domingo, 26 de junio de 2016

GANA LA ABSTENCIÓN, GANAN LOS CORRUPTOS FRENTE A AMATEURS (22:00 horas)


Del “sorpasso” de Podemos al PSOE al “sorpresazo” (todas las encuestas han fallado estrepitosamente, incluso las realizadas a pie de urna): los “viejos partidos” mejoran sus escaños y los “nuevos partidos”, no logran avances significativos, sino todo lo contrario. En otras palabras: el “frente de los corruptos” se refuerza, mientras que el “frente de los aficionados” (hooligans de Podemos y centristas de Cs) se debilitan. El voto cerril tradicional ha ganado sobre las esperanzas tenues en el cambio: la abstención ha afectado más a los segundos y poco a los primeros. Falta, claro está, ver los restos de cada circunscripción electoral y el efecto de los votos por correo.


La abstención sigue siendo la opción preferida por los españoles. Incluso el voto en blanco y el voto nulo han aumentado en relación a diciembre.

La victoria es de Rajoy, al menos a las 22:00. No tanto por su campaña electoral, como por su actitud durante las negociaciones para formar gobierno y negarse a presentar en el parlamento una propuesta que, sin duda, hubiera sido rechazada. El electorado centrista, ha retornado al PP.

Ciudadanos se da cuenta, tardíamente, de que el centrismo es la ambigüedad. Y todavía les podría haber ido peor a tenor de la mala campaña realizada. Cs fue algo en Cataluña mientras que su programa se basaba en un único punto radicalmente claro: “no a la independencia”… Así arrancó Cs. Pero luego, cuando a este punto se añadieron otros ambiguos, mal definidos o contradictorios, especialmente en materia económica, el partido no tenía más atractivo que el perfil de chico bien de Rivera y algún que otro rostro femenino atractivo. El resto, estaba próximo al cero absoluto.

De momento, la unión entre Podemos e Izquierda Unida no parece haber llevado a un aumento de votos de la fusión (la unión no siempre suma, ni multiplica, a veces, previene, alarma y resta). Quienes creían que Podemos era la “nueva izquierda” vieron, horrorizados, como se fusionaban con los profesionales de la memoria histórica, los últimos resentidos de la guerra civil y con un sector poco atractivo para las nuevas generaciones. Por otra parte, Podemos ha dado muestras de ser un pozo de inmundicias: mala gestión de los ayuntamientos que gobiernan, amateurismo, radicalismo de las bases que contrastaba con la imagen que querían dar sus dirigentes, y responsables regionales de mala o malísima calidad, en ocasiones, incluso, esperpénticos.

¿Qué ha hecho el PP para vencer? Nada. Ese es el secreto: Rajoy ha preferido hacer poco y proponer menos: que sean otros los que metan la pata. El PP bastante tiene con la acumulación de casos de corrupción, como para dárselas ahora de honesto: no era creíble. Así pues, Rajoy ha optado por generar miedo en el electorado y el resto le ha venido dado por otros: por la incompetencia de Cs que le ha devuelto sus votos, con el radicalismo de Podemos que ha movilizado el miedo de la derecha y con las vacilaciones del PSOE .

¿Se ha salvado el “soldado Sánchez”? De momento va perdiendo un escaño en relación al 20-D. No es el desastre que auguraban las encuestas, pero ahora el problema es de orientación, porque la pelota está en el tejado del PSOE: pactar con el PP o tratar de pactar con Podemos y Cs. Para lo primero –que sigue siendo la opción  más razonable desde el 20-D: el “frente de los ancianos”, “la gran coalición”, los defensores del “viejo orden”- el “soldado Sánchez deberá afrontar problemas en el interior de su partido. Lo segundo parece improbable: Cs no está en condiciones de nada, ni pactar con el PP (que debía haberlo hecho en la anterior y corta legislatura, ahora ya es muy pequeño para poder sacar una “buena tajada”); y Podemos y Cs siguen siendo incompatibles. Por lo tanto, la opción más viable sería una “gran coalición” en donde Sánchez fuera desplazado por Susana Díaz.

De lo que no cabe la menor duda es que el partido mayoritario es el PP, ha ganado en escaños y en porcentaje (y veremos si también ha ganado votos).

El gran derrotado es Cs y, por supuesto, las esperanzas de Podemos. Ambos se “atascan”, literalmente. Tanto Rivera como Iglesias van a tener que moderar sus maximalismos: estas elecciones los han redimensionado al nivel de “aspirantes permanentes” (son ya dos elecciones generales en las que han participado).

Los “viejos partidos”, en su conjunto, suben. Y los “nuevos partidos”, bajan. La salud del sistema constitucional español se demostrará en las próximas semanas: o bloqueo institucional y nuevas elecciones o coaliciones inestables o gobiernos en minoría aún más inestables.