No voy a ser de los que se alegra
que algún ciudadano vaya a prisión, habida cuenta de que en tanto que antiguo
“preso político” (condenado en 1983 a dos años de prisión por organizar una
manifestación contra UCD…) sé lo que es una cárcel. Ahora bien, reconozco que,
ayer, cuando me enteré de la detención de Puigdemont en Alemania, la primera
idea que se me pasó por la cabeza fue: “otra anécdota que se acaba”.
Creo que va siendo hora de la
situación puede parecer cambiante y fluida en algunos momentos (siempre
relacionados con alguna detención) pero que, en su fondo, las cosas son como
son: el proceso está finiquitado, los independentistas queda claro que no
gobiernan para toda Cataluña sino sólo para la Cataluña independentista, que
dentro de poco se convocarán nuevas elecciones autonómicas (lo más probable es
que las convoque de nuevo el gobierno del Estado) y que, la justicia seguirá su
curso. De todas formas vale la pena realizar algunas observaciones parciales y
desperdigadas sobre determinados aspectos de la larga agonía del “procés”.
LOS CINCO AXIOMAS QUE EL NACIONALISMO CATALÁN DEBERÍA RECONOCER
Con su detención, Puigdemont pasa
a la categoría de “mártir” y también pasa a otra casilla en su particular via
crucis. Pero Puigdemont y los restos de CDC-PDCat no van a poder evitar que ERC
se convierta en partido hegemónico del nacionalismo en las elecciones que
vendrán. El problema para este partido es cómo encontrar un nuevo discurso
político, tras haber comprobado que el independentismo era una vía muerta.
Porque, Junqueras, o quien lo sustituya, debe tener el valor de reconocer
algunos axiomas incontrovertibles. A saber:
1) La aventura independentista ha
fracasado: está muerta y enterrada
2) Esta aventura se había
emprendido a lo loco, sin medir las posibilidades, ni
los riesgos.
3) La aventura no ha contado con
ningún apoyo sólido en Europa, ni en el mundo.
4) El tiempo de los
micronacionalismos ha pasado: es cosa del siglo XX, no del XXI.
5) Ahora se trata de “pensar en
Cataluña” y no de pensar en “la independencia de Cataluña”, es decir, de
gobernar el día a día, gobernar para “todos los catalanes” y no sólo para la “Cataluña
independentista”.
Todo lo que no sea reconocer estos cinco elementos supone partir de bases falsas y prolongar el atasco político que sufre Cataluña.
De entre todos los mascarones y
figurones del proceso independentista, si alguno tiene capacidad, valor,
preparación y honestidad suficiente para conocer estos axiomas, me temo que es
Oriol Junqueras. De hecho, si comparamos el curriculum de Junqueras con el de
Puigdemont, vemos a alguien con preparación intelectual y técnica, frente a quien
no ha dado un palo al agua en su vida, tras ser aprendiz en la pastelería de
sus tíos.
JUNQUERAS Y SUS TRES LIBERACIONES
Porque lo más triste del “procés”
es que, finalmente, Puigdemont, era un perfecto mediocre, un absoluto donnadie,
un completo indigente intelectual. Y ya se sabe lo que implica el “principio de
Peter” sobre los distintos niveles de incompetencia: cuando un incompetente
ocupa un cargo que no le corresponde por su capacidad, tiende a que todos los
que estén bajo suyo, sean aún más incompetentes, no sea que le hagan sombra y
amenacen su posición. Puigdemont ha sido la anécdota más lamentable de un
proceso lamentable en sí mismo.
En las elecciones de 2015,
Junqueras cometió su gran error político: habiendo podido ganarlas para la
sigla ERC, aceptó formar una candidatura unitaria con los desahuciados de CDC.
Si lo hizo fue por algo tan lógico como demostrar la fuerza unitaria del
independentismo. Permitió sobrevivir al “procés” un par de años más, pero para
ERC fue “la catastrophe”. Junqueras, terminó dándose cuenta del error y no ha
querido volver a repetir en las elecciones prenavideñas de 2017. Pero ahora su
problema es mayor y para resolverlo tiene que liberarse de una triple presión:
1) La presión de su propia emotividad: un hombre que derrama
públicamente alguna lágrima por la independencia de Cataluña es alguien que,
sobre todo, tiene una muy fuerte emotividad. Lo contrario de la emotividad, es la objetividad: ver las cosas como son. No
hay “una Cataluña nacionalista”, sino la Cataluña de los “cuatro cuartos” (la
nacionalista, la unionista, la inmigrante y la pasota) y hoy ya no puede
gobernarse la Generalitat sólo para la primera y pensar que la inmigración va a
“catalanizarse”. Dicho de otra manera: Junqueras tiene que liberarse de su
propia subjetividad, de sus lastres independentistas y de sus propios
condicionamientos emotivos y sentimentales.
2) La presión de sus aliados: dentro de la esfera nacionalista, se
siguen manteniendo posiciones independendistas, no por convicción de que la
independencia es posible, sino temiendo que si alguna candidatura renunciase a
ellas, las otras se beneficiarán de la sangría de todos que eso, posiblemente,
acarrearía. Nadie quiere reconocer públicamente que el proceso independentista
ha muerto y que no es viable. Quién lo haga, se dará un baño de realismo… pero
posiblemente se vea abandonad
3) La presión en el interior de su propio partido en donde, la
corriente mayoritaria sigue creyendo en la estrategia independentista (que es
hoy como creer en los extraterrestres o en el chupacabras). El problema es que
ERC es un partido que se está ruralizando progresivamente, cuyos enclaves están
en la periferia catalana y entre grupos sociales con razonamientos muy
primarios. De hecho, éste era el origen del partido a principios de los años 30
cuando era casi una emanación de la Unió de Rabassaires. Pero estamos en el
siglo XXI y en una situación completamente diferente, en la que la Cataluña
rural ya ha perdido el ritmo de la historia.
No parece muy claro que Junqueras
vaya a tener el valor, la decisión y el temple suficientes como para conseguir
imponerse a los que en el interior de su propio partido no son capaces de
concebir otro proyecto más que la independencia, ni de imponerse en el sector
nacionalista si reconociera el desenfoque del ideario nacionalista, ni siquiera
para superar su propia emotividad… pero es que fuera de Junqueras, ya no quedan
personajes con el más mínimo carisma, ni prestigio político. El hecho de que
los últimos candidatos a presidir la Generalitat fueran Turull, Sánchez o la
Rovira, indican el nivelazo en el que se mueve hoy ese ambiente.
RECONOCER LAS REALIDADES PARA INICIAR UN NUEVO RUMBO
Si en ERC, Junqueras sería el
único con honestidad suficiente como para decir “nos hemos equivocado desde el
principio, la independencia es imposible, la vida continúa”, en otros partidos
esto ni siquiera existe. En el PDCat, los contrario al “procés” hace tiempo que
se fueron a su casa certificando la evaporación del “nacionalismo moderado”. En
la CUP, ocurre tres cuartos de lo mismo y la deserción de algunos dirigentes
(incluso su cambio de look y la trasnformación de alguna de sus “luchadoras
antipatriarcales” en “pubillas casaderas” cambiando el corte de pelo estilo “hachazo
aizkolari”, por el de “nena de molt bona casa”) lo único que permite comprobar
es la incapacidad intelectual de este partido para analizar correctamente (y
desde su nacimiento) la situación política catalana y sus propias
posibilidades: llamar a la “huelga general” en octubre indicaba el clímax de
ese desfase, afirmar ahora una “primavera republicana” es dar un paso al frente
hacia el precipicio de la política ficción al fondo del cual se encuentran los verdes
prados del realismo.
Así pues, la tarea que le aguarda
a Junqueras va a ser portentosa y, por supuesto, le va a ser imposible
realizarla dentro de la cárcel. Y este es el problema: por que el “procés”
solamente ha dejado detrás dos “logros”. El primero lo hemos mencionado (exteriorizar
de una vez por todas la existencia, no de “una” sino de “cuatro” Cataluñas)
mientras que el segundo atañe a los procesados: es el haber comprometido la
libertad de las cúpulas promotoras del proceso después de años de recibir
avisos por parte del gobierno de que sus acciones tendrían consecuencias
jurídicas.
Está claro que ahora ya no estamos en el tiempo en que el destino de estos barandas del independentismo se resuelva por la vía política: si en España hay “división de poderes” (y la hay hasta cierto punto), una vez incoados los procesos, la justicia seguirá inexorable su curso. Está claro que, como máximo, es posible que la situación de estos procesado se resolverá con indultos personalizados, rebaja en las peticiones fiscales y beneficios penitenciarios posteriores a las condena, pero, nada, absolutamente nada impedirá que su patrimonio personal quede mermado y que los sueldazos de expresident y exconsellers queden embargados, amén que alguna que otra propiedad procedente de las herencias de papá y mamá…
Está claro que ahora ya no estamos en el tiempo en que el destino de estos barandas del independentismo se resuelva por la vía política: si en España hay “división de poderes” (y la hay hasta cierto punto), una vez incoados los procesos, la justicia seguirá inexorable su curso. Está claro que, como máximo, es posible que la situación de estos procesado se resolverá con indultos personalizados, rebaja en las peticiones fiscales y beneficios penitenciarios posteriores a las condena, pero, nada, absolutamente nada impedirá que su patrimonio personal quede mermado y que los sueldazos de expresident y exconsellers queden embargados, amén que alguna que otra propiedad procedente de las herencias de papá y mamá…
¿Querrá o podrá ejercer Junqueras
la tarea de pastorear al independentismo hacia aquellos verdes prados del
realismo político? Ignoro si tiene el valor suficiente y la mano izquierda
necesaria para hacerlo. Pero tengo la sensación de que, incluso antes de las
detenciones de octubre, era el único que advertía los riesgos de la operación. Y,
finalmente, ese no es mi problema, sino el suyo. Por mí el independentismo se lo
puede llevar el diablo en persona.
Vayamos a Puigdemont.
Vayamos a Puigdemont.
Es significativo de que un
individuo como éste se haya convertido desde hace casi tres años en líder de
todo este embrollo. Hace falta ver su “historial” en Wikipedia para advertir
las limitaciones de su currículo: sin estudios (“realizó estudios de filología
y de periodismo”… lo que traducido quiere decir que no concluyó nada de lo que
empezó), segundón de provincias cuya carrera en CDC se inicia cuando el partido
declina y las bajas de la Operación Pretoria han descabezado a varias
promociones de cuadros del nacionalismo, por no mencionar su “circunstancia”
familiar de origen incierto (su esposa, rumana, que en su biografia aparece
como “actriz y periodista” y que, en tanto que tal, debería tener miles de
entradas en Google con su historial y sus trabajos, apenas está presente en lo
que nadie puede dejar de juzgar como un barrado sistemático e interesado de su
pasado… y que alguien explique por qué). ¿A quién tiene detrás Puigdemont para
haberse encaramado hasta donde ha llegado?
Hace dos años se decía que George
Soros estaba interesado en convertir a España en una nueva Yugoslavia… ¿Fue
Puigdemont un “ejecutor” de los designios de Soros?
GEORGES SOROS Y EL “PROCESO SOBERANISTA”
A fin de cuentas, Soros es uno de
los nombres más conocidos de la cúspide del poder económico mundial. Nacido
Schwartz György en Hungría en 1930, durante la Segunda Guerra Mundial su padre
cambió el apellido familiar por el de “Soros” para eludir la persecución de la
que eran objeto los judíos. Todos los miembros de la familia eran conocidos
esperantistas y compartían la aspiración del Doctor Zamenhof (fundador de este
idioma artificial) de unir mediante una lengua común a todos los pueblos del mundo.
Tal es el origen de sus ideales “universalistas”. El joven Soros, aprovechó un
congreso esperantista en Suiza para dar esquinazo a las autoridades comunistas
de su país.
Se matriculó en la London School of Economics (LSE), centro
fundado por miembros de la Sociedad
Fabiana (una de cuyas impulsoras era Annie Bessant, la presidenta de la Asociación Teosófica y sucesora de
Helena Petrovna Blavatsky). La LSE,
desde su fundación en 1895, ha formado a las élites mundialistas que luego se
han integrado en las distintas asociaciones internacionales (Club de Bildelberg, Comisión Trilateral,
Club de Roma, Pilgrims Society, etc) que constituyen círculos concéntricos
del “nuevo orden mundial”.
Con el paso de los años, Soros
desarrolló un fino olfato político que le llevó a interesarse por los países
del Este de Europa. Su orientación política corresponde a lo que se conoce en
EEUU como “ultraliberal” o “radical progresista” (que en Europa viene a ser,
más o menos, equivalente a socialista), propia de la LSE donde estudió. Una vez
convertido en multimillonario, financió el sindicato Solidarnosc durante los últimos años del gobierno comunista en
Polonia, impulsó la Carta de los 77
que precipitó la caída del gobierno comunista Checoslovaco, aportó fondos para
la “revolución de las rosas” en Georgia y fue el principal inductor del
desmembramiento de Yugoslavia y de la independencia de Kosovo. Se calcula que
su fortuna, hoy, asciende a 7.000 millones de dólares. Su influencia es mayor
aún.
Soros es miembro del Council Foreing Relations, sin duda el
grupo de presión más poderoso (y más antiguo) de los EEUU y utiliza como medio
“amable” de penetración en los países en los que mantiene intereses, la Open Society Institute. Pues bien, esta
fundación mantiene una antena en Cataluña con el nombre de Iniciativa Sociedad
Abierta para Europa (calle Elisabets, 24, Barcelona) dirigida por Jordi Vaquer
del que apenas existen datos en Internet y es una de esas personas que
visiblemente buscan proteger sus actividades con el anonimato.
La aportación de Soros al
independentismo catalán, hasta ahora se ha reducido a una casi simbólica
aportación de 27.049 dólares donados a Diplocat
(un embrión de “ministerio de asuntos exteriores” de la Generalitat de
Cataluña), para financiar unas “jornadas
sobre xenofobia y euroescepticismo” celebradas en 2014. En la misma
dirección fue otra aportación de 24.973 dólares transferidos por Soros al CIDOB
para otro seminario sobre el mismo tema. El CIDOB (Centro de Información y Documentación Internacionales en Barcelona)
fue fundado por grupos vinculados al cristianismo progresista de 1973, pasando
a ser una fundación privada en 1979. Se le considera un think–tanks especializado en política internacional, obviamente
relacionado con la Generalitat (que lo subvenciona) y vinculado
internacionalmente al Real Instituto de Estudios Internacionales con sede en
Chathan House (Londres).
La fundación dirigida por Vaquer
no parece desarrollar una actividad particular y el conjunto de 50.000 dólares
entregados por Soros a entidades catalanas son apenas una gota de agua
comparado con lo que ha invertido la Generalitat en el proyecto secesionista.
Así pues, no es Soros quien está detrás, ni siquiera quien aporta seguridades
al grupo dirigente del proyecto.
Luego estaban los “centros del
poder mundial”, la Trilateral, el Club de Bildelberg, los únicos que hubieran
podido prestar al “procés” peso, medios e influencia decisiva para romper la
unidad del Estado Español. ¿Qué pensaban estos “centros de poder” de
Puigdemont?
PUIGDEMONT EN CHATHAN HOUSE…
Como hemos dicho, Soros es
miembro del Council Foreing Relations
(CFR), el poderoso grupo de presión norteamericano que trabaja permanentemente
en contacto con el Real Instituto de
Asuntos Internacionales (RIIA) de Londres, más conocido por la dirección de
su sede en “Chathan House”. Las
élites mundialistas, que capitanean la marcha hacia un “nuevo orden mundial” en
el mundo anglosajón se reúnen en estos dos foros (de los que la Comisión
Trilateral o el Club de Bildelberg son “círculos concéntricos” exteriores).
“Chathan House” fue el escenario de una conferencia del presidente de la
Generalitat de Catalunya, Carles Puigdemont cuyos rastros han sido borrados: en
efecto, en la web de este instituto no existe ningún dato que permita pensar
que Puigdemont fue allí, sin embargo, existen fotos de su conferencia y una web
vinculada a la Generalitat (VilaWeb)
ofreció el texto íntegro del discurso. Su lectura resulta sorprendente: se
trata del mismo discurso pronunciado por Carles Puigdemont el pasado 11 de
octubre ante el Parlamento de Cataluña, un verdadero “refrito” del que
pronunció originariamente en Chathan House, cuando fue invitado para ser
examinado y valorado por los representantes de lo que se ha dado en llamar “los
amos del mundo”.
En su discurso alardeó de estar
apoyado por “millones de personas en las
calles”, pero no convenció sobre las garantías jurídicas, ni sobre la
legalidad del proceso secesionista, únicos argumentos que interesaban al mundo
del dinero que se mueve en el RIIA–CFR. Los datos que ofreció no coincidieron
con los que ellos disponían de fuentes directas (estudios del Banco Central
Europeo y del FMI, especialmente). El discurso de Puigdemont en aquel foro fue
el típico “discurso electoral”, una mera enumeración publicitaria y
voluntarista sobre la inédita “República Catalana independiente”. Su falta de
realismo provocó ironías entre los dueños del RIIA–CFR que conocen mucho mejor
que él la situación de la economía mundial y las implicaciones de la propuesta
independentista. En la parte final del discurso procuró tranquilizar a los
asistentes garantizando que el proceso independentista sería “tranquilo y pacífico” (lo que alejaba,
incluso, la posibilidad de que el “complejo militar–industrial” también
representado en esa institución tuviera oportunidad de lucrarse…). A partir de
ahí cometió errores en cadena.
Mostrando una ignorancia suicida
sobre la naturaleza y fines del RIIA–CFR, se empeñó en demostrar que Cataluña
quería ser miembro de la UE (cuando la institución es un foro de influencia del
ámbito anglo–sajón para el que la UE es completamente secundaria), cometió la
torpeza de decir, textualmente, que “si
Europa se ha reformado para evitar que el Reino Unido abandone la UE, también
sabrá adaptarse para que Cataluña continúe en la UE cuando sea un Estado
independiente”, demostrando además que ignoraba las condiciones de
pertenencia a la UE, su arquitectura interior y el hecho de que no estaba ante
crédulos electores a los que podía convencer argumentando que la potencia
económica de Cataluña es “imprescindible” en la UE.
El tono del discurso de
Puigdemont en Chathan House les pareció poco convincente, sin equipo
político–económico solvente detrás y manejando datos cuestionables. Para colmo,
una de las presentes, catalana, la editora Miriam Tey, le formuló una pregunta
que terminó por agriar la intervención:
“Soy catalana y no os puedo llamar
presidente porque estáis aquí buscando el apoyo internacional para vulnerar la
ley española y romper la instituciones”. Luego le recordó que su proyecto apenas
tenía el apoyo del 37% del censo electoral. Puigdemont quedó descompuesto.
Ningún medio londinense se hizo eco de la conferencia y los propios
organizadores borraron los rastros de su presencia en la institución. Los conspiranoicos atribuyen este secretismo al apoyo secreto
prestado por el RIIA-CFR al proyecto independentista. En realidad, demuestra
que Puigdemont no superó el “examen de acceso” en el club mundialista; y eso
explica, al mismo tiempo, el porqué la prensa vinculada a estos sectores, o
bien no ha informado o se ha mostrado hostil (o incluso muy hostil) al
“procés”. Explica, también, la tranquilidad de Rajoy y el que tardara tanto en
reaccionar: simplemente no había nada importante detrás de la intentona independentista:
apenas un fuego de paja.
Salvo para los que han creído la
absurda historia de que tras el independentismo catalán está la Santa Rusia, lo
cierto es que para todos aquellos que tienen entendimiento, Puigdemont no ha
tenido a nadie detrás: su ascenso se produjo en realidad por los huecos dejados
por las anteriores promociones de CiU, masacradas por sus propias corruptelas y
puestos en el banquillo por la Operación Pretoria. Después, al igual que le
ocurrió a Artur Mas en sus dos últimos años, Puigdemot no lideró ningún
proceso, simplemente, lo fueron empujando ¿quiénes? Borrokas, funcionarios de
la Gencat, sectores de la Cataluña profunda encuadrados en ERC y poco más, amén
de su propio analfabetismo político, claro está.
¿QUÉ HACEMOS CON LOS PROCESADOS?
Uno de los elementos más absurdos
del sistema jurídico español es ese garantismo que sirve como excusa para
retrasar los procesos años y años. No puede repetirse en este caso: la opinión
pública y el electorado catalán exigen saber si los detenidos son,
jurídicamente, culpables o inocentes, si son elegibles en próximas elecciones,
o si se les inhabilita en función de la sentencia… Y, no solamente, exigen
saberlo, sino que DEBEN SABERLO lo antes posible, so pena de seguir con este
juego de equívocos que hemos visto en los últimos tres meses en Cataluña: que
si tal sujeto en el autoexilio podía realizar el discurso de investidura por
Skype, que si tal otro precisaba de un permiso penitenciario para presentar su
candidatura en el parlament, que si el candidato siguiente tenía sobre su calva
la espada de Damocles de un encarcelamiento… Ya se han hecho demasiadas memeces
como para dar que prosiga la misma tónica.
¿Son culpables o inocentes? En
democracia, quien lo dice es el sistema judicial, no los trapos que cuelgan de
las ventanas, ni los berridos de unos manifestantes. Sí son culpables siempre
tendrán derecho a elegir centro penitenciario de cumplimiento y saber,
aproximadamente, el día en que saldrán de prisión. Y los electores conocerán si
se les han privado de sus derechos políticos o no y, en caso afirmativo, por
cuanto tiempo. Y, lo que es más importante, el electorado podrá conocer a dónde
han ido a parar los cientos de millones invertidos alegremente en el “procés” y
de dónde han salido. Porque la acusación de “malversación de fondos” es la que,
moralmente, va a ser más grave para los acusados (incluido Junqueras).
Cataluña vive una larga agonía:
está atascada políticamente desde 2003-2004 cuando empezó por la gracieta del
pobre Maragall sobre un “nou Estatut” (sobre el que no existía la más mínima
demanda social), siguió con el Pacto del Tinell, la meliflua etapa zapateriana
iniciada con las bombas del 11-M, el “Estatut” rechazado por el Tribunal
Constitucional en medio de la crisis económica que mutó en España en crisis
política y, entre otros efectos secundarios, alejó a CiU de la posibilidad de
actuar como factor clave del bipartidismo imperfecto, a causa de la irrumpió de
Ciudadanos y de Podemos, luego vino el “procés” 2010-2017… Ahora, esto no
termina de morir. Pero tampoco vive. Así pues, el independentismo es un
no-muerto, casi el protagonista de una película de zombis.
EUROPA EN PERSPECTIVA
Y ya se sabe que para que nazca
nueva vida, algo antes debe morir. Para los independentistas lo que debía morir
era el Estado Español; pero esta esperanza se ha mostrado vana: el Estado
Español goza, sino de buena salud, sí al menos del respaldo de la UE, así que
cualquier proceso independentista, en cualquier Estado-Nación de la UE, está
muerto por anticipado.
Para los unionistas lo que debe
morir es ese nacionalismo nacido en el XIX, desarrollado en el primer tercio
del siglo XX, ausente en la Guerra Civil y hasta 1975 (presente solo en los
palcos del Liceo y en la platea del Palau) y depredador desde entonces,
asaeteado por anti-corrupción y que dio origen al “procés”… Yo estoy en esta
posición, con todos los matices que podría sacar a colación.
Y es que aquí no hay término
medio: o se está con el independentismo, o se está con el unionismo. Los que se
encuentren en medio tan solo sirven como apoyos de uno o de otro al carecer de
fuerza suficiente para imponer en el Estado un “proyecto federalista” que sería
como un triple salto mortal al vacío y sin red.
Quedaría por hacer una precisión.
La flecha de la historia va en dirección contraria al nacionalismo: a todo
nacionalismo:
- al nacionalismo catalán porque
la Cataluña de hoy no se parece en nada a la Cataluña del siglo XIX, cuando
nació;
- y al nacionalismo español porque el Estado-Nación española ya no tiene tampoco la dimensión suficiente
como para afrontar solo los retos de la modernidad.
Así pues, parece claro que hay
que pensar en términos de “federaciones de Naciones-Estado”. La UE sería un
buen instrumento si no fuera porque, hoy por hoy, es una pieza más del proceso
globalizador. Emancipen a la UE de este proceso, denle como denominar común una
historia y una cultura concretas (en lugar del mestizaje de civilizaciones y la
inmigración masiva), denle un objetivo y una Identidad (Europa, factor de
civilización, cultura, ciencia y conciencia de la humanidad) y Europa volverá a
ser un proyecto político en lugar de una zona de la globalización.
Hay que pensar en términos
europeos (a fin de cuentas, ha sido la UE la que ha salvado a España de la
aventura independentista de Puigdemont…).