APOLÍTICO (pero no indiferente, sino distanciado), ANARCA (al margen del pensamiento masificado), CONSERVADOR (consciente de que ya no hay casi nada que merezca del conservado) y REVOLUCIONARIO (por la revolución del Orden).
Info|krisis.- Silencio en la nieve Película anómala dentro de la filmografía española (no es frecuente que en España se rueden películas ambientadas durante la Segunda Guerra Mundial) esta película estrenada el 20 de enero de 2012 tiene algo de decepcionante y, al mismo tiempo, de atractivo. De hecho, en España el cine que se realiza con más habilidad desde los años de la postguerra es el género policíaco y esta película no es más que una muestra de género negro ubicada en el marco de la División Azul.
El guión no está suficientemente trabajado y faltan los golpes de efecto propios de una cinta de este tipo, hasta el punto de que da la sensación hacia mediados de la cinta de que la ambientación “divisionaria” es completamente gratuita y podría haberse desarrollado la trama en cualquier otro marco histórico en el que habría dado el mismo juego y donde habría demostrado las mismas carencias. No es, desde luego, una gran película, ni una película que pasará a la historia del cine español salvo por haber servido para recordar la gesta divisionaria a los 70 años de la partida de la División Española de Voluntarios al frente.
Info|krisis.- El viernes me subo en un tren que me conduce a Valencia a Barcelona. Es un viaje corto, apenas tres horas, pero siempre pródigo en acontecimientos. Por algún motivo, el tren, cuando parte de Lorca (mucho antes incluso del terremoto) suele llegar con retraso. Aquella zona, además, es pródiga en inmigración, así que es frecuente que haya un cierto número de marroquíes en el tren. Todavía recuerdo dos días después del 11-M cuando se me sentó, justo delante, un moro de aspecto intranquilizador con una bolsa que dejó en el portamaletas. Aun cuando yo no creía en la “versión oficial” de los atentados, reconozco que sentí cierta intranquilidad con el moro de marras que me costó superar. En este último viaje, por el contrario, todo era más familiar: una madre magrebí vestida a la usanza de su país y con algo así como 150 kilos intentaba sentarse delante de mí acomodando a sus hijos un poco por todo el vagón. Por si el volumen de la mujer fuera poco, durante todo el viaje estuvo lamiendo chupa-chups. Uno de sus hijos pequeños –apenas dos años- también estaba armado de chupa-chups que, de tanto en tanto, pringaban la tapicería de los asientos, el pantalón del pobre diablo que tenía enfrente o las cortinas del vagón. Además, aquella familia feliz tenía la mala costumbre de hablar en su guirigay particular a voz en grito. Yo tenía endosados en los oídos los auriculares del tablet con las gomas aislantes del sonido ambiental y me era imposible inhibirme de aquella mezcla de chillidos y alaridos que algún lingüista se obstina en llamar idioma. Todos los pasajeros estaban en situación de shock desde la salida de la estación de Pintor Sorolla en Valencia hasta el desembarco en Barcelona Sans. Cuando terminó aquel viaje y dejamos atrás a aquella familia feliz llegada del sur, creo que todos los pasajeros respiramos.
Infok|krisis.- Habitualmente, en los primeros días del año realizábamos un artículo previendo lo que iban a ser los 12 meses que seguirían. Este año no lo hemos hecho, acaso porque lo que se nos venía encima era demasiado evidente y no valía la pena elaborar un catálogo de obviedades. Sin embargo, ahora, en pleno febrero rectificamos esta opinión. A veces, en efecto, no se trata de enumerar sino de denunciar. Estamos en un momento en el que resulta obvio para el observador que tiene ojos y ve y entendimiento y entiende (es decir, no para políticos ni para empresas periodísticas que no tienen ni entendimiento, sino intereses) que nos estamos precipitando hacia una guerra localizada en Oriente Medio que costará millones de muertos, dolor sin fin y destrozos generalizados. Esa será la guerra para salvar al capitalismo. No está claro, como algunos hubiéramos deseado (puestos a reconducir lo inevitable), que esos vayan a ser dolores del parto de un mundo nuevo. Difícilmente porque esas mismas clases políticas y esos mismos holdings periodísticos que permanecen de espaldas a lo que se está preparando, previamente han realizado una labor narcotizante sobre las poblaciones europeas. Es precisamente de ese letargo del que tenemos la obligación de ayudar a salir a nuestros compatriotas y a todos los europeos. Tal es la intención de este artículo.
Info|krisis.- Esta obra que se ha subtitulado “Historia pintoresca de 40 años de extrema-derecha” adquiere en este segundo volumen ahora aparecido una completa justificación. De un lado el autor analiza en el Capítulo IV a la organización a la que perteneció: “El Frente de la Juventud y el atajo golpista”, para pasar, acto seguido, a analizar lo que fue y supuso el 23-F “el golpe para acabar con todos los golpes”. A partir de ese momento, es poco lo que puede decirse sobre la historia ulterior de la extrema-derecha, de ahí que el capítulo en el que se trata todo lo acontecido en la ultra con posterioridad al 23-F se resuma con este título: “Lo que quedó de la ultraderecha”. Solo en las últimas páginas de este capítulo se abre un camino a la esperanza: La derecha radical o como queramos llamarla conseguirá salir del gueto en el que se encuentra y de la inanidad política que le ha caracterizado en las últimas décadas a condición de dejar de ser extrema-derecha con la configuración que tuvo durante la transición. De ahí que el autor celebre la aparición de formaciones identitarias que han alcanzado sus primeros éxitos en los dos últimos años.
Info|krisis.- Durante el tiempo que fue vicepresidenta y portavoz del gobierno, María Teresa Fernández de la Vega tenía cara como de ciruela pasa revenía. Era el rostro típico que se asocia a la malhadada “señorita Rothenmeyer” o la secretaria judicial que era, con cara de palo y trato inamistoso. Y, sin embargo, a menos de 100 días de la pérdida del poder por parte del PSOE, la misma individua ha reaparecido con un rostro marcado por los latigazos del bótox y la cirugía estética a destajo de los escultores de la Clínica Buchinger.
Info|krisis.- Es un misterio el porqué desde la Unión Europea se insiste tanto en la “reforma de la contratación”. Y esto por dos motivos: por los argumentos que se acompañan y porque en el orden de prioridades hay otras que parecen mucho más prioritarias. Cualquier reforma de la contratación o bien es a favor de la patronal o a favor de los trabajadores o a favor del sentido común. Nunca se ha hecho ninguna reforma en contra de los trabajadores y del sentido común. Esta que se aproxima (que no es más que una ampliación de la reforma que realizó el gobierno Zapatero y que le valió la acusación de haber adoptado las tesis neoliberales imperantes en la UE) es una reforma contra el sentido común y esto por tres motivos.
Info|krisis.- El canal 24 horas tuvo el acierto de emitir los discursos de Rubalcaba y la Chacón completos y en directo, así que quien quiso pudo ver en qué consistían las dos opciones. Fue un dejà vû, algo que en otras muchas ocasiones en estos últimos quince días habíamos visto hasta la saciedad. La Chacón intentando pasar por lo que no es, porque ni es niña mona, ni simpática, ni pasionaria, y Rubalcaba reafirmándose en la visión que ha proyectado de sí mismo en los últimos 10 años: científico, deportista, hombre pausado, sereno y mesurado. Pero si el segundo se ha impuesto sobre la primera no ha sido por ninguno de estos “valores” de imagen, sino porque a Rubalcaba le apoyó Felipe González y, muy especial, Alfonso Guerra y a la Chacón le apoyaba Zapatero. ZP ha sido la gran decepción para el PSOE y la gran catástrofe para la sociedad española.
No ha sido un gran congreso, ni siquiera el “congreso de la unidad” como ambos candidatos se obstinaban en repetir. De hecho, el partido ha quedado roto en dos mitades casi iguales y costará tiempo restañar las heridas generadas por los zarpazos realizados por unos y otros. Ha sido más bien el congreso de la falta de ideas agravada por la falta de poder. Se puede tener el poder sin tener ideas (al menos el zapaterismo lo ha ejercido durante siete años), pero no al revés: la ausencia del poder es el verdadero drama por el que pasa actualmente el PSOE y, por extensión, la socialdemocracia europea.
En el último año el PSOE ha perdido todas las comunidades autónomas en las que gobernaba (salvo Euzkadi que perderá después del verano y Andalucía que perderá en menos de 60 días), ha perdido el gobierno de la nación (que tardará en recuperar porque será difícil olvidar la catastrófica gestión de Zapatero en décadas) y el nuevo y flamante secretario general no podrá cosechar ni un solo éxito electoral en los próximos tres años. Tras cada elección volverá a aparecer una y otra vez cabizbajo, con los hombros arqueados hacia delante, la frente plagada de arrugas y mirada de infeliz agradeciendo a los militantes el esfuerzo realizado y encontrando excusas de fortuna para justificar los malos resultados.
Estos se deben a tres factores, uno de ellos lejano (el abandono del marxismo en 1978 que dejó un vacío que no fue cubierto por nada, salvo por una tenue patina socialdemócrata que disimulaba el hecho de que en el interior del PSOE a partir de principios de los 80 lo único que importaba era “tocar poder”, pillar comisiones y vivir de las ubres del Estado) y los otros dos más inmediatos: el desastre ideológico que ha supuesto el zapaterismo para el socialismo español y la gran crisis económica que ha supuesto la sepultura para las doctrinas que habían apostado por la globalización.
El zapaterismo es un factor alógeno al socialismo español. Por primera vez en el corpus doctrinal del PSOE se filtró una doctrina que no tenía nada que ver con el patrimonio tradicional de esa formación: ni tenía nada que con el marxismo, ni nada que ver con el socialismo tal como fue enunciado por Berstein y Kautsky en los últimos años del XIX, ni siquiera con la socialdemocracia tal como se le conoció en Europa desde el congreso de Bad Godesberg... Lo de Zapatero era otra cosa que no tenía absolutamente nada que ver con nada de todo lo que habían visto los manuales de formación del PSOE.
La doctrina que trajo ZP era una mezcla de progresismo de ONG, universalismo new age y doctrina extraída directamente de los boletines de la UNESCO. Nada más. Esto y dosis de estupidez sin límites. Nadie creía en 2000, cuando ZP alcanzó la secretaría general que aquella iba a ser una gestión decisiva. Todos los barones del PSOE dejaron a aquel tipo raro llegado de León el poder para que se quemara en un período que se adivinaba de transición. Luego vino el 11-M con sus bombas y, sin que nadie, ni siquiera en su propio partido, se lo esperara, el mediocre pasó a ser presidente del gobierno, iluminado, y el peor tipo de tonto que puede aparecer en política: el tonto con ideas. Cuando estas ideas se pusieron en práctica, la centrifugación del Estado dio un paso al frente, el modelo económico de Aznar persistió y no pudo ser sustituido por nada más racional y razonable y la burbuja que lo acompañaba fue aumentando, la sociedad perdió consistencia, los tres millones de inmigrantes pasaron a ser siete y se creía mucho más importante defender los “nuevos modelos familiares” que atar y garantizar el Estado del Bienestar. Todos los estatutos de segunda generación constituyeron un estrepitoso fracaso y, para colmo, reafloraron los casos de corrupción protagonizados por todos los partidos políticos que indicaron el grado de putrefacción del régimen nacido en 1978.
La crisis económica vino a gravar todo esto. Las primeras medidas de ZP fueron erróneas, se dilapidó el superavit del Estado en apenas seis meses con subvenciones y planes absurdos (VIVE, Plan E y Plan E2010), 150.000 millones entregados a la banca y, sobre todo, con una mala lectura de lo que suponía esta crisis: no era una mera crisis económica, sino una crisis del sistema surgido con la globalización. El zapaterismo no supo afrontarla, rectificó 180º su orientación y de un día para otro adoptó soluciones neoliberales. Era cuestión de tiempo que los 5.000.000 de parados llamaran a la puerta y desalojaran del poder a un individuo tan nefasto como incapaz.
El PSOE ha quedado así contaminado con el zapaterismo. De hecho, durante siete años la sigla ZP sustituyó a la sigla PSOE, la tapó y la eclipsó. Cuando el “espectro” ZP se difuminó, la sigla PSOE estaba esquelética, sumida en el desprestigio y vinculada al peor presidente de la historia de España. Era insalvable.
Interiormente se había producido una especie de selección a la inversa en la militancia: quedaban los más tontorrones, los que no podían hacer carrera fuera de las ubres del Estado, los más desaprensivos, los más chorizos, los más despistados y los más cerriles. La mayoría de cuadros fogueados, con currículo profesional, con preparación y capacidad de gestión, se fueron en dos oleadas. La primera en las postrimerías del felipismo, la segunda durante la etapa de ascenso de ZP al poder, cuando ya se preludiaba que aquel tipo iba a ser un fracaso absoluto.
El último congreso ha demostrado ante toda la opinión pública lo que quedaba del PSOE: una neurótica chillona que se esforzaba por sonreír y a la que de tanto en tanto las cámaras le traicionaban extrayendo de ella un rostro de ambiciosa sin escrúpulos, huérfana de ideas completamente, la típica “chica twitter” cuyas ideas podían expresarse como máximo en 140 caracteres y aun sobraban, y de otro lado a un veterano que quería seguir haciendo lo que había hecho en los últimos meses: culpando a la derechona de todo y olvidando que durante los últimos siete años él ha formado parte del gobierno ZP. Miserias ambas de un congreso de transición que será el preludio de fracturas interiores mucho más graves. Éstas se iniciarán en cuanto prosiga la retahíla de fracasos en las siguientes elecciones.
En cuanto a la elección de Griñán como presidente del partido, tiene gracia a la vista de que la Andalucía de los EREs es, sin duda, a corta distancia de Catalunya, el territorio más corrupto del Estado y posiblemente incluso el propio Griñán deba sentarse en el banquillo de los acusados antes o después.
Este ha sido el congreso de un partido que ya ni es socialista, ni es obrero, ni por supuesto, es español, sino más bien una mixtura extraña de ambiciosos sin escrúpulos y desorientados sin doctrina que oscilan entre el nacionalismo autonomista (esto es, el interés en apropiarse de los recursos de cada autonomía) y el universalismo ingenuo-felizote a lo Zapatero que tan bien ha encarnado la Chacón para evitar pronunciarse en la discusión autonomías-Estado, Catalunya-Andalucía.
No ha habido más. Es la crónica de una crisis anunciada. Mejor dicho, el arranque de la crisis destructora del PSOE que difícilmente va a soportar los 4 años de travesía del desierto que le quedan y la pérdida absoluta de poder autonómico que tiene ante sí, unido al descrédito de los últimos siete años –años inolvidables- de zapaterismo. El PSOE, la columna de centroderecha sobre la que se ha mantenido el régimen nacido en 1978, no solamente amenaza ruina, está literalmente en la ruina. Y ahora queda asistir a la erosión de la otra columna, la de centroderecha que no saldrá indemne de promesas electorales engañosas y que no estaban dispuestos a cumplir y de falta de ideas para salir de la crisis. En apenas tres años ninguna de las fuerzas que dieron vida al régimen tendrá la iniciativa respecto a su momento histórico. De hecho hoy ya es el tiempo de preparar el relevo.