Si estos artículos aluden a algo tan escatológico como el
retrete, en lugar de a lugares más amables (el diván o la hamaca), es porque,
aluden o a política-basura o son notas de una sociedad del espectáculo
convertida en estercolero. Hubo un tiempo en el que la fundación de un nuevo
partido se recogía con interés y esperanza: era posible que dieran esa
representatividad a los que nos consideramos huérfanos de opciones políticos.
Hoy, tenemos la seguridad de que, diga lo que diga, es completamente
irrelevante y la misma fundación del partido responde a una lógica inconfesable.
Todo esto viene a cuento de “Mas País”, el partido encabezado por una de las
vedetes originarias de Podemos, Errejón.
El personaje se las da de “transversal”. Es cuestionable que
lo sea. Como máximo, para él, el transversalismo es un simple look electoral
para atraer a algunos incautos. Errejón, su historia pasada así lo
confirma, es un “marxista libertario” que pasó, sin solución de continuidad, de
los boy-scouts a la las Juventudes Anarquistas. Eso no le impidió sumarse al “movimiento
de los indignados” y ser jefe de campaña de Podemos en 2014. Acertó con
aquel vídeo en el que se eludía el carácter marxista de la formación y que casi
hubiera podido suscribir Marina Le Pen… Era todo un fraude: Podemos no pasaba
de ser la típica formación de izquierda, dirigida por los que se habían quedado
en el banquillo de Izquierda Unida, durante años y querían tomar, no el cielo
por asalto, sino las poltronas. Errejón, junto con Iglesias, Bascansa y
Monedero, protagonizaron los primeros pasos de Podemos. Pero el tiempo lo mata
todo, incluidas las amistades y las fidelidades incondicionales y en enero de 2019,
al anunciar que se iba a presentar con Mas Madrid, fue irradiado de Podemos.
Este es el personaje. Vayamos ahora a los que le siguen, porque eso nos dará la clave de la operación.
Mas País no es más que el intento de federar a grupos de
izquierda regionales (En Marea, Chunta, Compromis) con algunas formaciones de izquierda
ecologista y alternativa (eso que se suele llamar “sandía”, verde por fuera,
roja por dentro). ¿Novedades? Salvo esta, ninguna. El partido no aspira a nada más
que realizar un ajuste de cuentas en el interior de la izquierda radical. No
es que Errejón quiera segarle el césped al chalet de Pablo Iglesias, es que
quiere uno igual. Así que lo que está en juego es quien se queda en exclusiva
con el espacio de Podemos (me resisto a utilizar el nombre de “Unidas Podemos”
que, en sí mismo, ya es un chiste).
¿A qué obedece la operación? Parece bastante claro que, en
los últimos meses, Sánchez consiguió ir cortando la coleta a Pablo Iglesias y
que se ha demostrado que Podemos carece de los rasgos mínimos de seriedad,
look y solvencia, para poder sentar a alguno de los suyos en el Consejo de
Ministros. Uno puede ocultar la chepa con la coleta y aparecer en la Sexta,
pero, para asumir un ministerio, hace falta algo más. Y Podemos no es de
fiar para nadie, dejando aparte de que siempre ha sido un mosaico de grupúsculos
y tendencias en donde el más colocado y el más excéntrico, llevaba la voz
cantante. Así pues, Mas Pais obedece a dos lógicas demasiado
evidentes para poderes negar:
- Intentar apoyar con una coalición más presentable a un gobierno socialista y
- Generar una enésima división en la izquierda radical que la debilita y la pone en la cuneta.
En ambos casos, el PSOE sale reforzado. Así que el
votante de la izquierda radical tiene dos opciones: o votar directamente al
PSOE o hacerlo a Mas País que mediará para entregarlo a Sánchez. La tercera
opción sería la marginalidad en la que queda encarrilado Podemos que
difícilmente soportará la puya clavara por Errejón y su propio derrumbe
electoral.
Algunos partidillos regionales, al no estar claro cómo va a
reaccionar el electorado, optan por seguir una vía autónoma. Tal es el caso de Cataluña
en Común, el partido de Nada Colau que veremos lo que logra mantener después de
configurarse como la nulidad más absoluta de la política catalana.
En cualquier caso, Errejón insistirá en el “trasversalismo”
para robar votos a Podemos y apoyar luego al PSOE. Eso es todo. En cuanto al
cacareado “trasversalismo” será exclusivamente entre la izquierda radical y sus
cantonalismos regionales
La maniobra no es más que otra muestra de la crisis de la
izquierda que permitirá que la socialdemocracia se recupere, a pesar de que carece
de programa, doctrina e incluso motivación, salvo cuatro tópicos poco lustrosos
(ideología de género, igualdad, multiculturalidad y… para de contar).
Los partidos nacidos de la anterior crisis económica
(Ciudadanos y Podemos) están hoy agonizando y nadie duda de que perderán
posiciones el 10-N. En cuanto a Vox, los únicos que hasta ahora podrían
asumir un transversalismo capaz de ganar votos a la izquierda, siguen presos de
su ADN de origen, el PP y, a medida que pasan los meses, se demuestra que va
siendo muy difícil que se conviertan en un partido que logre “arrasar” a la
derecha y a la izquierda del electorado.
Si uno mira dentro de Podemos o de Mas País, lo que ve no
son partidos, sino amalgamas de círculos locales, más parecidas a un cajón de sastre
que a una formación o a una federación unitaria digna de tal nombre. Son estructuras inestables y volátiles cogidas con alfileres. El
virus que hace 40 años era propio del trotskismo (“un trostskysta un partido;
dos, una escisión”) ha sido la única herencia de la IV Internacional a la izquierda.
En tanto que materialistas, parecen imitar a esos minerales que cristalizan en
cubos y que a cada golpe de martillo de fracturan en cubos cada vez menores.
Errejón (desde sus años como jefe de campaña de Podemos), se
ha dado cuenta de que las elecciones no se ganan con programas, sino que se
ganan, por los errores de los otros (en este caso de Pablo Iglesias con la
desastrosa imagen de “Unidas Podemos”) y por estrategias (esto es, por oportunismo
sin principios). ¿Y el programa? ¿A quién coño le interesan programas que no se
pueden implementar o que, tras su aparente belleza termina siendo -Varoufakis,
Die Linke, Melenchon- siempre neoliberalismo mas más los tópicos a los que aludíamos
antes: ideología de género, igualdad, multiculturalidad…
La abstención puede ser histórica el próximo 10-N. Pero, yo
de vosotros, si os animáis a votar a alguna opción, os sugeriría que exigierais
que os explique cada partido a qué opción va a apoyar si no tiene la mayoría
absoluta, con quién va a pactar y en qué condiciones. De lo contrario,
absteneros, porque, una vez más, unos y otros van a jugar con vuestro voto.
¿No estáis hartos de tanta política-basura?