La logia masónica Los Maceo
abrirá sus puertas en La Habana el próximo 14 de junio. Lleva el nombre de una
de las familias que más se comprometieron con la independencia cubana en el
siglo XIX. La noticia es doblemente llamativa porque hacía 84 años que no se
abría una nueva logia masónica en Cuba y porque, tradicionalmente, la isla ha
sido el único país comunista que ha permitido la actividad masónica.
En rueda de prensa, los “venerables”
de la logia Los Maceo explicaron el origen de la masonería en Cuba. Debió ser
hacia mediados del siglo XVIII cuando aparecieron los primeros masones en la
isla. Fueron franceses que se trasladaron a vivir a Cuba quienes llevaron el
mensaje masónico a la isla. Estos masones franceses procedían de Haití en donde
huyeron al producirse la sublevación de los independentistas africanos. En
Haití funcionaban varias logias masónicas que pasaron a Cuba hacia el año 1798.
Después de un interregno oscuro, durante la primera mitad del siglo XIX, la
masonería volvió a reaparecer en Cuba de la mano de “indianos” (españoles que
iban a vivir y trabajar en la isla) y de la mano de la población criolla.
En 1862 se creó el Gran Oriente
de Cuba y las Antillas de carácter patriótico e independentista que seis años
después ya había iniciado la lucha contra la vinculación de la isla al Reino de
España. A partir de ese momento, la masonería cubana estuvo íntimamente unida
al proceso independentista hasta el punto de que, cuando éste culminó en el
1898, la masonería en España cayó víctima del descrédito al ser demasiado
evidente que sus hermanas cubana y filipinas habían pactado con las logias
norteamericanas, apoyo, solidaridad y ayuda en la lucha por la independencia.
Precisamente fue este apoyo a la
independencia de Cuba lo que sugirió a las autoridades comunistas no ir por el
mismo camino que habían circulado todos los regímenes de este tipo en Europa
disolviendo las logias, entendidas como organizaciones de clase, defensoras de
la ideología burguesa. Para Fidel Castro, la masonería era uno de los
precedentes de su lucha “contra el imperialismo” y, optaron por no obstaculizar
su trabajo, favoreciendo la colocación de personajes políticamente favorables
al régimen, en los puestos de dirección de las logias.