lunes, 24 de octubre de 2022

Jean Marie Le Pen, 94 años. Homenaje, agradecimiento y recuerdo (III) - EL FINAL DE LA TRAVESÍA DEL DESIERTO

FORCES NOUVELLES CONTRA EL FRONT NATIONAL

El grupo motriz que dinamizaba los Comités Faire Front estaba formado por el equipo de prensa y propaganda de Ordre Nouveau, eran periodistas y agitadores, una buena combinación. De los comités Faire Front surgió el Parti des Forces Nouvelles en 1975 que, más o menos, se extinguió a principios de los años 80 sin haber alcanzado ningún éxito notorio, salvo el estar en el candelero al constituirse como sección francesa de la «euroderecha», junto a Giorgio Almirante y Blas Piñar. Una de sus primeras manifestaciones, en 1975, fue ante el consulado español en solidaridad con el régimen franquista cuando se produjeron los fusilamientos de septiembre de aquel año. Estaba dirigido por un antiguo cuadro de Ordre Nouveau, Pascal Gauchon, allí reencontramos a Galvaire, más tarde a Tixier y a otros muchos personajes que fueron quedando en la cuneta de la extrema-derecha en los años 60.

Pero no hubo nada que hacer, ni su lujosa revista, ni el céntrico local, ni una apariencia muy depurada, pudieron operar el milagro de hacerlos despegar. En las pocas elecciones en las que se presentaron fueron superados por el Front Nacional, y entre ambos se repartieron entre el 1 y el 0’25%. Y para colmo, Alain Robert tenía la presunción de que Le Pen le había robado su «invento», el Front National, así que cada vez que tuvo ocasión le torpedeó. En mayo de 1977, el recién constituido Front Nacional de la Jeunesse, rama joven del lepenismo, intentó realizar un mitin en la facultad de Assas. No hubo forma, Robert desplazó allí a sus gorilas que cerraron el paso a Le Pen.

A todo esto, en el Front se habían producido incorporaciones. Un periodista e historiador, François Duprat, del cual se contaban las más extrañas historias –que si trabajaba para la CIA, que si trabajó para los servicios especiales franceses en el Congo, aunque probablemente fueran falsas–, exdirigente de Ordre Nouveau, ocupó la secretaría general del partido. Duprat incorporó a sus muchachos, unos pocos supervivientes de Ordre Nouveau, tan jóvenes como radicales. Atendían al terrorífico nombre de «Grupos Nacional Revolucionarios de Base». Aun resulta increíble que Le Pen les diera acogida en el interior del partido y tolerase sus frecuentes exabruptos. Quizás lo hizo por que en el desierto cualquier compañía es de agradecer. Duprat y su adjunto Alain Renault, gobernaban un grupúsculo eficaz y muy activo. Semanalmente publicaba un boletín de noticias ciclostilado que reproducía novedades del ambiente. Así, durante 2 años pudo seguirse la evolución de la extrema-derecha francesa. En febrero de 1977, la revista de Duprat anunció que se había incorporado al Front un pequeño grupo, Action Solidarista, escisión de una escisión, de una escisión de un movimiento que había evolucionado a partir del llamado Mouvement Jeune Revolution a los que se solía considerar como los «leninistas» de la extrema-derecha por su énfasis en la «construcción del partido». Apenas una docena de «solidaristas»siguieron a sus líderes, Jean Pierre Stirbois, Michel Schneider y a sus respectivas esposas. Todos estos nombres tendrán una importancia manifiesta en la evolución política de Le Pen y del Front National en los años que seguirán.

En plena travesía del desierto, en mayo de 1977, un extraño atentado aún no aclarado, vuela por los aires el automóvil de François Duprat, con él dentro. Nadie sabe de donde procede la autoría. Suena el nombre de un grupo trotkysta antifascista que por aquellas fechas se preparaba para «aplastar al fascismo en el huevo». Otros opinan que fue la CIA, otros el SDECE francés. Sea como fuere, el atentado sigue impune y Alain Renault ocupó la secretaría general del Front National en los años siguientes. Había continuidad pues, no en vano, Renault era el adjunto de Duprat. Por entonces el Front National tenía un pequeño local en la rue Suresnes, las más de las veces vacío de militancia. A raíz de la muerte de Duprat, todas sus iniciativas desaparecieron con él. Quizás este período fue el más duro para Jean Marie Le Pen. Nuestro hombre hubiera podido decir con Nietzsche que «el desierto crece».

En esto tienen lugar en marzo de 1981 las elecciones que entronizaron en el Elíseo a François Mitterand. La historiografía francesa todavía no se ha pronunciado sobre los 12 años de gobierno del socialista, para unos se trató del período más corrupto en la historia de Francia; para otros de un tiempo de esplendor y grandeur. Quizás haya de lo uno y de lo otro. Para Le Pen, significó, desde luego, la llegada a un oasis. Las cosas fueron así.

EL DESPEGUE

En 1983 a alguien se le ocurrió que en un programa de televisión, similar a «La Clave» que, por entonces se emitía en España, «Les Dossiers de l’Ecran», dedicado a la inmigración podía invitarse a algún personaje de extrema-derecha; total, no era peligroso; hacía años que quedaban lejos las efervescencias electorales de Tixier, Poujade o Isorni, también había desaparecido casi completamente la militancia ultra de las calles, así que se tenía la presunción de que la presencia de Le Pen –¿a qué otro «notable» hubiera podido invitarse? Alain Robert tenía un puesto de tercera fila en la Centro Nacional de los Independientes y los «estrategas» del PFN se habían dispersado en todas direcciones– así que cubriría el papel de pim-pam-pum al que todos los demás contertulios utilizarían como señuelo. Y ocurrió el milagro: los grandes líderes de opinión de los partidos mayoritarios quedaron anulados por Le Pen que, por primera vez en veinte años, pudo tener una tribuna desde la que dirigirse a toda la nación francesa. A medida que el programa avanzaba era evidente que el «todos contra Le Pen» se había convertido en un «mamá, sálvanos de Le Pen». Superó la prueba de las audiencias. Y esto le catapultó a una reverdecida fama. A partir de ese momento, cada vez con mayor énfasis, el informal «frente republicano» declaró la guerra a Le Pen: no debía haber lugar para él en el reparto de la tarta del poder.

En principio se revisó su pasado, pero no había mucho donde pescar. Salió un antiguo miembro del FLN que afirmó que el propio Le Pen le había torturado en tanto que legionario paracaidista. La información fue filtrada a partir de Le Canard Enchainé y Liberation. Dio mucho que hablar. Demasiado, por que la juventud francesa que no había vivido la guerra de Argelia, supo que de entre todos los candidatos a presidente de la República, hubo uno que «machacó» a los argelinos –«esos que ahora veían vender heroina en toda Francia»– y que, además, fue soldado valeroso. Claro está que la izquierda –que siempre se posicionó a favor del FLN– encontró en todo esto nuevas excusas para demonizar a Le Pen, pero también es cierto que muchos franceses de edad recordaron todo el proceso que llevó a la pérdida de Argelia y que, desde luego, no había sido un modelo de gestión.

Por lo demás, un sector de la sociedad francesa empezaba a estar harto de que el paisaje de sus ciudades estuviera cambiando. Creían, con razón o sin ella, que empezaba a haber demasiados inmigrantes, casi tantos como parados. Lo habían escuchado de labios de Le Pen en el famoso programa de televisión: «Dos millones de parados son dos millones de inmigrantes de más». En 1985 presentó querella contra el semanario humorístico Le Canard Enchainé y el diario Liberation, con motivo de que ambos hicieron referencia a su pasado en Argelia, en el que se le acusaba de practicar la tortura con prisioneros de guerra. Ambas querellas las perdió, pero contribuyeron a enconar posiciones en torno suyo, tanto a favor como en contra.

EL LENTO AVANCE ELECTORAL

Le Pen volvió a ser una figura pública a partir de 1983, pero su partido todavía seguía estando vacío de militantes, si bien logró concentrar en torno suyo a todas las energías de extrema-derecha. Se presentó a las elecciones al Parlamento Europeo, celebradas en 1985, encabezando la lista del Front. Resultó elegido junto a otros cuatro candidatos. Fue un bombazo, con perdón. En las elecciones legislativas francesas de 1986 el Front cosechó un 10% del total de los votos lo que supuso el acceso a la Asamblea Nacional de Le Pen y otros 35 diputados más. Otro bombazo.

Esto era intolerable para la República, así que se cambió la legislación: a partir de entonces los diputados que no obtuvieran en la primera vuelta la mayoría absoluta pasarían a la segunda, que se dirimiría entre las dos listas más votadas… sistema ideal para evitar que los partidos hasta entonces mayoritarios dejen de serlo. Una especie de válvula de estabilidad del sistema.

En la primera vuelta de las elecciones a la Presidencia de la República Francesa, celebradas el 25 de abril de 1988, su partido consiguió casi un 15%. Sin embargo, en las legislativas del 12 de junio de ese mismo año, sólo consiguió un escaño en la Asamblea Nacional a raíz de la nueva legislación electoral.

El 18 de marzo de 1991, el Tribunal de Versalles hizo público un veredicto, en el que se condenaba a Le Pen, presidente del FN, a indemnizar con 100.000 francos a cada una de las nueve asociaciones de deportados judíos, que le denunciaron por haber dicho en 1987 que las cámaras de gas utilizadas por los alemanes fueron «un detalle en la historia de la Segunda Guerra Mundial». Además, debía pagar una cantidad simbólica de 10 francos a un movimiento de defensa de los deportados judíos y los gastos derivados de la inserción de esta sentencia en cinco diarios franceses. En total la multa ascendió a unos 200.000 francos (22 millones de pesetas).

En las elecciones regionales y cantonales celebradas el 22 de marzo de 1992, el FN recibió 3.4 millones de votos, un 13’9% del total del electorado, cuatro puntos más que en las regionales de 1986 y las legislativas de 1988. Fue entonces cuando Jean Pierre Stirbois falleció víctima de un accidente de circulación. El 28 de mayo de 1993, sin embargo, el partido perdió su único representante en el Parlamento al no resultar elegida su diputada, Marie France Stirbois, esposa del fallecido secretario general, en la segunda vuelta de las elecciones legislativas.

En las elecciones al Parlamento Europeo del 12 de junio de 1994 el Frente Nacional obtuvo el 9,5% de los votos, lo que supuso sentar a 11 diputados en Estrasburgo. El 18 de septiembre de ese año Le Pen anunció su candidatura a las elecciones presidenciales francesas del 23 de abril y 7 de mayo de 1995. En la primera vuelta no sólo superó la cota del 15% (15,15), sino que fue el más votado en varios departamentos. En las elecciones legislativas, cuya primera vuelta se celebró el 25 de mayo de 1997, el FN consiguió el 14,94% de los votos, y Le Pen obtuvo el único escaño de su partido en la Asamblea tras la celebración de la segunda vuelta el 1 de junio de ese año.

INCIDENTES. PEQUEÑO ANALISIS

Durante esta última campaña protagonizó un incidente que tendría graves repercusiones para él. Vale la pena realizar el análisis del episodio, tomando como fuente imparcial, la Agencia EFE, para tenerlo como punto de referencia.

En lo que la prensa llamó «un intercambio de puntos de vista» con la candidata socialista Annette Peulvast-Bergeal que disputaba un escaño con la hija de Le Pen, Marie Caroline, aquella recibió un tortazo propinado por el presidente del Front National. Fue nuevamente procesado. Tras agotar todos los recursos, primero ante el Tribunal Correccional de Versalles y en segunda instancia ante el Supremo, Le Pen fue condenado el 23 de noviembre de 1999 por el Alto Tribunal a un año de inhabilitación, tres meses de cárcel exentos de cumplimiento y una multa de 769 euros.

Pero este incidente hay que examinarlo con lupa o, de lo contrario, nos llevaríamos una falsa impresión. La agesión a la candidata socialista hay que «contextualizarla».

La chica no era un alma cándida que pasaba por allí. Le Pen, en efecto, llegó a Mantes-la-Jolie a apoyar la candidatura de su hija, Marie Caroline. A la izquierda no le gustó su presencia y se manifestó contra él; no debían ser muy pacíficos por que –y la información es de EFE– Le Pen y sus partidarios soportaron una lluvia de huevos y piedras y debieron refugiarse en un café. EFE explica que el dueño del bar hechó abajo la valla metálica de la entrada y reconoce que los contra manifestantes eran dirigidos por la candidata socialista Annette Peulvast-Bergeal. Eran unos 200 y seguían a Le Pen y a los suyos donde quiera que fueran. Esto no es, que digamos, muy demócrata; suena más bien a intento de impedir el ejercicio de la libertad de expresión. Al menos tal como lo cuenta EFE que añade: «Durante los incidentes resultó contusionada la candidata socialista Annette Peulvast-Bergeal, que había tenido un enfrentamiento más que verbal con el propio Jean Marie Le Pen». Los manifestantes lanzaron después huevos contra un bar en el que entró el líder ultraderechista, y el dueño del establecimiento tuvo que bajar la valla metálica de la entrada. Para evitar más incidentes –y EFE es quien sigue contándolo– Le Pen «decidió dejar la ciudad y salió del establecimiento protegido por el servicio de orden, mientras los manifestantes le lanzaban huevos». En el mismo parte se aprovecha para explicar que «la sede electoral de un candidato del FN en una de las circunscripciones de la ciudad de Orange (sur) resultó destruida parcialmente esta madrugada por un incendio provocado» y «dos jóvenes del FN, que dormían en el primer piso del edificio en el que está la sede electoral del candidato Jacques Bompard, resultaron ligeramente intoxicados».

Miren, todo esto resulta extremadamente turbador: candidatos socialistas que pretenden impedir el derecho a la libertad de expresión, candidatos del Front National amenazados, tiendas a punto de ser saqueadas por antilepenistas, jóvenes partidarios de Le Pen que están a punto de morir por un incendio... Todo esto da como resultado un sector agredido y un sector agresor. Deduzcan ustedes cual es. Sin embargo Le Pen fue condenado. Y esto le daba la razón cuando afirmaba que en Francia existía un país legal y un país real. En aplicación de la sentencia, el 23 de febrero del año 2000 fue suspendido de su cargo de consejero regional de Provence-Alpes-Côte d’Azur (PACA), que había obtenido en las elecciones regionales del 15 de marzo de 1998. Por la misma razón, el 22 de abril del año 2000 se publicó un decreto gubernamental por el que Le Pen fue privado de su escaño en el Parlamento Europeo, que había conseguido en las elecciones del 13 de junio de 1999. El decreto, con fecha 31 de marzo, fue firmado por el primer ministro, Lionel Jospin, el socialista que fue relegado a un infamante tercer puesto en las presidenciales del 2002. Sin embargo, debido al recurso presentado ante el Consejo de Estado, la presidenta del Parlamento Europeo, Nicole Fontaine, esperó a que este órgano se pronunciara el 6 de octubre del año 2000, y anunció su inhabilitación el 23 de octubre (si bien posteriormente se suspendió esta decisión).

Le Pen ha sido juzgado en numerosas ocasiones por sus declaraciones violentas y racistas. Detenta el record de peticiones de suplicatorio en el Parlamento Europeo: siete en dos legislaturas, aunque en cuatro de ellas no se concedió por cuestiones de trámite. Se concedió en 1989, cuando fue juzgado por insultar a un ministro, en 1990, por declaraciones anti judías, y en 1998, considerar que las cámaras de gas fueron un «simple detalle» en la Segunda Guerra Mundial.

Por entonces ya se había consumado la escisión de los megretistas tal como analizamos en otro capítulo de esta obra. En realidad, tras la aplicación de esta sentencia, el papel político de Le Pen quedó reducido a sus funciones como presidente del Frente Nacional, cargo para el que fue reelegido en el XI Congreso del partido, celebrado el 29 de abril del año 2000. Este fue el primero celebrado tras la escisión de diciembre de 1998, cuando Bruno Megret, hasta entonces número dos del partido y hombre de confianza de Le Pen, fue suspendido de militancia y a continuación fundó el Movimiento Nacional Republicano.