lunes, 20 de junio de 2016

DOSSIER: EL FÚTBOL: CANAL PARA LA ISLAMIZACIÓN DE EUROPA (1 de 8)


La pregunta no es nueva, se la formulaba hace diez años un digital cuando titulaba así un artículo: “Las superestrellas musulmanas del fútbol se convierten en los mejores embajadores del Islam en Occidente”. Eran los tiempos en los que los musulmanes residentes en Francia se interesaban por las dos superestrellas musulmanas del fútbol de la época: Zinedine Zidane y Frafnck Ribery que habían destacado en los mundiales. Zidane había arcado el gol que llevó a Francia a la final. En el mundial anterior (1998) Zidane había marcado dos de los tres goles que dieron como vencedora a Francia contra Brasil. Y en el Mundial de 2006, ya había jugadores islamistas en el equipo holandés (Boulahrouz Khalid y Van Persie Robin) y en el sueco (Ibrahimovic Zlatan). Eran los tiempos en los que solamente unos pocos alertaban sobre la islamización de Europa. En los últimos diez años, muchos han empezado a ver que la presencia, cada vez más masiva de islamistas en los equipos de fútbol era algo más que un signo de multiculturalidad: era la muestra más “digerible” de la islamización de Europa.

Este dossier va sobre la islamización en el fútbol europeo que es inseparable de la islamización creciente de todo nuestro espacio cultural. El islam no es una religión como otra cualquiera: es la única religión por la que se mata y se mueve en este momento. No hay otra que tenga esa problemática característica. Esto hace que el proceso de cambio étnico-cultural-religioso que se está produciendo en estos mismos tiempos en Europa tenga una componente problemática. El aspecto que suscita más resistencias es la construcción de mezquitas; sin embargo, el que se produce de una manera más sutil es la islamización del fútbol europeo: en efecto, se cree que los aficionados pueden tolerar mejor a un islamista que juegue en “su equipo”, mientras éste vaya ganando los encuentros. Pero, especialmente en Francia, en donde ya apenas quedan jugadores de origen galo en la selección nacional, han empezado a plantearse si éste también es otro vehículo de islamización. Nosotros pensamos así y pensamos también que s un síntoma de la creciente pérdida de identidad del continente.

Así están las cosas en el fútbol en este momento…


I. LA ACTITUD AMBIGUA DEL ISLAM ANTE EL FÚTBOL

Ninguna otra religión se plantea adoptar posición alguna ante el deporte. Solamente el islamismo tiene una. En realidad son dos: una en Europa y otra en determinadas zonas.

El islam subsahariano, por ejemplo, es particularmente beligerante contra el fútbol. Cuando los mundiales de 2010, la agencia Reuters informó que militantes musulmanes mataron a dos personas y arrestaron a doce más por haber visto el Mundial de Fútbol. La noticia añadía: “El fútbol es el deporte favorito del mundo y en la mayoría de los casos, aporta unidad y armonía a las naciones. Sin embargo, el Islam no aprueba la vestimenta que llevan los jugadores. Y, por supuesto, los radicales musulmanes desaprueban el juego”.

En Somalia existía la guerrilla de Hizbul Islam luchando por un Estado Islámico y por la implantación de la sharia. Este grupo atentó contra los espectadores del Mundial causando dos víctimas. Eran dos más que se unían a las 21.000 que había causado hasta entonces la guerra civil desatada por grupos islamistas y que acarreó también el desplazamiento de medio millón de personas.
Otro tanto ocurrió en Uganda. Mientras en España el país estaba paralizado por la evolución de nuestro equipo en los mundiales, el grupo islamista Al Qaeda atentó en Kampala, capital de Uganda, en un club mientras cientos de personas veían esos mismos partidos de fútbol. Balance: 49 muertos. No muy lejos de allí, el grupo islamista somalí Al Shabab, emitió una fatwa prohibiendo ver los partidos de fútbol del mundial y decapitó a dos hombres que fueron sorprendidos siguiendo el campeonato.

Pero el islam es A y no-A a la vez. Puede ser extremadamente cruel y sanguinario en una zona y en otra tolerante y amable. ¿A qué se debe? A que en las primeras zonas domina y en las segundas está todavía en inferioridad de condiciones. En 2006, en Europa era todavía débil: por eso no existían atentados terroristas en Europa y por eso, el islam europeo se mostraba extraordinariamente receptivo y entusiasta ante los jugadores islamistas que participaban en encuentros internacionales encuadrados en equipos europeos.

Y es que para el islam hay tres situaciones: cuando se encuentra en inferioridad estratégica (entonces debe ganar amigos), cuando se encuentra en situación de equilibrio de fuerzas (alternar el palo y la zanahoria) y cuando es hegemónico (mostrar su verdadero rostro: la intolerancia de la sharia). En 2006, se encontraban al final de la primera fase. Diez años después se ha entrado en la segunda: la fase en la que nos encontraos ahora. En esta se alterna el “palo” (atentados islamistas cada vez más frecuentes y problemas de orden público en los países y zonas más islamizadas: Francia, Bélgica, Reino Unido, Alemania…) con la “zanahoria” (muestras de multiculturalidad, tolerancia y… fútbol). Esta última fase concluye cuando un territorio es ganado completamente para el islam y se puede aplicar la “ideología del desierto” en forma de sharia.

En 2006, el público europeo, sin fisuras, ni desconfianzas, aplaudía a Zidane y le perdonaba el innoble cabezazo que propinó al jugador italianos Materazzi al final del campeonato del mundo en el que Francia perdió ante Italia. El 53% de los franceses se puso al lado de Zidane en este episodio y el 78% consideraron a Zidane el mejor jugador del torneo. Franck Ribery fue hace diez años la otra figura islamista. Nacido en Europa se había convertido al islam. La web Islamonline escribió sobre él: “El ver a Ribery levantar sus manos y suplicar a Alá como hacen los musulmanes me hizo sentirme orgulloso”. Poco después, el propio Ribery explicó: “El Islam es la fuente de mi fuerza, ya sea dentro o fuera del campo de juego”.

Era lo que necesitaban los “progresistas” europeos para cantar sobre las virtudes del islam y la modélica integración de esta religión en Europa. François Brugat, por ejemplo, aprovechó para escribir que los jugadores islamistas “Están dando un buen ejemplo sobre la naturaleza del Islam y sirven como modelos para otros musulmanes”, añadiendo: “La elección de Zidane como la personalidad más popular de Francia es un paso en esa dirección. Un futbolista puede tener una inflencia mayor que un sabio o un predicador si ofrece un buen ejemplo a los demás”… Y ya, en el colmo, termina explicando lo que ocurrió cuando se encontraba en la mezquita de Aberdeen (Escocia) pronunciando un discurso: “El lugar de oración estaba inusualmente lleno de gente y me dijo que dos musulmanes que juegan en la liga escocesa estaban acudiendo a las oraciones del Ramadán”

¿La conclusión? “Los jugadores musulmanes en los equipos de fútbol europeos son una prueba de que su fe y cultura no suponen ningún obstáculo que impida su contribución al desarrollo de sus sociedades en todos los dominios”. Tal es la consignaemanada por Anas al Tikriti, entonces presidente de la Asociación Musulmana de Gran Bretaña, cuyas declaraciones fueron reproducidas por Islamonline: el fútbol “prueba que la religión musulmana es una forma de vida”

Por supuesto, no todos estaban de acuerdo: enfrente estaban los “islamofobos, xenófobos y racistas”. Poco antes se había producido la “intifada” en Francia durante los meses de octubre y noviembre de 2005 y ya había quienes alertaban sobre la explosiva situación que se encontraba el país. Guillaume Faye, en aquella ocasión, habló sobre la “guerra civil racial y social” que se percibía en el ambiente. Y Jean Marie Le Pen, entonces presidente del Front National criticó a la selección nacional señalando que “no era representativa de la sociedad francesa” y le resultaba imposible “reconocerse a sí misma en el equipo nacional”.

Cabe preguntarse por qué el islam subsahariano es más rigorista en materia de fútbol que el islam europeo o el islam de ciertas zonas árabes. La doctrina coránica nación en los desiertos de Arabia. Durante siglos, los mercaderes árabes habían convertido África en reserva para proveerse de esclavos de raza negra. Pero con el paso del tiempo, los mercaderes esclavistas dejaron paso a los misioneros del islam. En la doctrina coránica hay un desprecio notorio hacia la raza negra. Se conoce aquel cuento de las mil y una Noches en la que el protagonista, un negro, es recompensado por Alá por una buena acción… volviéndolo blanco. Así pues, es inevitable que el islamismo africano sea diferente al originario. Y no es raro que esa, diferencia, estribe en un mayor rigorismo (tal como los conversos al cristianismo en la Edad Media y en los Siglos XVI-XVII que para demostrar la sinceridad de su fe se convertían en “más papistas que el papa”) para demostrar por vía del radicalismo la fortaleza de su credo religioso.

En países como Mauritania o Malí, que marcan la frontera entre el mundo negro y el mundo magrebí, los fundamentalistas islámicos, han adoptado posturas contrarias al fútbol. La película Timbucktú (2014, Le chagrín des oiseaux), película rodada en Mauritania por Abderrahmine Sissako, evidencia la situación que se vive, AHORA MISMO, en aquel país: los fundamentalistas islámicos han prohibido el fútbol y los niños… juegan sin balón, esto es, con balones imaginarios, si quieren evitar los castigos corporales por esa “falta”…


Sin embargo resulta igualmente innegable que los grandes capitales árabes de la Península Arábiga y especialmente de Qatar se han orientado hacia la inversión en lo que es un buen negocio: el fútbol europeo. Un islam: tres situaciones estratégicas (minoritario, equilibrio de fuerzas y ofensivo) y dos interpretaciones (rigorista y oportunista)… Una estrategia de conquista de occidente y de creación de la Umma, la comunidad de los creyentes a nivel planetario.