Info|krisis.- El 26
de octubre de 2004, la Federación Española de Entidades Religiosas Islámicas
emitía un comunicado exigiendo que se suprimieran las “fiestas de Moros y
Cristianos”, argumentando que no “tienen cabida en la España democrática”.
Resulta, como mínimo grotesco, seguir una religión difícilmente compatible con
cualquier forma de democracia y aspirar a dar lecciones sobre lo que es o no
democrático. Lo evidente es que ningún país regido por principios islámicos
tiene formas democráticas similares a los estándares europeos.
Pero
el hecho objetivo y el fondo de la cuestión es que los islamistas se sienten en
estos momentos suficientemente fuertes en España como para iniciar una ofensiva
contra nuestras tradiciones antropológicas. Si esto ocurre hoy, cuando hay poco
más de un millón de islamistas –la inmensa mayoría llegada con la inmigración
magrebí y pakistaní– podemos suponer lo que ocurrirá en cinco años, cuando esta
cifra se haya duplicado. ¿Se prohibirá el jamón de bellota? ¿los tintos rioja y
los claretes serán arrojados fuera de la ley? ¿nuestras mujeres tendrán que ir
con algún tipo de velo para no ofender a los “creyentes”? Ironías a parte, el
comunicado de la FEERI nos da pie para recordar lo que son las “fiestas de
moros y cristianos”.