miércoles, 29 de junio de 2016

LO QUE QUEDA DEL “PROCÉS” TRAS EL 26-J


Cuando ganó la selección española ganó los mundiales de fútbol, la alcaldía de Barcelona, multó a los jóvenes que manifestaban su alegría tocando las bocinas de sus coches, algo que jamás han hecho ante un victoria del CF Barcelona… El fútbol es una banalidad social, pero los equipos municipales soberanistas tienen sus preferencias: siempre el Barça, nunca la selección nacional. Y lo han vuelto a demostrar: por orden del ayuntamiento, la Guardia Urbana de Barcelona ha denunciado a la plataforma “Barcelona con la Selección” por haber instalado sin autorización una pantalla en la plaza de Cataluña de Barcelona para ver el partido de España contra Italia.


Y la gracia es esa: que los organizadores tenían permiso de la Consejería de Interior de la Generalitat para una “concentración”, pero no para instalar una pantalla. Hay que decir que la pantalla no era una de esas megapantallas que acompañan a los conciertos de las estrellas de rock, sino una modesta pantalla que apenas pudieron ver unas mil quinientas personas, instalada sobre un camión. Y, para colmo, aparecieron problemas técnicos que impidieron ver la imagen en la primera parte… No es raro que, durante la concentración de la Plaza de Cataluña algunos espectadores gritarán “Colau, canalla, queremos la pantalla”. Sutilezas jurídicas aparte, está claro que para el ayuntamiento de Barcelona, presidida por la coriácea Ada Colau, existen “dos pesos, dos medidas”.

Esa actitud es lo que hace que la posición de la Colau y de su partido en materia soberanista sea extremadamente ambigua. No van más allá de aceptar que se convoque un referéndum en el que ellos no tienen una actitud definida: no dicen si votarán sí o no a la independencia de Cataluña, sino todo lo contrario. Mal asunto, especialmente en tiempos en los que definirse es el mejor favor que puede hacer un “político” a los ciudadanos. De todas formas, en Cataluña, se tiene la sensación de que cuando se evita pronunciarse claramente ante el sí o el no a la independencia, es que se tiene miedo de la violencia de los independentistas y a la “incomprensión” de los medios amamantados por la Generalitat, pero que en caso de consulta real, en el secreto del sobre y de la cabina de votaciones, la opinión de los miembros de En Común Podemos, sería contraria a la independencia. Y en las pasadas elecciones, los vencedores –aunque magullados- fue En Común Podemos, mientras el voto independentista se contrajo y se confirmó el “sorpasso” y la pérdida creciente de vigor de CDC, que no sobrevivirá a sus múltiples problemas judiciales.

De momento, Artur Mas va a tener que responder ante la justicia, junto a Joana Ortega, vicepresidenta de la Generalitat e Irene Rigau, consejera de Enseñanza, por lo sucedido el 9N de 2014, el “botifarrendum”. La fiscalía les imputa delitos de “desobediencia, prevaricación y malversación de fondos públicos” y corren el riesgo de ser condenados hasta siete años de cárcel. La petición de archivo realizada por las defensas ha sido desestimada.

Homs, el rostro visible de CDC en la última campaña, es también investigado, a pesar de que, de momento, la trinchera del aforamiento, le salve temporalmente del banquillo. Homs es acusado de “Comportamiento  consciente e intencionado de indudable trascendencia para garantizar la celebración de la consulta suspendida por el Tribunal Constitucional”. Homs, era por entonces, “portavoz de la presidencia” y el gallito que desde la tribuna del Palacio de Gobierno de la Generalidad afirmaba con una seriedad pasmosa que su hija solamente veía TV3 (criatura…).

Para colmo de males, CDC obtuvo 8 escaños, pero perdió 80.000 votos y un punto, no alcanzando el 15% en ninguna circunscripción. Si se aplica el reglamento del Congreso de los Diputados, CC no tendrá grupo parlamentario propio. CDC apenas ha obtenido 20.000 votos más que el PP en Cataluña… cinco años después de ganar por mayoría absoluta las elecciones autonómicas catalanas: cinco años perdidos en el “procés”. Los avances de ERC (votos llegados de CDC y de CUP) no logran evitar la sensación de que el independentismo está socialmente estancado y electoralmente en recesión.

Así pues, cuatro elementos juegan en contra del “procés”: 1) el resultado de las urnas en España, que refuerza al PP y debilita a la única fuerza que hubiera podido apoyar la celebración de un referéndum soberanista en Cataluña, Podemos; 2) el retroceso del nacionalismo vasco (y, particularmente, del entorno etarra) que hace que el independentismo catalán no pueda tener un “balón de oxígeno” en el País Vasco; 3) los resultados electorales en Cataluña que han mermado el voto independentista y que, unidos al problema interior de la CUP, debilitan la fuerza social del independentismo; y 4) las medidas judiciales que ahora ya son algo más que un aviso, sino la convicción de que quien vulnera el ordenamiento constitucional puede perder algo más que la poltrona.

El “procés” está muerto y enterrado y sería bueno que sus impulsores lo reconocieran públicamente y pidieran a sus últimos mohicanos que retiraran de los balcones esos trapos descoloridos con el triángulo azulado que indican dónde vive alguien que se entera de lo que pasa...