El caso ha sorprendido por lo que
de insólito tiene, incluso en los EEUU, donde se ha generado la noticia. Un
curso de literatura inglesa ha sido abolido en la universidad de Yale porque
solamente aludía a autores… blancos. El curso debía de celebrarse durante dos
semestres y era obligatorio para todos los estudiantes que eligieran literatura
como materia principal. Un grupo de estudiantes –sobre cuyo grupo étnico no se
dice nada, pero que, indudablemente, eran “políticamente correctos” (la
estupidez no es patrimonio de ninguna raza sino que es un atributo
consuetudinario de la progresía). Increíble, pero cierto. La fuente originaria
es el diario francés Le Monde que lo
justifica de esta manera: “los ocho
poetas que incluía el programa eran todos hombres blancos: Geoffrey Chaucer,
Edmund Spenser, William Shakespeare, John Donne, John Milton, Alexander Pope,
William Wordsworth y T. S. Elliot” (echamos a falta a Ezra Pound, pero esta
es otra historia).
El mismo rotativo se limitaba a
reproducir la declaración de uno de los promotores del boicot a este curso (que
finalmente fue abolido): “Es inaceptable que un estudiante de Yale que desee
estudiar literatura inglesa no lea más que autores blancos. Pasar un año
siguiendo un curso donde la aportación literaria de las mujeres y de las gentes
de color herir a todos los estudiantes cualquiera que sea su identidad. Los
cursos sobre los grandes poetas de lengua inglesa instauran una cultura
particularmente hostil a los estudiantes de color”…
Lo peor del progresismo es,
precisamente, que instaura una cultura de la incultura e impone lo
políticamente correcto en lugar del sentido común. Es cierto que existe algún
poeta africano que se expresó en inglés (el zulú H.I.E. Dhlomo, sin ir más
lejos) y que en la India algunos poetas del siglo XX se expresaron en inglés
(Tagore)… pero de ahí a compararlos con un Shakespeare o con un Eliot, parece
excesivo. Y, por otra parte, ¿qué habrá que hacer con los cursos de literatura
clásica? ¿abolirlos simplemente? ¿Olvidar a Homero, destruir las obras de Hesiodo,
declarar fuera de la ley los libros de Séneca o de Jenofonte, quemar la
literatura alejandrina…? Y en cuanto al romancero español, ¿denunciarlo por
xenófobo y racista?
Soplan malos tiempos para la
cultura… especialmente para la cultura europea. Es el tiempo del absurdo y de
la estupidez. Y algunos hasta se molestan en razonarla.