Hay que ser muy cauto en esto de las catástrofes porque, suele ocurrir, que
nada es lo que parece. Sin embargo, hay episodios en los que la experiencia y
el sentido común indican que sólo existe una explicación posible. Está claro
que me refiero al incendio de Notre Dame de París. ¿Atentado o accidente? Ante
todo, es preciso ser objetivos, e ir con cuidado en la elección de términos.
Defender la hipótesis del “accidente” es lo propio de progres, islamófilos,
gentes de izquierda, activistas anti-religiosos o angelistas globalizadores
estilo Bergoglio o ZP. La opción contraria es la propia de defensores de la
identidad europea, islamófobos y anti-inmigracionistas. Sí, esto puede ser
cierto, pero hay algo que está por encima de ambas posiciones: el sentido común
y la lógica.
Si se utiliza el sentido común, parece bastante claro que las posibilidades de que se trate de un atentado son muy superiores a las de que haya sido un accidente. Las diez razones son bastante simples y sencillas de explicar:
1) El accidente no pudo ser atribuido a las obras de restauración de la catedral. En efecto, éste se produjo fuera de horario laboral. En Francia y en el sector de la construcción, la jornada laboral no se prolonga más allá de las 17:30. El incendio, según todos los testimonios, se inició mucho más tarde, a las 18:25, aunque otros testimonios lo retrasan hasta las 18:50. Resulta significativo, como muchos medios de comunicación han ido rectificando la hora de inicio del fuego, tratando de aproximarla a la hora del fin de la jornada laboral. (La Vanguardia apunta a las 18:25, pero las últimas informaciones indican que fue media hora después).
2) Notre Dame no es un edificio cualquiera y su restauración no había sido entrega a obreros irresponsables y negligentes, sino a “compagnons”: es una joya arquitectónica mundial, por tanto, la empresa contratada para la restauración no era una SL de pacotilla, sino una empresa especializada, contratada para restaurar la aguja que no se había tocado, prácticamente, desde el final de la Segunda Guerra Mundial, y compuesta por operarios especializados salidos del “compagnonage” (los gremios profesionales que construyeron las catedrales en la Edad Media y que todavía existen hoy en Francia enseñando las mismas técnicas y constituyendo la élite especializada a la que siempre se ha recurrido para las obras de restauración del templo). Una “élite obrera”, al abandonar el trabajo se cuida de recoger instrumental y de que todo esté en orden para el día siguiente (especialmente el “compagnonage” la base de cuya enseñanza es el orden, la autodisciplina, la responsabilidad en la “obra bien hecha” y el trabajo eficiente, es decir, la educación en el carácter.
3) Destruir un templo del gótico francés es relativamente fácil: los tejados que cubren la nave central están formados por planchas impermeables sostenidas por un entramado de madera sin contacto con las bóvedas sostenidas por las arquerías ojivales. Si se quiere destruir una catedral gótica, no basta con incendiar los bancos de la nave central o algún tapiz (como ocurrió en Saint-Sulpice hace apenas un mes), sino que se partirá del pesado entramado de madera (que en Notre Dame era visible desde las torres de los campanarios accesibles para los visitantes), esperando que al ceder por el fuego, hunda las frágiles bóvedas góticas (que suelen estar cubiertas de ollas de barro vacías (para ocupar espacio pero no aumentar el peso), situadas sobre las arquerías y sobre las que se colocan las baldosas que homogeneizan la cubierta y de las que solamente emergen las cabezas de las claves de bóveda). Se trata de un conjunto frágil que puede derrumbarse por el peso de los restos ardientes de la carpintería y del agua arrojada para apagar el fuego. Desplomadas las bóvedas y la arquería, el templo puede ser considerado destruido. Tal era la estrategia de los incendiarios.
4) En los últimos tiempos, se han producido demasiados incendios e incidentes en Iglesias importantes de París de los que no cabe la menor duda que se ha tratado de profanaciones deliberadas: hace apenas un mes, el domingo 17 de marzo de 2019, se produjo otro incendio de similares características en Saint-Sulpice, la segunda iglesia más grande de París y que recibía oleadas de turistas por haber sido citada en la novela El Código de Vinci… Parece difícil que se produzcan “accidentes” similares en dos iglesias separadas apenas por 900 metros, y en el plazo de 28 días. Si bien, ninguna autoridad ha mencionado que el incendio de Saint Sulpice (que pudo ser apagado pero que causó daños), fuera deliberado, tampoco ha aparecido ninguna prueba objetiva de que se tratase de un “accidente”. La identidad funcional de los edificios, la proximidad en el espacio y en el tiempo, permite considerar los incendios como provocados deliberadamente.
5) El incendio de Saint Sulpice, el incendio de Notre Dame, no han sido accidentes únicos en la crónica de sucesos de Francia: como si se tratara de una campaña orquestada, en apenas unos meses se ha producido una docena de ataques a templos católicos, los más importantes en el entorno de París. La iglesia de Saint Denis, entre otras, situada en una de las zonas de la banlieu con más concentración de inmigración. Otro tanto ha ocurrido en Yvelines a sólo 25 km de París. Pero esto es solamente la punta del iceberg: en toda Europa se produjeron en 2018, un total de 500 ataques contra templos e instituciones religiosas. Así pues, estos ataques no son “episodios aislados”, sino que forman parte de una campaña sistemática.
6) El incendio sistemático de templos supone un “salto de cualidad” en relación a acciones que han constituido las obsesiones del islamismo radical desde principios del milenio y obedece a una secuencia implacable: durante la “intifada” de noviembre de 2005 en Francia se quemaron 8.000 vehículos en todo el país y, desde entonces se ha mantenido en continuo ascenso esta práctica; desde entonces, cada noche arden en Francia un centenar de coches. Solamente en 2011 se produjeron ¡40.000 incendios de vehículos! Y en la Noche Vieja de 2018, ardieron en apenas unas horas 1.031 vehículos. Las detenciones permiten afirma que las “bandas étnicas” son las únicas responsables de esta oleada de incendios y, resulta probable que, después de casi veinte años realizando la misma práctica, algunos elementos hayan pensado que era hora de cometer acciones “más audaces”: la quema de símbolos religiosos, por ejemplo.
7) Las agujas de las catedrales góticas son un símbolo de verticalidad que se alza hacia el cielo… el mismo significado que tienen los minaretes de las mezquitas: para el islamismo radical este detalle es sumamente importante. El número de minaretes de una mezquita y su altura, no son gratuitos, sino que están en relación directa con la implantación del islam en esa zona y con la preeminencia del culto a Alá sobre cualquier otra religión. En Granada hemos visto como durante años, irracionalmente, los promotores de la mezquita del Albaicín se obstinaban en que su minarete fuera solamente unos pocos metros más alto que la la torre de la catedral católica. Por todo ello no puede extrañar que el incendio de Notre Dame se originase en la aguja (que ni siquiera era originaria, sino un añadido en la restauración realizada por Viollet-Le-Duc en el siglo XIX, siendo, por tanto, la parte más moderna del templo), facilitando el acceso, el hecho de que se estaba restaurando.
8) En junio de 2017 ya tuvo lugar un primer intento de atacar Notre Dame de París, cuando un “soldado del ISIS", atacó a un policía con martillo frente a la catedral. La acción tuvo como resultado la detención del yihadista, pero no se trataba de un caso aislado: pocos días después, el 19 del mismo mes, un coche cargado de explosivos chocó contra una furgoneta de policía. La investigación aludió a que podía haber actuado contra el palacio del Elíseo, residencia presidencial, o contra Notre Dame de París que, desde hacía unos años era vigilada por la policía al ser considerada como “objetivo preferencial yihadista”.
9) El 8 de septiembre de 2016, la policía francesa detuvo a cuatro personas de religión islámica, tras el hallazgo de un vehículo abandonado lleno de bombonas de gas cerca de Notre Dame de París. El ministro del interior confirmó las detenciones y la realidad de la amenaza terrorista que apuntaba contra la catedral. Es lícito pensar que, si este plan fracasó, algún grupo yihadista decidió recuperarlo y volver a intentarlo.
10) Para un europeo, Notre Dame de París es algo más que un símbolo católico, es una seña de identidad cultural. Para el islamismo radical es la personificación del “enemigo” étnico y religioso. La Iglesia Católica está atravesando los peores momentos de su historia, ante la indiferencia general, la ineptitud vaticana y la crisis cada vez mayor iniciada con el Concilio Vaticano II. Es una religión gastada y en crisis, a lo que se une el que los valores republicanos franceses, son valores laicos. La religión ha dejado de interesar a una gran mayoría de europeos, actitud que supone una ruptura con su pasado, con su tradición y con su identidad. Sin embargo, la religión es el fundamento de la identidad islámica y la preeminencia de su religión, incluso mediante la yihad (el último de los “pilares del islam” en su teología), es algo irrenunciable para sus fieles. La mentalidad islámica, obsesiva, intolerante, propia del desierto y deudora del paisaje monocorde, árido y sin los matices de otros espacios geográficos, es incompatible -aquí y en la India, en Nigeria y en Egipto- con cualquier otra religión: no importa que, para otras culturas, la religión haya pasado al dominio de lo privado. Para el islam sigue siendo la fuente de su identidad y la religión el eje de su política que sitúan muy por encima de las constituciones y de la legislación laica de los países occidentales. Los atentados contra centros religiosos tenidos como “rivales” son la consecuencia de esa concepción. Así pues, no puede extrañar que los centros religiosos católicos sean objetivo preferencial del yihadismo. No importa que otras religiones no se consideren en guerra ni rivales del islamismo radical, lo que importa es que este este islamismo radical si está en guerra con ellos y con todo tipo de laicidad.
CONCLUSIÓN
Si estos diez argumentos apuntan a un atentado yihadista, no hay que olvidar el otro argumento que va en contra: “no existen pruebas objetivas de que se trate de atentados, tan solo son indicios para construir una hipótesis”. Bien, esto será así desde el punto de vista jurídico, pero la destrucción de pruebas en este caso es algo deliberado e implícito en el modelo de atentado. Cuando un incendio se inicia en la techumbre, en las proximidades del eje emblemático de la catedral -la aguja-, lo que se pretende es -como hemos dicho- que el tejado, el entramado de carpintería y el agua para extinguir el fuego, derrumben la bóveda y se precipiten sobre la nave central: en esas circunstancias no existe la más mínima posibilidad de establecer si fue o no un atentado. En otras palabras, la ausencia de pruebas, es la demostración negativa de que se trató de una acción meditada y deliberada… especialmente si la acción se encuadra en el contexto que hemos descrito.
No sabremos la verdad jamás, por lo menos, no en los próximos 40 días. Con las elecciones europeas a la vuelta de la esquina, el mismo día que el Partido de los Verdaderos Finlandeses ha dado una nueva victoria a las fuerzas que defienden la identidad de los pueblos europeos, los partidos demoliberales y las izquierdas progresistas y universalistas, no pueden arriesgarse a desencadenar una adhesión unánime de la población a los partidos identitarios, reconociendo que el incendio de Notre Dame ha sido una operación yihadista más y que responde a una estrategia de escalada de violencias, sobre una sociedad anestesiada por sus gobiernos y por sus propios medios de comunicación.
Así pues, oiremos hasta la saciedad la versión del “accidente”. Pero ahí quedan estas 10 razones (y sin duda alguna más que podría encontrarse), bastante más lógicas y coherentes para demostrar justo lo contrario. Conclusión final: otro chispazo de la guerra étnica que nos han declarado, una guerra que será, a la vez, racial, social y religiosa. Hay guerra cuando un solo bando ha decidido que está en guerra y poco importa que los gobiernos europeos no lo asuman: la otra parte ya ha asumido estrategia y tácticas.
Y aquí, jugando a elecciones...
ADDENDA
FEBRERO 2023
Me reafirmo en todo lo dicho en este artículo (y agradezco a los varios miles de lectores que lo encontraron en la selva de Internet y lo reprodujeron, alcanzando cerca de las 25.000 visualizaciones. Me reafirmo, porque, desde entonces, han proseguido los atentados contra edificios religiosos en Francia y el contagio, como podía esperarse, ha llegado también a España.
Un año después del incendió de Notre-Dame de París, ardió también la catedral de San Pedro y San Pablo de Nantes. Y, más tarde aún, las emblemáticas iglesias de Saint Sulpice y la basílica de Saint Denis en donde están enterrados los Reyes de Francia, hoy uno de los suburbios más islamizados de la banlieu parisina. Y, en todos estos casos, no se trató de “incidentes fortuitos”, sino de incendios premeditados, en algunos de cuyos casos, los culpables fueron detenidos.
Llama la atención, por ejemplo, que el responsable del incendio de la Catedral de Nantes fuera presentado, inicialmente, como “monaguillo” y con el nombre -muy francés, por lo demás- de “Emmanuel”. Era raro que, además de confesar su autoría en el incendio, fuera puesto en libertad a los pocos días sin que se revelara ni fotografía, ni más datos. Un año después, resultó detenido de nuevo por un crimen aun mayor: asesinó a un sacerdote de 60 años en la región de La Vandea. El sacerdote lo había acogido en la rectoría durante varias semanas. No era francés, sino africano, ruandés. Simplemente, odiaba al mundo católico.
Lo mismo ocurrió con el asesinato de Jacques Hames, de 86 años, sacerdote de la iglesia de Saint-Étienne du Rouvray, pequeña ciudad de Normandía. En el curso de un oficio religioso, antes de terminar el sermón, dos asaltantes armados tomaron a cinco rehenes: obligaron a uno de ellos a grabar cómo degollaban al sacerdote. Uno de los rehenes consiguió escapar, alertó a la policía que abatió a los dos terroristas que resultaron ser miembros del “Estado Islámico”. El atentado, cometido en 2016, causó enorme impresión, dado que se produjo solamente dos semanas después del atentado cometido por la misma organización terrorista islámica en Niza, en el curso del cual murieron 86 personas. Se publicó, así mismo, que el grupo terrorista planeaba asaltar Notra-Dame de París… El objetivo del fundamentalismo islámico estaba, ya entonces, puesto en la catedral que, como por azar, finalmente, ardió.
En 2019-2020, la web religionlibertad.com afirmaba que solamente en 2020 se habían producido seis incendios en catedrales e iglesias francesas de primer orden: Notre Dame, Nantes, Rennes, San Sulpide, Lavaur y Pontoise. El Observatorio del Patrimonio Religioso en Francia anotó 20 incendios en iglesias francesas. Que se trata de una campaña sistemática parece indiscutible. En 2016, la basílica de San Nicolás de Nantes que había sido completamente restaurada dos años, quedó completamente destruida. La epidemia se prolonga desde hace 12 años, sin tener en cuenta las profanaciones de templos. Entre 2008 y 2019, estos incidentes se han incrementado un ¡285%! Según la misma web. La prestigiosa Revue des Deux Mondes, denunció que “Mas de 5.000 templos se encuentran amenazados por problemas estructuras. En 2018 fueron vandalizadas 875 iglesias. En 2019, los actos anticristianos registrados fueron 1.052”. La diputada Valérie Boyer declaró a The Sun: “Todos los días se profanan al menos dos iglesias”.
¿Quién comete todos estos atentados? Obviamente, no
pueden cargarse todos a espalda del islamismo radical, pero… Algunos parecen
haber sido cometidos por simples gamberros, otros por militantes anticristianas
de organizaciones de extrema-izquierda, anarquistas, incluso por satanistas,
pero llama la atención que un diputado del grupo de Maria Le Pen. Gilbert
Collard, recordara que la antigua catedral de Santa Sofía de Constantinopla es
hoy una mezquina. La alusión venía a cuento de la petición realizada por Dalil
Boubakeur, imán de la Gran Mezquita de París y presidente del Consejo Francés
de la Fe Ilsámica para que las iglesias vacías pasaran a ser mezquitas.
En España, llama la atención que estos atentados se han silenciado, pero la Agencia EFE ha puesto especial énfasis en “verificar” noticias aparecidas en redes sociales desmintiendo que los atentados contra iglesias y catedrales tuvieran algo que ver con el terrorismo islámico. Los datos que toma EFE, por supuesto, son parciales, y falseado como ”buenos verificadores” que son, esto es, funcionarios del “ministerio de la verdad” orwelliano que dice lo que se puede y no se puede creer. Vale la pena ver como plantean el asunto en EFE VERIFICACIÓN
También por todo lo contenido en esta “addenda”, también considero que el incendio de Notre Dame de París fue un acto provocado y, en absoluto un incendio fortuito o uno de esos “accidentes sin pruebas de autoría”. Las pruebas existen para quien ha decidido que la función del “ministerio de la verdad” es contribuir a adormecer espíritus y a promover multiculturalidad, fraternidad universal, ideologías woke y demás mercancía averiada que viaja en los furgones de la globalización y del mundialismo y que solamente se aplica en “Occidente”.