía, ha reconocido que el único que tiene derecho a gobernar es Rajoy. Si tenemos en cuenta que esta es la opinión más extendida y que, en caso de que todos los partidos mantengan las posiciones que mantuvieron desde el 20-D, iríamos a nuevas elecciones que, seguramente, entrañarían una profundización en los mismos resultados. Por ello es previsible, o bien que el PP forme gobierno en minoría después de su comité federal, o bien que allí decidan formar la “gran coalición”.


No es fácil el papelito que le queda por representar al PSOE: si opta por la “gran coalición” corre el riesgo de que el PP le propine el consabido “abrazo del oso” que siempre, en andamiajes de este estilo tiende a producirse: la fuerza menor presta su apoyo para reforzar a la mayor, pero obtiene poco a cambio, como máximo un desgaste de sus propios efectivos.

En la segunda posibilidad, abstenerse en la votación parlamentaria que daría la mayoría a Rajoy, el problema es que el PSOE quedaría completamente al margen del reparto de poder y le esperarían cuatro años sin poder mejorar posiciones: para el “pesebre” que siempre ha sido el PSOE, ocho años son muchos para no tocar poder. Habría que excluir la posibilidad de un acuerdo a tres bandas PP+Cs+PSOE que propugna Rivera: demasiadas partes para poner de acuerdo.

Peor lo tiene Podemos, no sólo por el futuro de su coalición con IU, sino por los distintos análisis sobre el por qué las cosas le han ido a peor y se encuentra en una situación parecida a la descrita por Woodie Guthrie, el folksinger norteamericano, cuando cantaba a aquello “que ha muerto y apenas sí acaba de nacer”. ¡Y pensar que hace solamente dos años los círculos de Podemos no daban abasto para recibir a los nuevos miembros! ¡Pensar que hubo unos momentos en los que nosotros mismos elogiamos a aquella izquierda que parecía nacer sin los compromisos y tópicos de la vieja (salvo en inmigración, por supuesto)! 

Esa “nueva izquierda”, por unos votos de más, dejó de ser tal para convertirse en “socialdemócrata”, “socialista”, o “comunista”, en días alternos. De repente se encontraron con banderas republicanas y comunistas, a ellos que, a fin de cuentas, habían querido seguir un tercerismo bolivariano. Los profesionales de la “memoria histórica” que llegaron con IU les metieron con vaselina sus temas, lo cual, unido al fracaso de los “ayuntamientos del cambio” y a su bisoñez de recién llegados al circo de la política, determinó su hundimiento y la pérdida de virginidad. Y no, contrariamente a lo que opina el pobre Echenique, la derrota no fue un producto de la “ofensiva de la derecha”, porque esa ofensiva alcanzaba solamente a la propia parroquia de la derecha, no a los votantes podemitas.

El que resulta difícil que levante cabeza es otro iluso, Albert Rivera que ayer seguía sin entender lo que había ocurrido: ha ocurrido que el PP ha vencido. Y el PP tiene un rostro: Rajoy. Eso, unido a que Cs se ha contraído convirtiéndose en otro recién nacido agónico, hace imposible que alguien, empezando por la propia dirección de Ciudadanos, tome en serio las palabras de Rivera: “Podemos entendernos con el PP, si se va Rajoy”. Rajoy ha ganado y nunca como hoy el PP está unido detrás de él. Hay más posibilidades de que se produzca una revuelta palaciega en el interior de Cs (sus “baronías” están poco atados) a que Rajoy pase a segundo plano en el PP. 

Siempre hemos dicho que Rivera no debía de haber salido nunca de la política catalana: si se hubiera atrincherado en Cataluña, al menos habría podido jugar la opción de absorber a la rama catalana de este partido, hacerlo desaparecer en el Principat, y a partir de ahí tratar de jugar un papel de valedor del centro-derecha catalán en Madrid. Pero la ambición y los malos consejos, lo han matado. Incluso en Cataluña pierde (¡y de qué manera!) y todo induce a pensar que, de persistir en los próximos días en la misma línea que prometía ayer, pronto tendrá problemas internos y en las siguientes elecciones es más que posible que siga el camino marcado por UPyD

Sin olvidar que Fainé acaba de ser sustituido por Gual al frente de La Caixa y que éste último no parece muy dispuestos a realizar malas inversiones. Y tal como ha quedado Cs, es una inversión de beneficios improbables (aparte de que el “procés” soberanista ya está liquidado, aunque alguno de sus promotores se niegue a reconocerlo).


No soplan vientos favorables para ninguna de estas tres fuerzas políticas. Si el realismo les asiste y el oportunismo les guía, deberán reconocer unos que les va a ser imposible jugar un papel de primera magnitud (Podemos) y a los otros dos que van a tener que entenderse necesariamente con el PP (Cs y PSOE), juntos o por separado. Y parece claro que, puestos a entenderse, Rajoy prefiere entenderse con lo que quede de los socialistas después del próximo comité nacional. Solamente, si estos tres perdedores se enrocan en sus posiciones, volvería a producirse la improbable “tercera vuelta” electoral.