Las encuestas pueden mentir y deformar la realidad para
atraer el voto: pero no tanto. A estas
alturas, pocos pueden negar que en la noche del día 28 de abril, Pedro Sánchez
obtendrá por primera vez una victoria electoral. Como en las anteriores
ocasiones, tampoco será suya sino de las circunstancias. Lo que terminará de demoler al electorado de derechas, es que ERC
subirá también en escaños y se configurará como el primer partido en Cataluña.
El PP perdería algo menos de la mitad de sus diputados y Cs subiría, pero, sin
excesos. Vox competiría con Podemos para la cuarta posición… Así pues,
tendríamos un gobierno de izquierdas apoyado exteriormente por los
independentistas de ERC. A eso se le llama inestabilidad. Porque Cs, en campaña
electoral, dice que no pactará con el PSOE…
¿Es posible que las
encuestas estén equivocadas? Es posible, pero no hasta el extremo de dar un
vuelco a los resultados que, en este momento arrojan una ventaja para la
izquierda y el independentismo de 50 diputados. ¿Pueden darse otras
combinaciones electorales? Podría ser. En efecto, los diputados de Cs son
inseguros y, a despecho de las declaraciones de Rivera, lo cierto es que,
dentro del partido, la tendencia Valls, salida de la nada, refuerzo enviado por
el Gran Oriente de Francia para evitar que el “aliado español” salga por
peteneras, puede apoyar la formación de un gobierno de centro-izquierda,
apoyando al PSOE y teniendo mayoría suficiente para gobernar.
Las encuestas pueden
equivocarse o bien manipularse, pero el índice que no se equivoca es el
económico. Especialmente, en Cataluña, en donde nadie duda de la victoria
de ERC, las grandes empresas están tomando sus medidas. Hoy La Vanguardia
publica un significativo artículo sobre el tema: ajustes de plantilla, traslado
de actividad, cierre de delegaciones en Cataluña, descenso de la producción. O
se debe a la previsión de los resultados electorales, o bien al cambio de ciclo
económico que afecta a toda la UE. Las empresas estarían actuando previendo
cambios en las legislaciones laborales…
¿El fin del mundo? Como
siempre que se declara una recesión -con posibilidades de transformarse en
crisis- la izquierda en el poder, realiza su tarea histórica: contener a las
masas, ser su corsé para evitar que sus protestas superen ciertos límites y,
por lo mismo, apoyar a la banca, a la patronal, mientras que la derecha espera
para subir al poder, cuando la situación está absolutamente podrida y aplicar
medidas de enderezamiento económico dentro de una óptica liberal. Se ha
hecho tantas veces en estos últimos cuarenta años, que no dudamos que volverá a
hacerse.
En los dos años que
la derecha tiene por delante, será fácil concluir que su espectacular derrota
en los comicios de 2019 se ha debido a su desunión y a la Ley d’Hont. Si
comparamos la situación en la que estaba España en 2011 y la que estuvo cuando
Rajoy cedió los trastos a Sánchez, se verá que los nubarrones de aquella época
se disiparon hasta hacer olvidar el nefasto papel de Zapatero en el estallido
de la crisis. Pero luego el dontancredismo de Rajoy en la cuestión catalana y
el hundimiento interior del PP carcomido por los casos de corrupción, evaporó
los resultados de su gestión económica.
Parece difícil que
Cs, con las tensiones internas que va a tener que soportar en los próximos años
sobreviva. Lo más posible es que se rompa en dos, un ala vaya a reforzar al
PSOE y otra se alinee con la derecha. Porque el PSOE tiene que elegir entre
asociarse con el nacionalismo independentista para obtener mayoría o bien
asociarse con Cs para poder gobernar. Y si lo hace con este partido, la
exigencia será liquidar para siempre la cuestión independentista que fue, a fin
de cuentas, la excusa para el alumbramiento de Cs y que, según la dialéctica
del amo y del esclavo, está ligada a su destino.
Lo que más está
sorprendiendo de esta campaña electoral es que los únicos mítines que están
registrando asistencias dignas de mención son los de Vox. La impresión es que
Vox puede sacar algún diputado más de los que les atribuyen las encuestas. A la
hora de la verdad, es muy posible que, parte del electorado de la derecha, se
quiera dar el “gustazo”, votando a Vox. Este es el mayor miedo de Casado,
cuyo problema es que su partido ha ido perdiendo perfil y ahora le va a ser muy
difícil recuperarlo.
¿Se va a romper
España? No más, desde luego, de lo que ya está rota. De hecho, lo más probable
es que Sánchez, pasadas las elecciones y pasado el juicio por el 1-O, opte por
la vía “dura” en la cuestión catalana, especialmente si opta por la alternativa
que puede ofrecerle más estabilidad, el pacto con Cs. Por el momento, estas
elecciones, harán que Carles Puigdemont, el exiliado de Waterloo, pase de ser
un símbolo amenazador, a un triste exiliado por voluntad propia, sin ninguna
influencia posible. En cuanto a la CUP, ni siquiera presenta candidatos a las
elecciones generales. Así que ERC pasará a ser completamente hegemónica en el
campo indepe. La caída del gobierno autonómico será cosa de unas pocas semanas después
del 28-A y las elecciones anticipadas en
Cataluña, situarán como próximo presidente de la gencat a un candidato de ERC,
irremisiblemente.
El independentismo
confía en que un gobierno del PSOE, apoyado por Podemos y por todos los
independentistas, pueda gobernar sobre el centro-derecha, en cuyo caso tendrían
la posibilidad de imponer el referéndum. En ese caso, podrían obtener unos
años de gracia para prolongar la vida artificial del “procés”. La otra posibilidad, sería que, con un
gobierno de centro-izquierda (PSOE-Cs) la condición impuesta por estos últimos
fuera machacar, literalmente, al independentismo mediante la aplicación del
artículo 155 ante la primera oportunidad.
La derecha tendrá un
par de años después de las elecciones para plantearse nuevas estrategias.
Luego, claro está, vendrán las elecciones europeas y ahí sí que Vox puede dar
el campanazo. De hecho, se nota en los medios de comunicación que esta
posibilidad es la más temida por el “stablishment” de la UE. Si se observa
detenidamente los medios de comunicación convencionales y los digitales de
mayor audiencia, se percibirá una increíble tendencia a desdramatizar los
problemas de la inmigración (ayer apareció un artículo de pura ficción en el
que El Confidencial, contaba que en
Alemania hay más delitos cometidos por “Adreas” que por “Mohamed”), ocultar el
que la inmensa mayoría de violaciones son protagonizadas por grupos étnicos no
europeos o que la economía española precisa cada años 260.000 inmigrantes más…
¿Por qué? Simplemente para atenuar los resultados electorales de la candidatura
de Vox que, si consigue enviar un equipo nutrido de diputados a las elecciones
europeas, puede contribuir -junto con los resultados de otras naciones- a que
existe un fuerte grupo anti-inmigracionista en el parlamento que bloquee las
tendencias ultraliberales que han convertido a la UE en la pieza regional del
sistema mundial globalizado. Así que, atención, a los oportunistas y mentirosos
profesionales: la inmigración y la multiculturalidad, sigue siendo el gran y
principal problema de Europa… sea lo que sea que resulte de las próximas
elecciones generales en España.
Los próximos dos años van a ser difíciles. Muy difíciles en
todos los sentidos. El tiempo en el que
se tocará fondo, más allá del cual solamente existe la posibilidad de
recuperarse. Estas elecciones van a ser una especie de “primarias de la derecha”.
Presumiblemente, serán las últimas elecciones con un “centro”. Tanto si
gobierna la izquierda+independentismo como si lo hace el PSOE+Cs, las miasmas
de la corrección política van a difundir sus sífilis ideológicas como nunca
antes para engañar sobre los resultados de la recesión. Esto, y la puerta que
seguirá abierta a la inmigración en España serán los elementos que conducirán a
una “respuesta nacional” mucho más firme y concreta que el 28-A.