En los años
50 solamente había grupúsculos de extrema-derecha en Francia. Ninguno de ellos
había llegado muy lejos, pero varios de sus miembros estaban llamados a tener
cierto protagonismo en la vida política gala. Eran años de crisis y repliegue
colonial. Francia, que salió vencedora de la guerra mundial, al cabo de diez
años se encontraba con su imperio colonial mermado. Diem Bien Phu fue una
afrenta al orgullo francés y en esa época el FLN argelino empezaba a practicar
el tiro en la nuca contra representantes de la administración colonial.
En 1949
aparece el primer grupo de estudiantes de extrema-derecha (ellos se autotitulan
«nacionalistas» y frecuentemente dicen no estar ni en la derecha ni en la
izquierda). No parecían muy originales; adoptan como nombre el de su condición,
«Etudiants», y de mayo de 1949 a junio de 1950 suelen enfrentarse en las aulas
y en el Barrio Latino a los estudiantes comunistas de la UNEF que apoyan al
Vietminh. El 21 de enero de 1949 logran dispersar una manifestación comunista
de apoyo a la independencia de Vietnam. Puestos a pelear también mantienen
enfrentamientos con los monárquicos de Acción Francesa. Estos nuevos ultras de
derechas se dicen nacionalistas pero también hablan de Europa y de su unidad
frente a Estados Unidos y a la URSS. Para los monárquicos todo lo que no sea el
nacionalismo clásico es anatema. Entre otros miembros de este grupo figura
Roger Nimier, futuro intelectual de derechas muerto prematuramente cuando ya
había alcanzado renombre. En el curso 1950-51 unos cuantos miembros de «Etudiants»
se escinden y crean el Mouvement d’Action Universitaire et Culturelle y la
revista «Occidente». Le Pen figura entre
ellos.
Ciertamente
su primera acción casi parece una pelea universitaria, pero es algo más que
eso. Le Pen ese año se hace con el control de la facultad de Derecho logrando
la mayoría absoluta de representantes. Desde entonces el centro del 62 rue
d’Assas, será el bastión de la extrema-derecha en el Barrio Latino. Aun hoy lo
sigue siendo. De aquel período se recuerda a un Le Pen, ya buen orador,
excepcionalmente dramático en sus alocuciones, tan patriota como anticomunista
y preocupado por restaurar el honor francés. Cuando había peleas –algo
frecuente– Le Pen siempre estaba allí. Uno de sus compañeros de la época nos
cuenta: «Il ne reculait jamais», no retrocedía nunca.
El
siguiente capítulo tiene lugar ese mismo año, 1950. El que fuera abogado del
Mariscal Petain, Jacques Isorni, un hombre de indudable prestigio en Francia,
junto con las asociaciones petainistas y la Asociación de Intelectuales
Independientes crea la Unión Nacional de los Independientes y se presenta a las
elecciones generales. En París, los comunistas y la LICA (Liga Internacional
contra el Antiseminismo) obstaculizan los mítines electorales de la UNI en
nombre de la «lucha antifascista». Ahí vuelve a aparecer Jean Marie Le Pen con
sus estudiantes defendiendo a Isorni que, finalmente, logra unos honorables
280.000 votos y… ningún diputado.
La guerra
de Argelia, acentuó el proceso de liquidación del Imperio Colonial iniciado en
Indochina. Esta crisis hace que la extrema-derecha que, hasta ese momento no
había logrado levantar la pesada losa del petainismo y de la «colaboración»
pueda disponer de ideas-fuerza y convertirse en un movimiento de masas que
llega a amenazar a la República.
Le Pen en
esos momentos milita en el «poujadismo». Por diversos motivos que escapan a
nuestro estudio, los pequeños comerciantes se ven amenazados por la República y
se organizan corporativamente en una organización reivindicativa, la Union et
Défense des Commerçants et Artisans (UDCA), en torno a Pierre Poujade. Poujade
tiene pasado político: ha militado en las juventudes del Partido Popular
Francés durante la guerra, el partido de Jacques Doriot que más voluntarios
envió al Frente del Este a luchar con los alemanes contra el comunismo. Sin
embargo, esto no le impide contar con los comerciantes comunistas para su
proyecto. Hay que recordar que el propio Doriot era alcalde comunista de Saint
Denis y que el PPF se formó inicialmente con antiguos militantes comunistas.
La derecha
desconfía de la UDCA hasta que en 1954 Poujade rompe con los comunistas.
Entonces Le Pen se integra en el partido de los pequeños comerciantes con un
núcleo de estudiantes. El número de suscriptores de sus publicaciones revela
que no se trataba de un grupúsculo ultra aislado, vean: «L’Unión», portavoz del
partido, cuenta con 460.000 suscriptores distribuidos en 47 ediciones
regionales. Para las elecciones de 1956 los poujadistas celebraron 2000
mítines, actividad que les reporta trece diputados. Es una victoria momentánea
pero suficiente para dar a conocer a la opinión pública francesa al diputado
más joven de la Republica: Jean Marie Le Pen, con apenas 27 años. Poujade
consiguió poner en pie su movimiento incluso en Argelia y no sólo entre
comerciantes franceses, sino también entre musulmanes. Estos llegaron a ser
mayoritarios en la colonia. Cuando se suscita el problema sobre la
independencia argelina, Poujade duda, sus socios en Argel están a favor.
Le Pen
intentaba por entonces crear Uniones paralelas a la UDCA, siguiendo el modelo
leninista: la Unión y Defensa de la Juventud de Francia, Unión y Defensa de los
Trabajadores de Francia, Unión y Defensa de los Campesinos de Francia, etc. Le
Pen es el líder de la Unión de Jóvenes, pero Poujade, temeroso de hasta dónde
pueda llegar decide aprobar en un Consejo Nacional la incompatibilidad del
cargo de diputado con el de secretario general de una Unión.
Por
entonces la unión de jóvenes ya se ha convertido en una fuerza importante en la
universidad y en los liceos. Le Pen no está dispuesto a que Poujade le gane la
partida y, en un gesto dramático se alista voluntario en las fuerzas
paracaidistas que combaten en Argelia contra el FLN. Le sucede, Jean François
Galvaire que luego será uno de los fundadores de Ordre Nouveau. En 1958 la UDCA
apenas alcanza 400.000 votos y el movimiento termina disolviéndose como un
azucarillo. Cuando eso ocurre, Le Pen ya ha regresado de la campaña argelina y
pone en pie el Front National des Combattants, una estructura mucho más
activista que el poujadismo y adaptada a las duras jornadas que se avecinan.
La única
actividad de este nuevo movimiento será la lucha por la «Argelia Francesa». Le
Pen, que ya se había mostrado antes como un genial organizador, vuelve a
evidenciar sus cualidades poniendo en marcha caravanas automovilísticas que
recorrerán las playas de Francia durante el verano. Sus militantes distribuyen
panfletos, revistas y los megáfonos atruenan consignas inflamadas de
patriotismo. Incluso un conocido cineasta, Jacques Dupont, realizará un film
que será proyectado en las reuniones. Como es habitual menudean los choques con
los comunistas. En febrero de 1958 celebran un mitin en París. Martel, uno de
los oradores, llegado de Argelia, lanza por primera vez una llamada a la
insurrección general. Cuando se produce el «pustch» del 13 de mayo, el FNC es
todavía muy débil para jugar un papel efectivo, aun así, Le Pen viaja
clandestinamente a Argel. Allí se fragua el Front National pour l’Algérie
Française, creado oficialmente en junio de 1960 que cuenta con presencia de
dirigentes de todos los movimientos nacionalistas, en especial de Jeune Nation
y del FNC. El 4 de noviembre de 1960, el FNAF celebra su primer gran mitin en
un clima de tensión creciente. Las manifestaciones del FNAF son
sistemáticamente prohibidas por De Gaulle.
En medio de
una situación cada vez más explosiva, el enero de 1961, nace la Organisation de
l’Armé Secrète, en Madrid. En principio son solo un grupo de exaltados en torno
al coronel Lagaillarde. Le Pen nunca tuvo relación con la OAS y, por tanto, en
esa época, su papel disminuye. No en vano es una época en la que no se habla
desde las tribunas de los oradores o con el megáfono en las manifestaciones,
sino con la metralleta y el plástico. La aventura de la OAS terminó en febrero
de 1963, pero las heridas no quedaron restañadas en el seno del ejército hasta
mayo de 1968 (cuando De Gaulle precisaba apoyo de las unidades acantonadas en
Alemania para hacer frente a lo que consideraba un golpe de Estado comunista y
ultraizquierdista y el Ejército se lo dio… a cambio de una amnistía general
para los presos y exiliados de la OAS). A la extrema-derecha le costaría
bastante más superar la crisis: dos décadas.
Esas dos
décadas son lo que Le Pen llama, sin nostalgia, su «travesía del desierto». En
este tiempo caminó de fracaso en fracaso y quizás alguien con menos voluntad
hubiera abandonado su combate político y se habría dedicado a administrar sus
prósperos negocios, entre ellos el SERP, una casa discográfica.
Todo lo
anterior es la primera vez que se publica en España. Al parecer ningún
periodista se ha preocupado por establecer los orígenes políticos de Le Pen.
Ahora sabemos que sus relaciones con el petainismo y la colaboración son estrictamente
tangenciales y sólo pueden establecerse a partir de su apoyo a Isorni. Sabemos
también que fue líder desde su período de estudiante y que su carácter era
sanguíneo. Su hoja de servicios en el ejército fue inmejorable, llegando a
teniente de paracaidistas, condecorado con la Cruz del Valor Militar del
Ejército francés y de medallas conmemorativas de las guerras de Argelia,
Indochina y Egipto. Y, finalmente, el poujadismo en el que militó y con el que
obtuvo el acta de diputado, no fue un movimiento de extrema-derecha clásico
sino más bien un grupo de protesta de los pequeños comerciantes. Hoy, tras la
primera vuelta de las elecciones presidenciales, un muy anciano Pierre Poujade
renegó de su discípulo: «Más me hubiera valido dejarme romper una pierna que
haberlo hecho elegir diputado». Y es que los neochiraquianos querían
impedir que los antiguos votantes del poujadismo se decantaran por Le Pen en la
segunda vuelta en el otoño de su vida y sacaron a colación al viejo y olvidado
líder.
Sabemos cómo
se inició políticamente, pero no sabemos todavía nada de su vida. Es hora de
dar unos cuantos datos, los clásicos que no está de más recordar siquiera
brevemente.
PINCELADAS
PERSONALES
Había
nacido en Trinité-sur-mer, Bretaña, el 20 de junio de 1928, en el seno de una
familia de pescadores bretones. Estudió Ciencias Políticas y Derecho, en la
facultad de Assas. En la universidad fue elegido presidente de la Corporación
de Estudiantes de Francia.
En la
campaña electoral de 1958, en el curso de un mitin, un rival subió al estrado y
le abofeteó. Le Pen perdió el ojo izquierdo y durante un tiempo tuvo que llevar
un parche negro, hasta que le fue adaptado uno de cristal. Fue una mejora desde
el punto de vista de su imagen, desde luego...
En 1976 se hizo rico al heredar varios
millones de un cementero simpatizante de Frente Nacional, aparte de un castillo
en Saint Cloud. Divorciado de de su primera esposa, Pierrette, desde 1987
después de un conflictivo proceso, es padre de tres hijas. Su mujer protagonizó
en esa época una serie de escándalos y no dudó en aparecer desnuda en varias
publicaciones sensacionalistas. Está casado en segundas nupcias. Entre sus
amistades se encuentra la actriz francesa Brigitte Bardot.
Regresemos al terreno de lo político. ¿Y el Front National? ¿cuándo se
inicia la carrera del Front? ¿Qué ha hecho Le Pen desde que se perdió Argelia?
¿Cómo fue su travesía del desierto?
En 1965, Le
Pen estaba preocupado por sus asuntos personales. Había puesto en marcha una
discográfica que editaba material didáctico e histórico, pero no se había
desenganchado de la política. Ese año se convocan elecciones y los
nacionalistas franceses consideran que había llegado la hora de aprovechar los
dividendos de la lucha por la Argelia Francesa. Había ocurrido justo lo que
ellos pronosticaron: la pérdida de la colonia y el establecimiento de un
gobierno socialista que no ahorró masacrar a cuantos argelinos habían
colaborado con la administración colonial. Y no eran pocos. En el sur de
Francia se encontraban miles de «pieds-noires» (franceses de origen argelino) y
«harkis» (musulmanes que colaboraron con Francia y lograron huir a tiempo).
Desde 1963
Le Pen tiene un proyecto que quiere trasladar a toda las fuerzas nacionalistas.
Reagrupa a sus amigos, entre ellos varios antiguos diputados, en un Comité de
Iniciativa para una Cantidatura Nacional. Sorprendentemente él no se postuló
como candidato, sino que promovió a Joan Louis Tixier-Vignancour, gran orador,
que había sido abogado defensor del General Raoul Salan y del coronel
Bastien-Thiry. En el primer mitin de la campaña en la Mutualité de París, 4000
jóvenes entusiastas aclamaron a los oradores. Al salir, los militantes del
recién estrenado Movimiento Occidente –entre los que se encontraba Raymond
Madellin, candidato ultraliberal que alcanzó el 4’5% de los votos en la primera
vuelta de las elecciones presidenciales de 2002...– se enfrentaron duramente
con la policía en incidentes en el barrio Latino que prefiguran en violencia
los de mayo de 1968. Estos militantes de Occident crearon el Comité Jeunes Tixier
que mostró gran dinamismo. Pronto, Roger Holeindre, antiguo de la OAS, al salir
de prisión, se puso al frente de los comités. Holeindre, periodista de Paris
Match fue atacado por extremistas de izquierdas mientras se encontraba en el
interior de la exposición «Vietnam Vencerá», en el acto que supuso,
históricamente, el inicio de los incidentes de mayo de 1968; años después sería
elegido diputado europeo por el Front National.
Así se
llegó a la campaña electoral de 1965. Por segunda vez Le Pen organizó a la
militancia durante el verano en caravanas que recorrieron las playas. Sin
embargo, en el interior de los Comités Tixier no había buenas relaciones entre
el candidato –que, después de las reticencias iniciales, poco a poco, había ido
introduciéndose en su papel– y Le Pen de un lado y los miembros de
Europa-Action de otro (de este grupo, emanación de la Federation d’Etudiants
Nationalistes, surgiría en junio de 1968 la publicación «Nouvelle Ecole» que
sería el núcleo difusor del pensamiento de la «Nouvelle Droite».
Ya por esas
fechas se encontraban entre sus filas, Fabrice Laroche (a) «Alain de Benoist»,
François d’Orcival, Dominique Venner, etc.). Para colmo, hubo un momento en que
Tixier creyó verdaderamente en su victoria. Afirmaba que alcanzaría entre el 18
y el 22% en la primera vuelta y sería elegido en la segunda. Malvivió a esas
elecciones con un escaso 5’1% de votos. Lo peor fue que, sin consultar a nadie,
en la misma noche en que supo los resultados, llamó públicamente a votar al
candidato de la Izquierda Unida contra De Gaulle. Y entonces estalló la crisis.
Tixier atribuyó a Le Pen una maniobra para descabalgarlo de los Comités y no
paró hasta eliminarlo; claro está que con Le Pen se fue lo más activo de los
Comités que, reconvertidos por Tixier en Alianza Republicana por las Libertades
y el Progreso se alejó temporalmente de la derecha para intentar –vanamente–
buscar votos en el Centro Demócrata. En cuanto a Le Pen se encontró sin
partido. Pero era un «notable» y, por tanto, recurrieron a él en varias
ocasiones.
EL
NACIMIENTO DE ORDRE NOUVEAU
El primero
en llamar a su puerta fue Roger Holeindre –¿lo recuerdan?, antiguo de la OAS,
periodista, etc.–; tras la disolución del movimiento Occident en junio de
1968, Holeindre lanzó las Jeunesses
Patriotes et Sociales que lograron agrupar entorno a 150 militantes. A lo largo
de 1969 se curtirían en combates sin fin contra la extrema-izquierda. En mayo
de 1969 la consigna fue «Unidad Francesa» y un mitin celebrado en el bastión de
la facultad de Derecho de Assas terminó –¿se lo esperaban?– en violentos
incidentes contra la extrema-izquierda maoísta que no permitía que hubiera más
movimiento en la universidad que el suyo.
A partir de
ahí se iniciaron conversaciones entre los distintos grupos activistas:
asistieron el Mouvement Jeune Revolution, entre los que encontramos a Jean
Pierre Stirbois y Michel Schneider, los estudiantes del Groupe Union Droit que
habían conseguido recuperar el control de Assas y tenían mayoría en el
claustro, los jóvenes de Pour une Jeune Europe, Pierre Sidos y su grupo La Obra
Francesa y algunos independientes como Jean Marie Le Pen y el capitan Pierre
Sargent (que luego seríe jefe del grupo de concejales del Front National en
Perpignan hasta su fallecimiento). No hay acuerdo entre las partes. Holeindre
se queda casi solo, sabiendo que tiene el apoyo de Le Pen. Por entonces, otros
independientes que habían militado en Occident (Alain Robert, François Duprat,
etc.) tienen menos ínfulas unitarias y se están preparando para lanzar el
movimiento Ordre Nouveau.
A pesar de
todo, en enero de 1970, Holeindre crea el Partido National Populaire, del que
Duprat dijo que era apenas «una pálida copia del Partido Unitario»
contemplado en el origen. Holeindre creía que Ordre Nouveau solamente podría
captar adhesiones entre los jóvenes y que, finalmente, antes o después,
tendrían que contar con ellos. A pesar de todo, el gran mitin de Ordre Nouveau
el 13 de mayo de 1970 constituyó un duro golpe para Holeindre que apenas logra
integrar a una fracción disidente del partido de Tixier y dar vida con ellos y
con su PNP al Parti de l’Unité Française. Le Pen asiste a algunas cenas de esta
formación y se convierte en orador habitual en los seminarios del grupo que
sigue siendo minoritario.
En Ordre
Nouveau estaban los grandes estrategas del momento dirigidos por Alain Robert.
Inicialmente, Robert le había ofrecido la presidencia de Ordre Nouveau al
abogado Jean François Galvaire que pronto abandonó la plaza. De 1970 a 1973,
Ordre Nouveau se curtió en cientos de batallas callejeras. El maoísmo estaba
desapareciendo rápidamente de las aulas y las calles para dejar paso a las
distintas formaciones trostkystas mejor organizadas y más disciplinadas.
Dirigidos por Alain Krivinne, Henri Weber y Daniel Ben Saïd, la Liga Comunista
Revolucionaria caminaba hacia la insurrección armada de masas. No era raro que
preparase comandos para la eventualidad de una insurrección proletaria que
consideraban próxima.
La única
forma de realizar gimnasia revolucionaria sin excesivos riesgos, era atacando a
los vendedores de Ordre Nouveau e intentando dispersar sus mítines. Mal asunto,
porque éstos copiaron las tácticas de sus rivales y a los pocos meses ya se
habían enzarzado en verdaderas batallas campales. Distribuir una revista o
colgar un cartel eran considerados acciones de guerra y planificadas como tal.
El pequeño local de la rue des Lombards, en pleno París golfo, se reforzó con
una puerta blindada infranqueable y los militantes aprendieron a utilizar el
casco de motorista, las tapas de los cubos de basura como protección y las
barras de hierro junto a los cócteles molotov y las bombas fumígenas. Incluso
solían defender sus mítines con una gigantesca red que apresó en sus mallas a
más de un izquierdista justo antes de ser apalizado. En el fondo no eran más
que tribus urbanas con ínfulas de militancia política...
En los
fragores de aquellos combates nadie se acordaba de Le Pen, hasta que en 1972
los estrategas de Ordre Nouveau cayeron en la cuenta de que no iban a ninguna
parte. Se podía afrontar a los activistas de ultraizquierda indefinidamente, pero ¿para qué? ¿qué sentido
tenía todo aquello? En las escasas ocasiones en que Ordre Nouveau se presentó a
elecciones parciales, sus resultados fueron más que mediocres. Así no había
forma de despegar. Y Alain Robert quería eso precisamente, despegar. Así que
apeló a la «unidad».
EL
NACIMIENTO DEL FRONT NATIONAL
Y allí
estaban los hermanos disidentes, formados en torno a Holeindre que había
compartido militancia en Occidente con Robert. Como era de prever, finalmente,
se encontraron y pactaron la creación de un Front National. Tanto el Parti de
l’Unité Française como Ordre Nouveau seguirían existiendo pero actuarían
orgánicamente como Front National ante las contiendas electorales. ¿Y qué mejor
que Jean Marie Le Pen –el diputado más joven de Francia y el heroico soldado de
Argelia no manchado en episodios de terrorismo de la OAS, ni en refriegas
urbanas y tribales– para ser el mascarón de proa del Front?.
Para Alain
Robert y sus estrategas estaba todo más que claro: «Le Pen tiene contactos,
medios, notables, dinero, prestigio; nosotros –Ordre Nouveau– tenemos
militantes, cuadros, juventud; ergo, el futuro nos pertenece». Era cierto
que Ordre Nouveau tenía algo de todo esto, militantes unos dos mil, en torno a
doscientos cuadros, juventud la mayoría de sus militantes… estrategas varios y
a ellos se debía la planificación del Front. La joya de la corona era el
«servicio de orden», 300 activistas preparados y adiestrados en la lucha
callejera.
Pero el
Front no fue bien en sus primeros pasos. Apenas logró atraer militancia nueva,
sus mítines y manifestaciones no lograban superar como máximo el millar de
participantes; poco o nada, en definitiva. Y para colmo, la extrema-izquierda
seguía igual de agresiva. En 1974 se produce la disolución de Ordre Nouveau con
la que el poder pretendía equilibrar la disolución de la Gauche Proletarienne,
famosa porque Jean Paul Sartre accedió durante unas horas a distribuir su
revista junto a Alain Geissmar joven dirigente del grupo maoísta.
La
disolución supuso la demolición del proyecto de Alain Robert. Por de pronto, lo
que debía ser la estructura de dirección del Front quedó desbaratada. Si bien
es cierto que, inmediatamente, Alain Robert reagrupó a la militancia en los
Comités Faire Front, lo cierto es que un 60% o se fue a su casa o siguió
militando en el Front National, es decir, con Jean Marie Le Pen. Hacia
principios de 1975 estaba claro que una cosa eran los comités de Faire Front y
otra el Front National, una los seguidores de Alain Robert y otra los de Jean
Marie Le Pen. Fue así como se inició la guerra civil en la derecha nacional francesa.
Imaginen lo que es dos tipos atravesando el desierto y uno intentando apuñalar
al otro; pues eso. Robert y sus estrategas dieron un paso adelante. Querían constituir un
partido que revalidase en Francia los éxitos del Movimiento Social Italiano. De
hecho, el MSI había impreso los primeros carteles de Ordre Nouveau y el ejemplo
estaba ahí. Se trataba, para ellos, además, de crear un partido alejado del
extremismo activista de Ordre Nouveau que, si bien había atraído a jóvenes,
había hecho de la formación un ejército juvenil en movilización permanente y no
un partido político.