Dedico estas líneas a Carlos Oriente Corominas, muy querido
camarada, diez o doce años más joven que yo, que ha fallecido en Barcelona este
fin de semana de manera inesperada. El hecho de que los “amados de los dioses
mueran jóvenes” no implica que muchos dejemos de lamentar su pérdida. Él era
uno de esos “tipos humanos superiores” capaces de comprometerse con cualquier
causa con una completa entrega. Valiente, con un sentido del humor que impedía
aburrirse a su lado, también él pertenecía a otro tiempo.
Este artículo será entendido
perfectamente por los evolianos (gentes familiarizadas con el pensamiento de
Julius Evola) y acaso sonará raro a quienes no se hayan aproximado hasta este
autor que es considerado como el maestro de la “derecha tradicional” del siglo
XX. En efecto, cuando Evola regreso a Italia en 1949 tras su periplo hospitalario
tras la II Guerra Mundial, inmovilizado por las heridas en su médula, empezó a
relacionarse con los medios activistas de la derecha radical, los neofascistas
que formaban en las filas del entonces recientemente constituido Movimiento
Social Italiano.