Hace pocos meses publicamos un artículo dedicado a la revista Europe Action, la obra favorita de Dominique Venner, en la Revista de Historia del Fascismo. lo reproducimos a continuación como testimonio de la admiración personal que le profesábamos a uno de los que considerábamos como nuestro maestro de pensamiento y que nos influyó extraordinariamente en los años 70, especialmente por su folleto Por una crítica positiva, que publicamos traducido al castellano también en la Revista de Historia del Fascismo, publicación en la que también estábamos ofreciendo por capítulos su obra Baltikum dedicada a los cuerpos francos alemanes que combatieron a los bolcheviques en Curlandia, Silesia y en las calles de las ciudades alemanas y sin los cuales es imposible entender la aventura del nacionalsocialismo.
Europe Action, una revista
que dejó huella
En 1963, el nacionalismo
francés acababa de salir de la resistencia armada con la OAS y había dejado
atrás el intento de Jeune Nation, primera manifestación del neofascismo en
Francia. Las experiencias acumuladas en los 5 años anteriores habían servido para
que un reducido grupo de cuadros pusiera en marcha una iniciativa inédita hasta
entonces: la publicación de una revista, Europe–Action,
en torno a la cual formar a un equipo de agitadores. Era una reedición de la
trayectoria de Lenin con La Chispa,
de Mussolini con Il Popolo d’Italia o
de Hitler con Bolkïscher Beobachter:
el equipo revolucionario sale de la redacción de una revista. Es, seguramente,
una de las experiencias más creativas e innovadoras que haya generado el
neofascismo francés.
En Europe–Action –revista que apareció
entre enero de 1963 y febrero de 1967 con un total de 48 números publicados y
una tirada media de 10.000 ejemplares–, participaron todos los militantes que
en las décadas posteriores dieron origen movimientos extremadamente renovadores:
desde el Groupe de Recherches et Études pour la Civilisation Européenne (con
Alain de Benoist alias “Fabrice Laroche”, Pierre Vial, Jean Mabire, Georges
Pinault alias “Goulven Pennoad”, Jean Claude Valla), hasta los que dieron luego
origen a Occident y Ordre Nouveau (François Duprat), unidos a escritores de
prestigio (Henry Coston, Ploncard d’Assac, Maurice Sicard alias “Saint–Paulien”,
Marc Augier alias “Saint Loup”, Lucien Rebatet), a antiguos miembros de la OAS
(como su tesorero Maurice Ginbembre) y, por supuesto, los supervivientes de
Jeune Nation y los militantes de la Fédération des Étudiants Nationalistes
(como Dominique Venner), así como jóvenes militantes que luego harían
brillantes carreras como periodistas (“François d’Orcival”, de verdadero nombre
Amaury de Chaunac–Lanzac, y el propio Venner).
Aun siendo una
revista que destilaba juventud y dinamismo en cada página, siempre alcanzó un
buen nivel redaccional y, en cualquier caso, supuso una ruptura con todo lo
hecho con anterioridad. Ruptura, no renuncia. En efecto, después de Europe–Action existió una ruptura nítida
entre la “vieja derecha” y la “nueva derecha” que se fue ampliando a lo largo
de los años 60. Por otra parte, el nivel teórico de la revista era bueno y se
vio apoyado por un documento básico: las reflexiones de Dominique Venner
realizadas durante su encarcelamiento y publicadas más adelante como cuaderno
con el título Por una crítica positiva.