La pregunta no es nueva, se la
formulaba hace diez años un digital cuando titulaba así un artículo: “Las superestrellas musulmanas del fútbol se
convierten en los mejores embajadores del Islam en Occidente”. Eran los
tiempos en los que los musulmanes residentes en Francia se interesaban por las
dos superestrellas musulmanas del fútbol de la época: Zinedine Zidane y Frafnck
Ribery que habían destacado en los mundiales. Zidane había arcado el gol que
llevó a Francia a la final. En el mundial anterior (1998) Zidane había marcado
dos de los tres goles que dieron como vencedora a Francia contra Brasil. Y en
el Mundial de 2006, ya había jugadores islamistas en el equipo holandés
(Boulahrouz Khalid y Van Persie Robin) y en el sueco (Ibrahimovic Zlatan). Eran
los tiempos en los que solamente unos pocos alertaban sobre la islamización de
Europa. En los últimos diez años, muchos han empezado a ver que la presencia,
cada vez más masiva de islamistas en los equipos de fútbol era algo más que un
signo de multiculturalidad: era la muestra más “digerible” de la islamización
de Europa.
Este dossier va sobre la islamización
en el fútbol europeo que es inseparable de la islamización creciente de todo
nuestro espacio cultural. El islam no es una religión como otra cualquiera: es
la única religión por la que se mata y se mueve en este momento. No hay otra
que tenga esa problemática característica. Esto hace que el proceso de cambio
étnico-cultural-religioso que se está produciendo en estos mismos tiempos en
Europa tenga una componente problemática. El aspecto que suscita más
resistencias es la construcción de mezquitas; sin embargo, el que se produce de
una manera más sutil es la islamización del fútbol europeo: en efecto, se cree
que los aficionados pueden tolerar mejor a un islamista que juegue en “su
equipo”, mientras éste vaya ganando los encuentros. Pero, especialmente en
Francia, en donde ya apenas quedan jugadores de origen galo en la selección
nacional, han empezado a plantearse si éste también es otro vehículo de
islamización. Nosotros pensamos así y pensamos también que s un síntoma de la
creciente pérdida de identidad del continente.
Así están las cosas en el fútbol
en este momento…
I. LA ACTITUD AMBIGUA DEL ISLAM ANTE EL FÚTBOL
Ninguna otra religión se plantea
adoptar posición alguna ante el deporte. Solamente el islamismo tiene una. En
realidad son dos: una en Europa y otra en determinadas zonas.
El islam subsahariano, por
ejemplo, es particularmente beligerante contra el fútbol. Cuando los mundiales
de 2010, la agencia Reuters informó
que militantes musulmanes mataron a dos personas y arrestaron a doce más por
haber visto el Mundial de Fútbol. La noticia añadía: “El fútbol es el deporte favorito del mundo y en la mayoría de los
casos, aporta unidad y armonía a las naciones. Sin embargo, el Islam no aprueba
la vestimenta que llevan los jugadores. Y, por supuesto, los radicales musulmanes
desaprueban el juego”.
En Somalia existía la guerrilla
de Hizbul Islam luchando por un
Estado Islámico y por la implantación de la sharia. Este grupo atentó contra
los espectadores del Mundial causando dos víctimas. Eran dos más que se unían a
las 21.000 que había causado hasta entonces la guerra civil desatada por grupos
islamistas y que acarreó también el desplazamiento de medio millón de personas.
Otro tanto ocurrió en Uganda.
Mientras en España el país estaba paralizado por la evolución de nuestro equipo
en los mundiales, el grupo islamista Al Qaeda
atentó en Kampala, capital de Uganda, en un club mientras cientos de personas
veían esos mismos partidos de fútbol. Balance: 49 muertos. No muy lejos de
allí, el grupo islamista somalí Al Shabab,
emitió una fatwa prohibiendo ver los partidos de fútbol del mundial y decapitó
a dos hombres que fueron sorprendidos siguiendo el campeonato.
Pero el islam es A y no-A a la
vez. Puede ser extremadamente cruel y sanguinario en una zona y en otra
tolerante y amable. ¿A qué se debe? A que en las primeras zonas domina y en las
segundas está todavía en inferioridad de condiciones. En 2006, en Europa era
todavía débil: por eso no existían atentados terroristas en Europa y por eso,
el islam europeo se mostraba extraordinariamente receptivo y entusiasta ante
los jugadores islamistas que participaban en encuentros internacionales
encuadrados en equipos europeos.
Y es que para el islam hay tres
situaciones: cuando se encuentra en inferioridad estratégica (entonces debe
ganar amigos), cuando se encuentra en situación de equilibrio de fuerzas
(alternar el palo y la zanahoria) y cuando es hegemónico (mostrar su verdadero
rostro: la intolerancia de la sharia). En 2006, se encontraban al final de la
primera fase. Diez años después se ha entrado en la segunda: la fase en la que
nos encontraos ahora. En esta se alterna el “palo” (atentados islamistas cada
vez más frecuentes y problemas de orden público en los países y zonas más
islamizadas: Francia, Bélgica, Reino Unido, Alemania…) con la “zanahoria”
(muestras de multiculturalidad, tolerancia y… fútbol). Esta última fase
concluye cuando un territorio es ganado completamente para el islam y se puede
aplicar la “ideología del desierto” en forma de sharia.
En 2006, el público europeo, sin
fisuras, ni desconfianzas, aplaudía a Zidane y le perdonaba el innoble cabezazo
que propinó al jugador italianos Materazzi al final del campeonato del mundo en
el que Francia perdió ante Italia. El 53% de los franceses se puso al lado de
Zidane en este episodio y el 78% consideraron a Zidane el mejor jugador del
torneo. Franck Ribery fue hace diez años la otra figura islamista. Nacido en
Europa se había convertido al islam. La web Islamonline
escribió sobre él: “El ver a Ribery
levantar sus manos y suplicar a Alá como hacen los musulmanes me hizo sentirme
orgulloso”. Poco después, el propio Ribery explicó: “El Islam es la fuente de mi fuerza, ya sea dentro o fuera del campo de
juego”.
Era lo que necesitaban los “progresistas”
europeos para cantar sobre las virtudes del islam y la modélica integración de
esta religión en Europa. François Brugat, por ejemplo, aprovechó para escribir
que los jugadores islamistas “Están dando
un buen ejemplo sobre la naturaleza del Islam y sirven como modelos para otros
musulmanes”, añadiendo: “La elección
de Zidane como la personalidad más popular de Francia es un paso en esa
dirección. Un futbolista puede tener una inflencia mayor que un sabio o un
predicador si ofrece un buen ejemplo a los demás”… Y ya, en el colmo,
termina explicando lo que ocurrió cuando se encontraba en la mezquita de
Aberdeen (Escocia) pronunciando un discurso: “El lugar de oración estaba inusualmente lleno de gente y me dijo que
dos musulmanes que juegan en la liga escocesa estaban acudiendo a las oraciones
del Ramadán”.
¿La conclusión? “Los
jugadores musulmanes en los equipos de fútbol europeos son una prueba de que su
fe y cultura no suponen ningún obstáculo que impida su contribución al
desarrollo de sus sociedades en todos los dominios”. Tal es la
consignaemanada por Anas al Tikriti, entonces presidente de la Asociación
Musulmana de Gran Bretaña, cuyas declaraciones fueron reproducidas por Islamonline: el fútbol “prueba que la religión musulmana es una
forma de vida”…
Por supuesto, no todos estaban de
acuerdo: enfrente estaban los “islamofobos, xenófobos y racistas”. Poco antes
se había producido la “intifada” en Francia durante los meses de octubre y
noviembre de 2005 y ya había quienes alertaban sobre la explosiva situación que
se encontraba el país. Guillaume Faye, en aquella ocasión, habló sobre la “guerra
civil racial y social” que se percibía en el ambiente. Y Jean Marie Le Pen,
entonces presidente del Front National criticó a la selección nacional
señalando que “no era representativa de la sociedad francesa” y le resultaba
imposible “reconocerse a sí misma en el equipo nacional”.
Cabe preguntarse por qué el islam
subsahariano es más rigorista en materia de fútbol que el islam europeo o el
islam de ciertas zonas árabes. La doctrina coránica nación en los desiertos de
Arabia. Durante siglos, los mercaderes árabes habían convertido África en
reserva para proveerse de esclavos de raza negra. Pero con el paso del tiempo,
los mercaderes esclavistas dejaron paso a los misioneros del islam. En la
doctrina coránica hay un desprecio notorio hacia la raza negra. Se conoce aquel
cuento de las mil y una Noches en la que el protagonista, un negro, es
recompensado por Alá por una buena acción… volviéndolo blanco. Así pues, es
inevitable que el islamismo africano sea diferente al originario. Y no es raro
que esa, diferencia, estribe en un mayor rigorismo (tal como los conversos al
cristianismo en la Edad Media y en los Siglos XVI-XVII que para demostrar la
sinceridad de su fe se convertían en “más papistas que el papa”) para demostrar
por vía del radicalismo la fortaleza de su credo religioso.
En países como Mauritania o Malí,
que marcan la frontera entre el mundo negro y el mundo magrebí, los
fundamentalistas islámicos, han adoptado posturas contrarias al fútbol. La película
Timbucktú (2014, Le chagrín des oiseaux), película rodada en Mauritania por
Abderrahmine Sissako, evidencia la situación que se vive, AHORA MISMO, en aquel
país: los fundamentalistas islámicos han prohibido el fútbol y los niños… juegan
sin balón, esto es, con balones imaginarios, si quieren evitar los castigos
corporales por esa “falta”…
Sin embargo resulta igualmente
innegable que los grandes capitales árabes de la Península Arábiga y
especialmente de Qatar se han orientado hacia la inversión en lo que es un buen
negocio: el fútbol europeo. Un islam: tres situaciones estratégicas (minoritario,
equilibrio de fuerzas y ofensivo) y dos interpretaciones (rigorista y
oportunista)… Una estrategia de conquista de occidente y de creación de la
Umma, la comunidad de los creyentes a nivel planetario.