jueves, 16 de junio de 2016

EL FRAUDE EN LAS ELECCIONES AUSTRIACAS FUE MASIVO


Una semana después de las elecciones presidenciales austríacas del pasado 22 de mayo, Hans Christian Strache, presidente del FPÖ, denunciaba las irregularidades que se habían cometido en las votaciones y en el recuento de los votos, manifestando que, de confirmarse, el partido presentaría una denuncia ante los tribunales. Pasados unos días el 5 de junio, el FPÖ cumplió lo prometido. Poco a poco se han ido sabiendo algunas características del fraude que marcan el camino a otros regímenes para bloquear el ascenso de los identitarios. No solamente hubo fraude, sino fraude masivo.
Lo apretado de los resultados (50,3% de los votos para Alexander van der Bellen, candidato de una heteróclita coalición ecolo-izquierdista y un 49,7 para el candidato del FPÖ) hace que el porcentaje de votos fraudulentos fuera decisivo. El pasado 8 de junio, Strache, presentó un informe de 150 páginas al Tribunal Constitucional austríaco, en el que se presentaban lo que se calificaba como “numerosas irregularidades y disfuncionamientos en el recuento de los votos”. Obviamente, la parte más impugnada eran los votos por correspondencia que fueron los que dieron la victoria al candidato ecologista, mientras que el recuento en las urnas había dado la victoria a Hofer, candidato del FPÖ. Las irregularidades afectan a ¡97 de las 117 oficinas de voto regionales! que recibieron dichos votos por correo. Al menos 573.000 votos  fueron contrados antes de que los representantes de la Comisión Electoral estuvieran presentes para garantizar la limpieza del proceso.

El objetivo de esta denuncia formulada por el FPÖ es que se repita el recuento de votos por correo con garantías suficientes. Para ello, el Tribunal Supremo debe dar una sentencia favorable, constatar que la ley ha sido violada y conculcadas las garantías electorales en detrimento del FPÖ y, finalmente, reconocer que el resultado final de las elecciones habría cambiado, lo que parece evidente si tenemos en cuenta el estrecho margen que dio la victoria al candidato ecolo-izquierdista. La sentencia puede demorarse un año.
El hecho de que en estas elecciones, el número de votos recibidos por correo fuera inusual e inexplicablemente alto y que, habitualmente, en todas las consultas electorales anteriores, los votos por correo se repartieran entre todas las candidaturas presentadas, casi simétricamente, a los recontados al abrirse las urnas, cuando en esta ocasión beneficiaran masivamente al candidato ecolo-izquierdista, da que pensar sobre un fraude masivo en el voto por correo, que sienta un grave presente, especialmente para las próximas elecciones presidenciales francesas de 2017.
La campaña del FPÖ se realizó bajo el lema “Austria primero”. La campaña que hubiera dado la victoria a este partido de no mediar el fraude electoral masivo, se centró en la denuncia del multiculturalismo, la inmigración masiva y la globalización. El apoyo masivo de la candidatura de Norbert Hofer se debió al rechazo creciente del electorado hacia el desinterés o la inconsciencia demostrada por el resto de partidos “del stalishment” ante el proceso de pérdida de identidad austríaca, el aumento de la violencia en la calle y la delincuencia y la falta de respuesta de los poderes públicos.
Lo más sorprendente es que el fraude en la segunda vuelta de las elecciones austríacas estaba en el aire al conocerse los resultados. Obviamente, los partidos que han gestionado Austria desde 1945, eran perfectamente conscientes de que en esta segunda vuelta había algo nuevo: la posibilidad de que la victoria se les escapara por primera vez en setenta años. No es que estas formaciones “no desearan” la victoria del candidato del FPÖ, es que esta “no podía” producirse. Nadie duda, ni en medios periodísticos ni políticos, que el 2 de mayo, los resultados electorales austríacos fueron falseados en beneficio del candidato ecolo-izquierdista, fraude en el que participaron funcionarios del Estado con el visto bueno de los estados mayores de los partidos del “stablishment”. El propio presidente de la República saliente, Heinz Fischer, debió reconocer al diario Die Presse el 2 de junio pasado que “deploraba la conculcación inaceptable de las reglas del derecho”.
Incluso el abogado constitucionalista Heinz Mayer, miembro del Comité de Apoyo para la elección del candidato ecolo-izquierdista, ha reconocido que se produjeron “negligencias inconcebibles” en el recuento de los votos por correo. En lo que respecta al presidente de la comisión electoral, Robert Stein, no supo cómo responder a las preguntas de los periodistas que le daban casos concretos de fraude, y solamente acertó a decir: “No podemos aceptar todos los reproches formulados por el FPÖ, pero sería también inconcebible que se pretenda que todo ha pasado conforme a las reglas constitucionales”… Finalmente, el escándalo ha debido ser reconocido por el mismo director de campaña del candidato ecologista, en el curso de unas declaraciones al diario Die Kronen Zeitung, quien ha estimado que los recursos presentados por el FPÖ estaban “justificados”.

El “stablishment” se resiste a ceder el puesto y está dispuesto a alterar los fundamentos mismos del sistema democrático. Encarcelamiento de los dirigentes de Amanecer Dorado en Grecia, fraude electoral masivo en Francia, asesinato de Pym Fortoune en Holanda… la pregunta es: ¿Qué harán en Francia para las presidenciales del 2017?