domingo, 19 de junio de 2016

BERGOGLIADAS: “LOS MATRIMONIOS SACRAMENTALES SON NULOS…”


Parafraseando aquello de Chiquito de la Calzada de “Te llamo Trigo por no llamarte Rodrigo”, nos negamos a que alguien que se llama Bergoglio y que tiene de Papa tanto como usted y yo, reciba el título venerable de “Papa Francisco”. Bergoglio y basta. El jefe de la iglesia está convencido de que la iglesia no sirve para mucho. Es la idea que suele repetir constantemente. La última bergogliada es notable pero se instala en el límite de la corrección política.

Acaba de decir que la gran mayoría de los matrimonios católicos que se celebran actualmente son nulos porque las parejas no comprenden realmente que es un compromiso de por vida… Lo explicó así: “Vivimos en una cultura provisional y por ello, gran parte de nuestros matrimonios sacramentales son nulos porque ellos dicen “si, para toda la vida”, pero no saben lo que dicen porque tienen otra cultura”. Era así como explicaba la “crisis del matrimonio”. Lo peor fue que la agencia vaticana que transcribió sus palabras cambió “una gran mayoría” por “algunos”, consciente de que la “infalibilidad papal” había quedado en evidencia. Sectores conservadores de la Iglesia han calificado la bergogliada como “una afirmación extraordinaria, irresponsable y ridícula”.


Sorprende en primer lugar que Bergoglio en su tarea pastoral no recuerde la importancia de la fidelidad a la palabra dada y que considere que la ruptura de una promesa no es nada más que “otra cultura”. El problema no es que esto afecte al matrimonio (que no fue sacramento sino hasta el concilio de Trento y que antes era una unión bendecida por la Iglesia), sino que por esa misma regla de tres se puede aceptar que cualquier deslealtad (hacia la patria, hacia la familia, hacia la propia identidad, etc.) es también disculpable porque quien la realiza ignora qué es eso de la fidelidad o la palabra dada.

¿Acaso el sacramento de la confesión no es “nulo en su gran mayoría” porque la misma personal incapaz de saber lo que es la lealtad ignora también lo que es el arrepentimiento y en el “propósito de la enmienda” y qué decir del bautismo en la que el bautizado ni se entera… ¿Acaso la gente no acudirá a votar masivamente el próximo 26-J sin saber en su “gran mayoría lo que implica su voto y las consecuencia del mismo?


La frase de Bergolio sería admisible en una discusión de taberna, pero no para el líder de una institución bimilenaria. No es que el criterio de Bergoglio sea erróneo (¡claro que los cónyuges se juran fidelidad hasta la muerte sin ser conscientes de lo que implica!), el error está en quién lo dice y cómo lo dice: porque si su criterio es cierto, inmediatamente, se trata de remediar tal situación y modificar el ordenamiento de la Iglesia en relación al matrimonio, y, además, de lo que se trata es de llegar a las últimas consecuencias del análisis: no solamente la “gran mayoría” ignora lo que es la fidelidad a la palabra dada, sino que es incapaz de entender lo que es la “palabra dada”. ¿No sería mejor reconocer que estamos ante una “crisis de civilización” y no atribuirlo todo a la pertenencia a “otra cultura”?