Resumir en 45 minutos un tema como éste no es sencillo. Y hacerlo de forma escrita, tampoco. Hace unos meses y a la vista de que tenía que dar varias charlas, opté por elaborar un “guion”, al que no siempre me he atenido, pero que, en cualquier caso, resume las líneas maestras de lo que trataba de comunicar. Creo que puede interesar como resumen de las “megatendencias” que estamos sufriendo en estos años y que ayudará a entender los mecanismos de la modernidad, sus objetivos, sus tendencias y sus organismos.
* *
*
Cuando me preguntaron
sobre qué tema podría hablar propuse inmediatamente el transhumanismo. Y esto
por un motivo: tengo fresco por haber dado varias charlas en relación al cine. Mi
papá ya me lo había advertido: “No hables nunca de aquello que no conoces
bien”. Películas como los clásicos 2001 Una Odisea espacial, Blade
Runner o las más recientes Alita: ángel de combate, Ghost in the Shell,
y, sobre todo, Trascendence de Johnny Deep, etc., abordan precisamente
la temática transhumanista.
Pero luego pensé que
algunas de esas conferencias ya están colgadas en redes sociales, así que lo
esencial del tema era materia conocida, por lo que decidí que sería bueno
reorientar la cuestión.
Mirad: siempre me ha
preocupado entender mi tiempo, la naturaleza de la época en la que estaba
viviendo. Y esto, ahora que tengo 69 años, siempre ha requerido cierta
necesidad de observar los principales movimientos de la realidad. Esta es
cambiante: por ejemplo, cuando algunos dicen “la masonería MUEVE el mundo”…
aunque más valdría decir: “la masonería MOVÍA al mundo”; fue el artífice
de todas las revoluciones liberales, pero estas quedan ya muy lejos. Hoy, la
masonería sigue teniendo algo de fuerza por aquello de que, donde ha habido
mucho, siempre queda algo, pero es una organización residual y arcaica. Otros
dicen “el marxismo cultural domina la escena en Europa”. Error, eso
ocurrió en otro tiempo. Lo que hoy se llama “marxismo cultural” tiene de
marxismo solamente su aspecto materialista (que, por cierto, es común a
cualquier otra tendencia de la modernidad).
No ocurría así en los años 60 y especialmente en los 70. En los 80, el
marxismo, como ideología, y el bolchevismo como su práctica, pasaron al
basurero de la historia. Hoy no podemos examinar la realidad con la lógica de
la guerra fría (como hace la OTAN), ni siquiera con la situación creada tras la
caída del Muro de Berlín, ni aún con la perspectiva del 11-S de 2001, ni
siquiera con la de la crisis económica de 2007-2011.
Precisamente, cuando
remitió la crisis, apareció el cuadro en el que hoy nos movemos y que está
dominado por tres elementos:
- de un lado por las teorías sobre la Cuarta Revolución Industrial [a partir de ahora 4RI] lanzadas en 2015 por Helmuth Schwab, presidente del Foro Económico Mundial.
- pero esas ideas no eran suyas, sino que habían surgido en medios marginales, en lo que se ha llamado transhumanismo. Schwab las adaptó y las hizo presentables.
- pero las ideas sobre la 4RI no podían ser aplicadas por el Foro Económico Mundial, así que fueron asumidas por la ONU para ser directrices de aplicación obligatoria para todos los gobiernos en lo que se ha llamado Agenda 2030.
Y aquí, estamos ante un
círculo cerrado: ideología de la revolución industrial – transhumanismo –
Agenda 2030. Si entendemos lo que son estos tres conceptos, entenderemos por
dónde circula la modernidad.
Y solamente
entendiéndola estaremos en condiciones de responder a ella.
Porque este conjunto de
ideas marca una línea divisoria: o se está a favor o se está en contra.
Existen, por supuesto, como veremos algunas líneas grises, pero el
radicalismo de este conjunto de ideas es tal que se sitúa por encima de las
derechas y de las izquierdas, hasta el punto de que quienes estamos en contra
debemos considerar que este núcleo duro de la modernidad es el ENEMIGO
PRINCIPAL Y QUE CUALQUIERA QUE NO COMPARTA ESTAS TEMÁTICAS, EN PRINCIPIO, ES MI
“COMPAÑERO DE VIAJE”.
Por tanto, esta charla
no es solamente teórica o expositiva. Conduce necesariamente a tomas de
posición políticas y busca clarificar tales posiciones.
Vamos a pasar revista a
las tres grandes corrientes de la posmodernidad para ver que están unidas
1.- EL TRANSHUMANISMO,
PREVIENDO EL FUTURO A PARTIR DE LA CIENCIA FICCIÓN
Como decía antes, mi
interés por el transhumanismo tuvo su origen a partir del cine de ciencia
ficción. Películas como Blade Runner, 2001 una Odisea Espacial, Ghost in the
Shell, Trascendence, El cortador de césped, etc, llevaban implícito un
mensaje que resulta incomprensible si no se tiene en cuenta este movimiento
cultural y sus orígenes. Matrix, en cierto sentido va en la misma
dirección. Pero hay decenas. Así que, un buen día, a través de la crítica
cinematográfica me topé con el “transhumanismo”. Antes, había colaborado con
revistas que se interesaban por las “ciencias de vanguardia”. Creo ser de los
primeros que publicó algo en España sobre nanotecnología y criogenización de
cadáveres, incluso entrevisté a los representantes de Alcor en Madrid, una
empresa dedicada a esta actividad. Pronto me di cuenta de que estas
“ciencias de vanguardia” y aquellas películas extrañas y cautivadoras, iban en
una dirección convergente. Pero no sería el final del milenio cuando el
término “transhumanismo” empezó a aparecer entre las vanguardias culturales.
Hoy es una “nueva
religión”, una especie de religión invertida que no mira al cielo para tratar
de ver algún dios, sino para viajar a otros planetas, que solo se arrodilla
ante los logros de la ciencia que siempre le parecen pocos, que rinde culto a
la innovación y que, en definitiva, tiene odio y desconfianza hacia lo humano.
Esta nueva religión tiene
sus “San Juan Bautista”, los precursores: los hermanos Huxley, el que fundó
la UNESCO y el que escribió Un mundo feliz, Aldous y Julien.
Tiene su “viejo
testamento”, formado por
- los escritos de Francis Galton y de los darwinistas del XIX que idearon la “eugenesia” inglesa;
- por la novela gótica estilo May Shelley y su Frankenstein o el nuevo Prometeo,
- por Stoker y su Drácula que ansía la inmortalidad a través de la sangre,
- por los discípulos rusos del filósofo Nikolai Fiódorov fundador del cosmismo,
- por Jekyll y Hyde de Stevenson, que se basa en la búsqueda de una droga que mejore las capacidades humanas;
- por el “evolucionismo cristiano” del padre Teilhard de Chardin;
- por la ciencia ficción de los años 50-60
Tiene sus apóstoles:
- Hans Movarec, investigador en
robótica y IA. Futurólogo H+. La “paradoja de Movarec” resalta la contradicción
entre lo fácil que resulta trasladar la razón a la computación, y lo difícil
que es el imitar las habilidades sensoriales del ser humano. Sostiene que los
robots evolucionarán en la década de 2030-40 hacia nuevas formas. Es el teórico
de la conexión cerebro-ordenador y del volcado del cerebro en la “nube”.
- Marvin Minsky, padre de la
Inteligencia Artificial. De origen judío. En 1951 creó el primer simulador de
redes neuronales artificiales. Fue consejero de 2001: Odisea Espacial y de
Jurasic Park. Sus escritos que puede leerse en su web en Internet anticiparon
algunos aspectos del H+. Toca muchos de los temas que luego desarrollaron el
resto de doctrinarios H+. Su obsesión era reemplazar el cerebro humano por la
IA que llegaría a ser mucho más eficiente y así salvar a la muerte.
- FM-2030, Fereidoun M.
Esfandiary, persa, futurólogo, fue el primer popularizador del H+, hijo de
diplomático iraní, en 1970 se cambió el nombre por el de FM-2030, para celebrar
su 100 cumpleaños esa fecha. Murió en 2000. Y para liberarse de las
convenciones. Vegetariano. Su mejor frase: “Tengo nostalgia por el futuro”.
Está conservado criónicamente en Alcor. Murió de cáncer a los 69 años. Fue el
primer gran misionero del H+
- Raymon Kurzweil, judío neoyorkino como
Minsky, director de ingeniería de Google. Especialista en IA. En 1999 escribió
“La era de las máquinas espirituales”, su última parte es de predicciones hasta
2099. Definió la “singularidad” y el proceso de aceleración y cambio
tecnológico. Vegano, toma 250 pastillas de complementos vitamínicos al día. Y
también vino tinto para evitar la oxidación. Cree que la muerte es una
enfermedad y que la vida eterna es el objetivo del ser humano.
- Max More, filósofo y futurólogo
especialista en impacto de las tecnologías emergentes. Fundador del Instituto
Extropiano (¿Qué es la extropia? Lo contrario de la entropía. El
concepto no existe en física). Después de disolver esta entidad asumió la
presidencia de ALCOR Life Extenxion Fundation que criogeniza cuerpos para revivirlos
cuando se encuentra el remedio a sus enfermedades.
- Nick Bostrom, premio de filosofía la
Escuela de Economía de Londres, transhumanista, pero que alerta sobre los
riesgos. Digamos que sabe hacia dónde se orienta la tecnología, lo estima, la
admira… pero también le teme, especialmente en el campo de la inteligencia
artificial. Fundó en 2005 el Instituto parta el Futuro de la Humanidad. En 2015
firmo con Stephen Hawking, Elon Musk y otros, una carta advirtiendo de los
peligros potenciales de la IA. Pero fue uno de los fundadores de HUMANITY PLUS,
antes “Asociación Transhumanista Mundial” que fundó con Pierce en 1998. Su
corriente podría definirse como “transhumanista moderada”, una especie de
puente entre el movimiento H+ y otros ambientes interesados en las nuevas
tecnologías (Klaus Schwab y el Foro Económico Mundial).
- David Pierce, filósofo británico,
típico H+. Autor de El imperativo hedonista, no está traducido.
Pertenece a la tendencia “hedonista” del H+: busca la “abolición del
sufrimiento”, lo que llama “proyecto abolicionista”, y que es el único
“imperativo moral” defendible. Esta abolición se realizará mediante drogas y
tecnologías de autoestimulación craneal. Es vegano. Y ha desarrollado la teoría
de que el medio ambiente se deteriora por culpa de los carnívoros.
- José Luis Cordeiro, venezolano, ingeniero,
economista y H+, hijo de españoles. Es de los defensores de que la tecnología
empuja hacia una era “posthumana”. Afirma que la muerte será “opcional” en el
2045.
Tiene su “nuevo
testamento”: libros escritos por todos estos pensadores y su Credo, “La
Declaración Transhumanista”, publicada en 2002 y que consta de siete
puntos.
Tiene sus dogmas y sus ritos:
1) La evolución no ha concluido. La diferencia es que, antes la evolución dependía de mutaciones y ahora el ser humano puede tomar la iniciativa y acelerar esa evolución.
2) La biología nos condena a muerte. La muerte ha sido hasta ahora el gran obstáculo para el progreso. Por tanto, hay que encontrar sustitutos a la biología. Estos sustitutos serán recursos de naturaleza tecnológica que iniciarán la ruta hacia la etapa última en la escala de la evolución.
3) El próximo peldaño de la evolución es mejorar las capacidades humanas en tres ámbitos: longevidad, inteligencia y bienestar, para alcanzar “superinteligencia”, “superfuerza” y “superbienestar”.
4) Estas tres “mejoras” podrán ser alcanzadas mediante el desarrollo de nuevas tecnologías, especialmente en el terreno de la genética, la Inteligencia Artificial, la nanotecnología, la robótica, la criogenia, la impresión en 3D.
5) Hoy ya se está trabajando en todos estos campos para crear un Ser Humano 2.0, que no es más que un desarrollo y prolongación de las ideas del eugenismo inglés del siglo XIX, apoyado por las nuevas tecnologías.
6) Dentro de poco será muy difícil distinguir entre “humanos” y “transhumanos” a medida que se vayan incorporaron prótesis artificiales, tratamientos genéticos, órganos impresos en 3D, por un lado, y, por otro, las máquinas gracias a la IA vayan alcanzando -hasta superarlo- el nivel de procesamiento del cerebro humano.
7) Las capacidades del cerebro podrán ser volcadas en la “nube” y “recargadas” en androides situados lejos para realizar determinadas gestiones, o bien, cuando el cuerpo biológico ya resulta irreparable, sustituirlo por un androide.
8) El cyborg, mezcla de humano y máquina, será un estadio intermedio entre la “etapa biológica” de la evolución y la “etapa post-biológica”.
9) El fin último de la evolución, su punto Omega, la “posthumanidad”, será cuando toda la humanidad haya dejado atrás su “fase biológica” y todos sus conocimientos se hayan volcado en la “nube” creando una especie de “conciencia universal”. El primer paso para llegar a la “posthumanidad” es la conexión cerebro-máquina. La segunda es “la nube” convertida en lugar de residencia de cada “conciencia” originariamente individual. La tercera, la fusión de todas las “conciencias individuales" en una “conciencia universal”. El costo de ser “superhumanos” es, pues, dejar de ser humanos. El coste del progresismo consiste en dejar de “creer en Dios”, para “jugar a ser Dios”, esto es, “pasar del Homo Sapiens” al “Homo Deus”.
Las asociaciones internacionales H+ cuentan con abundante financiación que excede con mucho las posibilidades de sus miembros. No es extraño: están apoyados por la Fundación Rockefeller, la Fundación Carnagie y la Fundación Musk, entre otras.
LA CUARTA REVOLUCIÓN
INDUSTRIAL DE KLAUS SCHWAB
En 2015, Klaus Schwab
publicó un artículo en Foreing Policy en el que aludía a la “cuarta
revolución industrial”. El artículo, a pesar de estar escrito por el
presidente del Foro Económico Mundial, no tuvo apenas repercusión y pasó casi
desapercibido. Schwab volvió a la carga el año siguiente, publicando un libro
con ese nombre. A partir de ese momento, pareció como si en todo el mundo, se
adoptara esa idea, incluso las Naciones Unidas se hicieron eco de sus
propuestas. De ahí, y de programas anteriores de la ONU (los “Objetivos del
Milenio”, los programas para recortar la población mundial, la idea
del “calentamiento global”), nació la “Agenda 2030”.
La idea planteada por
Schwab no era del todo frívola. Aludía a las tres revoluciones industriales que
se habían sucedido desde 1784 (la revolución del vapor que dio origen a las
primeras sociedades industriales), la segunda revolución, iniciada en 1870, en
la que se incorporan cadenas de producción movidas por electricidad y motores
de explosión. La tercera revolución industrial se iniciaría en 1969 con la
automatización, la computación y la aparición de los primeros chips.
A cada una de estas
“revoluciones” correspondían determinadas formas de organización de la sociedad:
- con la primera llegó la hegemonía de la burguesía, se afianzó el liberalismo, aparecieron las naciones propiamente dichas;
- con la segunda el sindicalismo, la producción en cadena, la democracia, la organización del trabajo, aparecieron formas tecnocráticas.
- con la tercera fue posible impulsar las sociedades multinacionales, se generalizaron nuevos medios de comunicación, empezó el “ocaso de las ideologías”, el sindicalismo perdió el pulso y se formaron grandes corporaciones industriales.
Por lo mismo, Schwab
augura la llegada de una “cuarta revolución industrial” basada en lo que llama
“tecnologías convergentes”, básicamente, ingeniería genética,
inteligencia artificial y nanotecnología. Estas técnicas han nacido
aisladas unas de otras, pero su propia dinámica interna tiende a hacerlas
converger en un todo que supondrá una revolución inédita hasta ahora.
Esta revolución estará caracterizada por algunas ideas-fuerza centrales que intentaremos resumir:
1) La cuarta revolución industrial es un desarrollo de la tercera, con la diferencia de que, mientras esta tardó 40 años en llegar a todo el mundo, la actual es de aplicación inmediata. Al mismo tiempo, mientras que la tercera afectaba especialmente al desarrollo de los microchips, la electrónica y las tecnologías de la información, la actual tiene una incidencia muy superior, afectando a prácticamente todos los órdenes de la vida humana. Schwab recuerda que en 2007 se lanzó el iPhone, pero en 2015 ya había 2.000 millones en todo el mundo.
2) La percepción de que las nuevas tecnologías generarán cambios en los modelos de vida, de producción y de disfrute de bienes y servicios. Schwab, en su libro, pasa revista a todas estas tecnologías que, básicamente, son las mismas que ha tenido en consideración el H+, pero podadas de sus consideraciones más extremas sobre la inmortalidad biológica y centradas en su terreno: las nuevas posibilidades de negocio y cómo realizarlos.
3) Schwab llega a conclusiones parecidas a las de los H+ cuando alude a las “tecnologías convergentes”, que han nacido de manera independiente, pero que terminarán, inevitablemente confluyendo: biotecnologías – inteligencia artificial – nanotectología. Esta convergencia hará que incluso debamos replantearnos lo qué es el ser humano y sus límites.
4) A diferencia del H+, Schwab utiliza una “narrativa amistosa”: en lugar de “cyborgs” o del fin de la evolución biológica, opta por aludir a la “fusión de sistemas biológicos, físicos y digitales”, “necesaria para el progreso de la humanidad”, fusión, gracias a la cual, “todos estaremos mejor y construiremos, juntos, un mundo mejor”, “ecológicamente sostenible”... A diferencia de los H+ que no se preocupan por refutar a quien les critican, Schwab si lo hace: en su libro, la última parte está dedicada a plantear los “aspectos negativos de la revolución tecnológica”, que refuta… pero solamente aquellos que ha elegido él, en absoluto los más evidentes: la irrupción de estas nuevas tecnologías generará cientos de millones de parados en un par o tres de años: cuando funcionen los coches autónomos en todo el mundo, 300.000.000 de taxistas irán al paro. Millones de puestos de trabajo mecánicos y de baja formación, serán sustituidos por robots. Y no habrá ninguna posibilidad de reciclarlos laboralmente, porque los empleos creados serán pocos y requerirán mucha formación técnica y especialización.
5) Schwab define “megatendencias”. Tres en concreto: físicas, digitales y biológicas. Las primeras estarán caracterizadas por la robótica avanzada, los vehículos autónomos, la impresión en 3D y los “nuevos materiales” a partir del grafeno (200 veces más fuerte que el acero, 1000 veces más delgado que un pelo). Las digitales girarán en torno al “internet de las cosas, al block-chain, a las aplicaciones móviles, y a la inteligencia artificial. Y, finalmente, menciona entre las biológicas la ingeniería genética y las medicinas personalizadas. Todo esto hará que exista una economía, una medicina, unos servicios “bajo demanda”. Para ello, será necesario que la tecnología que nos rodea no sea algo exterior a nosotros, sino que forme parte de nosotros.
6) Para poder gestionar el mundo tecnológico de la cuarta revolución industrial será necesario que las corporaciones propietarias de las nuevas tecnologías trabajen con los gobiernos y las instituciones mundiales para poder implementarlas. Esto, en la práctica, supone ir un paso más allá del viejo sueño liberal, “más mercado y menos estado”, es, a decir verdad, la subordinación de la política a aquellos que controlan las nuevas tecnologías.
7) Un aspecto muy extendido de esta revolución será la “economía colaborativa” (“no tenemos nada, pero podemos acceder a todo”), unas pocas centrales mundiales de comercio acapararán la venta de bienes a través de una logística sofistica con coches autónomos y drones. A partir del 2024-5 veremos cómo los robots empiezan a sustituir empleos convencionales. Los oficios de la construcción desaparecerán en grandísima medida, sustituidos por la impresión en 3D de casos cuyo precio se abaratará. Cambiará la dinámica productiva: no estaremos en un momento de cambio, sino que habremos entrado en una época de cambio permanente. La universidad deberá adaptarse a estos cambios (un estudiante recibirá una enseñanza tecnológica en los primeros años de carrera que ya estará obsoleta al titularse).
8) El modelo industrial cambiará radicalmente: la IA hará que sean posibles “fábricas inteligentes” que elaboren pedidos “bajo demanda”. No habrá ni obreros, ni sindicatos, ni staff directivo: la IA controlará no solamente el trabajo de los robots, sino que tomará decisiones inmediatas. En otros campos, la inversión, por ejemplo, los brókers desaparecerán -están desapareciendo- haciendo un bot (programa que realiza tareas repetitivas optimizando riesgos) el mismo trabajo gracias a la “big data” y al cálculo estadístico de probabilidades.
9) Existirán réplicas del mundo físico a las que se accederá mediante software y hardware específico. La “realidad natural” fue el patrimonio de las dos primeras revoluciones industriales. Durante la tercera, apareció la “realidad artificial”, en 1980, que fue desarrollándose, especialmente, a través del a industria de los videojuegos. Aparecieron simuladores de realidad virtual, los avatares (FB VR te crea tu avatar a partir de las fotos que tienes almacenadas), la proyección de imágenes reales, la “realidad mixta” (pantallas CSI, que está siendo trabajado por Microsoft Mesh y se basa en la proyección holográfica), la “la realidad extendida” (el Metaverso) que supone una inmersión total en un mundo paralelo electrónico y que se presenta como la “evolución natural de Internet”: de la escritura, se pasó a los fotos y videos y ahora llega el metaverso.
10) Schwab percibe claramente que existe un problema de capitalización entre las empresas de la segunda y tercera revolución industrial y las de la cuarta y ofrece estos datos: en 1990 las tres mayores empresas de Detroit tenían una capitalización de mercado combinada de 36.000 millones, ingresos de 250.000 millones y 1,2 millones de empleados. Sin embargo, las tres mayores empresas de Sillicon Valley en 2014, tenían 1,09 billones de capitalización, generaban los mismos ingresos, pero con apenas 137.000 empleados.
11) Así como una empresa tradicional precisa un gran capital, una empresa tecnológica no precisa depender exclusivamente de grandes inversiones, ni siquiera precisa de ellas. Luego hay otro elemento: la mayor empresa de taxis (UBER) no tiene un solo taxi, la mayor empresa de alquiler de inmuebles (AirBNB) no tiene un solo inmueble en propiedad, la mayor empresa de contenidos (FB) no aporta una sola noticia… WhatsApp apenas necesitó capital para crearse. El valor añadido de todas estas empresas es gigantesco. Son “empresas disruptivas”: adoptan nuevos modelos de negocio, rompiendo la oferta tradicional.
12) La aplicación de todas estas tecnologías corre el riesgo de “generar desigualdad”, “generar populismos incontrolables”, “generar trastornos sociales” y “reacciones neoluditas”. Schwab teme los retrocesos porque pondrían en peligro el fin último de su programa, el dominio de los consorcios sobre los Estados. Así pues, se trata de calmar a la población y demostrar que las ventajas de las nuevas tecnologías y del mundo al que nos encaminamos es superior a las disfunciones que pudieran aparecer.
13) Manejando un informe del FEM augura que “al ritmo actual de progreso, se necesitarán otros 118 años para alcanzar la paridad económica de género en todo el mundo”. Esta cifra remota contrasta con el problema inmediato: los puestos de trabajo que se perderán serán, por un lado, los que requieren bajos niveles de preparación profesional, y, por otro, aquellos que han sido ocupados tradicionalmente por mujeres. De ahí su interés en tranquilizar a estos grupos sociales.
14) La “salud del planeta” exige que las nuevas empresas sean “respetuosas con el medio ambiente”. Eso solamente, nos dice, se podrá lograr con la “economía circular” basada en el “reciclado”, en contraposición a la “economía lineal” que no tenía en cuenta el medio ambiente. Se basa en el “aprovechamiento de recursos” y en la “reducción de materias primas” para reducir la “generación de residuos”, “mejorar la eficiencia en el uso de agua” y “disminuir la emisión de gases de efecto invernadero”. Aquí hace una alusión al “internet de las cosas” y al “blockchain” que podría hacer más transparente, segura y fiable la información económica y datos de los Estados. En este punto, el libro ya se vuelve abracadabrante: las medidas “estrella” son “consumir menos electricidad”, “el consumo colaborativo” y soluciones poco sólidas.
15) Los gobiernos serán los que deberán realizar mayor esfuerzo para adaptarse a todos estos cambios. Y dice: “Se trata de algo particularmente importante dado que ocurre en un momento en el cual los gobiernos debe ser socios esenciales en la configuración de la transición hacia nuevos marcos científicos, tecnológicos, económicos y sociales”. Y advierte: “Muchos de los avances tecnológicos que actualmente vemos no son correctamente tenidos en cuenta en el marco actual regulatorio y podrían causar una ruptura del contrato social que los gobiernos han establecido con sus ciudadanos”. Son páginas antológicas que hay que leer entre líneas, pero que van en una sola dirección: la democracia formal debe proseguir como forma de mantener al ciudadano tranquilo; pero lo esencial es la convergencia entre las corporaciones y el Estado: “los gobiernos, en colaboración con la sociedad civil y las empresas, necesitan crear las reglas, los controles y los equilibrios necesario para mantener la justicia, la competitividad, la equidad e incluso la propiedad intelectual, la seguridad y la fiabilidad”. En las líneas para un “gobierno ágil” figuran las políticas de inclusión.
16) No oculta que, en principio, el gran problema de la aplicación de estas nuevas tecnologías será la “desigualdad”, y certifica el final de la clase media. Alude a que la técnica genera dos sensaciones: la de “empoderamiento” del ciudadano que hace y llega a cosas que antes no podía llegar ni hacer, y el “desempoderamiento” porque siente que su voto y su participación política, las elecciones, las instituciones, no sirven para nada.
17) Esta revolución industrial afectará a la forma de comunicarnos, de interrelacionarnos y también generará el problema de la gestión de la información pública y privada. Pero, concluye, que “nuestro bienestar mejorará, en lugar, de perjudicar”
Hasta aquí, los
contenidos más interesantes. A partir del capítulo 4º el libro de Schwab se
convierte en mero relleno, con algunas interpolaciones de la psicología
transpersonal (Maslov). En cuanto al apéndice es un conjunto de argumentos a
favor de los cambios que se aproximan, acompañado por algunos “aspectos
negativos” (obviamente, no están todos, ni siquiera los más estridentes) y por
porcentajes muy discutibles sobre su origen y su realidad. No hay
refutaciones a los aspectos negativos. Es, preferentemente, un catálogo de
ventajas que aportarán las nuevas tecnologías sin atender a sus aspectos
negativos.
La introducción de la
edición española ha sido escrita por Ana Botín y el capítulo de agradecimientos
ocupa dos páginas. Pero uno de estos agradecimientos llama la atención sobre
todos los demás: “También doy las gracias a la notable serie de líderes en
el campo del pensamiento que contribuyeron tan generosamente con su tiempo y
sus conocimientos a este asunto durante la Cumbre sobre la Agenda Global 2015
celebrada en Abu Dhabi”. Porque, en efecto, las tesis que presenta
Schwab son paralelas a las que han informado a la Agenda 2030. De tal manera
que puede decirse que son hijas de la misma madre.
LA AGENDA 2030 DE LAS
NACIONES UNIDAS
Vale la pena realizar un
distingo entre lo que la gente cree que son las Naciones Unidas o la UNICEF y
lo que son en realidad:
- Es habitual pensar que se trata de “foros” en las que todas las naciones están representadas en las “asambleas generales”.
- Pero, en realidad, son organizaciones vertebradas por sus propios funcionarios que, en su día a día, suelen actuar con independencia de las decisiones de sus “asambleas generales”.
Y estos “funcionarios”
tienen visiones propias y puntos de vista propios de sectas seudoreligiosas. De hecho, varios de
sus fundadores han sido miembros de sectas teosóficas. Robert Muller, por
ejemplo, trabajó desde 1945 hasta 1985 en la entidad y fue secretario general
adjunto de la ONU durante los mandatos de U’Thant, Waldheim y Pérez de Cuellar.
Es conocido como el “filósofo de la ONU”, pero era, en realidad, el que
organizaba la “agenda”. Aspiró en 1996 al cargo de secretario y fue nombrado
varias veces para el Premio Nobel de la Paz. Era miembro de “Lucis Trust” y de
“Buena Voluntad Mundial”, organizaciones creadas por una teósofa, Alice Ann
Bailey. No es un caso único. Escribió un “libro de sueños para el milenio”, con
7.000 sueños, en el que está inspirada la Agenda 2030 y antes, “los objetivos
del milenio”.
Cuando se fundó las NNUU
en 1945, allí fueron a parar funcionarios procedentes de ambientes para-masónicos
minoritarios, grupos ocultistas, todos ellos movidos por la idea de que la
creación de esa entidad había inaugurado la “nueva era de la luz”. La organización filial,
UNESCO fue creada a su vez por Julien Huxley, inventor del término H+ y cuyo
hermano Aldous escribió Un mundo feliz en el que describía de manera ambigua
ese ideal. Primero con Sean McBride (que favoreció especialmente a ONGs y,
especialmente, a Amnistía Internacional de la que había sido presidente) y
luego con Abou Mathar M’Bow (que redujo las actividades de la entidad a la
lucha contra el “racismo” y a las reivindicaciones del “sur” pagaderas por el
“norte”). Varios países -EEUU primero y luego el Reino Unido, Japón y otros-
suspendieron su afiliación a UNESCO a causa de estas orientaciones. Sin
embargo, la ONU ha tenido una existencia mas tranquila y esto ha permitido que
fuera su casta funcionarial la que “preparara” las sesiones, los estudios y las
iniciativas llevadas a la Asamblea General por parte de la Secretaría.
Es así como llegamos a
la Agenda 2030.
Primero explicaré un
poco su origen y luego pasaré a describir sus líneas maestras.
A mediados de noviembre
de 2015 y cuando Schwab ya había lanzado su libro sobre La Cuarta Revolución
Industrial, mientras el terrorismo islamista se abatía sobre París, los
“líderes” del G20 -que reúne a las economías más poderosas del mundo- firmaron
en Turquía la agenda titulada “Transformando nuestro mundo: Agenda 2030
para el Desarrollo Sostenible”. Hoy vivimos la resaca de ese acuerdo.
La “hoja de ruta”, avalada por la ONU, consta de 17 objetivos “para el
desarrollo sostenible”, 169 metras, así como una enumeración de medios para
implementarlos. Esto último se decidió en 2017 e incluía concreciones para cada
uno de los 17 objetivos. Este programa se conoce también con el nombre de
“Objetivos de Desarrollo Sostenible” que deberían alcanzarse antes de 2030.
Al haber sido aprobado
en la “Asamblea General de la ONU”, su contenido ha sido trasladado a todos los
Estados miembros que han quedado comprometidos con su ejecución. Son la continuación de
los “Objetivos de Desarrollo del Milenio”, metas que se fijó la ONU en el año
2000 y que caducaron en 2015. El año bisagra.
Hay que reconocer que la
marcha iniciada en el último cuarto del siglo XX, ya prefiguraba esos
objetivos: por ejemplo, antes de que terminara el milenio, el VIH ya había
pasado a ser una enfermedad crónica y la mortandad infantil estaba reduciéndose
en África, los principales logros de aquella campaña. Pero el resto de
objetivos quedaron prácticamente sin cubrir. Tampoco la reducción del hambre ha
sido un resultado de aquella campaña sino de nuevas oleadas de la “revolución
verde” y otro tanto puede decirse de “mejorar la salud materna”. La pobreza
extrema, no solamente no se ha erradicado, sino que tiende a aumentar incluso
en zonas desarrolladas. Y, en cuanto a “lograr la enseñanza primaria
universal”, ocurre otro tanto: el número de analfabetos estructurales crece en
los países occidentales. En aquella campaña se insistió en la “igualdad de
sexos y el empoderamiento de la mujer”.
La retórica empleada no
sirvió para mucho. Así que, a partir de 2015 se pusieron en marcha los nuevos
objetivos “globales”, que se han popularizado con el nombre de Agenda 2030. Uno
de los fracasos de los “objetivos del milenio” fue el desinterés inicial
demostrado por las grandes corporaciones y el mundo del dinero. Pero en
2007-2011 se produjo el cataclismo económico mundial y entonces, las dinastías
económicas, “el dinero viejo”, los fondos de inversión y el “dinero nuevo”
procedente de las empresas tecnológicas, empezaron a preocuparse.
Nunca se habían
interesado por la marcha de la ONU, ni de la UNESCO, pero, a partir de
entonces vieron que si querían imponer “agendas” en todos los Estados para
evitar lo que más les asustaba, regresiones y marchas atrás en el proceso
globalizador, aparición de populismos que acompañaran a las crisis económicas,
debían de “aliarse” con la clase funcionarial de estos organismo
internacionales, garantizar su supervivencia económica, a cambio de asumir
algunos de los objetivos que se debatían en el Foro de Davos (o Foro
Económico Mundial, que se reúne desde 1971), una de las organizaciones que
reunían a representantes de las dinastías económicas y de las corporaciones
multinacionales más potentes. En principio, era un foro de discusión e
información sobre eso que hoy se llama “megatendencias”, pero pronto
descubrieron que tenían “poder”. De hecho, lo que buscaban era un viejo
objetivo del neoliberalismo al que se adscribían: situarse por encima de la
política de los Estados, evitar que estos interfirieran en el mundo de la
economía y, por tanto, colocar a los intereses económicos de los poderosos por
encima de los intereses políticos de los Estados y de los ciudadanos.
Para ello precisaban del
prestigio de los “organismos internacionales”, a los que trasladaron sus
propuestas, para que las adaptaran y las ofrecieran como “de obligado cumplimiento”
para los Estados miembros.
No puede extrañar, por
tanto, que el lenguaje utilizado en la Agenda 2030 y en el libro La
Cuarta Revolución Industrial, sea el mismo. Comparadlo vosotros mismos:
Encontraréis las mismas
“palabras fetiche”:
a) “Objetivos globales”
b) “Desarrollo
sostenible” (término apareció en la Declaración de Río de 1992, organizada
por la ONU, sobre el Medio Ambiente y el desarrollo).
c) “Cambio climático
antropogénico” (que sustituyó a la idea de “calentamiento global”).
d) “Perspectiva de
género” (que en la Agenda 2030 aparece en los lugares más insospechados).
e) “Diversidad”.
f) “Inclusión” (diferente
de “integración”: inclusión implica “fusión” y que el “todo” lo considere
absolutamente normal.
g) “Empoderamiento”, (acceso al control de
los recursos materiales que permiten alcanzar los objetivos de un grupo
concreto).
h) “Resiliencia” (cualidad
de grupos que se adaptan a situaciones adversas).
i) “Gobernanza”
(definido como “forma de gobierno basada en la interrelación del Estado, la
sociedad civil y el mercado para lograr un desarrollo económico, social e
institucional estable”.
Los “17 Objetivos para
el Desarrollo Sostenible”, difieren de los “objetivos del milenio”: se insiste en el
“cambio climático”, en el “reciclado” y el “consumo responsable”, en la
sustitución de las “agendas nacionales” por una “agenda global” (en la medida
en que los problemas afectan a toda la humanidad), la temática “ecologista”
está constantemente presente en las propuestas por la “energía no contaminante”;
“renovable”, “limpia” y “no contaminante”.
Si bien es cierto que
algunos de los problemas señalados, son auténticos, lo que sorprende son las “soluciones”
propuestas. El interés por la ecología, por ejemplo, está presente en el
“Objetivo 11” que aspira a lograr “ciudades sostenibles, inclusivas, seguras
y resilientes”. ¿Cómo? Mediante medios de transporte no contaminantes,
bicicleta y patinete.
En otros puntos, lo
sorprendente es la pirueta con que se vinculan entre sí problemas que no tienen
nada ver. El “Punto 13” propone la “lucha contra el calentamiento global”,
y, por si no hubiera quedado claro, el “Punto 15” propone la “protección del
medio ambiente”… que también se liga al Covid: “todas las enfermedades
infecciosas nuevas en humanos (…) están estrechamente relacionadas con la salud
de los ecosistemas”…
Esta presente también un
elemento nuevo: “trabajo decente” (“Punto 8”) que se enuncia así: “Un
crecimiento económico inclusivo y sostenido puede impulsar el progreso, crear
empleos decentes para todos y mejorar los estándares de vida”. Nos cuenta
que, “con el Covid”, “la mitad de todos los trabajadores a nivel
mundial se encuentra en riesgo de perder sus medios de subsistencia”. En
realidad, esto último es cierto ¡pero no por culpa del covid! ¡sino a causa de
la robotización!
Sigue estando presente
el tema de la “educación de calidad”, y el “hambre cero”, que “resuelven”
con la irrupción brusca del “veganismo”, que se complementa con el
“Objetivo 6” sobre el “agua sostenible”; y la “temática feminista”
en el “Objetivo 5” (“Lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a
todas las mujeres y niñas”).
Dado que todo el
programa parece destinado mucho más al Tercer Mundo que a Occidente, el
“Objetivo 17” explícitamente pide un esfuerzo en la “ayuda al desarrollo”: “Revitalizar
la Alianza Mundial para el Desarrollo Sostenible” al que solamente puede
llegarse, nos dicen, “con instituciones sólidas y cooperación”. Si no
hay esta “ayuda”, amplias zonas del planeta quedarán desasistidas.
El “Objetivo 16” es el
que alude específicamente a “instituciones sólidas”, sobreentendiéndose
que una “agenda global” requiere un “gobierno mundial” y que,
para eso están ¡las NNUU y sus filiales!
Pero, sobre todo, lo
que sorprende es la presencia continua, en las ampliaciones y en la web oficial
de la ONU, de la temática Covid. En todos los puntos se destaca que el
Covid ha puesto en riesgo los “avances conseguidos hasta ahora”. Es un
dogma, ni siquiera se toman la molestia de explicarlo. Si se habla de
“inclusión”, acto seguido se añade que el Covid ha puesto este objetivo en
peligro… ¿Por qué…? No se adjunta ninguna explicación.
En el “Objetivo 3”, “Garantizar
una vida sana y promover el bienestar en todas las edades es esencial para el
desarrollo sostenible”, tampoco se explica esa relación entre vida sana y
desarrollo sostenible. Y, acto seguido se promueve la vacunación global.
Yo invito a que leáis
este “programa” en la web de la ONU. Comprobaréis cómo el organismo
internacional presenta datos absolutamente cuestionables o simplemente falsos,
establece una dogmática imposible de razonar y al margen de las categorías del
pensamiento lógico y amplia el “buenismo” hasta convertir el “ecologista” y las
ideologías de género en su quintaesencia.
Este es el programa
“progresista” trasladado a todos los gobiernos. No se habla en ningún lugar de los
ejes centrales que plantea Schwab en su obra: pero sí de todo lo demás, se
incorpora el mismo lenguaje, los mismos conceptos, las mismas categorías, el
mismo buenismo que siempre es apreciado por los que creen en las bondades del
“pensamiento positivo”.
Schwab lo plantea todo
de cara a las ventajas que pueden acarrear las “nuevas tecnologías”, pero
cuando el mismo programa desciende a la ONU, ésta traduce buena parte de los
objetivos de Schwab, se centra en asuntos de ecología, medio ambiente,
reciclado, cambio climático, emisiones de CO2, etc, etc. No se alude a la
técnica porque el público al que va dirigido son gobiernos que, en grandísima
medida están instalados en el Tercer Mundo y, para ellos, esta temática queda
lejos. Así mismo, dado que los gobierno son los que deben aplicar estas
orientaciones, están redactadas de tal forma que puedan convertirse en medidas
concretas. Y, hay temas, ante los cuales no hay solución… por tanto, optan por
no mencionarlos. Las nuevas tecnologías en primer lugar.
Las coincidencias entre los objetivos del Foro Económico Mundial y de la Agenda 2030 son:
1) Por una parte, la idea de que, con el Covid, llegó el “gran reseteo”, es decir, la posibilidad de dar un frenazo y replantear dinámicas económicas.
2) Por otra, la necesidad de anular la soberanía de los gobiernos y de los Estados nacionales, presente ya en el diseño de los funcionarios de la ONU que aspira a ser un “gobierno mundial” y en el diseño de los neoliberales con su monserga de “más mercado, menos Estado”.
3) El vocabulario empleado y las “palabras fetiche” es exactamente el mismo.
4) La idea de que la empresa privada debe converger con el Estado para “salvar el planeta”, “crear una sociedad más humanitaria” y “llevar la salud mejor”.
¿HACIA DONDE VAMOS?
1) Nos encaminamos hacia una sociedad tecnológica avanzada radicalmente diferente a cualquier otra cosa que hayamos podido ver antes en la historia y que va a suponer un cambio aún más radical que cualquier otra revolución histórica.
2) No vale la pena realizar un debate sobre aspecto parciales o en términos habituales hasta ahora: geopolítica, ideologías, liberalismo, etc. El centro del análisis y del debate en la modernidad va a ser el papel de la técnica en los cambios que se están produciendo.
3) Estos programas ideológicos muestran que existen en este momento solamente dos campos por los que optar, que ya no son ni los de derechas o izquierdas, ni patriotismo o internacionalismo, ni PP, ni PSOE: o se está del lado del FEM y de la Agenda 2030, o se en contra. Aquel que está en contra es mi amigo o, en cualquier caso, mi “compañero de viaje”. Aquel que está a favor es mi “enemigo”.
4) Utilizando excusas “humanitaristas”, el “pensamiento Alicia”, el “pensamiento soft”, genera excusas para ocultar el rostro siniestro del futuro en donde la humanidad estará dividida entre una pequeña capa de “poderosos” y una gran capa de “plebeyos”.
Las correlaciones de fuerzas son:
- Los H+ realizan análisis tecnológicos exóticos y extremos.
- Estos análisis son podados de sus consecuencias extremas por el FEM que los convierte en “presentables”.
- La FEM traspasa sus objetivos a la ONU para que los traduzca y los remita a los Estados miembros y, al mismo tiempo, elabore “políticas globales”.
- Los H+, son los “activistas”, conferencias, charlas, debates, etc. Todos sus miembros proceden del campo de las “nuevas tecnologías”.
- El FEM, mundo del dinero, de los negocios, del espectáculo, de la prensa, de la política, partidarios de la globalización económica.
- Las clases funcionariales de la ONU en donde dominan los ideales generados por la masonería del XIX (que ya ha perdido toda fuerza fuera de estas instancias), el ocultismo teosófico, los partidarios de la “nueva era”, esto es, los círculos mundialistas.
Las próximas medidas que vamos a ver serán:
¿Cuáles son los puntos débiles de esta perspectiva?
- Reformas constitucionales que coloquen en primer plano las propuestas de la Agenda 2030. Ejemplo: los primeros artículos de la constitución chilena [que fue rechazada ampliamente por el electorado].
- Recortes a las libertades y mayor presión sobre los grupos de oposición. Ejemplo: la represión contra los camioneros canadienses llevada a cabo por Justin Trudeau.
- Establecimiento de un salario social que evite estallidos sociales ante el aumento de paro generado por las nuevas tecnologías.
- Mayores recortes a la libertad de expresión dentro de las redes sociales.
- Aumento deliberado de la inflación y de la emisión de moneda basura para desvalorizar el patrimonio de las clases medias y aumentar el de las élites económicas. Ejemplo: durante la pandemia se puso en circulación 1 dólar de cada 2 de los que actualmente circulan por el mundo. Las subidas de los tipos de interés no están justificadas por el “recalentamiento de la economía”, la causa de la inflación es la subida de los precios del carburante y de la electricidad, ante las que no valen políticas monetaristas.
- Aumento de la psicosis sobre el cambio climático, batería de excusas para mantener entretenida a la población con debates absurdos (ejemplo: “perspectivas de género”, “inclusión”, etc), difusión de fármacos y de drogas sedantes.
- Ataques contra la línea de flotación de los restos de estructuras tradicionales: familia, natalidad, Iglesia, educación, cohesión social, etc.
- El frente FEM-Agenda 2030 no es tan homogéneo como parece. Así como a la FEM la temática ecológica es una simple excusa, para algunos círculos mundialistas es tema capital.
- En el interior de la FEM hay dos tendencias: el “dinero viejo” (procedente de las dinastías económicas, la especulación financiera, y las industrias tradicionales) y el “dinero nuevo” (las grandes acumulaciones de capital surgidas al calor de las nuevas tecnologías). El “gran reset”, la Agenda 2030, son acuerdos provisionales entre ambas tendencias. Pero el tiempo y los niveles de capitalización juegan a favor del “dinero nuevo” que, antes o después, entrará en polémica con el otro sector.
- Los niveles de inflación, endeudamiento y malestar social van a ir en aumento en los dos próximos años y pueden estallar antes de que se instaure en todo el planeta el “salario social”, el metaverso y demás anestésicos sociales, en especial entre 2024 y 2028. El “lado oscuro” ha mostrado sus cartas demasiado claramente. Tiene prisa en alcanzar sus objetivos antes de que se produzca una reacción generalizada. La prisa es mala compañera.
- Sobre la certidumbre que ellos son “pocos” y su oposición es mucho más grande de lo que parece. Una vez realizada la distinción amigo-enemigo queda solo ponerla en práctica en cada país.Las estructuras tradicionales, aunque debilitadas, siguen existiendo, hay que reforzarlas: familia, sectores conservadores, confesiones religiosas, clases medias.
- Las nuevas tecnologías permiten crear redes sociales propias y recursos técnicos que posibilitan huir del control de las empresas del “lado oscuro”: Facebook, Google, Microsoft...
- Restablecimiento de valores absolutos, sin los cuales es imposible la existencia de sociedades estables. Hay que erradicar el “relativismo” generado por el “pensamiento crítico” de la Escuela de Frankfurt uno de los puntales de la posmodernidad.
- Se trata de rechazar la “ciencia sin conciencia”, aceptar los logros técnicos, pero aceptan que también conllevan una carga negativa que debe ser evitada.
- Reconocer que el mundo es demasiado diverso y desigual como para poder ser gestionado por un “gobierno mundial”, un “big brother”, o con las mismas orientaciones: los problemas de Europa y de África no se parecen en nada.
- Construir relatos alternativos (sobre los aspectos más significativos de nuestro tiempo y sobre su dirección) y un metarrelato (que va más allá, hunde sus raíces en la historia, en nuestras tradiciones y en nuestro pasado y se proyecta con fuerza hacia el futuro e integra los relatos previamente definidos).
- Cuanto toque, salir a la calle y demostrar que “hasta aquí hemos llegado y hemos dicho basta”. Y esto implica fuerza, decisión, energía y convicción de que estamos cerca de la “lucha final” y que esto es como aquella saga de “los inmortales” de los años 80: sólo puede sobrevivir uno. H+, Agenda 2030, FEM, son incompatibles con la vida, con la persona, con el pensamiento no alienado (esto es, consciente de ser uno mismo).