Estamos atrapados por el Eurocopa,
cosecha 2016. Antiguamente la “copa de Europa de las Naciones”, denominación
abandonada a causa de este último término, denominación abandonada a causa de este
último término, es la tercera manifestación deportiva internacional
(espectadores y cifras de negocio) después de los Juegos Olímpicos y del
Mundial de Fútbol (o Copa del Mundo).
Con este torneo, Francia intenta
olvidar la realidad, huir de sus problemas, hacer de avestruz y divertirse con
el espectáculo de un deporte fáctico y gangrenado por el afán de lucro. Al
ritmo de las huelgas –el verdadero deporte nacional- y de las amenazas de atentados
islámicos. El fútbol se ha convertido en una droga colectiva y el lugar de
alineamientos curiosos: Qatar, Estado monárquico dictatorial, pro-islamista y
esclavista, de apariencia muy soft,
posee el principal club francés y se beneficia de favoritismo para todas sus
inversiones en Francia, el pretencioso “país de los derechos humanos”.
UN EQUIPO MAYORITARIAMENTE AFRICANO
Entre los 23 jugadores
seleccionados (entre titulares y reservas) por Didier Deschamps (acusado de
racismo por Éric Cantona y Jamel Debbouze por haber separado de la selección a
Karim Benzama) en el equipo de Francia, se encuentran: 10 blancos, 11 negros de
los que tres han nacido en África, 1 árabe nacido en Francia y un mestizo
nacido en la isla de Reunión. El equipo francés, pues, está compuesto por una
minoría de blancos. El hecho es aún más acusado en el equipo realmente presente
sobre el terreno de juego, el titular. Los telespectadores del mundo entero,
viendo jugar al equipo de Francia, dicen: “Francia ya no es principalmente de
origen europeo”…
El mensaje lanzado por esta
selección es muy claro: François Hollande ha repetido que este equipo de fútbol
representaba a la Nación: “Vosotros sois Francia”. De Gaulle, que confiaba a
Alain Peyrefitte que Francia era un país
de “raza blanca” y debía seguir siéndose, se habrá revuelto en su tumba. El
equipo francés de fútbol es pues mayoritariamente, no francés y no europeo de
origen. En no importa qué país del mundo, esta situación parecería aberrante.
Francia es el único país europeo
en esta situación. Se puede suponer que es por gusto a fin de lanzar un mensaje
ideológico (“El equipo de Francia de
fútbol debe ser emblemático de la nueva Francia étnica, es decir,
desblanquecida”), lo que sería una toma de posición racista anti-blanca, o
bien que no se encuentran suficientes jóvenes de origen francés en los medios
de selección de jugadores. Ambas explicaciones puede entrecruzarse. El
argumento de que los negros serían mejores futbolistas que los demás (como son
mejores corredores) no se mantiene ya que ningún país africano (equipos 100%
negros) aparece entre los primeros nivel
internacional, sino todo lo contario.
LA RECUPERACIÓN DEL FUTBOL POR LOS POLÍTICOS Y EL
PODER
Al igual antes Chirac, Hollande invirtió a fondo en el
fútbol y luchó por la Eurocopa 2016. Espera que, en caso de éxito francés,
aumenten sus expectativas para las presidenciales de 2017. En 1998, Francia
había ganado el Mundial de fútbol frente a Brasil. Increíble victoria… Era la
época del equipo “Negro-Blanco-Moro”
en el que triunfó Zidane, por razones ideológicas. Malas lenguas habían
sugerido que el encuentro había sido trucado –práctica corriente en el fútbol-
para hacer ganar al equipo de Francia. No se excluye que esta compra de
encuentros vuelva a producirse para facilitar la victoria del equipo francés en
esta Eurocopa 2016. Bernard Tapie es un maestro en esta disciplina. En todo
caso, si el equipo Francés vence, cuando es de un nivel muy mediocre, se podrán
plantear estas cuestiones.
Cenando con los “Azules” el 5 de junio, Hollande les
ha explicado: “El país puede estar feliz
con vostros mientras estamos atravesando dificultades (…) Nuestros compatriotas
desean ser felices y orgullosos con vosotros. Es preciso dar lo que esperan de
vosotros, un espíritu colectivo, una voluntad de ganar juntos”. Se reconocen
en estas intenciones, el dogma oficial del “vivir juntos”, grandilocuente y
ridículamente ineficaz.
Para el partido de apertura contra Rumania, el
Presidente de la República asistió cubierto con una inmensa bufanda de hincha.
Grotesco. Un verdadero payaso, insensible a su propio ridículo. ¿Qué no será
capaz de hacer este pequeño politicastro para intentar arañar unos pocos votos?
EL FÚTBOL COMO LITURGIA HUECA
La triste realidad, es que el medio del fútbol –internacional
y francés en particular- está gangrenado por la corrupción generalizada, el dopaje,
las prácticas mafiosas, la delincuencia sexual, los tráficos financieros, los
enriquecimientos delirantes, los partidos trucados (1)… Los recientes casos
(Platini, Benzema, etc.) no son más que la parte visible del iceberg del
deporte más podrido del planeta.
Es catastrófico presentar como ejemplos y modelos para
la “juventud” a futbolistas millonarios, iletrados y a menudo delincuentes. Los
hay que se indignan por los salarios de los grandes directivos y patronos que,
a la vez son emprendedores y empleadores, pero en absoluto por los sueldos, a
menudo más elevados, de los jugadores.
Las vedetes del fútbol, que “se conducen como bribones
suscitando el éxtasis de la masa”, seg´n la fórmula de Chantal Delsol, son
mercenarios, a menudo analfabetos, en ocasiones matones, siempre mudos ante la codicia
financiera. Trnasformarlos, como hace Hollande, en “representantes del
patriotismo francés y símbolos de Francia”, es simplemente, lamentable.
Con esta masa futbolística, la insignificancia se
convierte en un tema central. El polemista Anthony Palou (Le Figaro,
06.06.2016) recupera la idea clásica pero justa del “fútbol = opio del pueblo”
y escribe: “No tenemos nada contra el fútbol, sino más bien contra el estupidez
que se desprende de él […], contra una sociedad enferma teneos una sociedad que
no vive más que para el balón, una sociedad completamente infantil”. Pretexto
para un chauvinismo de bajo nivel [el “patriotismo futbolero”, NdT], inversión isa del patriotismo o del
nacionalismo, el fútbol es también el reino de “este dinero algo sucio” así
como de la demagogia política: “Fuera el balón de estos politicastros tan
ridículos, tan poco profesionales que no han cesado de pasar su tiempo ante su
tele o en el Estadio de Francia”. Sin olvidar, evidentemente, el hooliganismo ultraviolento
de los hinchas que se amplifica cada vez más: en ninguno de sus aspectos,
decididamente, el fútbol resulta simpático. Chantal Delsol, a propósito de la
gran masa del a Eurocopa y del fúbol en general, utiliza esta expresión: “liturgia
hueca”.
LA MENTIRA DE LA “DIVERSIDAD FELIZ” REPRESENTADA POR
LOS “AZULES”
El equipo de Francia no es la sociedad francesa. Los “Azules”
(de un azul muy oscuro, por cierto…) se han convertido en el símbolo risible de
una identidad nacional simulada. Se intenta desde hace cierto tiempo –ideología
del “Negro-Blanco-Moro”- presentar a este equipo multirracial (cada vez menos,
por otra parte, y más africano) como un ejemplo triunfal de pluralidad y de
coexistencia para una sociedad obligada a “diversificarse” y desblanquearse.
La retórica oficial (racista en realidad, como todo lo
que es “antirracista”) dice: es sta diversidad (etnoracial) la que da su
dinamismo al equipo de Francia y que, por tanto, es también una ventaja, una
oportunidad para la nueva Francia. Pero uno de los dos presupuestos es falso.
El equipo de Francia obtenía mejores clasificaciones cuando era étnicamente
homogéneo y europeo; en el mundo, los mejores equipos (en todos los deportes)
son monoétnicos. Yves de Kerdrel recuerda que en los años 70 “el fútbol era un
deporte donde se enfrentaban verdaderos atletas y no incultos extremos recompensados
con millones de euros e incapaces de cantar La
Marsellesa” (Valeurs Actuels, 9 –
17.06.2016). Los “Azules”, desde hace años, son mediocres, sacudidos por los
escándalos reiterados. La sociedad francesa, por su parte, convertida en
multirracial y multicultural, vive una crisis profunda, el famoso “vivir juntos”
se ha convertido en una siniestra utopía y una farsa trágica. Algo previsible
ya que toda sociedad étnicamente heterogénea es inviable a corto plazo.
Para ocultar esta terrible constatación, esta pesada
verdad, a fin de imponer la mentira de la “feliz diversidad”, es por lo que la
propaganda del Estado y de los medos dominantes orquesta en torno al equipo
fracés de fútbol y a la Eurocopa 2016. La apuesta ideológica de una victoria de
los “Azules” es pues enorme. Se va a intentar todo para que ganen…
LOS AZULES, FALSOS HÉROES Y MODELOS FÁCTICOS
Las autoridades del Estado –y especialmente el
presidente de la República- se desvalorizan divinizando al “equipo de Francia”,
un amasijo de atletas dopados, con el coeficiente intelectuales de poyuelo,
pagados como magnates. Presentar a “los azules” como símbolos supremos de
Francia es insultante y degradante. Se pone a estos tontorrones como ejemplos,
mientras se olvida a las verdadera élites francesas que, desgraciadamente, en
buena parte, optan por exiliarse: investigadores, inventores, empresarios,
artistas de talento, etc, frecuentemente ignorados por los medos, mucho más
atraídos por los futbolistas y los raperos.
Al menos, los gladiadores e incluso los aurigas de los
Juegos del Circo en el Imperio Romano arriesgaban su vida cada vez que
descendías a la arena.
El presidente Hollande, en su visita a Clairefontaine,
el centro de entrenamiento del equipo, en otro de sus grandilocuentes
ridículos, exclamó: “¡soy Francia, toda
Francia!”. Esta voluntad de comparar el equipo de fútbol nacional con la
misma Francia y hacer su modero es obsesivo y miserable. Hollande entiende
evidentemente que Francia debe, a imagen de su equipo, “diversificarse”, es
decir, africanizarse. Pues tal es la obsesión: acabar con la Francia de origen
y monocromo.
Ivan Rioufol, que trata el fútbol actual de “deporte
podrido por el dinero y el cretinismo”, y deplora “la masa anestesiada por este
nuevo opio”, escribe: “admitir que el
fútbol profesional, corrupto hasta el tuétano, es el único capaz de unir a los
ciudadanos dice todo sobre los males que sufre Francia […] Observar al gobierno
desamparado lanzarse en los brazos de un fútbol adulterado elevado al rango de
culto, convierte la situación en patética” (Le Figaro, 10.06.2016).
La alienación ante el fútbol alcanza a Le Monde, diario
oficial de la ideología dominante y de la oligarquía que ha consagrado dos páginas
(¡) a entrevistar el pasado 8 de junio a Zlatan brahimovic, perfecto imbécil
narcisista apenas capaz de decir tonterías. Asociar la fuerza y la salud de un
país a su equipo de fútbol (un equipo de millonarios incultos que, además, ni
siqueira reflejan la identidad del país) es más que perverso. Es un intento de
ocultar el veradero patriotismo francés en beneficio de un chauvinismo
degenerado que ensalza a mercenarios.
Deseamos lo mejor para nuestro país: que este equipo de
Francia de fútol, “los azules” sea eliminado y que un verdadero equipo nacional
europeo lo derrote.
(1) Trucar un encuentro consiste en pagar a atletas
para que jueguen mal y dejen que se clasifique el oponente, práctica corriente
en el fútbol. Las razones son múltiples, políticas o vinculadas a las apuestas.
Los jugadores cómplices de la derrota de su equipo son fuertemente reunerados.
Esta práctica era frecuente en la Antigüedad romana en las carreras de cuadrigas.
© Guillaume Faye. 19.06.2016 – J’ai
tout compris - http://www.gfaye.com/
© Por la traducción: Ernesto
Milà, info|krisis, ernesto.mila.rodri@gmail.com
– http://info-krisis.blogspot.com
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