No es que Turquía sea una gran
potencia futbolística, pero sus hinchas son lo más parecido al energúmeno ese
del Estado Islámico especializado en cortar cabezas, “Bulldozer”, recientemente
capturado por las fuerzas sirias y al que, suponemos, se le habrá aplicado su
propia medicina. Francia no está preparado ni para afrontar el yihadismo que ya
ha hincado sus garras en el país vecino, ni siquiera para afrontar la violencia
futbolística. Se ha demostrado en el paso partido Inglaterra-Rusia en el que
Marsella fue escenario de violencias generadas por los 50.000 holligans
ingleses. Y, a todo esto, el ministerio del interior dedicando el 20% del presupuesto
de la lucha antiterrorista a investigar a la “extrema-derecha” en un país que
lleva cincuenta años sin atentados ultras… Pero el encuentro que tendrá lugar
en Niza el próximo viernes 17 entre las selecciones de España y Turquía (y, a
todo esto, ¿qué hace Turquía en la Eurocopa?) promete ser de máximo riesgo y no
porque acudan hinchas españoles, sino porque la otra hinchada parece una
prolongación del Estado Islámico.
Los servicios de seguridad
franceses, escamados por lo ocurrido en el Inglaterra-Rusia, han sometido a investigación
a los holligans turcos. El resultado ha sido demoledor: los turcos vienen con
un odio, no tanto hacia España, como hacia el fútbol francés. Las hinchadas
galas han multiplicado, como cabía esperar, sus mensajes: “turcos: no sois bien
recibidos”. Para colmo, las primeras imágenes de los holligans turcos llegando
a Francia (no tanto de Turquía como de Alemania y de la misma Francia en donde
la comunidad turca es numerosa), ls muestran alardeando de puñales, cadenas y machetes.
Se da la circunstancia de que en
Niza, en donde tendrá lugar en encuentro España-Turquía, el equipo anfitrión,
el OC Nize, tiene una hinchada alineada con el mundillo ultra. A esto hay que
añadir que esta hinchada –y en realidad, toda Francia que aún conserva la
memoria- recuerda que hace menos de un año, en el encuentro Turquía-Grecia que
tuvo lugar poco después de los atentados islamistas de París, los ultras turcos
pitaron en el minuto de silencio por las víctimas del crimen yihadista,
mientras se oía el consabido “Alla akbar” (Alá es grande).
Se da otra circunstancia que va a
agravar el encuentro España-Turquía. El principal rival del OC Niza es el
Olympique de Marsella. Quizás valga la pena recordar que Marsella es hoy una
ciudad islamizada por completo y la hinchada de este equipo está formada por
ultras de origen magregí que, para colmo, se declaran antirracistas y antifascistas.
De hecho, en encuentros internacionales en los que participaban selecciones y
equipos europeos contra selecciones turcas o magrebíes, ya se han producido
incidentes de gran violencia.
Cuando tuvo lugar el encuentro
Turquía-Croacia el pasado 12 de junio en el Estadio del Parque de los Príncipes
de París, la policía se vio obligada a “filtrar” a los hinchas de ambos equipos
para evitar incidentes, a pesar de que no pudieron evitar peleas y choques en
los accesos al estadio, especialmente en los vagones y las estaciones de Metro.
En múltiples ocasiones, no ya las
hinchadas ni los holligans organizados en grupos ultras, sino incluso el
público asistente de origen magrebí ha pitado al himno francés en los
encuentros internacionales celebrados en ese país, tratándose en muchos casos
de “inmigrantes de tercera generación”, lo que demuestra a las claras su grado
de “integración”. De todas formas, las pitadas solamente indican eso, la
integración, pero lo que está ocurriendo ahora es mucho más grave: los partidos
de fútbol empiezan a ser la excusa para desarrollar episodios de guerrilla
urbana cuyo carácter es a la vez étnico, social y religioso. No en vano, cada
vez son más los que, reconocen que Francia se encuentra a un paso de una guerra
civil que será a la vez, racial y social.
Para confirmarlo, ayer miso Lorri
Abballa, asesino ayer, 13 de junio en Magnanville, Yvelines, a una pareja de
policías en nombre del Estado Islámico. Abballa había sido condenado en 2013
por su implicación en una red islamista, en copañía de otros siete yihadistas.
Las víctimas, asesinadas a cuchilladas, fueron un comandante jefe adjunto de la
Policía judicial y su compañera que resultó degollada con la misma arma. Para confirmar
que no se trataba de un asesinato común, Larossi Abballa grito el consabido “Allá
Akbar”. El mismo grito que utilizarán los holligans turcos como amenaza en el
encuentro contra España.