viernes, 27 de septiembre de 2019

Crónicas desde mi retrete (13) MAS PAIS, OTRA ANÉCDOTA EN LA IZQUIERDA ESPAÑOLA


Si estos artículos aluden a algo tan escatológico como el retrete, en lugar de a lugares más amables (el diván o la hamaca), es porque, aluden o a política-basura o son notas de una sociedad del espectáculo convertida en estercolero. Hubo un tiempo en el que la fundación de un nuevo partido se recogía con interés y esperanza: era posible que dieran esa representatividad a los que nos consideramos huérfanos de opciones políticos. Hoy, tenemos la seguridad de que, diga lo que diga, es completamente irrelevante y la misma fundación del partido responde a una lógica inconfesable. Todo esto viene a cuento de “Mas País”, el partido encabezado por una de las vedetes originarias de Podemos, Errejón.

El personaje se las da de “transversal”. Es cuestionable que lo sea. Como máximo, para él, el transversalismo es un simple look electoral para atraer a algunos incautos. Errejón, su historia pasada así lo confirma, es un “marxista libertario” que pasó, sin solución de continuidad, de los boy-scouts a la las Juventudes Anarquistas. Eso no le impidió sumarse al “movimiento de los indignados” y ser jefe de campaña de Podemos en 2014. Acertó con aquel vídeo en el que se eludía el carácter marxista de la formación y que casi hubiera podido suscribir Marina Le Pen… Era todo un fraude: Podemos no pasaba de ser la típica formación de izquierda, dirigida por los que se habían quedado en el banquillo de Izquierda Unida, durante años y querían tomar, no el cielo por asalto, sino las poltronas. Errejón, junto con Iglesias, Bascansa y Monedero, protagonizaron los primeros pasos de Podemos. Pero el tiempo lo mata todo, incluidas las amistades y las fidelidades incondicionales y en enero de 2019, al anunciar que se iba a presentar con Mas Madrid, fue irradiado de Podemos.


Este es el personaje. Vayamos ahora a los que le siguen, porque eso nos dará la clave de la operación.

Mas País no es más que el intento de federar a grupos de izquierda regionales (En Marea, Chunta, Compromis) con algunas formaciones de izquierda ecologista y alternativa (eso que se suele llamar “sandía”, verde por fuera, roja por dentro). ¿Novedades? Salvo esta, ninguna. El partido no aspira a nada más que realizar un ajuste de cuentas en el interior de la izquierda radical. No es que Errejón quiera segarle el césped al chalet de Pablo Iglesias, es que quiere uno igual. Así que lo que está en juego es quien se queda en exclusiva con el espacio de Podemos (me resisto a utilizar el nombre de “Unidas Podemos” que, en sí mismo, ya es un chiste).

¿A qué obedece la operación? Parece bastante claro que, en los últimos meses, Sánchez consiguió ir cortando la coleta a Pablo Iglesias y que se ha demostrado que Podemos carece de los rasgos mínimos de seriedad, look y solvencia, para poder sentar a alguno de los suyos en el Consejo de Ministros. Uno puede ocultar la chepa con la coleta y aparecer en la Sexta, pero, para asumir un ministerio, hace falta algo más. Y Podemos no es de fiar para nadie, dejando aparte de que siempre ha sido un mosaico de grupúsculos y tendencias en donde el más colocado y el más excéntrico, llevaba la voz cantante. Así pues, Mas Pais obedece a dos lógicas demasiado evidentes para poderes negar:
- Intentar apoyar con una coalición más presentable a un gobierno socialista y

- Generar una enésima división en la izquierda radical que la debilita y la pone en la cuneta.
En ambos casos, el PSOE sale reforzado. Así que el votante de la izquierda radical tiene dos opciones: o votar directamente al PSOE o hacerlo a Mas País que mediará para entregarlo a Sánchez. La tercera opción sería la marginalidad en la que queda encarrilado Podemos que difícilmente soportará la puya clavara por Errejón y su propio derrumbe electoral.

Algunos partidillos regionales, al no estar claro cómo va a reaccionar el electorado, optan por seguir una vía autónoma. Tal es el caso de Cataluña en Común, el partido de Nada Colau que veremos lo que logra mantener después de configurarse como la nulidad más absoluta de la política catalana.

En cualquier caso, Errejón insistirá en el “trasversalismo” para robar votos a Podemos y apoyar luego al PSOE. Eso es todo. En cuanto al cacareado “trasversalismo” será exclusivamente entre la izquierda radical y sus cantonalismos regionales

Poco, en realidad, nada.

La maniobra no es más que otra muestra de la crisis de la izquierda que permitirá que la socialdemocracia se recupere, a pesar de que carece de programa, doctrina e incluso motivación, salvo cuatro tópicos poco lustrosos (ideología de género, igualdad, multiculturalidad y… para de contar).

Los partidos nacidos de la anterior crisis económica (Ciudadanos y Podemos) están hoy agonizando y nadie duda de que perderán posiciones el 10-N. En cuanto a Vox, los únicos que hasta ahora podrían asumir un transversalismo capaz de ganar votos a la izquierda, siguen presos de su ADN de origen, el PP y, a medida que pasan los meses, se demuestra que va siendo muy difícil que se conviertan en un partido que logre “arrasar” a la derecha y a la izquierda del electorado.

Si uno mira dentro de Podemos o de Mas País, lo que ve no son partidos, sino amalgamas de círculos locales, más parecidas a un cajón de sastre que a una formación o a una federación unitaria digna de tal nombre. Son estructuras inestables y volátiles cogidas con alfileres. El virus que hace 40 años era propio del trotskismo (“un trostskysta un partido; dos, una escisión”) ha sido la única herencia de la IV Internacional a la izquierda. En tanto que materialistas, parecen imitar a esos minerales que cristalizan en cubos y que a cada golpe de martillo de fracturan en cubos cada vez menores.

Errejón (desde sus años como jefe de campaña de Podemos), se ha dado cuenta de que las elecciones no se ganan con programas, sino que se ganan, por los errores de los otros (en este caso de Pablo Iglesias con la desastrosa imagen de “Unidas Podemos”) y por estrategias (esto es, por oportunismo sin principios). ¿Y el programa? ¿A quién coño le interesan programas que no se pueden implementar o que, tras su aparente belleza termina siendo -Varoufakis, Die Linke, Melenchon- siempre neoliberalismo mas más los tópicos a los que aludíamos antes: ideología de género, igualdad, multiculturalidad…

La abstención puede ser histórica el próximo 10-N. Pero, yo de vosotros, si os animáis a votar a alguna opción, os sugeriría que exigierais que os explique cada partido a qué opción va a apoyar si no tiene la mayoría absoluta, con quién va a pactar y en qué condiciones. De lo contrario, absteneros, porque, una vez más, unos y otros van a jugar con vuestro voto. ¿No estáis hartos de tanta política-basura?