Primera ola de la UE: construcción eficiente de Europa; segunda ola:
imposiciones de los EEUU en la política de la UE; tercera ola: decisiones
catastróficas. ¿Habrá una “Cuarta Ola” en la UE? ¿o será el reflujo previo a la
desintegración? Si hay cuarta ola será porque los partidos euro-escépticos,
identitarios y nacionalistas han impuesto reformas a la UE y desplazados en sus
respectivos países a los habituales centro-derecha y centro-izquierda,
responsables del actual estado catastrófico de la UE.
LA PRIMERA OLA
La “primera ola” fue la de los “padres
fundadores”: los Tratados de París (1951), Roma (1957) y Bruselas (1967). La
idea era buena: en cuatro generaciones se habían producido tres guerras entre
Alemania y Francia. ¿La causa? La misma: el Ruhr tenía carbón pero no tenía
hierro y Alsacia-Lorena tenían hierro, pero no carbón. Era inevitable que en la
era industrial, cuando el acero marca la potencia, el poder y la influencia,
estas dos naciones se disputaran estos materiales para ser hegemónicos en
Europa. La idea de la UE fue, en primer lugar, esa: un acercamiento
franco-alemán que garantizase la seguridad europea. La otra estaba implícita en
la “Europa verde” que era, incluso anterior: evitar que volvieran a producirse
situaciones de carestía y oscilaciones extremos en los precios agrícolas. Estos
problemas habían aportado inestabilidad política a Europa y era cuestión de
resolverlos mediante la creación de un organismo que regulara los precios,
tuviera capacidad para almacenar reservas y ayudara a la agricultura. Y luego
estaba un último elemento: eliminar trabas a los intercambios comerciales y al
tránsito de mercancías. Era un buen asunto porque las economías que dieron
origen al Mercado Común Europeo eran muy similares y resultaba absurdo realizar
trámite en cada frontera. Así pues, la UE, en sus comienzos, fue una gran idea,
una idea práctica y que resultó eficiente en la postguerra europea.
Claro está que aquella idea llegaba
en el momento en que las necesidades de reconstrucción habían convertido en
habitual el intervencionismo de los Estados en los mercados. Nadie dudaba que
una de las funciones de los Estados eran “orientar” la economía, disponer de un
fuerte “sector público” al servicio de todos, planificar, intervenir y velar
porque la economía estuviera al servicio del bienestar público. Fueron Margaret
Tatcher y Ronald Reagan quienes recuperaron las tesis de un economista liberal
que se tenían por superadas (sino por estupideces absurdas), Friedrich Hayek,
quien opinaba que el más mínimo arbitraje del Estado en la economía era “socialismo”
y que si el liberalismo había generado problemas desde el siglo XVIII se debía
a que nunca se había aplicado el “laissez faire-laisser passer”…
SEGUNA OLA: INTERLUDIO O COMO EUROPA DEJÓ DE SER DUEÑA DE SU DESTINO
A partir de ese momento, el Mercado
Común Europeo empezó a cambiar, el Acta Única Europea de 1987 registraba algo
de las viejas preocupaciones que habían llevado a la fundación del organismo en
la postguerra, pero, en lo esencial, había un cambio de rumbo que luego se
manifestó en el Tratado de Maastrich de 1993.
Las tesis de Hayek habían triunfado y
se habían puesto en práctica en un momento decisivo de la historia mundial.
Desde 1945 el mundo estaba dividido en dos bloques, polarizados en torno a los
EEUU y la URSS. A lo largo de los años 80, coincidiendo con la aplicación de
las tesis de Hayek por Reagan y la Tatcher, cuatro elemento coadyuvaron para el
desplome de la URSS: la ruptura de su cadena de alianzas defensivas con la
aparición de Solidarnosc en Polonia; la guerra de las Galaxias de Reagan y el
despliegue de misiles Pershing 2 en Europa Occiental que colocó el listón
armamentístico en un lugar que la economía soviética ya no podía seguir; el
empantanamiento soviético en la guerra de Afganistán y la progresiva pérdida de
influencia de la etnia rusa en el conjunto de la URSS. En 1989, con la caída
del Muro de Berlín, acaba la Guerra Fría y EEUU se convierte en la única
potencia mundial.
Cuando España entra en la UE en
1986 lo que encuentra ya no es aquel organismo de cooperación sincera entre las
naciones europeas. Esa idea ha quedado atrás: lo que encuentra es un eje
franco-alemán con el que debe negociar y al que Felipe González hipoteca el
futuro de nuestra economía: consiente que la industria pesada en España,
siderurgia, astilleros, la minería, incluso el sector lácteo, sean,
literalmente liquidados a cambio de la percepción de “fondos estructurales”
para compensar. Pero esos fundos estructurales eran pan para hoy y hambre para
mañana: luego, a España, le correspondería reembolsarlos ad infinitum en forma de
contribuciones para estimular las economías de los nuevos socios de la UE. Y,
por otra parte, durante el tiempo en el que se percibieron esos fondos
estructurales, la economía española no tendió a un modelo económico viable y de
futuro. Sirvió, eso sí, para que José Marái Aznar pusiera en marcha un modelo suicida
basado en hipertrofia de la construcción – inmigración masiva – salarios bajos –
acceso fácil al crédito. En 2007 todo esto saltó por los aires. Cuando España
ya no percibía fondos estructurales sino que le tocaba pagar… 36.000 millones
en el período 2020… ¡la novena parte de nuestra deuda soberana!
EL EJE FRANCO-ALEMÁN Y, NOSOTROS, LA “PERIFERIA EUROPEA”
El eje franco-alemán, simplemente
no quería competencia en los sectores más rentables que consideraba como
propios y relegaba a la “periferia” de Europa a las naciones que podían suponer
la más mínima concurrencia. A España le hubiera quedado la agricultura,
naturalmente, pero ese parecía ser un sector de actividad económica que interesaba
poco al PSOE, históricamente más preocupado por la industria que por el campo.
Y, para colmo, tanto en los períodos
de Aznar como de Zapatero, la UE concluyó “acuerdos preferenciales” con
Marruecos que terminaron por inundar el mercado español de productos de mala
calidad cultivados en el Magreb y que se veían libres de la “trazabilidad”
obligatoria en Europa. Hoy, en España, el campo es uno de los negocios más ruinosos
y recesión más rápida que se puedan contemplar: campos abandonados, subsidios
que ni siquiera llegan a cubrir los costes de producción, indican lo mal que
los gobiernos españoles han negociado con la UE en este campo.
Cuando España entra en la UE,
este organismo se encuentra en un período de transición entre la “primera ola”
fundacional, y la “segunda ola” que, es fundamentalmente “política” y “neo-liberal”.
Veamos qué varió a partir de Maastrich y del Acta Única Europea.
LA TERCERA OLA O CÓMO LA LOCURA SUSTITUYÓ A LA “TECNOCRACIA DE BRUSELAS”
Caído el Muro de Berlín, la UE se
orientó hacia el Este: esa ampliación fue excesivamente rápida, no contempló
las diferencias estructurales entre las economías hasta el día anterior
socialistas, transformadas en neo-liberales bruscamente, ni cómo afectarían el
resto de la Unión. Simplemente, se trataba de cubrir el vacío dejado por los
países del disuelto COMECON (el mercado común de los países satélites de la
URSS en Europa), restando “espacio” geopolítico a Rusia que permaneció a la
defensiva entre 1989 y 1999 cuando Vladimir Putin asumió la presidencia. ¿Qué
estaba ocurriendo? Algo muy simple: en la Unión Europea se había impuesto el
criterio de los estrategas del Pentágono consistente en arrinconar a Rusia (ya
no era la URSS comunista, sino la Rusia eterna), extendiendo la OTAN hasta las
fronteras de Ucracia y recompensando a los nuevos vasallos con un caramelo
económico: ¡los fondos estructurales!
La Comisión Europea empezó a
hablar de algo que hasta ese momento había estado completamente ausente, la
Europa “política”, de caminar hacia una “unidad política”, de que el primer
paso consistía en incorporar a las “nuevas democracias del Este”, estimularlas,
ampliar el mercado interior europeo, nivelarlo… y crear un “moneda única”. Pero
toda esa fraseología ocultaba el hecho esencial: los nuevos socios del Este, se
incorporaron aprisa y corriendo, cuando sus economías todavía no estaban
preparadas, simplemente para lograr que, paralelamente, ingresaran en la OTAN.
Y así como a España se le puso como condición para entrar en el “club Europeo”
ingresar en la Alianza Atlántica para “darle profundidad” (sin España, no existía “retaguardia”
europea en la OTAN pues, apenas 1000 km separaban la frontera entre las dos
Alemanias de los Pirineos, lo que los tanques rusos podían recorrer en dos jornadas),
los países del Este sirvieron para “adelantar líneas” y llevar la frontera del conflicto
Este-Oeste (conflicto que solamente existía en la mente perturbada de los
estrategas del Pentágono) a 1.000 km de Moscú…
EUROPA YA NO ESTÁ EN MANOS DE LOS EUROPEOS
Pero eso implica que el destino
de Europa ya no estaba en manos de los europeos, sino de la OTAN, es decir, de
los EEUU. Lo que ocurrió a partir de aquí fue una verdadera catástrofe. La que,
hasta ese momento había sido una “construcción europea”, lenta, basada en principios
tecnocráticos (la famosa –y denostada- “tecnocracia de Bruselas”) se convirtió
en un artificio construido a prisa y corriendo, sin prever nada a medio plazo,
ni plantearse el problema decisivo a partir de 1989: ¿Cuál iba a ser el papel
de Europa en el mundo globalizado y cómo iba a afectar la globalización a la economía
europea? A partir de ese momento, el “nivel” intelectual y la operatividad de
la UE fueron decayendo. Incluso el parlamento europeo se convirtió en el
sumidero al que iban a parar los políticos amortizados o molestos en sus
respectivos países como un “patada hacia arriba”.
Quienes sí habían respondido a
estas cuestiones –y desde hacía tiempo- eran los gobiernos franco-alemanes:
creando un “periferia europea” densa, lograrían que las crisis económicas les
afectaran menos a ellos. El tupido entramado de acuerdos y legislación europea,
simplemente, servían como “amortiguador” de las crisis que pudieran ir
llegando: primero sacudirían a la “periferia” para que apenas fueran notadas en
el centro. Y lo han logrado: la gran crisis económica iniciada en 2007, fue
resentida dramáticamente por la “periferia”, pero ha tardado en llegar al “núcleo
duro” de la UE y un poco más a Alemania: pero, finalmente, ha llegado.
Si la Merkel permitió la entrada
de 1.000.000 de “refugiados”, no fue por razones humanitarias, sino para ganar “competitividad”
rebajando salarios (en términos estadísticos y macroeconómicos), lograr que el
PIB alemán aumentara ligeramente (un volumen así de población, solamente por su
mera presencia ya genera un poco más de movimiento económico), compensando las
cuatro devaluaciones simultáneas de la moneda china que habían abaratado las
importaciones procedentes de ese país. Era la última trinchera de la Merkel:
ahora ya no le queda ninguna más… solamente reconocer que Alemania ha entrado
también en crisis, con salaros bajos, riesgo de paro, contratos-basura y así
sucesivamente.
RECONOCER EL FRACASO DE LA TERCERA OLA DE LA UE
En esa “tercera ola” de la construcción
europea, abundaron los errores. De hecho, toda esa fase, fue la negación de la
anterior y la persistencia en los errores. La idea de una “moneda única” no era
desechable… salvo cuando se creó bajo el control del Banco Central Europeo,
especie de sucursal del Bundesbank, que servía a la economía germana y a
ninguna otra. Y la idea era buena porque todos los viajábamos por Europa
sabíamos lo engorroso de tener que cambiar una y otra vez divisas. Era también
un buen recurso para estimular el intercambio de mercancías entre los distintos
países europeos. Pero se hizo mal. Otro tanto ocurrió con la creación del “espacio
europeo” y la libre circulación de personal… que solamente podía haberse puesto
en marcha, tras haber aprobado leyes para la persecución de la delincuencia y los
tráficos ilícitos, las extradiciones y una legislación común en materia de
delincuencia organizada…
Para colmo el ingreso de nuevos
países hizo que los costes burocráticos de la UE se dispararan, que su reacción
ante problemas cotidianos se fuera ralentizando. En el campo se alcanzaron
niveles de locura (aún vigentes): por una parte se subvencionaba la plantación
de vid… y por otra se subvencionaba su arranque. Se tardaba cuatro años en
establecer que determinado cultivo era necesario y había que subvencionarlo; al
cabo de ese tiempo, se aprobaba la subvención y ocurría lo previsible: existía
una aglomeración de agricultores que cambiaban sus cultivos de la noche a la
mañana y se inclinaban por el que más subsidios y ayudas generaba. En apenas
cuatro años la Unión Europea percibía que se había producido superproducción en
algunos cultivos con la consiguiente caída de precios y se establecía una “comisión”
para que estudiara el problema… comisión que al cabo de otros cuatro años
terminaba sus trabajos y emitía sus conclusiones. ¡Doce años perdidos en total!
Y esto, una y otra vez: en girasol, en soja, en lino, en tabaco, en vides…
LA LOCURA DE LA INMIGRACIÓN MASIVA EN EUROPA: POLÍTICA DE LA UE
Y para colmo, la UE ha perpetrado
contra los pueblos de Europa el mayor crimen que podía cometerse: el delito de
etnocidio. En lugar de estimular campañas de natalidad, premiar fiscalmente a
las familias numerosas, subvencionarlas en necesidades básica, se optó por ¡importar
mano de obra inmigrante sin importar la procedencia, la cultura, la mentalidad,
la religión, ni siquiera la productividad!
A la izquierda se le engañó con
argumentos humanitarios y a la derecha con falsas necesidades sobre el pago de
pensiones y la alarma ante el descenso de la natalidad europea. Todo para
satisfacer el neo-liberalismo que sabía perfectamente que la llegada masiva
inmigración atomizaría a las sociedades europeas, que crearía problemas que
desviarían la atención de la opinión pública de la realidad más dramática: la
pérdida de competitividad de los Estados Europeos en un mundo globalizado.
La locura se ha prolongado hasta
el 23 de junio de 2006. El Brexit no se ha producido por una meditada reacción
de los ciudadanos británicos ante estos problemas, sino ¡POR RECHAZO A LA
INMIGRACIÓN MASIVA CUYO DESCONTROL HAN ATRIBUIDO LAS AUTORIDADES BRITÁNICAS A
LA UE! El Brexit ha sido un síntoma. No
es que las poblaciones europeas se estén volviendo más “sabias” y detecten
mejor los problemas, es que los euro-escépticos, los identitarios y los viejos
nacionalistas dan explicaciones y soluciones simples a problemas complejos.
¿CUARTA OLA REFORMISTA O REFLUJO?
La Tercera Ola de la Unió
Europea, ha concluido. No está claro todavía si habrá una Cuarta Ola, o más
bien un reflujo de la marea. La disyuntiva es este: o la Unión Europea se
reforma de arriba abajo o se desintegra. ¿Quiénes van a operar la reforma? ¿los
que han liderado la Segunda y la Tercera Ola del a UE? En absoluto,
centro-derecha y centro-izquierda tienen hoy las mismas ideas que cuando
crearon los abortos de Maastrich y el Acta Única.
Seamos claros: si existen
posibilidades de reforma en la UE será solamente porque en estos momentos están
ascendiendo en todo el territorio europeo nuevas fuerzas políticas que, hasta
hace poco estaban en situación de “defensiva estratégica”: eran residuales,
obtenían éxitos electorales que se desdibujaban en las elecciones siguientes,
aparecían solamente en un país, pero estaban ausentes en otros. Además, en
tanto que “nacionalistas” apenas tenían interés y tendencia en cooperar entre
sí a escala europea. Pero, basta examinar los últimos resultados de las
elecciones y de las intenciones de voto en Alemania, Francia, Austria, Holanda,
Bélgica, Reino Unido, Polonia, Hungría, países nórdicos… para entender que se
está llegando a una situación de “equilibrio de fuerzas”: los partidos
euro-escépticos, identitarios y nacionalistas, no tienen todavía fuerza
suficiente para imponer nuevas políticas a la UE… pero ni el centro-derecha, ni
el centro-izquierda, pueden pretender que sus viejas políticas, fracasadas y suicidas
o sus artimañas para detentar el poder (trucajes electorales, operaciones
false-flag, campañas de desprestigio y calumnias, recurso a la represión)
sirven para detener a este nuevo sector político que puede entrar en apenas dos
años en una situación de “ofensiva estratégica”. Solamente en ese momento puede
ser viable un replanteamiento de la Union Europea. No antes, ni mientras las
momias políticas de centro-derecha y centro-izquierda (o sus clones) sigan
detentando la hegemonía política.
© Ernesto Milà – info|krisis – ernestomila7@gmail.com – http://info-krisis.blogspot.com –
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