Resulta significativo que un partido que, con toda
seguridad, dejará de existir después del 26-J (CDC, que en estos momentos ya se
encuentra en la UVI), haya presentad como cabeza de lista para el congreso a
Francesc Homs, seguramente, el más mediocre de todos los impulsores del “proceso
soberanista” (que en paz descanse). Homs, que se convirtió en el portavoz de la
presidencia mientras Artur Mas estuvo al frente de la Generalitat, ha sido el
primero en reconocer implícitamente, que el “proceso” ya es cosa del pasado. En
estas elecciones, CDC no pedirá el voto ni para la consulta soberanista, ni
siquiera para una perspectiva independentista a largo plazo, simplemente se
limitará a tomar partido por temas que durante ocho años estaban olvidados por
CDC: “una apuesta por el Estado del
bienestar, por el trabajo y por la igualdad de oportunidades”… según ha
dicho el propio Homs.
A lo largo de la entrevista que realizó TV· al candidato, el
soberanismo no apareció por ningún sitio. Mucho menos, el independentismo: “El
26-J queremos contrastar dos modelos de sociedad: el que reparte la miseria,
que representa Podemos; y lo que pone en valor la cultura del esfuerzo, que
representa Convergència”… y, efectivamente, hay que reconocer que para acumular
el patrimonio que consiguieron acumular el clan de los Pujol en Andorra, hay
que esforzarse algo transportando mochilas llenas de billetes de 500 euros…
Las declaraciones de Homs, e incluso su misma presencia como
cabeza de lista, anuncian el batacazo que terminará pegándose CDC el próximo
26-J. El “sorpasso” que realizará ERC está garantizado y el partido que ha
gobernado Cataluña, con mano corrupta y deslealtades constantes hacia el
Estado, difícilmente superará la prueba. Artur Mas, hace una semana ya aludía a
la necesidad de “refundar CDC” (esto es, de disolverla como tal, fusionarse con
algún pequeño grupo nacionalista y volverla a resucitar con otra forma, otra
sigla y partiendo de cero).
Las elecciones tendrán lugar cuando se cumplen 130 años del
llamado “Mitin del Novedades” en el que históricamente se habló por primera vez
de soberanismo (y no de regionalismo o de “catalanismo”). En ese mitin se leyó
una comunicación escrita por Josep Narcís Roca i Ferreras (y encargada por Ángel
Guimerá). El mitin no tenía un carácter político sino económico: era un acto de
protesta antilibrecambista y proteccionista de la industria textil catalana).
Eran los tiempos en los que la alta burguesía catalana exigía al Estado
políticas “proteccionistas”en todo el Estado para la industria catalana. Desde
entonces el nacionalismo independentista catalán estuvo ligado a la alta
burguesía industrial… salvo durante el “reinado” de Artur Mas, cuando, a la
vista de los cambios estructurales de los herederos de esta alta burguesía
(dedicados a la inversión inmobiliaria, a la especulación en las bolsas
internacionales y al negocio de la hostelería), apoyara su “proceso soberanista”
en sectores mal definidos (pequeña burguesía periférica de ERC, borrokas de CUP
y ecologistas de ICV) con el resultado que cabía esperar. Tanta épica para
terminar presentando a Francesc Hos como “capo de lista”.