Había olvidado por completo este artículo escrito en 2016 y que traduje poco después de publicarse en francés. Es importante señalar que fue escrito antes de que Donald Trump fuera presidente de los EEUU y, por supuesto, mucho antes de que se desencadenara la crisis ucraniana de 2022. Cinco años antes, ya era obvio, para todo observador que hiciera un esfuerzo por ver la realidad, que Rusia estaba en el objetivo de los belicistas neoliberales norteamericanos y que estaban, desde 2014 reiterando una campaña de torpedeo del gobierno ruso y arrastrando a los países europeos a lanzarse a una campaña de complicidad con el pentágono y con el complejo petrolero-militar-industrial norteamericano. Hoy he revisado y corregido la traducción de un texto que era, tanto un llamamiento a la reflexión como una anticipación de lo que estaba por llegar.
E. Milà
LA EXTENSIÓN DE LA RUSOFOBIA
La propaganda anti–rusa se intensifica en los medios
de comunicación. El russian bashing [ataque a Rusia, NdT] se
extiende y sugiere que el país dirigido por Vladimir Putin vive bajo un
régimen tiránico. Presentar a la opinión occidental al régimen de Moscú como
violador del Estado de Derecho y de la democracia, persiguiendo a sus oponentes
y orientándose hacia una dictadura se ha convertido en algo habitual. ¿De dónde
viene esta propaganda rusófoba que se evita aplicar a numerosos países que, sin
embargo, son realmente dictatoriales?
Rusia acusada de ser un Estado policíaco
En La Figaro, un artículo de propaganda
anti–ruso muy poco profesional, firmado por Emmanual Grynszpan (“La oposición
rusa a partir de hora reprimida por matones”, 02.06.2016) intenta demostrar que
los “defensores de los derechos humanos” y los “opositores” son atacados por
“gropúsculos pro–Putin bajo la mirada cómplice de la policía”. Cita varios
ejemplos de choques y de agresiones en donde, parece, los agresores son
milicianos secretos del Kremlim. No se ha aportado la menor prueba objetiva
para esta novela policíaco–periodística.
El periodista de Le Figaro y sus compinches de
otros medios occidentales no aportan ninguna verificación de lo que cuentas,
limitándose a citar a los opositores a Vladimir Putin que describen una
situación dramática para los contestatarios. El problema, es que estos últimos,
viviendo en Rusia, se expresan libremente en las columnas de Le Figaro y
otros medios. Si estuvieran perseguidos en Rusia, tal como pretenden, ¡no
podrían, desde luego, expresarse en los medios de comunicación occidentales!
Contradicción completa: Le Figaró publica
regularmente un suplemento consagrado a Rusia (titulado en inglés por puro
esnobismo: Russia Beyond the headlines [Rusa Hoy, NdT] que incluye la
traducción de artículos aparecidos en la prensa rusa que reflejan todas las
opiniones, comprendidas las contrarias a Putin. ¿Cómo Le Figaro puede
escribir que el Kremlim prohíbe la oposición a Putin mientras que el mismo
medio publica artículos de la prensa rusa que critican al gobierno? Completamente
absurdo.
Dicho esto, es perfectamente posible, como en cualquier otro país del mundo, que individuo o grupos privados emprendan acciones violentas por razones políticas contra contestatarios a la política gubernamental. Pero ¿cómo se puede deducir que son teledirigidos por el gobierno ruso y protegidos por la policía? No se aporta ninguna prueba. En noviembre pasado, participó en una conferencia en el Press Club de Washington sobre las cuestiones de inmigración contra la política laxista de Obama. Fuimos atacados físicamente por grupos izquierdistas ultra–violentos. En ningún momento se nos ocurrió la idea de decir que era la Casa Blanca y la administración Obama quien estaban tras estas agresiones…
El impostor Alaxeï Navalny
Este agitador, mediatizado por la prensa occidental y
muy probablemente financiado por los servicios de información americanos y
–acaso– europeos, es calificado por los medios franceses y occidentales como
“principal opositor al Kremlim”. Mentira absoluta. La inmensa mayoría de los
electores de la Federación Rusa jamás ha tenido la intención de votar por este
provocador. Navalny ha participado con sus partidarios en un choque violento en
el aeropuerto de Anapa y se presenta por ello como víctima el Kremlin.
Pretende que el fiscal general de Rusia, Iouri
Trachïca, es un delincuente ligado al mundo de los negocios ilegales y del
crimen, que querría vengarse de él en tanto que opositor a Putin. Los medios de
comunicación occidentales reproducen sin verificarlas, estas afirmaciones
difamatorias. Navalny y su entorno comparan a Putin con Hitler y los medios de
comunicación franceses reproducen estas imbecilidades. Leonid Volkov, uno de
sus colaboradores más próximos, ha repetido en los medios occidentales que la
situación actual de Rusia, “es lo que se observa en todas las dictaduras, es
igual a la de Alemania en los años 30 y a la de España en los años 60”. Es
lamentable que intelectuales, por otra parte inteligentes, como Nicolas
Baverez, concedan crédito a estas contra–verdades nacidas de los laboratorios
de desinformación. Las verdaderas dictaduras, como China, las monarquías del
Golfo Pérsico ante las cuales se inclina Francia, jamás son acusadas.
Las dos razones de la propaganda antirusa
Los medios de comunicación y los dirigentes
occidentales reiteran que Rusia se ha “anexionado” la Crimea ucraniana, lo que
justifica las sanciones contra ella… por otra parte, ilegales. Si esto es
cierto, Crimea que es rusa y no ucraniana y que se unió a Rusia mediante
referéndum, sin ninguna violencia rusa, se levantaría y se hubieran producido
choques y conflictos. Pero Crimea, convertida en rusa, está completamente
tranquilo. Curioso… Por otra parte, la propaganda nos explicaba que Putin
buscaba invadir el Este de Ucrania y que no respectaría los acuerdos de cese el
fuego firmados en Minks. Los ha respectado escrupulosamente. Los
enfrentamientos en Ucrania han cesado ¿verdad? Entonces ¿de dónde procede esta
desinformación hostil contra la presidencia de Putin? Explicaciones:
1) Lo que molesta a los dirigentes europeos (políticos
y medios de comunicación confundidos), es primeramente la orientación
ideológica del poder ruso, centrado en los valores de identidad, arraigo y
patriotismo, lo inverso de las opciones ideológicas occidentales profundas. La
nueva Rusia representa pues un peligro, en términos de atracción mental sobre
los pueblos de origen europeos, al ser un ejemplo a seguir; se trata de una
espina para las oligarquías occidentales desarraigadas, un objeto de odio patológico.
La hostilidad del poder ruso a las manifestaciones del “orgullo gay” o al
matrimonio homosexual, por ejemplo, le hace ser detestado por toda la
intelligentsia próxima al poder y por la clase periodística en Francia.
Naturalmente, el gobierno ruso es “políticamente incorrecto”.
2) La segunda razón de la campaña de propaganda y desinformación antirrusa es el retorno de Rusia a la escena internacional como gran potencia, especialmente en Siria, y no la restauración de su aparato militar. Esto molesta a algunos proyectos estratégicos de Washington y es normal que el relé sea seguido por los medios de comunicación occidentales y los gobiernos europeos vasallos de los EEUU. Por supuesto, la nueva Rusia post–comunista da, paradójicamente, más miedo a los dirigentes occidentales y les parece mucho más temible y odiable que la antigua URSS.
Construir la imagen de una dictadura belicista
La tesis oficial sobre la Rusia de Putin, manejada por
el 90% de los periodistas occidentales que siguen las desinformaciones de los
servicios especialistas –por ejemplo los de la Transatlantic Academy
(1)– es la siguiente: el Kremlim maniobraría para anexionarse el Donbass,
“congelando” un conflicto, y luego tendería a hacer de Ucrania un protectorado
ruso y pretendería otro tanto con los países bálticos. Proyecto que incluye la
aplicación de la fuerza militar. Se busca presentar a Rusia como una dictadura
aislada temiendo el ejemplo de una Ucrania democrática, unida a la UE y a la
OTAN. Rusia es descrita como una amenaza para Europa Oriental y para la paz del
mundo, a fin de justificar la creación de incidentes militares (en el Este de
Ucrania, en el Báltico…). Y provocar una confrontación armada, “gestionada”, si
es posible (pro no seguro) por debajo del umbral nuclear; lo que constituye el
objetivo –no de Obama, superado por los acontecimientos– sino de los belicistas
del Pentágono, con la CIA, en la industria de armamento y en los medios de
comunicación norteamericanos.
El reforzamiento militar de la OTAN en Europa
Oriental, por orden de Washington, da constancia de esta estrategia mal ideada
y de alto riesgo. No puede ser frenada por una Francia que carece de política
extranjera independiente y seria. Sin embargo, esta opción belicista antirusa
pude ser bloqueada por dos actores: una lasitud europea hacia una rusofobia que
perjudica a la economía por las represalias rusas a las sanciones (casos de
Italia, de Hungría, propuesta de resolución parlamentaria en Francia para
levantar las sanciones…) y las próximas elecciones presidenciales
norteamericanas.
Si Hillary Clinton es elegida, no puede esperarse nada
buena. Por el contrario, si Donald Trump llega a la Casa Blanca, podrá invertir
el tablero si juega la carta del aislacionismo y si, como ha dicho, aprecia a
Rusia. A condición de que se le deje hacer, pues un presidente americano debe
tener fuerza suficiente para enfrentarse a las TRES HERMANAS: la CIA, el
Pentágono y el Complejo militar–industrial. Un disparo se ha realizado
rápidamente. Rusia, que no amenaza en nada la paz y la seguridad mundial
(contrariamente a las otras partes nunca incriminadas) es presentada por los
aparatos de desinformación como una dictadura peligrosa, es decir, como el “enemigo
principal”. Esta rusofobia es totalmente contraria a los intereses franceses y
europeos.
(1) La ”Transatlantic Academy”, es uno de los ejemplos de los centros de propaganda metapolítica norteamericanos y europeos atlantistas (financiados por fondos públicos discretos y fondos privados) que “informan” y en realidad influencias a los periodistas del mundo entero. Esta observación no implica ningún anti–americanismo, ya que en los EEUU otros think-tanks y asociaciones combaten a estos lobbys, como por ejemplo la American Renassance.
© Guillaume Faye
© Por la traducción: Ernesto Mila – info|krisis – ernesto.mila.rodri@gail.com – Prohibida la reproducción de este texto por medios digitales, sin indicar origen.