martes, 28 de mayo de 2024

LA ESCLAVITUD EN EL ISLAM - ¿PARA CUÁNDO DISCULPAS POR LOS MILLONES DE EUROPEOS ESCLAVIZADOS EN TIERRA DEL ISLAM?

 

Introducción

Hoy, ya nadie puede dudar que el primer argumento que se utilizó para justificar la presencia de compactos núcleos musulmanes en Europa Occidental -aquel que afirmaba que eran necesarios inyectar inmigrantes para pagar las pensiones de los abuelos…- era una simple falacia. La realidad es que, las pensiones de los abuelos -yo lo soy- pierden cada día poder adquisitivo porque a los gobiernos de nuestro entorno les es necesario comprar la “paz étnica y social” subvencionando a los recién llegados. No hay dinero para todos. Y los que llevan las de perder es la parte más débil: los jubilados. La triste realidad es que la inmigración es hoy una pesada carga económica para todos los Estados que se han negado durante décadas a controlarla.



Desde, como mínimo, 2008, la inmigración ha variado su carácter; hasta ese momento, podía pensarse que los motivos del desplazamiento hacia España se debían a la posibilidad de integrarse en nuestro mercado laboral y, en especial, en el sector de la construcción. Pero, desde el estallido de la burbuja inmobiliaria, con la mecanización progresiva de la agricultura, las deslocalizaciones y el proceso de desindustrialización creciente, es casi seguro que, hoy, pocos de los inmigrantes que llegan a España, -especialmente los que no tienen ningún tipo de cualificación profesional (esto es, la mayoría de los procedentes de África)-, tengan como proyecto personal integrarse laboral y vivir del propio trabajo, ahorrar para volver al país de origen con capital suficiente para emprender una nueva vida.


Se suele creer que las motivaciones de los inmigrantes en el siglo XXI son las mismas que las de los españoles, portugueses e italianos que se desplazaron a Francia, Suiza, Alemania, Benelux, en los años 50 y 60, para reconstruir países que habían sido demolidos por la Segunda Guerra Mundial. La mayor parte de aquella inmigración existía la voluntad de trabajar durante unos años en unos países con unos niveles salariales mucho más altos, poder ahorrar llevando una vida austera (pero no miserable), acumular cierto patrimonio que les permitiera abrir un pequeño negocio o, simplemente, comprar una vivienda. Esa inmigración, no es la actual.


Nuestros inmigrantes querían regresar -en grandísima medida- al país que habían abandonado. Iban a trabajar, a esforzarse, a partirse el espinazo para llevar a la práctica un proyecto personal legítimo y que enriquecía a todas las partes: a los receptores de inmigración porque sabían que los recién llegados eran gente dura y dispuesta a trabajar; a los inmigrantes porque, a cambio de su trabajo, recibían un salario muy superior al del mismo oficio en España que compensaba el alejamiento del hogar y les permitía ahorrar; al país emisor de inmigrantes porque allí recibían formación y volvían con una capacitación laboral superior a la que habían partido, sin olvidar que su trabajo en el extranjero generaba unas divisas preciosas en aquel momento para garantizar intercambios comerciales. Aquellos inmigrantes -nuestra inmigración- no planteaban problemas de convivencia, ni choques culturales; fieles al dicho “donde fueres, haz lo que vieres”, nuestra gente se integró perfectamente en la sociedad que los recibió. Nada de todo esto vale para el actual fenómeno migratorio.


Básicamente, ya no hay países que reconstruir después de una guerra (en el fondo, es toda África la que se trataría de reconstruir). Tampoco hay un mercado laboral en expansión que permita pensar que, sin un alto nivel de cualificación y solo en determinadas profesiones, se va a encontrar trabajo bien remunerado ni con facilidad. Ni siquiera para españoles, los salarios medios -a la vista del coste de la vida- permiten ahorrar. Y, nada permite pensar que en el “boca-oído” que transmiten los inmigrantes que han llegado aquí en los últimos años, transmiten la visión de un país en el que valga la pena venir a trabajar, simplemente, porque el poco trabajo que existe para trabajadores con poca o nula cualificación profesional, no permite ni vivir dignamente, ni mucho menos ahorrar. Entonces ¿por qué viene la inmigración?


Vale la pena no engañarse al respecto. Los medios ya nos engañan bastante y, a su vez, resultan engañados por los gobiernos de turno. Esos medios, así como los diferentes gobiernos, de derechas y de izquierdas, llevan casi treinta años falseando datos, cifras y circunstancias. No hay otra forma de definir la actitud de quienes niegan los problemas que se han generado a causa de la inmigración ilegal, masiva y descontrolada.


Si bien es cierto que, hoy, ya nadie se atreve a sostener que, gracias a la inmigración, se van a poder “pagar las pensiones de los abuelos”, las justificaciones cada vez se han convertido en más extemporáneas, ridículas, ignorantes e, incluso, frecuentemente, entre los portavoces gubernamentales, zafias. A veces se nos dice que los inmigrantes no son tales: que se trata de “refugiados”. Ser “refugiado”, al parecer, hace obligada la “solidaridad”. El perseguido merece protección y ayuda para salvarlo de su perseguidor… Bien, en algunos casos, los menos, los recién llegados son “refugiados”; no en la inmensa mayoría. Pero, incluso, en esas circunstancias, cabe preguntarse: ¿y por qué un “refugiado afgano” elegiría vivir en Europa Occidental y no en Paquistán, en la India o, incluso en el sudeste asiático, países mucho más próximos, en todos los sentidos, a su patria originaria?


Por otra parte, si existen “refugiados” es porque tal o cual país los genera y la situación allí es insoportable, por tanto, si se trata de admitir, por ejemplo, subsaharianos, vale la pena recordar que, en cualquiera de aquellos países, en toda África y en buena parte de Asia, casi sin excepción, la “democracia” es una palabra que no tiene el mismo significado que en Europa. De los 1.200 millones de africanos, la inmensa mayoría podrían ser considerados como “aspirantes a refugiados”, a la vista de que existen diferencias abismales entre los “derechos humanos” tal como se ven en Europa y como se practican en África.


Pero, Europa no puede admitir a 1.200 millones de inmigrantes que, por lo demás, deberían entender que ellos también podrían intentar hacer cambios en su país, antes que adoptar la solución más cómoda de mudarse a otro… ¿a cuál? Y esta es el nudo de la cuestión: no se trata de países en los que exista un mercado laboral floreciente, ni aquellos otros más próximos al lugar de origen, para mantener el contacto con las raíces, sino de aquellos en los se vive mejor y, lo que es aún más importante, donde se garantizan subvenciones solamente por llegar y todo, absolutamente todo, está permitido (o poco menos). Ese es el centro de la cuestión que políticos y medios pretenden escamotearnos.


No hay nada más opaco en la actual democracia española que la suma total de subvenciones que reciben los no nacidos en España y sus hijos nacidos en España. La falta de transparencia es, precisamente, lo que permite sospechar. Recientemente se ha publicado la cifra de que algo más de 2.000.000 de inmigrantes viven de subsidios públicos. El problema sigue sin aclararse, porque no se dicen cuántos antiguos inmigrantes que han logrado naturalizarse como “españoles”, siguen subsidiados. Por otra parte, haría falta especificar qué tipo de subsidios reciben: en España existen muchos de tipos de ayudas y de pensiones no contributivas. Todo ello hace sospechar que las cifras son mucho mayores y es legítimo pensar que pueden ser, incluso, el doble de las dadas. Por lo demás, no se especifica el volumen total de subsidios y subvenciones por distintos conceptos, ni los dados por las distintas administraciones, que van a parar a lo que en Francia se ha llamado “la aspiradora de recursos públicos”, esto es, la inmigración. La opacidad de las cifras no hace nada más que aumentar las sospechas.



Luego está el argumento de la crisis de la natalidad en España. Era lo que podía esperarse: la elevación constante del coste de la vida, hace imposible el que se puedan formar parejas e, incluso, que una vez formadas, decidan tener hijos. La paternidad es una aventura que muy pocos se atreven a afrontar. Para hacerlo es preciso tener seguridad de que se podrá mantener a los hijos. Nadie está dispuesto a ofrecer tales garantías. Sin embargo, es un problema político: hubiera bastado con atribuir prioridad en beneficios sociales y ventajas fiscales a las parejas españolas que deseen tener hijos, garantizar su prioridad a la hora de obtener viviendas sociales, y simples campañas en pro de la natalidad, para que se estimulara la natalidad entre nuestra gente. No se hizo, ni se tiene intención de hacer. Se hizo -y se hace- justo lo contrario: confiar en que gentes llegadas de todo el mundo salvarían la natalidad en España.


Desde el año 2000, en las cuatro provincias catalanas los nacidos en la noche del 31 de diciembre al 1 de enero de cada año, son en su inmensa mayoría hijos de nacidos en el extranjero. Salvo entre mujeres subsaharianas, el número de hijos va disminuyendo incluso dentro de la inmigración. Los inmigrantes andinos, por ejemplo, se han configurado como los primeros y principales usuarios de los servicios de aborto gratuito y de “píldora del día después”. La ruptura de la unidad étnica de España ni siquiera ha servido para que la natalidad remonte o para que se repueblen zonas en vías de despoblación.


Caído el mito de “los que vienen a pagar las pensiones”, en un momento en el que ningún ayuntamiento que quisiera mantenerse en el consistorio se atreve a colocar pancartas con el “Welcome refugies”, cuando se ha visto a las claras que la inmigración no resuelve el problema de los nacimientos, sino que complica la convivencia, ahora, como última trinchera inmigracionista, el argumentario se ha desplazado a otro frente; nos dicen: “estamos obligados a admitir a todos los inmigrantes que quieran establecerse en nuestro suelo y a mantenerlos, incluso, porque, se lo debemos”.


Nos dicen que Europa “debe” a los inmigrantes del Tercer Mundo el haberlos explotado como colonias. Repiten, para bloquear a los más sensibles, que los europeos somos responsables de haber esclavizado a los africanos y que les debemos una compensación. Por eso están aquí, por eso estamos obligados a subsidiarlos… Es un argumento que tiene su fuerza, pero que no deja de ser otra falacia.


No solamente no fuimos esclavistas -valdría la pena, ya que estamos en esto, elaborar un censo de familias europeas que se dedicaron a la trata de esclavos, porque sería, en última instancia, a ellos a los que les correspondería pagar indemnizaciones, no a la totalidad de un pueblo- sino que, además, durante siglos los europeos que vivían en las costas mediterráneas (pero, también, incluso en las del sur de Gran Bretaña) corrían el riesgo de ser secuestrados ellos y sus hijos, saqueados sus bienes e incendiados sus pueblos, por parte de piratas berberiscos; una práctica que se prolongó hasta principios del siglo XIX. Unos fueron esclavizados de por vida, los otros extorsionados pidiendo fabulosos rescates, otros murieron sin dejar huellas… Sin olvidar, claro está, que el grueso de traficantes que capturaban esclavos en África eran árabes y que se beneficiaban de pactos con tribus africanas que los obtenían de tribus vecinas.


Sería bueno presentar una reclamación de cantidad por los millones de europeos, especialmente de los países mediterráneos, de los países eslavos, e incluso del Reino Unido, que fueron secuestrados, esclavizados, obligados a vivir en condiciones infrahumanas, asesinados y muertos de agotamiento en tierras del Magreb… Los recuerdos de aquellas exacciones berberiscas han dejado recuerdos imborrables en nuestro folklore, en nuestra literatura e, incluso, en la configuración de las costas (las “torres de guaita” tan habituales en la costa catalana no eran para mirar la belleza del Mediterráneo, sino para vigilar la llegada de piratas berberiscos), sin olvidar que aquel valeroso soldado que recibió dos disparos e arcabuz en el pecho y en el brazo izquierdo, en la gloriosa jornada de Lepanto, Miguel de Cervantes, dejó constancia en El Quijote de sus nueve años de cautiverio en Argel.



Los grandes olvidados de la historia europea, son los millones de antepasados esclavizados en tierras islámicas. Los europeos no somos los “malvados” de esta historia. El colonialismo se explica en gran medida por las constantes molestias generadas por la piratería islámica, berberisca y otomana. Quienes la practicaban eran asimilados a yihadistas: y lo hacían con saña y con odio acumulado. La negativa a erradicar la esclavitud, hizo necesaria la intervención europea con la consiguiente disolución de los “mercados de esclavos” que todavía existía en el siglo XIX en el Magreb. No “debemos” nada: nos deben una reparación a aquellos crímenes contra los pueblos europeos.


Hemos reunido en este volumen, distintos trabajos sobre esta temática. La intención de presentar los escritos que siguen es bloquear la última trinchera inmigracionista. Al concluir la lectura de estas páginas, el lector habrá acumulado una cascada de datos que le permitan demostrar la última falacia inmigracionista y entender por qué algunos, desde hace décadas, venimos insistiendo en que el único peligro que tiene Europa en sus fronteras exteriores procede del Sur.

Ernesto Milá (08.03.2024)


 

Contenido

- Introducción (por Ernesto Milà)

- Los negreros en Tierra del Islam

- Esclavitud musulmana

- Esclavos en tierras islámicas

- La esclavitud en tierras islámicas : un musulmán liberal sacude el tabú

- Islam y esclavitud

- Malek Chebel: “Romper el silencio”

- Esclavos negros en el Mediterráneo

- Esclavitud negra en tierras islámicas

- Diáspora africana, esclavitud e Islam

- La verdad sobre la esclavitud en el Islam

- Marruecos: Islam, esclavitud y servidumbre

- La imposible “negritud” de los musulmanes africanos

- La esclavitud forma parte del Islam

- Esclavitud en tierras islámicas

- Un africano considera la esclavitud islámica infligida a los africanos

- La esclavitud en el Islam

- Esclavitud en los países musulmanes

- La esclavitud y e mundo musulmán

- Esclavos cristianos, amos musulmanes

- La historia olvidada de los blancos esclavizados

- El olvidado comercio de esclavos cristianos secuestrados por los musulmanes

- Razzias en tierras cristianas

- La historia de los esclavos europeos en tierra islámica

- Cautivos británicos

- Esclavos ingleses en manos berberiscas

 

Características de la obra:

Páginas: 282

Tamano: 15x23 cm.

Impreso en papel ahuesado de 80 gramos

Cubierta rústica en cuatricomia

Precio de Venta al Público: 26,00 euros

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lunes, 27 de mayo de 2024

SEFARDITAS Y/O PALESTINOS... LOS MOTIVOS DE PEDRO SANCHEZ

El gobierno de Pedro Sánchez reconoce hoy al “Estado de Palestina”. Por el mismo precio, el mismo presidente, concedió nacionalidad española a sefardíes originarios de España en el año 2019. Entonces era una medida estrella destinada a interesar al dinero judío para invertir en España (algo parecido a lo que Javier Milei también ha hecho en Argentina). El resultado fue pobre-pobrísimo. Ahora, Sánchez utiliza la “carta palestina”. Queda, por tanto, demostrado: Que el gobierno español carece de línea política en materia internacional. Y lo que cabe preguntarse es: ¿a qué obedece el “activismo palestino” del presidente?

LA EXPULSION DE LOS JUDÍOS DE ESPAÑA Y EL “ETERNO RETORNO”

Vayamos a lo primero: el fracaso de la “Operación Sefarad”, esto es, la concesión de la nacionalidad española a los descendientes de los 100.000 judíos expulsados en 1492 por los Reyes Católicos. El motivo principal de la expulsión fue la “herética pravedad”, la simulación que se había convertido en habitual entre la comunidad judía de bautizarse y seguir practicando su “antigua religión”. Esta medida, unida a la expulsión de los moriscos fue lo que evitó que, desde el siglo XVI, España no se viera desgarrada por más conflictos religiosos y étnicos (hasta nuestros días). Se pueden pensar lo que se quiera de estas “expulsiones”, pero es difícil negar que evitaron guerras de religión, cerraron el camino a la expansión otomana y contribuyeron a estabilizar la sociedad española posterior a la Reconquista.

Las cifras de sefarditas expulsados han variado desde apenas 50.000 hasta 350.000. La cifra debió ser inferior a 200.000 ¿A dónde fueron? La mayor parte, inicialmente, optó por Marruecos (y, en concreto, por el reino de Fez), pero muchos de ellos abandonaron la zona, o bien en dirección, nuevamente a España, o bien hacia el Este dominado por el Imperio Otomano. Francia mantuvo cerrada la frontera para los judíos expulsados de las Españas (e, incluso, la Universidad de la Sorbonne, felicitó a los Reyes Católicos por la expulsión). Otros se fueron a Portugal, en donde se les instó a que abandonaran el país o se convirtieran al catolicismo. Los hubo que optaron por instalarse en el Reino de Navarra (eligieron Bayona como asentamiento).

No era una medida excepcional:  Eduardo I de Inglaterra había expulsado a los judíos en 1290. El Rey Felipe Augusto de Francia ordenó la confiscación de sus bienes y la expulsión de los judíos en 1182, medida revalidada por otros reyes franceses en 1306, 1321 y 1394. En Portugal serían expulsados en 1497 y en Navarra en 1498.

Los gobiernos democráticos han insistido en lo injustificado de tales medidas adoptadas en el siglo XV y lo han hecho con una óptica propia del siglo XXI. Durante el gobierno de Rajoy se aprobó una ley por la que se concedía nacionalidad española a los descendientes de los judíos sefarditas que la solicitaran. Sin embargo, se dio un plazo de cuatro años para que se formularan las peticiones. Este plazo concluyó el 30 de septiembre de 2019, cuando ya era presidente Pedro Sánchez.

Se acogieron a esta ley un total de 153.767 solicitantes, la mayoría de Iberoamérica (33.000 de México, 28.000 de Colombia y 22.000 de Venezuela), pero, sorprendentemente llegaron también de EEUU (5.400) y del Estado de Israel (4.900). Pero, finalmente, solo 8.365 descendientes de sefarditas pudieron justificar su petición conforme a la ley (se exigía certificado de antecedentes penales, documentos legalizados y traducidos que demostrasen el origen sefardí y un certificado acreditativo de conocimiento de la lengua española). No estaban obligados a renunciar a su nacionalidad anterior a la petición.

Así pues, la “Operación Sefarad” no fue, precisamente, un éxito. La mayoría de los que llegaron fueron jóvenes con títulos profesionales interesados por trabajar en España y con medios suficientes para instalarse aquí. Su presencia no ha repercutido en la sociedad española y en muchos casos, finalizados sus contratos laborales retornaron a su país de origen. No hubo ni “florecimiento” de la cultura sefardita, ni siquiera un aumento significativo de asistencia a las sinagogas. Y es que 500 años son muchos como para que un pueble conserve sus rasgos identitarios.

Ahora bien, esta medida constituyó un síntoma de las buenas relaciones entre el Estado de Israel y España. Lejos quedaban los tiempos en los que los NO-DO del franquismo aludían a “nuestra tradicional amistad con los países árabes” o cuando en las librerías españolas podían adquirirse libros de contenido antisemita. Con la democracia se entró en una era de normalización de relaciones entre ambos países y, en la práctica, la ley de concesión española a los sefardíes entraba en este contexto.

Y entonces apareció en escena Pedro Sánchez...


UNAS NOTAS HISTÓRICOS SOBRE CÓMO SE HA LLEGADO AL PUNTO ACTUAL

El 7 de octubre de 2023, grupos de militantes de Hamas (Movimiento de Resistencia Islámica) y de la Yihad Islámica Palestina, lanzaron un ataque contra granjas e instalaciones del Estado de Israel próximas a las fronteras con la franja de Gaza. El ataque, denominado “Operación Inundación de Al-Aqasa” conmemoraba el 50 aniversario del inicio de la guerra del Yom Kippur en 1973. Los palestinos asesinaron a 695 civiles israelíes (36 de ellos menores de edad), 71 civiles extranjeros y 373 soldados y policías (las cifras son de Wikipedia), en un momento en el que los judíos celebraban la “Fiesta del Tabernáculo”. No fue una “gloriosa operación militar”: fue un ataque contra civiles: un ataque terrorista de la peor especie con el agravante de violaciones a mujeres, ensañamientos, toma de rehenes. Cerca del kibutz de Reim, un grupo de 50 milicianos palestinos armados, asesinaron a 364 personas durante un festival de música. Las imágenes siguen en youTube para quien tenga estómago suficiente para verlas. Si una acción puede considerarse como terrorista y desprestigia como ninguna otra la causa palestina, esa es la que tuvo lugar el 7 de octubre pasado.

Los partidarios del reconocimiento palestino, claro está, alegan que la represalia israelí fue desproporcionada y que los bombardeos judíos, desde entonces, han causado 35.562 muertes, entre ellos 15.000 niños y 10.000 mujeres. A su vez, los pro-israelitas alegan dos razones de peso: Hamas había trazado deliberadamente una red subterránea de 4.000 km de túneles que conducían a sus arsenales, estratégicamente situados siempre anexos a hospitales y escuelas. Y, por lo demás, parece evidente que el ataque del 7 de octubre de 2023 lo inició Hamas en una zona “tranquila” (era mucho más comprensible que se hubiera producido en la zona de Cisjordania en donde menudean los choques palestino-israelíes).

Las cuestiones a plantear son muchas. La primera de todas: ¿Qué pasó por la cabeza de los dirigentes de Hamas y de la Yihad Palestina para realizar un ataque inicial tan absolutamente brutal contra kibutz? ¿Acaso no se han enterado de lo que es la “Ley del Talión”? ¿Pensaban que Israel no iba a vengar a sus ciudadanos asesinados? ¿Quién o qué les indujo a un ataque que, necesariamente, sabían que iba a conducir a un conflicto generalizado en la zona? Preguntas sin respuesta. Y es extraño porque cuando se inicia un ataque de esa envergadura -y la “resistencia palestina” nunca había empleado tanta brutalidad desde los años 70- se entiende que debe de existir un plan para el día después…

Llegado a este punto, los defensores de la causa palestina alegan que todo empezó con la creación del Estado de Israel y con el desplazamiento masivo de judíos iniciada por el movimiento sionista hace ahora algo más de 100 años. Repito: 100 años. Cien años en los que la región no conoce la paz. Si empezamos a buscar las causas últimas del conflicto, habrá que retrotraerse a los tiempos bíblicos en donde, según la mitología bíblica, los judíos que abandonan Egipto, se instalan en un territorio entregado por Jehová… Demasiado lejos en la historia…, como lejos están los tiempos en los que las legiones de Tito destruyeron el Templo de Jerusalén. Estamos en 2024, ni siquiera en 1973 cuando la guerra del Yon Kipur, ni en 1967 cuando la guerra de los Seis Días, ni en la operación anglo-francesa-judía de Suez en 1956, ni en el momento de la primera guerra árabe-israelí de 1948… Como no estamos en la época de la Declaración Balfour (1917) o de las primeras intifadas palestinas (1920-1923). Estamos en 2024 y lo que ocurrió en tiempos míticos o lo que ocurrió hace cien o incluso medio siglo, no puede servir para ocultar la situación actual.

Hoy ya no vale decir que el Estado de Israel se ha levantado en una tierra usurpada a los palestinos, porque de seguir este razonamiento llegaríamos al absurdo de discutir sobre si Jehová regaló esta tierra al “pueblo elegio” o quién había antes de que llegaran los judíos sobre esos mismos territorios.

Y la situación actual es que los palestinos tienen derecho a un Estado e Israel tiene derecho a su seguridad. Eso es todo. Si se acepta esto, se acepta la necesidad de que las partes negocien y lleguen a un acuerdo que era necesario en 1948 y que hoy aún lo es más. Y esa debería ser la única razón para que un “tercero” interviniera solo para facilitar el marco de esas negociaciones y la garantía del cumplimiento de los acuerdos. Nada más. Lo que traducido quiere decir que todo lo que contribuya a las negociaciones de paz y a llegar a un acuerdo es positivo y todo lo que aumente las tensiones es negativo.

EL RECONOCIMIENTO DEL ESTADO PALESTINO

Si aceptamos todo lo anterior, deberemos aceptar también que el eje de la cuestión no es ni lo ha sido nunca el reconocimiento del Estado Palestino, sino las negociaciones de paz. El hecho de que el gobierno de Pedro Sánchez haya demostrado un inusitado activismo pro-palestino en estos momentos es casi incomprensible. La falta de empatía de Sánchez hacia sus mismos vecinos es conocida, así que podemos imaginar lo que le importan los habitantes de Gaza… En el mes de noviembre de 2023, cuando Sánchez inició su activismo pro-palestino, solamente estaba en su horizonte personal, ligar un acuerdo de gobierno con Sumar (que siempre se había manifestado pro-palestina). Todavía albergaba esperanzas de que, cuando se cansara de presidir el gobierno español, pasara o bien a ser secretario general de la OTAN o bien candidato a la presidencia de la UE

Todavía no había estallado ni el caso Koldo, ni el caso Begoña y gozaba de cierta reputación en la izquierda internacional. Todo esto saltó por los aires en la primavera de 2024. Hoy, especialmente tras su choque con “el Javo Milei”, se ha convertido en una irrisión internacional y el tendring topic #PedroVigilaatuMujer es uno de los más seguidos de Twiter-X, a nivel mundial. Hoy, Sánchez, internacionalmente no puede aspirar a nada más que encontrar un lugar tranquilo de residencia cuando sea apeado del poder definitivamente en España (lo que ocurrirá antes o después).

Lo sorprendente es que, a medida que se le complicaba la situación interna, Sánchez aumentaba su activismo propalestino. Finalmente, solamente dos países irrelevantes dentro de la UE, Noruega e Irlanda, han aceptado seguirle -contra la opinión unánime de la UE- en su reconocimiento al Estado de Israel. Cuando, los altos objetivos políticos personales que se había propuestos para presidir organismos internacionales, ya le son inalcanzables ¿porqué sigue con esta absurda cruzada en favor del reconocimiento del Estado Palestino? La respuesta es tan simple que sorprende que no haya sido comentado hasta ahora por tertulianos y demás “especialistas” en ninguno de los canales generalistas.

En España existen entre 2.400.000 y 3.000.000 de musulmanes de los que 1.500.000 tienen la nacionalidad española: pueden votar en España. Y lo que le importa a Sánchez es seducir a este “nicho electoral”. Para ello, tiene que recurrir a medidas inequívocas: dado que la situación económica del país ya impide aumentar los subsidios y las subvenciones a la inmigración, Sánchez opta por hacerse con ese 1.500.000 de votos mediante medidas que sean consideradas por ellos como favorables. Se trata de darles una “satisfacción moral”, a falta de darles más “satisfacciones monetarias”. Además, es otra posibilidad de congraciarse con Marruecos, algo que, por algún motivo, Sánchez está empeñado en seguir haciendo hasta el fin de sus días.

No hay más explicación. No hay otra explicación. ¿La “paz”? ¿los “derechos humanos”? ¿el derecho a un “Estado Palestino”? Todo ello son palabras huecas para Sánchez: su imperativo personal está por encima de todas estas minucias. Y su objetivo, hoy por hoy, no es más que mantenerse en el poder el máximo de tiempo posible. Una carrera ciega y enloquecida de un personaje visiblemente trastornado.

En política internacional, lo que cuenta y genera confianza no es seguir la moda: ahora con los palestinos, ahora con los sefarditas, mañana quién sabe con quién… En política internacional, se logra confianza y se alcanza la seriedad manteniendo posturas firmes y “de Estado”. La política internacional practicada por Pedro Sánchez y su mariachi, Albares, suscita desconfianza en todas las cancillerías y es lo contrario de cualquier política coherente. Pero, a estas alturas, estos es lo habitual con Sánchez.








 

lunes, 20 de mayo de 2024

LOS HOMBRES Y LAS RUINAS – Julius Evola. La necesidad de una nueva traducción

Dado que corren varias ediciones en lengua española de esta obra desde 1984, pero todas ellas son muy deficientes, hemos considerado oportuno abordar desde cero la traducción de este texto capital que, en rigor, puede ser calificado como un verdadero manifiesto de la Derecha Tradicional en la posguerra.

Sobre la importancia del libro cabe añadir poco: tras una larga estancia de tres años en un hospital austríaco y de algo más de dos años en otro italiano, Evola fue recopilando materiales y ensayos que luego integraría en esta obra.

La traducción se ha realizado a partir de la edición publicada por Edizioni Mediterránee en 2001, si bien se han eliminado las notas previas no escritas por Evola, así como la “Nota del Autor” incluida en la segunda edición de 1967. Así mismo, para solventar algunas dudas, se ha consultado también la traducción francesa realizada en 1984 por las editoriales Pardès - Guy Trédaniel (que mejoraba la edición original francesa, publicada por Maurice Bardèche en 1972 bajo el sello de la editorial Sept Couleurs y cuyo título incluso se había traducido incorrectamente como Les hommes parmi les rovines, textualmente, “los hombres entre las ruinas”).

Nosotros mismos realizamos una primera traducción de esta obra en 1984 en unas condiciones bastante penosas (en la prisión de Alcalá-Meco a la que nos había conducido nuestro activismo político). Se realizó una primera edición en fotocopias de muy escasa calidad. Pues bien, a pesar de todas sus deficiencias, poco cuidado por las correcciones de estilo y bailes de letras, esa edición se ha ido reproduciendo una y otra vez, digitalizándose incluso y distribuyéndose en PDF y en varias webs. Años después, apareció la edición publicada en Argentina por Ediciones Herakles que, en muchos puntos resultaba de muy difícil lectura y comprensión y era excesivamente literal. Otra edición española, derivada de esta última no ha mejorado excesivamente la versión.

Así pues, a la vista de todo esto, y dada la importancia capital de esta obra, hemos decidido -como ya hicimos con Orientaciones- realizar una nueva traducción a partir de cero, priorizando la comprensión mucho más que la traducción literal. Esperamos haber estado a la altura de la tarea.

Hemos dudado sobre si incluir los anexos (cuatro artículos publicados por Evola en el semanario Il Borghese), sobre la contestación y temas muy vinculados a la “contestación” de finales de los años 60. Finalmente, hemos decidido incluirlos -a pesar de que aluden a temas que hoy están casi completamente relegados al olvido- dado que se encuentran presentes en las ediciones italianas publicadas desde 1972.

Nos hemos limitado a colocar unas pocas Notas del Traductor a pie de página, en general dedicadas a explicar el significado de algunas locuciones latinas o en otros idiomas incluidas en el texto. Hemos tratado de limitar al máximo este tipo de notas.

Es importante señalar que, a pesar de que el propio Evola corrigió esta obra en su edición de 1953 y en la posterior de 1972, el contenido fue escrito a principios de los años 50. La primera edición italiana publicada por Edizioni dell’Ascia, tiene como fecha el año 1953. Esto debe tenerse en cuenta a la hora de valorar algunos juicios (especialmente en lo relativo a la demografía y la natalidad y también a la situación internacional). En cualquier caso, hemos considerado un deber incluir la presentación del Príncipe y Comandante Junio Valerio Borghese al principio de la obra.

Características:

- Páginas: 360

- Tamaño 15 x 23 cm.

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- Fuentes Garamond (cuerpo 13 - interliniado 16)

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jueves, 16 de mayo de 2024

JULIUS EVOLA ACUSADO EN EL PRIMER CASO DE APLICACIÓN DE LA LEGISLACIÓN ANTIFASCISTA

 

Los espíritus libres de Acción Literaria Dunedain me ofrecieron la oportunidad de explicar -estos días que la cosa va de procesos (por cierto Pedro y su equipo de abogados defensores) vista, suerte y al toro)- la primera vez que se puso en práctica en Italia la Ley Scelba que penaba la "apología del fascismo" y la "reconstrucción del disuelto partido fascista" y que tuvo como principal acusado a Julius Evola, acusado de haber escrito tres artículos en una revista considerada como "neofascista" (Imperium) y de ser el "responsable intelectual" de los clandestinos Fascios de Acción Revolucionaria, considerados como "grupo terrorista". Aquí cuento la historia de la peripecia jurídica.


EL COMPORTAMIENTO ELECTORAL DE LOS "NUEVOS CATALANES"

Por alguna extraña jugada del destino, las torres de la Sagrada Familia, recuerdan poco a los campanarios de las iglesias europeas y mucho más a los minaretes de las mezquitas árabes. Cuando se inicio su construcción en 1882, Barcelona era una ciudad católica: ultracatólica, incluso. Cuando faltan tres años para acabar el loco proyecto gaudiniano, las iglesias barcelonesas están vacías, pero en toda la provincia hay 40 mezquitas repletas y decenas de “puntos de oración” musulmanes igualmente concurridos. Por eso es pertinente preguntarse durante cuánto tiempo las torres de la Sagrada Familia seguirán marcando un templo católico o, a la vista de la velocidad de los cambios sociales, étnicos y religiosos que se están dando en la sociedad catalana, no quedará más salida que transformarla en la mezquita con la que ansían los musulmanes barceloneses. ¿Exageramos? En realidad, no. Los musulmanes cada vez pesan más en la política catalana y española. ¿La prueba? Las últimas elecciones regionales…

CIFRAS CANTAN

En las pasadas elecciones catalanas del 12 de mayo, 243.003 “nuevos catalanes” se han incorporado a las listas. En la práctica, cada año, en Cataluña, se “naturalizan” entre 40 y 50.000 inmigrantes. Las cifras son oficiales: proceden del Instituto de Estadística de Cataluña, así que pueden darse por buenas. No hay que confundir “naturalizados” con “inmigrantes”: cuando un inmigrante se “naturaliza”, desaparece del censo de inmigración y reaparece como ciudadano catalán y español. Las naturalizaciones se vienen produciendo desde el primer lustro del milenio. Ahora, en 2024, ya no basta con saber cuánta inmigración reside en Cataluña, sino cuántas personas nacidas en el extranjero o hijos de padres nacidos en el extranjero, residen en Cataluña. Eso nos da una foto puntual de la composición étnico-social de la población que vive en esa región. Existe unanimidad en el CIS de Tezanos y en su réplica catalana, para eludir el papel que ha jugado este grupo social en las recientes elecciones regionales. Y no es de extrañar…

Las cifras oficiales de la gencat son: el 1 de enero de 2023, residían en Cataluña 1.363.981 extranjeros que representaban el 17,2% de la población catalana. El número de extranjeros aumentó un 10’2% respecto al 1 de enero de 2022. Ese aumento se reflejó en TODAS las comarcas catalanas, pero muy especialmente en la “Cataluña profunda” (o “Cataluña interior”, o “Montaña catalana): La Cerdaña, el Ripollés, la Garrotxa (con un 16, un 15 y un 13% de aumento en un solo año, respectivamente) y en el Barcelonés (con un 13% de aumento). Solamente en 2022, 48.901 residentes extranjeros en Cataluña obtuvieron la nacionalidad española.

Las mayores concentraciones de población extranjera -siempre según la gencat- están presentes en la Segarra (28’8%), el Alt Empordà (25’4%) y el Barcelonés (22,6%) y, las menores concentraciones en el Vallés Oriental, la Anoia y el Moianés, con un 10% cada una. En general, en Cataluña, en estos momentos -y siempre “oficialmente”- hay 46 municipios más de un 25% de población extranjera: Guissona (52’7%), Castellló d’Empúries (44’9%), La Portella (39,8%), Lloret de Mar (38,8%), y Salt (37,8%).

Incluso la gencat tiene que reconocer que la comunidad extranjera más habitual presente en Cataluña es originaria de Marruecos. Oficialmente 235.054 marroquíes están presentes (hombres 56,8%, mujeres 43,2%), seguidos de rumanos (86,751 personas). Luego, la estadística nos habla de la población europea y americana que reside en Cataluña, para minimizar la importancia de la “población africana”: esta sería de un 23,9%, mientras que la europea sería de un 31,5% y la americana de un 30’8%. Pero estas cifras son irreales: parte de los “europeos” que viven en territorio catalán, lo son “de papeles”, pero no de cultura, ni de origen, ni de religión. Esto vale para una parte de los 45.000 “franceses” o para los 80.000 “italianos” que viven oficialmente en Cataluña.

DEL ”SOMOS SEIS MILLONES” AL “SOMOS OCHO MILLONES”

Históricamente, desde los tiempos del clan Pujol al frente de la gencat, los magrebíes se han visto privilegiados en Cataluña: el fenómeno se inició mucho antes que en el resto de España. En 1990 se hizo necesario “importar” mano de obra para concluir a tiempo las obras vinculadas a las Olimpiadas de 1992 y se recurrió a Marruecos. Pujol envió al ex secretario general de ERC, y ex fundador del Partit per l’Independencia, Angel Colom i Colom, como “Delegado de la Generalidad de Cataluña en Marruecos”, en 1999, cuando ya se había decidido priorizar la inmigración magrebí sobre la hispanoparlamente. La gestión del ex sacerdote Colom aumentó ese flujo marroquí, hasta el punto de que Artur Mas, puso a Colom al frente de la “Fundació Nous Catalans”.

El 1 de noviembre de 2023, la población catalana superó los 8.000.000 de habitantes, concretamente 8.005.785. Pero, teniendo en cuenta que desde mediados de los años 70 el flujo de inmigración interior hacia Cataluña ha cesado y teniendo en cuenta que la tasa de natalidad de la población catalana descendió en los años 80 y, en la actualidad, es una de las más bajas del mundo, hay que pensar que la diferencia entre los 6.000.000 de “catalanes” de los que alardeaba el clan Pujol en los años 80 (“Som sis millions”) a los 8.000.000 actuales, se debe a la llegada de inmigración procedente del exterior.

Si tenemos en cuenta, que la natalidad catalana está desde los 80 por debajo de la “tasa de reposición”, necesaria para mantener estable la población (estimada en 2,1 hijos por pareja), a pesar de la opacidad deliberada de las estadísticas, no cuesta mucho admitir, a tenor de la tasa de mortalidad en Cataluña (9’03 por cada 1.000 habitantes) que esos 2.000.000 más que registran los censos catalanes se ha debido SOLO y EXCLUSIVAMENTE a la inmigración.

Si esto es así -y no hay posibilidades estadísticas de que sea de otra manera- está suficientemente claro que la población residente en Cataluña, de origen extranjero, con hijos nacidos en España, pero de padres extranjeros, no es de 1.363.981, sino, COMO MÍNIMO, de 2.000.000 y si incorporamos, inmigrantes ilegales, recién llegados, no empadronados, y la corrección que implica las tasas de natalidad por debajo de la de reposición del grupo étnico autóctono, estaremos cerca de 2.500.000Esto implica que la población “extranjera” en Cataluña no es un 17% del total, sino ¡DEL 31%! Lo que coincide mucho más con la percepción que el ciudadano tiene al salir a la calle.

DOS BLOQUES POLITICOS, DOS ACTITUDES ANTE LA INMIGRACIÓN

Es innegable que todo esto tiene repercusiones sobre el comportamiento electoral de los votantes: y esto es lo que se ha reflejado en las recientes elecciones a la gencat, y explica en parte, la ganancia de votos del PSC, así como el apabullante descalabro de ERC, el ascenso de Alliança Catalana y el mantenimiento de posiciones de Vox.

La primera consideración a realizar es que un partido puede figurar entre los “conservadores” cuando apuesta por medidas de control de la inmigración, de la seguridad y enfatiza los problemas de “convivencia”. Por el contrario, un partido puede considerarse como “progresista” cuando alude a “favorecer la integración” y a que los “nuevos catalanes” disfruten de los mismos derechos sociales y ciudadanos.

Este esquema de valores marca hoy las diferencias entre unos y otros en relación a la inmigración. Resulta muy claro que los “nuevos catalanes” se decantarán masivamente por las opciones “progresistas” (por muy reaccionarias y ultraconservadoras que sean sus criterios en lo religioso y en sus proyecciones sociales).

El bloque “progresista” en Cataluña, está formado por el PSC, En Común-Podemos, ERC y la CUP. En el bloque “conservador”, figuran Alliança Catalana, Junts, el PP y Vox. Ahora bien, en los dos bloques existen matices y diferencias:

- Comuns-Podemos, se ha empequeñecido demasiado para llamar la atención de los “naturalizados”, a pesar de que su programa proponía la derogación de la Ley de Extranjería y el cierre de los CIEs.

- A este mismo problema se añade otro para la CUP: su imagen ha quedado vinculada al independentismo radical, pero también a las minorías LGTBIQ+ más desmadradas, algo que repugna a la mayor parte de la inmigración magrebí. Con todo, presentaban a una mujer de origen turco en el puesto 19 de su lista por Barcelona.

- ERC, por su parte, ha incorporado a candidatos musulmanes en una tendencia que viene registrándose en ese partido desde el tránsito de Carod-Rovira por la secretaría general en el primer lustro del milenio. Carod aludió constantemente al “Islam catalán”, a diferencia de un Heribert Barrera, dirigente histórico del partido que ya declaró a mediados de los 90 que la inmigración era un riesgo para la identidad catalana. Con esta apuesta, ERC quería situarse en vanguardia de la izquierda progresista europea, olvidando que su electorado era, en principio, nacionalista, y que los problemas de convivencia planteados por los “nuevos catalanes” y sus dificultades de integración -y el mismo desinterés de los “nuevos catalanes”- iban a ir mermando su electorado, mucho más que atraer el voto de la inmigración: los imanes y las asociaciones de inmigrantes, eran conscientes de que incorporarlos a listas electorales no era gratis, sino que se realizaba a cambio de algo. Y ese algo era aprender catalán…

- La última opción, el PSC, ha sido la más inteligente: “reconocimiento de la diversidad y de la defensa de la igualdad de oportunidades, combatir los discursos xenófobos, facilitar el conocimiento de las lenguas originarias en la escuela, política de subsidios y subvenciones, medicina universal… Y, claro, está, han terminado llevándose el “gato al agua”. Sin olvidar que, en sus listas electorales llevaba a tres candidatos de origen marroquí (dos por Barcelona y uno por Lérida).

Incluso dentro del bloque “conservador”, en sus listas electorales aparecían -eso sí en lugares “discretos”- apellidos no españoles:

- en la lista de Ciudadanos, encontramos un pakistaní en el puesto 58 de la lista por Barcelona. En el puesto 78 de la lista por Barcelona del PP encontramos, igualmente, a una socióloga de origen marroquí.

- Junts ha evitado cualquier referencia a la inmigración y se ha limitado a alinearse con el resto de partidos de su bloque, pidiendo la “expulsión de inmigrantes multirreincidentes” y recordando la necesidad de una “inmigración regulada” y, cómo no, la gestión para la gencat de los flujos migratorios… Obviamente, este discurso se debe, en grandísima medida, al carácter conservador de su electorado natural (heredero de CDC) y del riesgo que constituía para Junts, especialmente en la provincia de Gerona, la irrupción de Alliança Catalana. En el puesto 19 de la candidatura de Junts por Barcelona se presentaba una mujer de origen marroquí que lleva años colaborando con CDC.

- En cuanto al PP, ha incorporado solo en la última semana electoral la temática inmigracionista. Hasta ese momento, en el que el PP cambió el chip de su mensaje electoral, centrándolo en la necesidad de contener la inmigración y adoptar medidas enérgicas para detener la “islamización de Cataluña”, las propuestas del PP en esta materia eran poco menos que cero. El objetivo de superar a Vox en número de votos, les ha obligado a introducir esta variante en el discurso, justo en el momento en que una parte de sus electores empezaban a mirar con simpatía cambiar su voto a Vox.

- Por su parte, Vox, parece (junto con Alliança Catalana y Frente Obrero) la “opción más segura” contra la inmigración masiva: los tres partidos, vinculan directamente inmigración e inseguridad, abogan por un control efectivo de fronteras, el retorno de menores no acompañados y las repatriaciones masivas.

EL COMPORTAMIENTO ELECTORAL DE LOS “NATURALIZADOS”

Así están los bloques. Obviamente, el bloque “conservador”, por el momento, no parece la opción elegida por los “nuevos catalanes” y, en cuando a las opciones “progresistas”, la debilidad de En Comú y de CUP, ni siquiera han sido percibidas como opción realista pos los antiguos inmigrantes, hoy transformados en “nuevos catalanes”. ¿ERC? A pesar de introducir en sus listas a algo menos de una decena de inmigrantes magrebíes o descendientes de tales, se trataba, o bien de mujeres o de personajes poco conocidos en su propia comunidad. Por otra parte, ERC, si bien es cierto que era un “partido de gobierno” en Cataluña, también es cierto que su influencia se detenía más allá del Ebro. Y el inmigrante tiene claro que irá allí a donde se le ofrezcan mejores garantías, más subsidios, mayores subvenciones y más facilidades para establecerse y desarrollar allí la actividad que le apetezca (y pueda). La inmigración no piensa en términos “nacionalistas” (y ERC, lo es), piensa en términos de “umma”, de comunidad islámica por encima de las fronteras. Eso hace que, para los “nuevos catalanes” (en su mayoría magrebíes), la única opción aceptable (y propuesta explícitamente en algunas mezquitas) haya sido el PSC.

El PSC, por mucho que se vanagloria de su “autonomía”, no es más que el apéndice del pedrosanchismo en Cataluña. El votante musulmán no ha votado a Illa, sino al amigo de Mohamed VI, al que ha dado la razón a Marruecos en la cuestión del Sáhara, al que cada dos por tres acude, él o su Begoña, a Rabat, el que, además, apuesta por el reconocimiento del Estado Palestino, a un partido, en definitiva, que no es sólo catalán, sino que, ante todo, tiene una dimensión de Estado.

Eso explica el crecimiento en votos del PSC, a pesar del desastre de las mascarillas, las medidas absurdas que promovió durante la pandemia, las sospechas de corrupción, el eclecticismo oportunista y sin escrúpulos que siempre ha hecho gala este partido, el desencadenante de la “crisis soberanista” que no fue otro que Maragall y su propuesta de “nou estatut” cuando no existía absolutamente ninguna demanda social en esa dirección y que, para colmo, demuestra, en los ayuntamientos gobernados por los socialistas que está más abierto a conceder beneficios, subsidios y subvenciones, especialmente, a los magrebíes.

Las cifras confirman esta hipótesis. ¿De dónde han salido los 225.000 votos más que ha obtenido el PSC en estas elecciones? No, desde luego, de los votantes del extinto Ciudadanos, que, sobre todo, eran antiindependentistas y, por tanto, consciente de que se había llegado al “procés” por lo errores del PSC. Es posible que algunos de los 30.000 votos que haya perdido En Comú (el “Welcome refugies” que colocó la Colau durante años en el balcón del ayuntamiento de Barcelona no les ha servido de mucho) hayan ido a parar al PSC. Y, en cuanto a la merma de votos de ERC, está claro que han alimentado la abstención, el voto en blanco y el voto nulo.

La estadística por grupos sociales publicada por elDiario.es, es significativa: en el porcentaje de votos que fueron a parar a cada partido entre los que “nacieron en el extranjero”, el PSC está por delante, especialmente en donde son más del 25% de la población (el 31%). Solamente en aquellos núcleos de población entre los el porcentaje de inmigración está entre el 22% y el 25%, Junts obtuvo un resultado significativo, por delante del PSC.

En las anteriores elecciones (2021), los votantes registrados fueron 5.624.067, mientras que en las de 2024 han sido 5.754.840, es decir, en torno a 125.000 más. Sin embargo, la abstención en ambas convocatorias fue alta (48% en 2021 y 42% en 2024). Si, antes hemos dicho, que la media de “naturalizaciones” anuales viene a ser en los últimos años de 42.000, llegaremos a la conclusión de que desde las anteriores elecciones han realizado el trámite administrativo de adquirir la nacionalidad española 168.000 inmigrantes mayores de edad. Se sabe, por ejemplo, que en estas últimas elecciones catalanas tenían derecho a voto 170.000 musulmanes.

Es cierto que los niveles de abstención entre la comunidad de “nuevos catalanes” es superior al índice de abstención de la población autóctona. Pero también es cierto, como hemos visto que, entre los musulmanes que han votado en las últimas elecciones autonómicas, el PSC ha sido la opción preferida e, incluso, la única de la que consta que algunos “líderes religiosos” musulmanes han apoyado.

Si bien no todas las zonas en donde hay más acumulación de inmigración, en las zonas más significadas, si se ha producido la victoria socialista: en Salt, por ejemplo, el PSC ha gado con un 26,4%, en Lloret de Mar con un 31,59%, en Mataró con un 28,89%, en Castelló d’Empuries con un 26,14%. En la web de Onda Cero se pueden comprobar estos datos. En La Portella y Guissona, en cambio, dos de los municipios, se ha impuesto Junts.

CUATRO CONCLUSIONES MUY REALISTAS:

Nuestras conclusiones, a falta de un estudio más pormenorizado, municipio por municipio y comarca por comarca, son:

1) El independentismo -y concretamente ERC- ha fracasado en su intento de incorporar el “voto inmigrante” a su haber electoral.

2) Tanto la actitud condescendiente de Junts como la mucho más activa a favor de la inmigración masiva de ERC, ha generado una merma de votos en esta segunda que se ha canalizado hacia Alliança Catalana.

3) El PP ha tenido que reconocer en el último tramo de la campaña que la inmigración (y los problemas que la población asocia al fenómeno) es el tema que está orientando más votos hacia Vox.

4) El PSC es la fuerza que más se ha beneficiado del voto de los “nuevos catalanes”, de la misma forma que el PSOE en las elecciones de 2023 fue el partido que más fue apoyado por los recién naturalizados.

CUATRO PREVISIONES (HIPOTÉTICAS… PERO NO TANTO)

a) En España no pasará nada que no haya pasado antes en otros países de Europa Occidental en relación a la inmigración africana (magrebí y subsahariana). Lo que está ocurriendo desde Suecia hasta Francia y desde Irlanda hasta Grecia, es lo que está empezando a ocurrir en España: una islamización creciente de estas sociedades, favorecida por su natalidad desbordante y por el ocaso de la autóctona.

b) En un primer momento, se mantendrán indiferentes a la política de cada país, votarán únicamente al partido del que esperen obtener más beneficios y que tenga suficiente importancia como para garantizar su cumplimiento. En España, ese partido es el PSOE. Sin rival posible. Es la táctica adoptada en una situación de “defensiva estratégica” (cuando el radicalismo islámico no cuenta con comunidades con masa crítica suficiente).

c) En un segundo momento, cuando la demografía les sea favorable, pasarán a una situación de “ofensiva estratégica”: presentarán candidaturas propias, especialmente en elecciones municipales especialmente en zonas donde sean mayoría. En el Reino Unido, en las pasadas elecciones municipales del 3 de mayo, ya se ha entrado en esa fase en varias grandes ciudades.  A partir de ahí, tratarán de imponer la sharia.

d) Allí donde la demografía no juegue a su favor, jugando con la debilidad de la clase política europea, amenazarán con la yihad (“sexto pilar del islam”). En la actualidad, estamos asistiendo a los primeros chispazos de guerra étnica, los habituales enfrentamientos entre vanguardias de dos ejércitos que preludian la batalla futura (entre fuerzas de seguridad y grupos de delincuentes cada vez más armados y cada vez más peligrosos que proceden a “liberar territorios”: barrios y zonas controladas por la delincuencia). Francia es el país que tiene más posibilidades de vivir esta situación de guerra étnica. Y, dentro de España, Cataluña se aproxima a una coyuntura similar.