A muy pocos les interesa en Cataluña y es un
debate que solamente se sigue a través de TV3: los presupuestos presentados por
el gobierno de la Generalitat y contestados unánimemente por todos los
partidos. Estos presupuestos no han sido aprobados gracias al voto negativo de
la CUP la semana pasada. Ha sido un golpe duro para la permanencia del gobierno
de Carles Puigdemont, para los partidos que le apoyan (CDC y ERC) y para la
CUP.
El primero porque se ha evidenciado que su
permanencia en el cargo depende del “humor” de la CUP y este partido es
imprevisible en tanto que agregado de un conjunto de tendencias heteróclitas y
contradictorias, sometido a constantes
tensiones internas entre los “más independentistas” y los “más alternativos”.
Los primeros tienen una irreprimible tendencia a situarse en el furgón de cola
del resto de independentistas (CDC-ERC), mientras que los otros tienen el pelo
de la dehesa borroka y se oponen por
sistema a cualquier cosa que sea “gobierno”.
Por su parte, CDC y ERC, temen la llegada de las
elecciones del 26-J en las que se presentarán por separado. La duda que les
asalta en este momento no es si ERC realizará el “sorpasso” a CDC, sino si el
conjunto de ambas fuerzas políticas tendrá más o menos votos que el pasado
20-D. El gobierno catalán tardó en formarse pero, desde entonces, su actuación
ha sido extremadamente deslucida. No todos los votantes de CDC están a favor de
proseguir con el “procés” independentista, pero Puigdemont no puede enterrarlo
definitivamente porque eso implicaría en pocas horas que ERC y buena parte de
los diputados de CDC dejaran de apoyarlo. Pero mantener algo que cada vez
resulta más inviable y que se percibe como tal (incluso los más
independentistas están empezando a perder esa confianza ciega que tenían hace
un año en que la independencia fuera cosa de seis meses… o dieciocho), tiene un
alto coste electoral.
Y, finalmente, la CUP está sometida a graves
tensiones interiores. Y no todas están protagonizadas por los personajes que
aparecen habitualmente en los medios de comunicación o en las fotos. La opinión
pública desconoce que en el interior de la CUP existe una tendencia –Poble Lliure-
dirigida por Carles Castellanos o Blanca Serra (setentones camino de los ochenta),
que ya en los años 60 habían fundado el PSAN y que en los 80 crearon Terra
Lliure. Concretamente Castellanos fue el “capitán araña” que reclutó a unos
cuantos chicos jóvenes que en los medios independentistas querían imitar a ETA
y los lanzó a cometer atentados que… costaron la vida a varios de ellos por su
inexperiencia. En el momento en el que la policía desarticuló a Terra Lliure,
Castellanos huyó a Francia y el propio presidente Pujol, modelo de honradez y
bonhomía, pidió que no fuera procesado. El “armador”, una vez más, salió
indemne, mientras sus muchachos, literalmente, se comían unos cuantos años de
cárcel. En agradecimiento, Castellanos fue entre 2012 y 2013 vicepresidente de
la ANC y ahora, en la CUP, encabeza la tendencia partidaria de pactar con CDC.
Después de la votación contra los presupuesto de la Generalitat, Castellanos y
Blanca Serra llamaron a “renovar urgentemente el secretariado de la CUP”,
mostrándose partidarios de apoyar los presupuestos.
La situación interior de la CUP no tiene remedio:
el “capitán araña” volverá, una y otra vez, a ser fiel a quienes le cubrieron
en 1992 cuando la desarticulación de Terra Lliure y los “alternativos” seguirán
con su fantasía política de que es posible la “independencia anticapitalista”.
La ruptura de la CUP está cantada, como cantado está la caída del gobierno
Puigdemont y más que cantado el fin del “procés”.