Ayer se publicó que los CDR detenidos la semana pasada
habían hecho llegar sus planes a Torra Quim, el cual estaría al tanto del
proyecto de ocupación del parlament. El interesado ni siquiera lo negó:
simplemente explicó ante acólitos y parroquia que no podía disculparse de nada,
porque no había nada de lo que disculparse. Que es como decir que, en el fondo,
cuando a unos tipos se les ocupa termita, planos de cuarteles y proyectos
elaborados, no hay constancia de que fueran “terroristas” porque no habían
atentado contra nadie. Es Torra. Nada grave. Puigdemont le tiene reservada una
habitación en Waterloo. Porque las informaciones que hoy difunde El Confidencial
y El Mundo, apuntan a ambos, al actual presidente y al expresident. Si el
primero estaría enterado de lo que se preparaba, el segundo habría tenido la
misma información llegada a través de su hermana, Anna.
En 1992, Puigdemont era un tipo sin oficio ni beneficio. Anna
Puigdemont, harta sin duda de servir “borratxos d’Amer”, “capricis d’Amer”
y “caganers de xocolata” en la pastelería familiar, era compañera de Josep
Queraltó, candidato de “Catalunya Lliure” (rama política de Terra Lliure) y
ella misma compartía los objetivos independentistas. En las elecciones
autonómicas de ese año, Queraltó se presentó como candidato obteniendo 5.241
votos (la Agrupación Ruiz Mateos alcanzó los 13.067…) sobre un total de
2.655.051 votantes. Tres meses después, la policía desarticulaba lo que quedaba
de TLl (vinculada al sector rival de Catalunya Lliure, el Moviment de Defensa
de la Terra). Entonces, como ahora, los indepes y las fuentes de la gencat
aludieron a “montaje policial”, pero el hecho de que tras la desarticulación no
volviera a producirse ningún atentado de Terra Lliure, así como las sentencias
emitidas, son muestra de que quedó desarticulado el núcleo terrorista.
Torra ayer negaba estar al corriente de los planes de los
detenidos y pocas horas después, fuentes de la familia negaban también que Anna
Puigdemont pudiera asistir a la reunión con los individuos del CDR. Estaba con
su padre recién operado. Pero, los investigadores, sostiene que se dio una
vuelta por Barcelona y que en ese momento se produjo el contacto. Lo cierto,
de momento, es que Anna Puigdemont ha demostrado a través de redes sociales, su
identidad de criterios con los CDR, los ha jaleado y no niega que esa es su
línea.
¿De qué se habló en esa reunión? La SER lo explica: “establecer
un canal de seguridad entre Quin Torra y Carles Puigdemont para forzar la
independencia de Cataluña” y tomar el parlamento durante cinco días para
realizar la “declaración unilateral de independencia”. En la reunión con
Anna Puigdemont, el llamado “Equip de Resposta Tactica” entregaría documentación
con los planes a realizar como protesta por el referéndum frustrado y por el
exilio de Puigdemont. Por que este encuentro tuvo lugar el 15 de septiembre de
2018.
Las fechas son importantes porque demuestran que el grupo
terrorista estaba en formación desde hace más de un año. Es la misma historia
de EPOCA, de Prats de Molló, del Complot del Garraf: mucho entrenamiento para
aplazar el momento decisivo de pasar a la acción, muchas excusas, adrenalina en
los entrenamientos, pero retrasando al máximo el momento decisivo de colocar un
explosivo o empuñar un arma que no sea de air-soft.
El mismo dato de la fecha del encuentro con Anna
Puigdemont es importante porque indica que, ya en ese momento, el “grupo
terrorista en ciernes” ya estaba seguido por la Guardia Civil. El informe
sobre la reunión es exhaustivo: se conoce el día, la hora, el lugar, y el que
el grupo se cuidó de evitar llamar la atención. La reunión tuvo lugar en el
interior de un vehículo y un grupo se encargó de contra-vigilancia (con el
éxito que cabía esperar…).
Así pues, como mínimo, la Guardia Civil, seguía al grupo
desde hace más de un año. El hecho de que se hayan filtrado también fragmentos
de conversaciones entre los detenidos, indica que no se ahorraron medios en la
investigación y que ésta ha resultado concienzuda. La inclusión de los textos
de las conversaciones en el sumario, confirman que las escuchas se realizaron
con mandamiento judicial. Así pues, lo que los detenidos han confesado, va a
misa. Si hubo baile de policía bueno, policía malo o si alguno de los detenidos
al ver el marrón en el que se habían metido, tiró de la manta, eso es algo sobre
lo que ellos mismos tendrán tiempo de discutir en prisión.
El grupo estaba compuesto por
radicales de la CUP, cincuentones o en puertas de serlo, la
mayoría sin oficio ni beneficio, en paro, algunos con familia e hijos. Eran
de los que tenían algo que ganar con la independencia de Cataluña y,
seguramente para eso quisieron contactar con Puigdemont, al igual que lo hicieron
con Torra: debieron venderles la ficción de que tenían una “organización armada seria”
(utilizando el eufemismo de Equip de Resposta Táctica) dispuesto a llegar a
donde hiciera falta. Lo normal, hubiera sido que, en el curso de esas
reuniones, alguien con dos dedos de frente, les hubiera advertido: “os van a
dar más palos a una estera. Apuntaros a los cursos del INEM”.
Pero, en el fondo, el aislamiento creciente del vecino de
Waterloo y el hecho de que Torra solamente esté apoyado por la CUP, indujeron a
ambos a ver en este grupúsculo a unos kamikazes perfectos: irresponsables,
con una mano delante y otra detrás, utilizables para cometer algún acto ilegal
y/o terrorista y que luego se conformarían con estar al frente de un negociado en
cualquier consellería ya convertido en ministerio de ese país independiente que
se llamaría “República Catalana”.
Una vez más, los pringaos de turno, han pagado los platos
rotos. Poco a poco, se irán dando cuenta de que las muestras
independentistas de solidaridad no sirven de gran cosa ante la maquinaria
judicial que, simplemente, los va a dar "la del pulpo", simplemente por algo tan
elemental como que nadie fabrica termita para almacenarla en el garaje, ni para utilizarla en la festa major...
Los datos que, poco a poco van apareciendo, nos confirman en
nuestra primera impresión.
Se ha juntado el “hambre” (unos activistas
independentistas que vieron la posibilidad de “ser alguien” y resolver la inseguridad económica en la que se debatían, poniendo toda la carne en el
asador al servicio de Puigdemont y de Torra) y las “ganas de comer (un par de
buenas piezas, “molt honorables presidents de la gencat”, cada vez más mermados
en apoyos, cada vez más aislados, cada vez más desesperados, cada vez perseguidos
por una mayor sensación de fracaso y cada vez con el olor a presidio más cerca
que quieren seguir viviendo del cuento “institucional”). Eso es todo.
Y en
cuanto a Anna Puigdemont, lo único que se le puede decir es aquello de “Pastelera
a tus pasteles”.
¿Alguna conclusión? Solo una.
El “procés” empezó en el
nacionalismo “moderado” con Artur Mas. Éste, pronto, fue arrastrado a las
posiciones más decididamente independentistas de ERC. Y lo que, en principio se
afirmaba como “derecho a decidir” y el “soberanismo”, pasó a ser, simplemente “independentismo”.
Pero la independencia era imposible por muchos motivos (legales, sí, pero
también porque el proyecto carecía de fuerza social suficiente para afirmarse).
Recalentados por la frustración de un referéndum que no fue recocido
legalmente, se produjo el marasmo en el sector independentista, incapaz de
elaborar una estrategia alternativa. Mientras, PDCat y ERC, entregaron el poder
a Torra, conscientes de que haciéndolo, ponían la gencat en manos de un radical
al que, de hecho, solamente, apoyaba la CUP, la ANC y el Omnium: así se
quemaría de manera irremisible y se quemarían también los
partidarios de esa república que solamente existe para los idiotas.
Lo que
empezó en 2012 entre las ambiciones del “nacionalismo moderado”, ha terminado entre
las manos de unos “independentistas radicales”, antes de desaparecer por el
sumidero de la historia.