La ciudad mártir de Dresde, bombardeada sádicamente en los
últimos días de la Segunda Guerra Mundial por la aviación anglo-norteamericana,
está siendo testigo de la reunión del Club Bildelberg en el Hotel
Taschenbergpalais. Desde el jueves hasta el domingo durarán las sesiones. Están
presentes dos primeros ministros, cuatro titulares de economía, la directora
del FMI y una vicepresidenta de la
Comisión Europea. ¿De qué hablarán en esta ocasión? Vale la pena recordar en
primer lugar qué es el Club Bildelberg. Hay muchas ideas erróneas y
conspiranoicas al respecto.
Bildelberg no es el Estado Mayor del Gobierno Mundial, es
otra cosa muy diferente. Se ha definido como “foro” de intercambio de opiniones
y de informaciones para que, quien asista –habitualmente figuras de la
política, la economía y la información- estén en condiciones de tomar posturas
y adoptar decisiones en sus campos y en sus países respectivos. Nada más. Dicho
de otra manera: los “barones de la economía”, es decir, las mayores
acumulaciones de capital del planeta, explican por donde van a circular sus
intereses en el próximo año. A los políticos se les insinúa lo que tienen que
hacer, porque de no hacerlo, los consorcios mediáticos, ligados a estas
acumulaciones de capital, los demolerán literalmente. Y, a los medios se les
indica cómo deben plantear la información. No puede extrañar que sea la
quintaesencia del “soft power”, con la cláusula de que quien se salga de la
sinfonía marcada recibirá un castigo “hard”. Bildelberg no lo controla todo:
pero sí, unos cuantos “barones del dinero” lo orientan todo.
En esta ocasión, lo que sigue preocupando es el tema de la
energía, su geopolítica y sus precios. Por eso han tomado la palabra el
director ejecutivo de BP, el de la Royal Dutch Schell y el vicepresidente de la
portuguesa Galp Energia. Vale la pena recordar que John Sawers, el hombre de BP,
antes de ocupar el puesto, fue jefe del MI6, el servicio de inteligencia británico
y antes aún, fue representante británico en la ONU. Aun hoy, a través de la
Macro Advisory Partners de la que es presidente –una consultora internacional
de inteligencia- mantiene relaciones y acceso a todos los servicios de
inteligencia de los países de la OTAN. Antes
del MI6, Sawers fue la eminencia gris del gobierno de Tony Blair y mucho antes
aún, empezó a trabajar en 1977 en el Ministerio de Exteriores. Cuando se
examina el historial de Sawers se percibe que ha estado en todos los lugares de
conflicto y en todos los centros de poder. A no olvidar, por ejemplo, que es
responsable de la Fundación Ditchley, cuyo objetivo es promover las relaciones
internacionales anglo-norteamericanas.
Con todo Sawers y el resto de los que presentan sus
ponencias en la reunión de Dresde son solamente los “ejecutores” de Bildelberg,
los gestores ejecutivos, no sus mentores que elaboran la lista de asistentes. Lo
mismo cabe decir de Henry Kissinger que no ha querido perderse el encuentro de
Dresde a sus 93 años. A pesar de su edad, la actividad de Kissinger es
desbordante en estos últimos tiempos: asesora al conservador británico George
Osborne y enlace con los neoconservadores norteamericanos. Donald Trump es
asesorado con Kissinger al que, históricamente, siempre le ha tocado tutelar a
los políticos de derecha, desde Richard Nixon.
Aún así, Sawers y Kissinger no pertenecen a la élite
financiera, son “eminencias grises” ejecutivas, el primer círculo que rodea a
los “señores de la economía”, entre los que se encuentra la monarquía holandesa
que figura en la cúspide de Bildelberg, no por sus raíces aristocráticas y
nobles, sino por la inmensidad obscena de su cuenta corriente.
Los problemas que este año planearán sobre el Club
Bildelberg son fundamentalmente tres: cómo resolver los desajustes de la
globalización iniciados en 2007 y que se traducen en reacciones imprevistas del
electorado, una de las cuales va a ser tratada exhaustivamente; nos referimos al
Brexit y a sus consecuencia (Bildelberg está contra la salida el Reino Unido de
la UE y por una defensa cerrada de la institución en su actual configuración).
La actitud de Rusia y de China van a ser tratados con detenimiento: ambos
países tienen otro modelo de globalización que no coincide exactamente con el
planteado por Bildelberg. En un mundo globalizado como el que pretende la
cúpula de Bildelberg, el hecho de que ni los capitales chinos ni rusos se
sientan partícipes de sus decisiones, sigue preocupando.
Pero seguramente una de las potencias más interesantes será
el de “Europa: migración, crecimiento, reforma, visión y unidad” cuyo título es
suficientemente significativo de lo que propondrá: aumentar los flujos migratorios
para disminuir el precio de la mano de obra en Europa y poder competir con
China, para atomizar las sociedades europeas y bloquear las tentaciones de
retorno al Estado Nación y al Estado del Bienestar que están apareciendo en el
continente europeo de la mano de “opciones populistas” políticamente
incorrectas.
Vale la pena ver lo que se filtra en los próximos días. De
todas formas, lo que no se filtre lo aplicará quien gane (o quienes ganen) las
próximas elecciones del 26-J. Así funciona Bilderberg: no obliga, sugiere
solamente. Y quien no cumple se convierte en muñeco del pin-pan-pun mediático.
© Ernesto Milá – info|krisis – ernesto.mila.rodri@gmail.com –
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