Se acercan elecciones y en las
elecciones todo vale, incluso la inmoralidad y la mentira. Todo vale si logra
atraer un solo voto. Todo vale, especialmente para políticos degenerados y de
moralidad dudosa. No es, por tanto, extraño que en pleno período electoral, fuentes
del Ministerio del Interior sostengan la vinculación de 140 islamistas con la
CUP y con ERC… lo que tiene como resultado para las mentes sensibles y poco
críticas el “confirmar” que el independentismo y el islamismo son lo mismo, actúan
de común acuerdo y discurren por idéntica secta. Error en el mejor de los casos
y mentira, pura y simple, en el más habitual.
Primero Aznar y luego Zapatero
explicaron nuestra presencia en Irak el primero y en Afganistán el segundo para
“combatir el terrorismo”, con lo que se tendía a realizar una amalgama entre
ETA y… la insurgencia en esos países, cada vez más teñida de islamismo. Y, sin
embargo, los dos fenómenos no tuvieron nunca nada que ver. Ahora, el ministerio
del interior, ha redescubierto la fórmula. Era casi de cajón que lo hiciera…
Hay que situar las cosas en su
justa medida: una cosa es que ERC y la CUP sean islamófilos y, en su
papanatismo irreprimible vean en el islamismo implantado en Cataluña a un
aliado y otra muy diferente el que la otra parte, los islamistas, consideren al
independentismo como su hermano natural. De hecho, el primer y gran problema
del soberanismo catalán es la imposibilidad de una Cataluña independiente que, literalmente, se la comerían los islamistas a corto (o cortísimo plazo).
Hasta ahora, el soberanismo
catalán ha intentado hacer de los inmigrantes, y de los islamistas en particular, a “nuevos
catalanes” como lo hizo antes con los ciudadanos procedentes de otras regiones
del Estado. Obviamente, los soberanistas no han advertido una “pequeña
diferencia”: entre un murciano y un catalán, entre un gallego y un catalán
existe una contigüidad antropológica y cultural, mientras que con un inmigrante
magrebí o subsahariano, lo que hay es una brecha antropológica y cultural. Sólo
el tiempo disipa las quimeras y las fantasías y al soberanismo catalán le queda
mucho por sufrir y por experimentar en este terreno.
Sobre Terra Lliure y las
mediocridades soberanistas que participaron en lo que fue casi un juego de
niños, cabe recordar que esta organización fue prácticamente inofensiva salvo para sus
propios militantes que tenían la mala costumbre de que les estallaban las
bombas que manipulaban en las manos (tres muertos propios y una víctima
involuntaria causada en el curso de un atentado). Si no los llegan a detener,
hubieran terminado todos haciéndose daño. El terrorismo no ha sido nunca un
peligro en Cataluña y el soberanismo nunca ha tenido más garras que las de un
minino recién nacido.
Negamos que en Cataluña haya
existido terrorismo digno de tal nombre. En realidad, ha sido un simulacro, lo
más habitualmente un juego de niños, lanzados por “armadores” y capitanes araña
que tuvieron a bien situarse en la sombra. Nada más. En Cataluña no ha habido
más terrorismo que el de ETA y del GRAPO, ayer. Y hoy no hay más redes
terroristas que las islamistas. El resto es pura ficción.
Pensar en la colusión entre ERC y
la CUP con el terrorismo islámico no pasa de ser un recurso pre-electoral, apto
solo para votantes poco críticos y que satisface puntos de vista simplistas y conspiranoicos.
La realidad, está en otro lugar. Ambos partidos, por muy islamófilos que se
presenten olvidan el hecho esencial: la extrañeidad del islamismo en Cataluña y
su inintegrabilidad en la sociedad catalana (como no se ha integrado en lugar
alguno de Europa).