INDICE GENERAL (en fase de elaboración)

sábado, 25 de junio de 2016

DOSSIER EUROPA: TRES OLAS PARA UNA CRISIS


Primera ola de la UE: construcción eficiente de Europa; segunda ola: imposiciones de los EEUU en la política de la UE; tercera ola: decisiones catastróficas. ¿Habrá una “Cuarta Ola” en la UE? ¿o será el reflujo previo a la desintegración? Si hay cuarta ola será porque los partidos euro-escépticos, identitarios y nacionalistas han impuesto reformas a la UE y desplazados en sus respectivos países a los habituales centro-derecha y centro-izquierda, responsables del actual estado catastrófico de la UE.


LA PRIMERA OLA

La “primera ola” fue la de los “padres fundadores”: los Tratados de París (1951), Roma (1957) y Bruselas (1967). La idea era buena: en cuatro generaciones se habían producido tres guerras entre Alemania y Francia. ¿La causa? La misma: el Ruhr tenía carbón pero no tenía hierro y Alsacia-Lorena tenían hierro, pero no carbón. Era inevitable que en la era industrial, cuando el acero marca la potencia, el poder y la influencia, estas dos naciones se disputaran estos materiales para ser hegemónicos en Europa. La idea de la UE fue, en primer lugar, esa: un acercamiento franco-alemán que garantizase la seguridad europea. La otra estaba implícita en la “Europa verde” que era, incluso anterior: evitar que volvieran a producirse situaciones de carestía y oscilaciones extremos en los precios agrícolas. Estos problemas habían aportado inestabilidad política a Europa y era cuestión de resolverlos mediante la creación de un organismo que regulara los precios, tuviera capacidad para almacenar reservas y ayudara a la agricultura. Y luego estaba un último elemento: eliminar trabas a los intercambios comerciales y al tránsito de mercancías. Era un buen asunto porque las economías que dieron origen al Mercado Común Europeo eran muy similares y resultaba absurdo realizar trámite en cada frontera. Así pues, la UE, en sus comienzos, fue una gran idea, una idea práctica y que resultó eficiente en la postguerra europea.

Claro está que aquella idea llegaba en el momento en que las necesidades de reconstrucción habían convertido en habitual el intervencionismo de los Estados en los mercados. Nadie dudaba que una de las funciones de los Estados eran “orientar” la economía, disponer de un fuerte “sector público” al servicio de todos, planificar, intervenir y velar porque la economía estuviera al servicio del bienestar público. Fueron Margaret Tatcher y Ronald Reagan quienes recuperaron las tesis de un economista liberal que se tenían por superadas (sino por estupideces absurdas), Friedrich Hayek, quien opinaba que el más mínimo arbitraje del Estado en la economía era “socialismo” y que si el liberalismo había generado problemas desde el siglo XVIII se debía a que nunca se había aplicado el “laissez faire-laisser passer”…

SEGUNA OLA: INTERLUDIO O COMO EUROPA DEJÓ DE SER DUEÑA DE SU DESTINO

A partir de ese momento, el Mercado Común Europeo empezó a cambiar, el Acta Única Europea de 1987 registraba algo de las viejas preocupaciones que habían llevado a la fundación del organismo en la postguerra, pero, en lo esencial, había un cambio de rumbo que luego se manifestó en el Tratado de Maastrich de 1993.

Las tesis de Hayek habían triunfado y se habían puesto en práctica en un momento decisivo de la historia mundial. Desde 1945 el mundo estaba dividido en dos bloques, polarizados en torno a los EEUU y la URSS. A lo largo de los años 80, coincidiendo con la aplicación de las tesis de Hayek por Reagan y la Tatcher, cuatro elemento coadyuvaron para el desplome de la URSS: la ruptura de su cadena de alianzas defensivas con la aparición de Solidarnosc en Polonia; la guerra de las Galaxias de Reagan y el despliegue de misiles Pershing 2 en Europa Occiental que colocó el listón armamentístico en un lugar que la economía soviética ya no podía seguir; el empantanamiento soviético en la guerra de Afganistán y la progresiva pérdida de influencia de la etnia rusa en el conjunto de la URSS. En 1989, con la caída del Muro de Berlín, acaba la Guerra Fría y EEUU se convierte en la única potencia mundial.

Cuando España entra en la UE en 1986 lo que encuentra ya no es aquel organismo de cooperación sincera entre las naciones europeas. Esa idea ha quedado atrás: lo que encuentra es un eje franco-alemán con el que debe negociar y al que Felipe González hipoteca el futuro de nuestra economía: consiente que la industria pesada en España, siderurgia, astilleros, la minería, incluso el sector lácteo, sean, literalmente liquidados a cambio de la percepción de “fondos estructurales” para compensar. Pero esos fundos estructurales eran pan para hoy y hambre para mañana: luego, a España, le correspondería reembolsarlos ad infinitum en forma de contribuciones para estimular las economías de los nuevos socios de la UE. Y, por otra parte, durante el tiempo en el que se percibieron esos fondos estructurales, la economía española no tendió a un modelo económico viable y de futuro. Sirvió, eso sí, para que José Marái Aznar pusiera en marcha un modelo suicida basado en hipertrofia de la construcción – inmigración masiva – salarios bajos – acceso fácil al crédito. En 2007 todo esto saltó por los aires. Cuando España ya no percibía fondos estructurales sino que le tocaba pagar… 36.000 millones en el período 2020… ¡la novena parte de nuestra deuda soberana!

EL EJE FRANCO-ALEMÁN Y, NOSOTROS, LA “PERIFERIA EUROPEA”

El eje franco-alemán, simplemente no quería competencia en los sectores más rentables que consideraba como propios y relegaba a la “periferia” de Europa a las naciones que podían suponer la más mínima concurrencia. A España le hubiera quedado la agricultura, naturalmente, pero ese parecía ser un sector de actividad económica que interesaba poco al PSOE, históricamente más preocupado por la industria que por el campo.
Y, para colmo, tanto en los períodos de Aznar como de Zapatero, la UE concluyó “acuerdos preferenciales” con Marruecos que terminaron por inundar el mercado español de productos de mala calidad cultivados en el Magreb y que se veían libres de la “trazabilidad” obligatoria en Europa. Hoy, en España, el campo es uno de los negocios más ruinosos y recesión más rápida que se puedan contemplar: campos abandonados, subsidios que ni siquiera llegan a cubrir los costes de producción, indican lo mal que los gobiernos españoles han negociado con la UE en este campo.

Cuando España entra en la UE, este organismo se encuentra en un período de transición entre la “primera ola” fundacional, y la “segunda ola” que, es fundamentalmente “política” y “neo-liberal”. Veamos qué varió a partir de Maastrich y del Acta Única Europea.

LA TERCERA OLA O CÓMO LA LOCURA SUSTITUYÓ A LA “TECNOCRACIA DE BRUSELAS”

Caído el Muro de Berlín, la UE se orientó hacia el Este: esa ampliación fue excesivamente rápida, no contempló las diferencias estructurales entre las economías hasta el día anterior socialistas, transformadas en neo-liberales bruscamente, ni cómo afectarían el resto de la Unión. Simplemente, se trataba de cubrir el vacío dejado por los países del disuelto COMECON (el mercado común de los países satélites de la URSS en Europa), restando “espacio” geopolítico a Rusia que permaneció a la defensiva entre 1989 y 1999 cuando Vladimir Putin asumió la presidencia. ¿Qué estaba ocurriendo? Algo muy simple: en la Unión Europea se había impuesto el criterio de los estrategas del Pentágono consistente en arrinconar a Rusia (ya no era la URSS comunista, sino la Rusia eterna), extendiendo la OTAN hasta las fronteras de Ucracia y recompensando a los nuevos vasallos con un caramelo económico: ¡los fondos estructurales!

La Comisión Europea empezó a hablar de algo que hasta ese momento había estado completamente ausente, la Europa “política”, de caminar hacia una “unidad política”, de que el primer paso consistía en incorporar a las “nuevas democracias del Este”, estimularlas, ampliar el mercado interior europeo, nivelarlo… y crear un “moneda única”. Pero toda esa fraseología ocultaba el hecho esencial: los nuevos socios del Este, se incorporaron aprisa y corriendo, cuando sus economías todavía no estaban preparadas, simplemente para lograr que, paralelamente, ingresaran en la OTAN. Y así como a España se le puso como condición para entrar en el “club Europeo” ingresar en la Alianza Atlántica para “darle  profundidad” (sin España, no existía “retaguardia” europea en la OTAN pues, apenas 1000 km separaban la frontera entre las dos Alemanias de los Pirineos, lo que los tanques rusos podían recorrer en dos jornadas), los países del Este sirvieron para “adelantar líneas” y llevar la frontera del conflicto Este-Oeste (conflicto que solamente existía en la mente perturbada de los estrategas del Pentágono) a 1.000 km de Moscú…

EUROPA YA NO ESTÁ EN MANOS DE LOS EUROPEOS

Pero eso implica que el destino de Europa ya no estaba en manos de los europeos, sino de la OTAN, es decir, de los EEUU. Lo que ocurrió a partir de aquí fue una verdadera catástrofe. La que, hasta ese momento había sido una “construcción europea”, lenta, basada en principios tecnocráticos (la famosa –y denostada- “tecnocracia de Bruselas”) se convirtió en un artificio construido a prisa y corriendo, sin prever nada a medio plazo, ni plantearse el problema decisivo a partir de 1989: ¿Cuál iba a ser el papel de Europa en el mundo globalizado y cómo iba a afectar la globalización a la economía europea? A partir de ese momento, el “nivel” intelectual y la operatividad de la UE fueron decayendo. Incluso el parlamento europeo se convirtió en el sumidero al que iban a parar los políticos amortizados o molestos en sus respectivos países como un “patada hacia arriba”.

Quienes sí habían respondido a estas cuestiones –y desde hacía tiempo- eran los gobiernos franco-alemanes: creando un “periferia europea” densa, lograrían que las crisis económicas les afectaran menos a ellos. El tupido entramado de acuerdos y legislación europea, simplemente, servían como “amortiguador” de las crisis que pudieran ir llegando: primero sacudirían a la “periferia” para que apenas fueran notadas en el centro. Y lo han logrado: la gran crisis económica iniciada en 2007, fue resentida dramáticamente por la “periferia”, pero ha tardado en llegar al “núcleo duro” de la UE y un poco más a Alemania: pero, finalmente, ha llegado.

Si la Merkel permitió la entrada de 1.000.000 de “refugiados”, no fue por razones humanitarias, sino para ganar “competitividad” rebajando salarios (en términos estadísticos y macroeconómicos), lograr que el PIB alemán aumentara ligeramente (un volumen así de población, solamente por su mera presencia ya genera un poco más de movimiento económico), compensando las cuatro devaluaciones simultáneas de la moneda china que habían abaratado las importaciones procedentes de ese país. Era la última trinchera de la Merkel: ahora ya no le queda ninguna más… solamente reconocer que Alemania ha entrado también en crisis, con salaros bajos, riesgo de paro, contratos-basura y así sucesivamente.

RECONOCER EL FRACASO DE LA TERCERA OLA DE LA UE

En esa “tercera ola” de la construcción europea, abundaron los errores. De hecho, toda esa fase, fue la negación de la anterior y la persistencia en los errores. La idea de una “moneda única” no era desechable… salvo cuando se creó bajo el control del Banco Central Europeo, especie de sucursal del Bundesbank, que servía a la economía germana y a ninguna otra. Y la idea era buena porque todos los viajábamos por Europa sabíamos lo engorroso de tener que cambiar una y otra vez divisas. Era también un buen recurso para estimular el intercambio de mercancías entre los distintos países europeos. Pero se hizo mal. Otro tanto ocurrió con la creación del “espacio europeo” y la libre circulación de personal… que solamente podía haberse puesto en marcha, tras haber aprobado leyes para la persecución de la delincuencia y los tráficos ilícitos, las extradiciones y una legislación común en materia de delincuencia organizada…

Para colmo el ingreso de nuevos países hizo que los costes burocráticos de la UE se dispararan, que su reacción ante problemas cotidianos se fuera ralentizando. En el campo se alcanzaron niveles de locura (aún vigentes): por una parte se subvencionaba la plantación de vid… y por otra se subvencionaba su arranque. Se tardaba cuatro años en establecer que determinado cultivo era necesario y había que subvencionarlo; al cabo de ese tiempo, se aprobaba la subvención y ocurría lo previsible: existía una aglomeración de agricultores que cambiaban sus cultivos de la noche a la mañana y se inclinaban por el que más subsidios y ayudas generaba. En apenas cuatro años la Unión Europea percibía que se había producido superproducción en algunos cultivos con la consiguiente caída de precios y se establecía una “comisión” para que estudiara el problema… comisión que al cabo de otros cuatro años terminaba sus trabajos y emitía sus conclusiones. ¡Doce años perdidos en total! Y esto, una y otra vez: en girasol, en soja, en lino, en tabaco, en vides…

LA LOCURA DE LA INMIGRACIÓN MASIVA EN EUROPA: POLÍTICA DE LA UE

Y para colmo, la UE ha perpetrado contra los pueblos de Europa el mayor crimen que podía cometerse: el delito de etnocidio. En lugar de estimular campañas de natalidad, premiar fiscalmente a las familias numerosas, subvencionarlas en necesidades básica, se optó por ¡importar mano de obra inmigrante sin importar la procedencia, la cultura, la mentalidad, la religión, ni siquiera la productividad! 

A la izquierda se le engañó con argumentos humanitarios y a la derecha con falsas necesidades sobre el pago de pensiones y la alarma ante el descenso de la natalidad europea. Todo para satisfacer el neo-liberalismo que sabía perfectamente que la llegada masiva inmigración atomizaría a las sociedades europeas, que crearía problemas que desviarían la atención de la opinión pública de la realidad más dramática: la pérdida de competitividad de los Estados Europeos en un mundo globalizado.

La locura se ha prolongado hasta el 23 de junio de 2006. El Brexit no se ha producido por una meditada reacción de los ciudadanos británicos ante estos problemas, sino ¡POR RECHAZO A LA INMIGRACIÓN MASIVA CUYO DESCONTROL HAN ATRIBUIDO LAS AUTORIDADES BRITÁNICAS A LA UE!  El Brexit ha sido un síntoma. No es que las poblaciones europeas se estén volviendo más “sabias” y detecten mejor los problemas, es que los euro-escépticos, los identitarios y los viejos nacionalistas dan explicaciones y soluciones simples a problemas complejos.

¿CUARTA OLA REFORMISTA O REFLUJO?

La Tercera Ola de la Unió Europea, ha concluido. No está claro todavía si habrá una Cuarta Ola, o más bien un reflujo de la marea. La disyuntiva es este: o la Unión Europea se reforma de arriba abajo o se desintegra. ¿Quiénes van a operar la reforma? ¿los que han liderado la Segunda y la Tercera Ola del a UE? En absoluto, centro-derecha y centro-izquierda tienen hoy las mismas ideas que cuando crearon los abortos de Maastrich y el Acta Única.

Seamos claros: si existen posibilidades de reforma en la UE será solamente porque en estos momentos están ascendiendo en todo el territorio europeo nuevas fuerzas políticas que, hasta hace poco estaban en situación de “defensiva estratégica”: eran residuales, obtenían éxitos electorales que se desdibujaban en las elecciones siguientes, aparecían solamente en un país, pero estaban ausentes en otros. Además, en tanto que “nacionalistas” apenas tenían interés y tendencia en cooperar entre sí a escala europea. Pero, basta examinar los últimos resultados de las elecciones y de las intenciones de voto en Alemania, Francia, Austria, Holanda, Bélgica, Reino Unido, Polonia, Hungría, países nórdicos… para entender que se está llegando a una situación de “equilibrio de fuerzas”: los partidos euro-escépticos, identitarios y nacionalistas, no tienen todavía fuerza suficiente para imponer nuevas políticas a la UE… pero ni el centro-derecha, ni el centro-izquierda, pueden pretender que sus viejas políticas, fracasadas y suicidas o sus artimañas para detentar el poder (trucajes electorales, operaciones false-flag, campañas de desprestigio y calumnias, recurso a la represión) sirven para detener a este nuevo sector político que puede entrar en apenas dos años en una situación de “ofensiva estratégica”. Solamente en ese momento puede ser viable un replanteamiento de la Union Europea. No antes, ni mientras las momias políticas de centro-derecha y centro-izquierda (o sus clones) sigan detentando la hegemonía política.


© Ernesto Milà – info|krisis – ernestomila7@gmail.comhttp://info-krisis.blogspot.com – Prohibida la reproducción de este texto sin indicar origen.