Antes que partido fue un semanario, L'Uomo Qualunque (el hombre cualquiera). En el primer editorial del semanario, se decía: "Este diario no es ningún órgano de partido. Las verdaderas fuerzas políticas italianas aún no han sido reveladas, ya que no se han revelado tampoco las fuerzas mucho más importantes y decisivas políticamente en Europa. No hay partidos, sino programas en torno a los cuales personas voluntariosas están dispuestas a formar equipos de trabajo. Estos programas son todos fascinantes, y proceden de ideas nobles... La libertad, la prosperidad y la justicia para todos son generosamente prometidas y, en teoría, el único problema es elegir a los más virtuosos entre los muchos partidos que se presentan a las elecciones. Pero en la práctica asistimos al innoble espectáculo de un arribismo impúdico testigo de un espectáculo de vergüenza social, con la escalada del enjambre de las ambiciones de los gusanos, en una lucha feroz para captar los puestos de mando desde los que defender su propia conveniencia y su propio negocio. Esta lucha en la que el hombre común [el uomo qualunque] no participa, tiene lugar entre los políticos profesionales que viven de la política y que no pueden dejar la política… El fascismo que nos ha oprimido durante veintidós años era una minoría. Lo hemos combatido con la resistencia pasiva (…). Los anti-fascistas se han convertido en los políticos profesionales adversarios y enemigos de aquellos otros "políticos profesionales" que eran los fascistas ..."
Guglielgo Giannini, el
inspirador de la revista, había nacido en Pozzuoli, un arrabal de Nápoles, en
1891. Desde muy joven escribió en revistas satíricas y también compuso novelas
policíacas; posteriormente escribiría también algunas comedias. En 1914
participó en la guerra ítalo-turca y en la Primera Guerra Mundial, instalándose
en Roma tras el conflicto y trabajando como comediógrafo, tarea que prosiguió
durante el Ventennio fascista, sin preocuparte de realizar actividad política.
Se sabe, eso sí, que se manifestó desde el principio en contra de la
participación de Italia en la Segunda Guerra Mundial. Fatalmente, su hijo,
Mario morirá en acto de servicio en 1942 (1). El episodio le inspiró una
tragedia que estrenó en 1945 y tuvo importancia indudable en la orientación
posterior del semanario l’UQ. En efecto, atribuyó la muerte de su hijo al “mito del jefe providencial que oprime a la
masa anónima y la envía a morir para satisfacer sus ambiciones”. En la obra
también ataca la intromisión del Estado en la vida privada de los ciudadanos
(2).
A finales de 1944, Giannini había lanzado el primer
número del semanario que llevaba el nombre del futuro partido: L’Uomo
Qualunque (el hombre cualquier o el hombre común). Desde
aquel primer número la tónica del diario, mientras existió, fue un ataque a los
“políticos profesionales” y, en concreto, en aquel momento al Comité de
Liberación Nacional que, en aquel momento, monopolizaba el poder. El lenguaje
utilizado por el diario era, deliberadamente tosco, violento, anti-partido. En
aquellos momentos en los que el fascismo solamente resistía en el norte de
Italia, el mensaje anti-partido de Giannini caló profundamente. Incluso los antifascistas
que creyeron que con la caída de Mussolini se solucionaban los problemas, se
vieron obligados a reconocer lo que, proféticamente había establecido Amadeo
Bordigha cuando fue excluido del Partido Comunista que había dirigido: “Lo peor
del fascismo… será el antifascismo”.
A lo largo de los meses siguientes, el semanario de
Giannini fue ganando lectores y adhesiones. El semanario pronto pasó de los
25.000 ejemplares iniciales a los 850 que llegó a tirar un año después. Nunca
se declaró fascista, pero siempre mantuvo una posición contraria la Comité de
Liberación Nacional (formado por los partidos de izquierda, mas el partido
liberal y el republicano y la Democracia Cristiana). La revista mostraba el
símbolo que luego heredaría el partido formado en torno suyo: una gran U en el
interior de la cual una vieja prensa de bolas, aplastaba a los “políticos
profesionales”.
Los lectores procedían de las clases medias, pero
también de antiguos outsiders, que, desde siempre habían ostentado posiciones “contra
todo”. Apoyado por sus lectores, por los grupos organizados que surgían por
toda Italia y por el grupo de redactores, Giannini lanzó el 7 de noviembre de
1945 el manifiesto-programa del Front Qualunquista o Fronte dell’Uomo Qualunque
(FUQ). Al parecer, inicialmente, Giannini no tenía intención de fundar un
partido propio, sino que era más favorable a integrarse en el Partido Liberal
Italiano, pero Benedetto Croce impidió su ingreso en la formación. Cuando estos
contactos fracasaron, fue cuando Giannini aceleró la fundación del nuevo
partido que se constituyó el 18 de febrero de 1946. El Partido Comunista saludó a la nueva formación tachándole de “intento
de reconstrucción del viejo partido fascista”, añadiendo en el comunicado que “sus líderes [...] son tristes
especuladores de las desgracias de Italia, malabaristas inquietos que intentan
revivir el fascismo disfrazándolo de un payaso”.
El
programa del partido y sus objetivos se reducían a los cinco temas que con más
frecuencia se tocaban desde las columnas del semanario: 1) La bajada de
impuesto que impedían la reconstrucción postbélica del país, 2) la lucha contra
las maniobras del Partido Comunista, presentado como agencia títere de Moscú,
3) la oposición a la Cofindustria, la patronal, que volvía a las prácticas
pre-fascistas de explotación de los trabajadores, 4) La necesidad de una nueva
economía que superase las deficiencias del sistema capitalista y, finalmente,
5) Un llamamiento para que el Estado asumiera sus responsabilidades y volviera
a estar presente en la vida del país, en lugar de las organizaciones de “resistentes”
que monopolizaban la representación popular.
Electoralmente el Frente del UQ se estrenó en las
elecciones generales de 1946 obteniendo un 5’3% de los votos y 30 escaños en la
Asamblea Constituyente. En aquel momento, la Democracia Cristiana resultó
el partido más votado con 207 escaños, pero quedo a 71 escaños de la mayoría
absoluta. En segundo lugar, los socialistas quedaron como fuerza hegemónica de
la izquierda con 115 escaños, seguidos por los comunistas con 104 y que,
sumados, daban un total de 219 escaños, también lejos de la mayoría. En esas
circunstancias, todo iba a depender de la actitud de los pequeños partidos: los
liberales obtuvieron 41 y el Uomo Qualunque 30 que, junto a los 23 de los
Republicanos, daban la mayoría a los democristianos. Giannini fue excluido de
la comisión constitucional y solamente luego se le llamó para que ofreciera su
apoyo exterior. Nada de todo esto, ni estas elecciones, ni el referéndum que
selló la forma constitucional como republicana, ni las elecciones municipales
que siguieron, dieron estabilidad al gobierno italiano. El democristiano De
Gasperi, presidió en poco tiempo cuatro gobiernos de coalición en el que, en un
momento u otro, estuvieron presentes todos los partidos, salvo el presidido por
Giannini.
En las elecciones administrativas del mismo año, el FUQ
se presentó sobre todo en los distritos del Centro y Sur de Italia (exactamente
los mismos que luego serían “feudos” del Movimiento Social Italiano). En esas
regiones lo hizo en solitario, mientras que, en el Norte, donde su seguimiento
era menor, se vio obligado a pactar con los Liberales y en Venecia con los
monárquicos. En Roma alcanzó el 20’69% de los votos, perfilándose como el
segundo partido en número de votos, tras la Democracia Cristiana. Así mismos
los resultados en el Sur oscilaron entre el 15 y el 20%. Pero fue en Sicilia
donde consiguió convertirse en el primer partido, llegando en algunos distritos
a obtener hasta el 60% y una media del 30% en la isla. Poco después, el partido
cambiaría el nombre por el de ”Frente Liberal Democrático del Hombre Común” (Fronte
Liberale Democratico dell’Uomo Qualunque). Al convocarse el referéndum sobre la
monarquía, Giannini, republicano de convicciones, no tuvo inconveniente en que su
partido apoyase a la causa monárquica (que resultó derrotada). Con ello buscaba
atraer a los diputados del partido monárquico, el Bloque Nacional de la
Libertad.
En esos momentos, entre 1946 y 1947, el partido de
Giannini se encontraba en la cima, pero en 1948 empezaron a producirse escisiones
en cadena (primero los Liberal-Qualunquistas y
luego la llamada Uniones Nazionale). Todo había ido bien mientras el partido
vomitaba invectivas a derechas e izquierdas, pero una cosa era “estar en contra
de…”, algo que solamente podía hacerse desde las columnas de una revista, y
otra cosa muy diferente era estar de acuerdo en a qué partidos apoyar y a
quienes seguir atacando. Cuando Giannini se manifestó a favor de apoyar a la
Democracia Cristiana, los problemas empezaron a estallarle en cadena. Entre ellos se encontraban
Patrissi y Ramperti, dos de los más conocidos agitadores qualunquistas. La escisión de los “liberal-qualunquistas se concentró allí donde el
partido era más fuerte: en Sicilia, mientras que el grupo parlamentario se
partió literalmente en dos, constituyendo 14 de los 30 diputados la Unión
Nacional, que consiguió agrupar a todos los parlamentarios situados a la
derecha del Partido Liberal. Menos de un año después, esta formación se
desintegró liberalmente. Fue la señal de que el partido y sus escisionistas,
estaban tocados de muerte.
Alberto Sordi fue uno de los actores más emblemáticos de
la postguerra y que quizás encarnó mejor el carácter italiano en su trilogía Una
vida difícil, La Gran Guerra y Todos a casa. Cuando aún no era
conocido suficientemente –a pesar de haber filmado varias películas en la
pre-guerra– Sordi se afilió al Fronte dell’Uomo Qualunque. Es significativo que
su estrella ascendente coincidiera en el período 1947-48, cuando el qualunquismo
estaba ya muy debilitado y él filmó en ese momento Il vento mi ha cantato
una canzone de Camillo Mastrocinque, donde interpreta el papel del amigo de
un cantante en busca de fama nacional en un programa de la ficticia "Radio
Sibilla"… La fama del qualunquismo fue breve y cuando declinó otros
tomaron el relevo. En buena medida, el electorado ascendente en la década de
los 50 del Movimiento Social Italiano tuvo su origen en el hueco dejado por el
partido de Giannini.
El qualunquismo
sucumbió, más que a su propia debilidad ideológica, a los ataques conjuntos de
sus enemigos, especialmente de aquellos a los que más podía dañar: el PCI, la Cofindustria
y la DC. De entre todos los ataques el de los “católicos” de la DC dirigidos
por Alcide De Gasperi fue sin duda el más duro. De Gasperi definió a Giannini
simplemente como “filofastista”. El que luego sería su sempiterno aliado, la
patronal italiana, Confindustria, también se declaró hostil al UQ cuando éste
denunció los acuerdos que la patronal había tomado con los sindicatos.
El 21 de agosto de 1947 se produjo una nueva escisión en
el partido creándose el Movimiento Nacionalista por la Democracia Social,
dirigido por Patrissi y al que se incorporaron otros diputados hasta ese
momento elegidos en las listas del UQ: Marina de Falto, Freda, Puoti. En el mes
siguiente, cuando tuvo lugar el concreto del partido, se produjeron violentas
discusiones, pero Giannini consiguió detener la sangría e incluso reconciliarse
con algunos de los escisionistas que ya habían llamado a la puerta del MSI. El
25 de septiembre, al término del Congreso, la dirección revalida a Giannini
como presidente del partido. Lo realmente sorprendente es que el líder estalinista
Palmiro Togliati fue invitado al congreso generando una viva discusión entre
las bases: si había un político “profesional” en Italia ese era precisamente
Togliati.
Esta presencia alarmó a los industriales del norte que
estaban financiando el periódico del partido, el Buonsenso, y que a partir de ese año consideraron que la DC era un
aliado mucho más fiable y eficaz en el que se podían excluir algunos giros
inesperados de los que Giannini era, en cambio, pródigo. Este hecho demostró la
precariedad de la posición del UQ. En los meses siguientes dimitió el secretario
general, Turi, el grupo romano se independizó y otros diputados entraron en
contacto con los monárquicos para tratar de ingresar en su partido.
Después de su
aproximación frustrada a la DC, lo intentó hacia el recién constituido MSI,
cuando este partido estaba dirigido por antiguos exponentes de la República
Social Italiana y no admitían ninguna componenda con quienes titubearan a la
hora de exaltar a la figura de Mussolini y a la política de socialización de
Saló. El intento de Giannini, por supuesto, se saldó con otro fracaso, así que
volvió a intentarlo aproximándose al líder estalinista Palmiro Togliati a quien
solamente unos meses antes había definido cariñosamente como “gusano, ladrón y falsario”… La
aproximación al PCI registró una oposición generalizada por parte de las bases
que no entendieron ni la forma autoritaria y contraria al criterio de los
organismos de dirección con el que Giannini realizaba constantemente giros
contradictorios. Éste se vio obligado a dar marcha atrás y, labró finalmente un
precario pacto con el PLI en 1948.
En 11 de enero de 1948 se produjo una nueva escisión (la
tercera). Tieri, uno de los miembros del grupo parlamentario constituirá el
grupo “la Destra”. Otro diputado, Carinzo pasa al Partido Liberal y
Russo-Perez, al MSI. Coppa, también diputado, pasará a ser lugarteniente del líder
monárquico Covelli. En un clima de “baile de poltronas”, el UQ afrontó las
elecciones de ese año incluyéndose en el seno del Bloque Nacional formado por
el PLI, el UQ y la Unión Nacional para la Reconstrucción. Los resultados
desastrosos merman los diputados y senadores que tenían antes las tres partes.
A partir de ese momento, se puso de manifiesto que el UQ había perdido votos en
dirección a la DC, pero sobre todo hacia el MSI.
El 18 de abril de
1948, el Partido Liberal Italiano, a la vista de su debilidad endémica, aceptó
formal coalición con el UQ en lo que se llamó Blocco Nazionale, con una
orientación de centroderecha. Pero, lejos de sumar los votos obtenidos en las
anteriores elecciones, debieron de conformarse con 19 diputados y 10 senadores,
la mitad de lo esperado. El resultado del 3’8% fue pobre y, para colmo, poco
después, los propios liberales denunciaron el pacto y se retiraron formando
grupo parlamentario propio.
Aquello era el fin. Pocos
meses después, el UQ se disolvía oficialmente yendo a parar la mayor parte de
su dirección al Partido Nazionale Monarchico y al PLI y la mayoría de la
militancia de base ingresando en el recién nacido MSI. En las elecciones
locales de 1952, las listas del UQ apenas pudieron retener 326.675 votos, una
sombra de lo que había sido el movimiento sólo seis años antes. Para colmo, el
mismo semanario cuya tirada había ido cayendo en picado desde 1948, cesó de
aparecer en este período. A mediados de los años 50, el qualunquismo ya
no existía y se había limitado a ceder su nombre al vocabulario político
italiano.
Desde entonces,
desaparecido el Fronte dell’Uomo Qualunque, lo único que quedó fue el concepto
de “qualunquismo”, considerado como la actitud negativa y desconfiada
del ciudadano medio hacia las instituciones democráticas y la clase política,
su hostilidad hacia la insensibilidad de los partidos y su desinterés hacia los
problemas reales de la población… actitud que hoy, lejos de haberse extinguido,
se ha convertido en general.
Es cierto que un partido excesivamente simplista, nacido a partir de una revista de humor de “sal gruesa”, solamente había podido arraigar en las miserias de la postguerra y en un país en donde la clase política había mostrado una desfachatez absoluta adhiriéndose a quien hiciera falta (al fascismo, a la monarquía, a los americanos, a la DC, al PCI…) con tal de hacer “carrierismo” (crearse un lugar bajo el sol de la política que asegurase la defensa de sus intereses personales).
Las posiciones del qualunquismo
y lo que dio unidad y cohesión al movimiento durante un corto ciclo de tres
años fue, especialmente, su actitud crítica y negativa hacia lo existente.
Pero, en el momento en el que Giannini pretendió “hacer política”, es decir,
buscar una salida estratégica para su movimiento, éste se deshizo como un
azucarillo en apenas un año y medio. De él quedó sólo el recuerdo y el
término que define un estado de ánimo.
Lo sorprendente es
que 60 años después de la desaparición del Fronte dell’Uomo Qualunque ese
estado de ánimo está hoy más presente que nunca tanto en Italia como en toda
Europa. Son muy
pocos los que creen en la salud y en la bonhomía del sistema de partidos y los
únicos que creen en él, a fin de cuentas, son precisamente los que se
benefician del mismo: los politicastros a los que Giannini y los suyos atacaron
de manera inmisericorde durante tres años de frenética actividad política.
Los restos del
partido, con el propio Giannini se integraron en la DC en 1958 cuando este
partido obtuvo un 42’3% de los votos. Giannini no fue elegido diputado. Para colmo, poco después de
estas elecciones, Amintore Fanfani (presidente de la DC y exfascista) impulsó
el primer gobierno de “centro izquierda” con el Partido Social Demócrata
Italiano y Giannini opuesto a esta fórmula abandonó la DC y confluyó primero
con el MSI y luego con el Partido Nacional Monárquico. Giannini falleció en
1960. Hacía tiempo que la aventura del Uomo Qualunque había terminado.
El qualunquismo
fue una forma de “incorrección política” que no ahorraba ataques a los partidos
mayoritarios y que no valoraba ni siquiera la forma en cómo esos ataques se
expresaban. Frecuentemente, en los escritos de Giannini y del resto de redactores
del semanario se percibe cierta brutalidad y tosquedad, propia de quien jamás
se ha interesado por la política y, en un momento dado de su vida, decide dar
el salto y lanzarse al ruedo. Naturalmente, la política es algo previsible y al
éxito inicial del movimiento debía seguir una etapa de inflexión caracterizada
por la voluntad de imitar el accionar político de otras fuerzas y, sobre todo
de situarse en el mapa político italiano en una posición correcta.
Y aquí residió el
error de Giannini que entrañó la quiebra de su movimiento: era muy fácil
–bastaba a fin de cuentas con un poco de valor personal y decisión- atacar a
todo y a todos, pero era mucho más difícil definir las distancias y la
proximidad a cada fuerza política. Y esto era lo que ni Giannini ni sus
compañeros tenían claro. Cuando intentaron aproximarse a unos o a otros, se
rompió la unidad de un movimiento que siempre había actuado a la contra y que
nunca hasta ese momento se había comprometido con nadie. Podemos decir, en
síntesis, que a la falta de prejuicios ideológicos que acompañó al qualunquismo,
no siguió una maduración doctrinal capaz de realizar una crítica sistematizada
a la realidad política de la época: Giannini se reclamaba del “liberalismo”…
del mismo liberalismo que, como doctrina económica, era culpable de los excesos
del capitalismo y que históricamente fue el germen de la partidocracia.
En el movimiento
había pues una contradicción de base: nadie puede oponerse al liberalismo, estar
en contra de un sistema que se define, precisamente, como liberal, y aspirar a
tener credibilidad durante mucho tiempo. Si lo mejor del qualunquismo fuera
falta de prejuicios ideológicos y el desconocer cualquier regla y todo
sometimiento a lo políticamente correcto, su peor defecto fue esa incapacidad
para ir más allá de la demagogia, el populismo y el humor de sal gruesa.
Así mismo, la
estructura política del Fronte dell’UOQ fue extremadamente débil y
descentralizada. Los grupos locales surgieron espontáneamente en toda Italia y,
a diferencia de los partidos que dirigirían el país en los siguientes 50 años,
el qualunquismo rechazo cualquier jerarquización interior y no se
preocupó apenas de la orientación de los grupos que iban surgiendo. Eso
explica el porqué había “qualunquistas liberales”, “qualunquistas
monárquicos”, “qualunquistas fascistas”, etc: todo dependía de quién
inspirara cada grupo. Fuera del rechazo a la partidocracia y del grito de protesta
de un pueblo pauperizado, el resto era excesivamente difuso y demasiado sutil
como para que estos grupos locales pudieran asumirlo. En resultado fue una
situación de increíble confusión interior que, unido a los giros copernicanos
impresos por Giannini, entrañó la serie de rupturas interiores que debilitaron
al movimiento y terminaron condenándolo a la extinción.
A fin de cuentas,
también aquí lo que se encontraba era una contradicción entre los principios
liberales (que defendía Giannini honestamente) y la práctica política liberal
que era justamente la negación de esos principios… pues, a la postre, cualquier
forma de actividad política implica cierta regulación interior, la creación de
una jerarquía, el principio de exclusión para los que defienden otras
propuestas y los votos de calidad. El propio Giannini, al intentar “hacer
política” en la segunda etapa del movimiento, se comportó como un verdadero
autócrata, considerando al movimiento como patrimonio personal y, por tanto,
utilizándolo para sus proyectos, sin contar para nada ni con la base, ni
siquiera con su propio grupo parlamentario, ni con los organismos de dirección.
Los 10.000 “políticos profesionales” que Giannini denunció desde las páginas
del UQ, terminaron siendo 10.001… (3)
NOTAS
1) Giannini definió así a su hijo, Mario: "una
maravillosa criatura de amor… que cesó de vivir a la edad de veintiún años,
once meses, veintisiete días, en plena salud y belleza, el 24 de abril de 1942.
Una versión oficial dice que cayó en el cumplimiento del deber hacia la patria,
pero en realidad fue asesinado junto a millones de otros seres humanos
inocentes por los locos criminales que desencadenaron la guerra”. Es
evidente que la muerte de su hijo le afectó profundamente y que en este trauma
personal arranca su desconfianza hacia la clase política.
(2) Sobre las depuraciones de fascistas promovidas por
el gobierno provisional del Comité de Liberación Nacional, presidido por Ivanoe
Bonomi, Circa le depurazioni, che facevano, Giannini escribía: “… el
fascismo ha ofendido y herido a toda la masa de los italianos, no solamente a
los antifascistas y a los exiliados. Son 45 millones de seres humanos que
tienen derecho a hacer justicia, no una parte más o menos numerosa de los
10.000 politicastros ansiosos de rehacerse de las desilusiones sufridas y de
las ocasiones frustradas”. Y, más adelante, proseguía. “… desde hace
casi medio siglo se vive en nuestro País una vida de infierno a causa del celo
de oficio entre políticos de profesión. Disturbios, atentados, huelgas,
manifestaciones, inflación industrial, alto costo de vida, intervencionismo,
crisis de la posguerra, especulación sobre la crisis, exilio, fascismo, aventinismo,
dictadura, guerras para consolidar la dictadura, para deshacerse de la
catástrofe, son, para todos los italianos, consecuencias de la disputa, estragos
entre los 10.000 chismosos. Por fin estamos en ruinas: ¿qué más quieren de
nosotros, los autores de todos nuestros males? Sufrimos otros experimentos, que
resultan más locos por nuestras carnes sus teorías... ".
(3) Existen pocos estudios sobre el Fronte dell’Uomo
Qualunque, incluso en Italia. El partido ha sido objeto de más estudios en los
países anglosajones en donde ha interesado particularmente la actitud de este
partido en relación a los aliados durante los años de ocupación de Italia.
Entre las obras en lengua italiana recomendamos: Il Fronte dell'uomo
qualunque e la Lega lombarda: movimenti antipartito e crisi di legittimazione
nel sistema politico italiano, Antonio Costabile, A. Siciliano, 1991. Sobre
las relaciones entre liberalismo y qualunquismo puede consultarse: Il
Partito Liberale en l’Italia repubblicana, a cura de Giovanni Orsina,
Rubertino Editoria, Soveria Mannelli, 2004. Y para una visión general: L'uomo
qualunque: 1944-1948, Biblioteca Universale Laterza, Sandro Serra, Editor
GLF Editori Laterza, 2005.