miércoles, 26 de octubre de 2022

Jean Marie Le Pen, 94 años. Homenaje, agradecimiento y recuerdo (V) - LAS COSECUENCIAS DE LA ESCISIÓN

Tras el congreso megretista, los escindidos adoptaron el nombre de Front National–Mouvement National, a fin de conservar la «denominación de origen».  Megret, en esa ocasión anunció que se presentaría a las elecciones al Parlamento europeo del siguiente 13 de junio. Sus dos lugartenientes, Jean Yves Le Gallou y Serge Martínez, delegado general y secretario nacional respectivamente, le secundaron de forma entusiástica. Lo más irónico fue que la última decisión del congreso consistió en nombrar a Jean Marie Le Pen «presidente honorario» de los escindidos, gesto envenenado que contribuyó aún más a enturbiar los ánimos.

Al cerrarse el congreso una cosa estaba clara: los medios de comunicación miraban con simpatía a Megret a quien tenían por más «tratable» que Le Pen. El electorado, decía otra cosa y en cuanto a la militancia, salvo en los momentos iniciales de confusión, pronto Le Pen logró recomponer sus filas si bien se perdieron cuadros notables (Pierre Vial, un histórico ideólogo de la Nouvelle Droite, en primer lugar y algunos otros cuadros brillantes procedentes de ese sector), algunos hombres notables del aparato que, desde los tiempos de militante en Ordre Nouveau siempre habían mantenido contactos subterráneos con el gaullismo y con servicios especiales. El caso es que Megret se movió siempre con medios desproporcionados a la entidad real de sus huestes y con un apoyo mediático espectacular en relación a Le Pen. Era evidente que alguien favorecía su crecimiento: el gaullismo chiraquiano, sin duda. Le Pen así lo consideraba y así nos lo manifestó.

El resultado de las elecciones europeas posterior a la escisión fue catastrófico para Le Pen y aún más para Megret que alcanzaron un 6’7% y un 3’3%. respectivamente. Poco, muy poco para un Le Pen que poco antes recogía el 15% del electorado y nada para un Megret que se hacía ilusiones de desbancar el liderazgo de su mentor. De nada le había servido llevarse inicialmente el 59% de los secretarios departamentales y el 51% de los consejeros regionales. Los medios y las fuerzas políticas tradicionales se alegraron: «finalmente Le Pen regresa a la etapa grupuscular que jamás debió abandonar». Los votos sumados por las dos listas (el 10’9%) no estaba muy lejos de los obtenidos en anteriores elecciones europeas (10,9% en 1984, 11,8% en 1989 et 10,5% en 1994), pero quedaban muy lejos de los resultados obtenidos en las elecciones regionales de marzo de 1998, con una media nacional del 15%, que en 13 departamentos llegaba hasta el 20%. Y, por lo demás, 6 + 3 no tienen el mismo peso político que 9…

Megret consiguió decapitar –tal como reconoció «Nouvel Observateur»– al aparato del partido lepenista, pero convencer al electorado es algo muy diferente. Apenas logró atraer a una cuarta parte de los votos frentistas. Solo en un departamento (Bouches du-Rhône) los megretistas lograron imponerse a Le Pen. El control sobre las alcaldías de Marignane et Vitrolles era una pobre ventaja para el escindido. Victoria pírrica, pues, para Le Pen que, por primera vez en 15 años se encontraba en una posición marginal por detrás del Partido de los Cazadores que se situaba delante suyo con un 6’7%. Para colmo, un sondeo realizado a pie de urna demostró que el 53% de los votantes del FN en las elecciones legislativas de 1997 engrosaron la bolsa de abstención. Nadie dudaba que el período de expansión electoral del FN llegaba a su fin. Un año después, durante el congreso del partido en abril de 2000 las cosas no habían variado y el evento pasó desapercibido para la opinión pública. Ni un solo medio de comunicación le consagró más que unas escuetas notas en páginas interiores.

Solo una semana antes de las elecciones de abril de 2002, cuando se hicieron públicas los últimos sondeos electorales, resultó evidente que Le Pen y su partido se habían recuperado y la suerte, una vez más, les era favorable. Y luego vino lo que ya conocemos…