El éxito del FPÖ en las pasadas elecciones presidenciales
austríacas (la “providencial” aparición de 60.000 votos por correo, más que
deslucir, ha establecido que los movimientos euroescépticos avanzan, más que
ayer y menos que mañana) ha servido para que los medios de comunicación hablen
de este país (salvo en los últimos 80 años solamente ha estado en el “candelabro”
de la información gracias a Georg Haider y al FPÖ). El País, publicó el pasado 25 de mayo un artículo que pretendía ser
ingenioso titulado “Hipsters nazis” en el que se aludía a la versión austríaca
del movimiento identitario europeo. Cada frase del artículo pretendía ser “ingeniosa”
(“los skinheads visten de Prada”, “ahora puedes odiar a los árabes y comer tofu”,
“los nazi-hipsters, llamados nipsters, llevan años usando el nuevo look para
burlar la ley”, “los nuevos hipsters pueden tratar de que el odio parezca guay”…
tal es el contenido del artículo.
El País demuestra el extraordinario desprecio que le
representa la mayoría electoral obtenida en Austria por el FPÖ. Hay que decir
que Identitäre Generation (GI, que es
el nombre del movimiento al que alude el artículo de El País, está dirigido por Martin Sellner y ha apoyado al FPÖ en el
curso de la campaña electoral. ¿Nazis? No: identitarios. El nazismo es
historia, sólo historia y nada más que historia. El día en que El País y los
representantes obsesivos de la “memoria histórica” empiecen a reconocerlo será
un buen asunto.
Detrás del artículo El País (y de otros que ha publicado la
prensa francesa, de los que éste no es más que la traducciones realizada por
google-traductor) lo que se oculta es una incomprensión total hacia lo que está
ocurriendo. Sectores cada vez más amplios de la población europea están
reaccionando hacia la “multiculturalidad” introducida a base de vaselina en la
cultura europea. Basta ver que las preocupaciones de Identitäre Generation ( http://www.identitaere-generation.info
) son especialmente culturales y de defensa de nuestro patrimonio, nuestra
tradición y nuestra cultura. No hay referencias al “nazismo”. En su lugar, lo
que sí existe es una crítica a la modernidad. Dice GI: “En Europa no existe
ningún discurso postmoderno honesto. Ni siquiera se ha reconocido la gravedad
del nihilismo real”. Sus denuncias al “etnomasoquismo” no se realizan en
función del “nazismo”, sino del aquí y del ahora.
¿Has cuando la intelligentsia
progresista va a seguir presentando a los grupos identitarios y euro-escépticos
como herederos del “nazismo”? ¿Hasta cuando El
País y los que son como él, medios de comunicación pagados –a falta de
lectores reales- por el mundo de los negocios y el dinero público, van a
enrocarse en sus nefandas posiciones multiculturales? ¿Durante cuánto tiempo
conseguirán presentar a quienes se oponen a los designios ideológicos del mundialismo
y a los laboratorios financieros de la globalización como skinetes ansiosos de
patear la cabeza de un moro o cuyo mayor acto de rebeldía es gritar “heil
Hitler”? El tiempo se les está acabando.