Lo único que se puede achacar en
estos últimos cuatro años es que Rajoy y su gobierno hayan permanecido completamente
mudos en materia de inmigración. Rajoy no es, desde luego, el culpable del
asentamiento de 8.000.000 de inmigrantes en los últimos 20 años en España. Esa
responsabilidad corresponde, en primer lugar a la persona que lo colocó allí,
José María Aznar, y en segundo lugar al lunático que prosiguió su obra,
abriendo las puertas de par en par, José Luis Rodríguez Zapatero. Pero, a la
vista de los efectos sociales y laborales de esta presencia, hubiera sido
lógico que a partir de 2010, en lo peor de la crisis económica, se hubiera
empezado a proceder a las repatriaciones de inmigrantes cuando ya era evidentes
que constituían un factor más de déficit y que constituían una losa para
nuestra recuperación. Nada se hizo porque no existía el valor suficiente para afrontar
nada más que la presencia de la inmigración como un “hecho consumado” y ganar
cada día la “paz social y étnica” subsidiándola como a ningún otro colectivo.
Y ahora toca preguntarse qué propone
el PP en materia de inmigración para las próximas elecciones. Vamos a resumirlo
en unas pocas líneas: más que ningún otro partido, el PP considera las
políticas e inmigración como subsidiarias de las iniciativas de la UE. Dicho de
otra manera: renuncia a formular políticas efectivas de inmigración delegando
esa responsabilidad en la UE. Olvida, por supuesto, que, por mucho que hayamos
firmado todos los acuerdos que la UE ha puesto bajo las narices de todos los
que han pasado por Moncloa, las necesidades y los riesgos que plantea la
inmigración son muy diferentes en Noruega que en Grecia, en España que en
Irlanda. El carácter y el volumen de todas estas migraciones son muy diferentes
y resulta quimérico que una ley votada en el parlamento de Estrasburgo o una
directiva franco-alemana puede responder a las diferentes necesidades de todos
los demás países.
Salvo esta dependencia suicida de
la UE, el PP no propone nada en materia de inmigración. Al menos nada diferente
al resto de partidos. En tanto que “conservadores”, ejercen su papel
moderadamente: no piden el “papeles para todos”, pero tampoco el cierre de
fronteras a las migraciones innecesarias.
Esteban González Pons
en el Parlamento Europeo
Resulta un misterio saber porqué
González Pons recibió la “patada para arriba” y fue a parar al parlamento
europeo, siendo hoy el portavoz del PP en esa institución. Así debió
aconsejarlo su pertenencia al PP valenciano, sin duda, una de las
organizaciones del partido que ha demostrado un mayor nivel de corrupción. Sea
como fuere, el 10 de marzo de 2016, González Pons, tomó la palabra en un debate
marcado por la crisis migratoria en afirmando
que “Europa hay que construirla poco a poco porque cuando dejamos de
construirla vuelve a crecer el nacionalismo y con el nacionalismo vuelve
siempre la xenofobia, el fanatismo y el populismo”. Nada diferente a lo
expresado en el programa del PP y de Cs: el riesgo no es la inmigración sino el
“racismo y la xenofobia”… calificativos ominosos que sustituyen a los muchos
más reales de “euro-escépticos” e “identitarios” que responden mejor a los
rasgos de las fuerzas a las que pretende descalificar.
Pero, de entre todo el cúmulo de vacuidades y cháchara tópica,
González Pons dijo algo que merece ser esculpido en el frontispicio de la sede
del PP en calle Génova: “las soluciones
nacionales no resuelven los problemas europeos, al contrario: si Europa existe
es porque a día de hoy las soluciones nacionales son insuficientes”.
No sólo eso, sino que reprochó al primer ministro sueco, Stefan
Löfven, que su gobierno hubiera “decidido de manera unilateral reintroducir
controles en la frontera” y también que “ha aprobado la posibilidad de
suspender Schengen (que establece la libertad de circulación de personas dentro
de la UE) durante 3 años”.
¿Se acuerdan aquella frase repetida tantas veces por el PSOE
durante la época Zapatero: “No se pueden
poner puertas al campo”? González Pons la recuperó en su discurso: “Levantar
un muro o cerrar una frontera no va a acabar con la crisis migratoria. Tan solo
hace más inhumana la huida desesperada de hombres, mujeres y niños y nos
deshumaniza a los europeos”.
Que el físico de González Pons
sea recordado como uno de los más oportunistas y sin escrúpulos miembros del PP
y que sus palabras estén teñidas de estos rasgos y resulten, simplemente,
repugnantes, no es óbice para recordar que es miembro del PP, que el PP lo ha
enviado a Bruselas y que lo que dice lo hace como representante del PP. Y sería
difícil encontrar en materia de inmigración una actitud más antipatriótica y
perjudicial para nuestro Nación, para el Estado y para la Comunidad que la
posición que en estos momentos tiene el PP en materia de inmigración.
¿Qué dice el programa electoral del PP en materia de inmigración?
En el punto 3.6 de su Programa
Electoral, el PP alude, en primer lugar a la “integración” y empieza con una
sarta de falacias encadenadas: el parágrafo se titula “Integración: mismos derechos, mismas obligaciones”. La frase es
una aparente muestra de justicia y equidad, pero a poco que se piensa en ella
se percibe que propone exactamente lo mismo que las otras tres fuerzas
mayoritarias del mapa político español: el recién llegado que se beneficia de
un país construido por generaciones y generaciones de antepasados nuestros,
pasa a tener, inmediatamente, los mismos derechos que los herederos de los que
lo han construido. E incluso, en la práctica, muchos más: porque para eso están
las políticas de “integración”.
La segunda falacia es el “diagnóstico”
que establece sobre la inmigración. Hay que hacer esfuerzos por no reír a
carcajadas. Citamos textualmente: “El
hecho más significativo de la inmigración en nuestro país es su excepcional
integración”. ¿De qué integración nos está hablando el infeliz que ha
redactado estas líneas? ¿De lo burkas que vemos cada vez con más frecuencia en
las ciudades especialmente mediterráneas? ¿De las bandas latinas de las que se
anuncia una y otra vez su desarticulación pero siguen operando más y más? ¿De
las tribus romanís que asolan siembran la intranquilidad en los pueblos por
donde pasan? ¿De los miles y miles de delincuentes de origen extranjero que
pueblan nuestras cárceles? ¿De una “paz étnica” obtenida a base de subsidios y
subvenciones? ¿De barrios enteros abandonados a las mafias llegadas de fuera? ¿De
qué “integración” nos está hablando el PP?
Resulta sorprendente que el
programa del PP tenga la DESVERGÜENZA de aludir a que “se han incorporado a nuestra población más de cinco millones de
inmigrantes, un doce por ciento del total de la población”: ES MENTIRA: el
PP ha aprendido desde los tiempos de Aznar a jugar con el equívoco, aludiendo
unas veces a inmigrantes “legales” eludiendo el número de ilegales. Ahora,
amplía el equívoco a los tres millones que han recibido la nacionalidad en los
últimos siete años: para ellos ya no son “inmigrantes”, sino que una simple
resolución administrativa ha hecho de ellos “españoles” a pesar de que, en
muchos casos, su nivel de “integración” sea cero absoluto o próximo a cero. NO
SON CINCO MILLONES DE INMIGRANTES LOS QUE ESTÁN AQUÍ: SINO OCHO MILLONES
sumando la cifra de legales, ilegales y naturalizados y sin sumar, el número de
hijos que han tenido y que, de partida, ya gozan de la nacionalidad española.
El redactor del programa del PP
utiliza los mismos argumentos intocables del período Aznar: “vienen a pagar las pensiones de los abuelos”,
“traen prosperidad”, “rejuvenecen la población”… Y así lo dicen en su
programa. Luego, claro está, tienen que dar alguna pizca de actualidad: “La tasa de desempleo de los extranjeros ha
pasado del siete por ciento en 2004 al treinta y dos por ciento en 2011”. Es
decir, uno de cada dos inmigrantes está en paro. En lugar de pedir la repatriación
de parados inmigrantes de larga duración, se limita a lamentar que “hayan perdido su tarjeta de residentes”.
No parece esa la mejor solución.
Vale la pena preguntarse por qué
siguen aquí si están en paro. Respuesta: esperando obtener la nacionalidad (lo
que les permitirá desplazarse por la UE y tener doble nacionalidad con las
ventajas que conlleva) y viviendo del trabajo negro (completado con las
subvenciones y subsidios). España y la UE son países en las que se han
instalado las “mentiras estadísticas”. Una de las cifras que hacen una economía
“competitiva” es que sus salarios sean bajos (así se puede exportar más). De
ahí que la mera presencia de inmigración –aunque sea en paro- tiende a que los
salarios se mantengan bajos. Por eso –y no por razones humanitarias- no se hace
nada para repatriar a los excedentes de inmigración, sino que se permite que se
asienten más y más, si no entran por decisión propia, se logran admitiendo
refugiados y por el consabido método de las reagrupaciones familiares.
Entre los “objetivos” que propone
el PP figura, el primero de todos, el que “España
sea un país de integración”… No explican que es lo que entiende por “integración”.
De hecho nadie sabe lo que esta palabra significa: ya hemos visto que para el
PSOE “integrarse” es hacer lo mismo que se hace en el país de origen. Para Cs
es “cumplir la ley”. Y, en tanto que partido neo-capitalista, lo que da la
medida de “integración” para el PP “creemos
que la principal vía de integración de los inmigrantes es el empleo; su
disposición a trabajar y sus cualificaciones son activos muy útiles para salir
de la crisis”. No se alude en nada, ni a
su “integración social”, ni mucho menos a su “integración cultural”,
factores que aportan a una nación coherencia y estabilidad. Lo único que
importa es que sea un PRODUCTOR INTEGRADO… justo en un momento en el que falta
trabajo y el trabajo al que puede aspirar la inmensa mayoría de inmigrantes es
un trabajo de baja cualificación y precario. Así pues, si esta “integración
laboral” es imposible a la vista del mercado de trabajo… ¿en qué queda la “integración”
propuesta por el PP?
Resaltado el hecho de que
solamente interesa la “integración económica” (garantía, por lo demás de que
los sueldos seguirán bajos-bajísimos y las patronales de turismo, construcción
y agricultura ganarán “competitividad”), el PP pasa a definir el tipo de inmigración
al que aspira. Se podría pensar que pide inmigración “cualificada” que compense
la fuga de cerebros que sufre el país. O que pide inmigración solamente en
aquellos sectores en los que falta personal cualificado… En absoluto: lo que el
PP propone es “una inmigración legal y
ordenada, en coherencia con las políticas adoptadas por la Unión Europea”...
Y nos preguntamos: ¿quién quiere una inmigración “ilegal y desordenada”? Lo
esencial de la propuesta no es lo relativo a la “legalidad y orden” con el que
deberían llegar los inmigrantes en función de leyes españolas, sino según leyes
de la UE. Es la forma de eludir responsabilidades y trasladarlas a un organismo
que ha fracasado en todos los terrenos y que ha generado una oleada euroescéptica
en todo el continente que refleja el estado de ánimo de las poblaciones.
El resto de los “Objetivos”
marcados por el PP es de una mediocridad insultante y no pasa de ser una
acumulación de tópicos pobremente redactados con la jerga propia de un partido
de centro-derecha fiel a las reglas del juego: “Impulsaremos una sociedad plural y la integración individual, en la que
cada uno, sin perder sus raíces y, a través de su propio esfuerzo, se sienta
parte de la sociedad y logre los objetivos que se ha marcado. Fomentaremos
políticas de integración de los extranjeros que residan legalmente en nuestro
país, con especial atención a las segundas generaciones”. Al ignoto
redactor del programa del PP le recordaremos que en materia de integración
todas, absolutamente todas las políticas que han asumido los distintos países
de la UE como éste organismo en su conjunto, todos, sin excepción, han
fracasado.
Para quienes vean en el PP al “mal
menor” (que aun debe quedar alguno), les citaremos otro objetivo de su
programa: “Favoreceremos la empleabilidad
de los extranjeros que se hayan quedado en el paro”... Si usted ha nacido
en Navalcarnero o en Jumilla, si es oriundo de Arousa o de Pollensa, si vive en
Sabiñánigo o en Arrigorriaga y está en paro: usted, usted está detrás. Cuando
se “favorece” a alguien es que se perjudica a otro, se le da un impulso que lo
sitúa por delante de otro, incluso del que estaba antes: eso es lo que propone,
en definitiva, el PP. ¿Su consigna de facto? INMIGRANTES, PRIMERO. Bien por
ellos: pero que el votante sepa lo que vota y que luego no se queje.
El resto de propuestas es puro
bla-bla-bla sin mucho valor ni interés. El PP se limita a decir lo que dicen
todos. Es la parte del programa que resulta intercambiable: vale lo mismo para
el PP que para el PSOE, para Cs o para Podemos. Reproducimos íntegro las
MEDIDAS concretas que propone el PP en su documento electoral: “Favoreceremos una inmigración legal,
ordenada y vinculada al empleo, acabando con las regularizaciones masivas.
Lucharemos contra las mafias y el tráfico de personas. Garantizaremos siempre
el respeto a los Derechos Humanos y a la dignidad de las personas con
independencia de su situación legal o administrativa. Seremos activos en la
construcción de una política común de inmigración y de firma de acuerdos con
países terceros. Reviste una importancia capital la consolidación del espacio
de libertad, seguridad y justicia, con atención especial a la lucha contra el
terrorismo y el crimen organizado. Desarrollaremos agendas creíbles en las
cumbres internacionales multilaterales y en Naciones Unidas y en el G-20.
Prestaremos particular atención a la defensa de la democracia y los derechos
humanos, la seguridad energética, la inmigración, la pobreza, pandemias y
cambio climático y la defensa del medio ambiente. Estamos comprometidos con que
el pueblo cubano pueda decidir libre y democráticamente su futuro”…
En otras declaraciones y
documentos, el PP se limita a constatar el “fracaso de las políticas
socialistas en materia de inmigración”, algo que resulta evidente para quien se
acerca al fenómeno. Pero es que estas POLÍTICAS DE INMIGRACIÓN QUE PUSO EN
PRÁCTICA EL GOBIERNO SOCIALISTA ERAN EXACTAMENTE LAS MISMAS QUE APLICÓ AZNAR Y
ANTE LAS QUE RAJOY NO HA RECTIFICADO LO MÁS MÍNIMO.
Si hubo “regularización masiva”
fue porque Aznar dejó que se acumularan 800.000 inmigrantes sin regularizar. Si
Aznar dejó entrar a 3.000.000 de inmigrantes fue para que sirvieran a su
peculiar y ruinoso “modelo económico” (mientras fueron entrando el PIB aumentó
al aumentar la población). Aznar, a diferencia de ZP, no tenía una ideología
propia, le bastaba con que la llegada de inmigración tendiera a rebajar los
salarios y a permitir la hipertrofia del sector de la construcción. ZP, en
cambio, llevaba la multiculturalidad en sus genes doctrinales hechos a base de
revistas de la UNESCO y de humanismo new-age.
Sean cuales fueren las motivaciones de unos y de otros, el resultado para la sociedad
española ha sido el mismo: bajadas salariales, liderazgo en el paro en Europa,
servicios sociales y asistenciales saturados, pérdida de cohesión de la
sociedad española, aumento del gasto del Estado, chispazos de guerra étnica
esporádicos, aparición del yihadismo, superpoblación de cárceles, paralización
en juzgados, sobrecarga en las fuerzas de seguridad, aparición de “enclaves
étnicos”, fracaso de las medidas de integración…
Por todo ello, el PP no puede
aportar ninguna solución a un problema que él mismo ha contribuido a crear –y en
primera fila- y que se niega a reconocer como tal. En cuanto a los últimos
cuatro años y medio de Rajoy al frente del Estado: ¿ha aplicado alguna medida
correctiva a las iniciativas del zapaterismo? EN ABSOLUTO. Simplemente, se ha
limitado a mirar a otro lado y dejar que la situación se pudra, negando que
existiera el problema. Y si existe: que lo solucione la UE. Tal es el
planteamiento de Rajoy. Y es a ese planteamiento, una especie de dontancredismo
en materia de inmigración lo que el PP propone que votemos… como “mal menor”.