Una semana después de
las elecciones presidenciales austríacas del pasado 22 de mayo, Hans Christian
Strache, presidente del FPÖ, denunciaba las irregularidades que se habían
cometido en las votaciones y en el recuento de los votos, manifestando que, de
confirmarse, el partido presentaría una denuncia ante los tribunales. Pasados
unos días el 5 de junio, el FPÖ cumplió lo prometido. Poco a poco se han ido
sabiendo algunas características del fraude que marcan el camino a otros
regímenes para bloquear el ascenso de los identitarios. No solamente hubo
fraude, sino fraude masivo.
Lo apretado de los resultados (50,3% de los votos
para Alexander van der Bellen, candidato de una heteróclita coalición ecolo-izquierdista
y un 49,7 para el candidato del FPÖ) hace que el porcentaje de votos
fraudulentos fuera decisivo. El pasado 8 de junio, Strache, presentó un informe
de 150 páginas al Tribunal Constitucional austríaco, en el que se presentaban
lo que se calificaba como “numerosas irregularidades y disfuncionamientos en el
recuento de los votos”. Obviamente, la parte más impugnada eran los votos por
correspondencia que fueron los que dieron la victoria al candidato ecologista,
mientras que el recuento en las urnas había dado la victoria a Hofer, candidato
del FPÖ. Las irregularidades afectan a ¡97 de las 117 oficinas de voto
regionales! que recibieron dichos votos por correo. Al menos 573.000 votos fueron contrados antes de que los
representantes de la Comisión Electoral estuvieran presentes para garantizar la
limpieza del proceso.
El objetivo de esta denuncia formulada por el FPÖ es
que se repita el recuento de votos por correo con garantías suficientes. Para
ello, el Tribunal Supremo debe dar una sentencia favorable, constatar que la
ley ha sido violada y conculcadas las garantías electorales en detrimento del
FPÖ y, finalmente, reconocer que el resultado final de las elecciones habría cambiado,
lo que parece evidente si tenemos en cuenta el estrecho margen que dio la
victoria al candidato ecolo-izquierdista. La sentencia puede demorarse un año.
El hecho de que en estas elecciones, el número de
votos recibidos por correo fuera inusual e inexplicablemente alto y que, habitualmente,
en todas las consultas electorales anteriores, los votos por correo se
repartieran entre todas las candidaturas presentadas, casi simétricamente, a
los recontados al abrirse las urnas, cuando en esta ocasión beneficiaran
masivamente al candidato ecolo-izquierdista, da que pensar sobre un fraude
masivo en el voto por correo, que sienta un grave presente, especialmente para
las próximas elecciones presidenciales francesas de 2017.
La campaña del FPÖ se realizó bajo el lema “Austria
primero”. La campaña que hubiera dado la victoria a este partido de no mediar
el fraude electoral masivo, se centró en la denuncia del multiculturalismo, la
inmigración masiva y la globalización. El apoyo masivo de la candidatura de Norbert
Hofer se debió al rechazo creciente del electorado hacia el desinterés o la
inconsciencia demostrada por el resto de partidos “del stalishment” ante el proceso de pérdida de identidad
austríaca, el aumento de la violencia en la calle y la delincuencia y la falta
de respuesta de los poderes públicos.
Lo más sorprendente es que el fraude en la segunda
vuelta de las elecciones austríacas estaba en el aire al conocerse los resultados.
Obviamente, los partidos que han gestionado Austria desde 1945, eran
perfectamente conscientes de que en esta segunda vuelta había algo nuevo: la
posibilidad de que la victoria se les escapara por primera vez en setenta años.
No es que estas formaciones “no desearan” la victoria del candidato del FPÖ, es
que esta “no podía” producirse. Nadie duda, ni en medios periodísticos ni
políticos, que el 2 de mayo, los resultados electorales austríacos fueron
falseados en beneficio del candidato ecolo-izquierdista, fraude en el que
participaron funcionarios del Estado con el visto bueno de los estados mayores
de los partidos del “stablishment”. El propio presidente de la República
saliente, Heinz Fischer, debió reconocer al diario Die Presse el 2 de junio pasado que “deploraba la conculcación inaceptable de las reglas del derecho”.
Incluso el abogado constitucionalista Heinz Mayer,
miembro del Comité de Apoyo para la elección del candidato ecolo-izquierdista,
ha reconocido que se produjeron “negligencias
inconcebibles” en el recuento de los votos por correo. En lo que respecta
al presidente de la comisión electoral, Robert Stein, no supo cómo responder a
las preguntas de los periodistas que le daban casos concretos de fraude, y
solamente acertó a decir: “No podemos
aceptar todos los reproches formulados por el FPÖ, pero sería también inconcebible
que se pretenda que todo ha pasado conforme a las reglas constitucionales”…
Finalmente, el escándalo ha debido ser reconocido por el mismo director de
campaña del candidato ecologista, en el curso de unas declaraciones al diario Die Kronen Zeitung, quien ha estimado
que los recursos presentados por el FPÖ estaban “justificados”.
El “stablishment” se resiste a ceder el puesto y
está dispuesto a alterar los fundamentos mismos del sistema democrático. Encarcelamiento
de los dirigentes de Amanecer Dorado en Grecia, fraude electoral masivo en
Francia, asesinato de Pym Fortoune en Holanda… la pregunta es: ¿Qué harán en
Francia para las presidenciales del 2017?