domingo, 17 de octubre de 2010

Coudenhove-Kalergi ¿Ángel o diablo? (IV de VIII Parte B). El papel del judaismo en la obra de Coudenhove

Infokrisis.-Prosiguiendo con la síntesis doctrina de Coudenhove nos topamos con un tema verdaderamente apasionante y nunca hasta ahora interpretado en su justa medida. Después de una juventud en la que no faltaron tentaciones antisemitas, bruscamente en 1925, publica su obra Idealismo Práctico en la que sostiene que el futuro de europa será mestizo y el papel del judaísmo será central junto al de la aristocracia europea. Vamos a intentar desarrollar estas ideas tal como las expuso Coudenhove y a formular una propuesta de interpretación sobre su origen que abarcará los dos próximos capítulos.

2.  El judaísmo en la obra de Coudenhove-Kalergi

Uno de los aspectos más polémicos de la obra de Coudenhove-Kalergi y los que le han constado más ataques por parte de la extrema-derecha es, sin duda, su actitud hacia el judaísmo. Para colmo, Kalergi estuvo durante unos pocos años –como ya vimos- adscrito a la masonería vienesa y, por si eso fuera poco, además, su esposa era una actriz de origen judío. De ahí a que algunos consideraran a Coudenhove-Kalergi como uno de los “sabios de Sión”, no había más que un paso que muchos no dudaron en dar. No podemos evitar percibir cierta sensación de proximidad entre Coudenhove-Kalergi y las opiniones (y el drama personal) de un alemán de origen judío que tuvo un papel relevante en la Alemania de la I Guerra Mundial y de la primera postguerra, Walter Rathenau.
Sobre los hombros de Rathenau había descansado la responsabilidad de la planificación de la industria armamentística durante la guerra. Y había cumplido. También le cupo la responsabilidad de formar parte de la delegación alemana que negoció el armisticio y los acuerdos de Versalles y, finalmente, fue la única mente verdaderamente notable de la República de Weimar. Había sido presidente de la AEG y dado trabajo a millones de alemanes, pero nada de todo esto le impidió ser considerado como uno de los “sabios de Sión”[1].
Ernst von Salomón, sin duda el mejor escritor de su generación junto a Ernst Jünger, describió con todo lujo de detalles las conversaciones que tuvieron lugar en el mes de XXX de 1922, cuando un grupo de excombatientes de los Freikorps decidieron atentar contra Rathenau. No lo hacían como ejercicio de antisemitismo sino por considerar que Rathenau era una mente superior a cualquier otra que hubiera participado en la República de Weimar y que, por tanto, hubiera podido a contribuir al odiado y débil régimen. Matarlo era para ellos una necesidad vital[2]. Y así lo hicieron. Dos de los tres miembros del comando murieron en los días siguientes y el propio von Salomón permaneció durante seis años en prisión por haber colaborado en el crimen. De la cárcel salió convertido en el mejor escritor de su generación.
En el caso de Coudenhove-Kalergi, la extrema-derecha, igualmente, ha simplificado sus ataques reduciéndolo al papel de marioneta de los judíos o de hacedor del mundialismo. A decir verdad, ni una ni otra acusación son ciertas. Si la extrema-derecha ha identificado la obra de Coudenhove como “masónica”, no se debe tanto a su breve militancia en la masonería austriaca (que no aportó nada esencial a su obra, ni para bien ni para mal y que lo más probable es que ingresara en sus filas, simplemente, para ampliar su radio de acción), sino que lo hace por que todo lo que aparece como superador de los Estados-Nación es, a los ojos de la extrema-derecha “masónico”. El problema es mucho más complejo. Y no digamos en lo relativo a la posición de Coudenhove-Kalergi en relación al judaísmo que merecería un estudio aparte. Vamos a intentar resumir los puntos de vista de Coudenhove sobre este tema y a procurar explicar el por qué de sus posiciones.
a. El sorprendente punto de partida
Idealismo Práctico es una de las obras de Kalergi que nunca han sido traducidas al castellano y que tampoco se encuentra en ninguna de las Bibliotecas accesibles en España. Eso, hace apenas diez años hubiera sido un problema insuperable, sin embargo, en la actualidad la combinación de sistemas de transmisión de archivos en P2P y software de traducción automática, permiten hacer una aproximación al texto. Y eso es lo que hemos hecho. Una parte de este libro está dedicada precisamente a estudiar el papel y la naturaleza del pueblo judío.
Nos llamó inicialmente la atención una fragmento de Idealismo Práctica, a partir del cual desarrollaremos el tema. El fragmento en cuestión dice: “De la humanidad cuantitativa europea que sólo cree en cantidad y masa, se destacan dos razas cualitativas: la aristocracia y el judaísmo. Separados entre sí, cada cual por su lado, tienen fe en su alta misión, su sangre más pura, las diferencias entre clases. En esas dos privilegiadas razas heterogéneas se encuentra el núcleo de la futura nobleza europea: En la aristocracia feudal, mientras que se deje corromper por la corte, y en la aristocracia intelectual judía, mientras no se deje corromper por el capitalismo […]. Aquí lo que una Lenin, el hombre de hidalguía campestre, y a Trotsky, el escritor judío, se convierte en un símbolo…”[3].

De este fragmento, en sí mismo, se pueden realizar algunas deducciones. La primera de todas ellas es el autodidactismo que subyace y que ya hemos resaltado. Coudenhove-Kalergi tiene “ideas propias” y algunas de ellas pueden parecer bastante excéntricas si no se tiene en cuenta cómo han llegado hasta él. La presunta “hidalguía campestre” de Lenin, un activista político, maquiavélico y fanático, aparentemente frío y calculador pero que solía caer víctima de los peores subjetivismos[4], en cuanto a considerar a Trotsky como “escritor judío” parece, así mismo, no menos aventurado[5].
Estas especulaciones personales de Coudenhove no pueden hacer olvidar el contenido esencial de la idea que pretende transmitir: en la Edad Media existieron dos “razas puras”, la nobleza y el judaísmo. Le falta explicar el por qué. La nobleza es, efectivamente, una “raza pura” en la Europa de la Alta Edad Media en la medida en que estuvo formada por las aristocracias germánicas que llegaron con las oleadas que destrozaron el Imperio Romano. En España este proceso es extremadamente en los montes Astures y en los Pirineos de los que partieron los dos núcleos originarios de la Reconquista. Sus impulsores fueron exclusivamente nobles visigodos refugiados en las montañas y que mantuvieron (hasta el siglo XI-XII) la idea de reconstruir el Reino Visigodo. Procesos similares aparecieron en otros países europeos siempre con la misma resultante: las aristocracias estuvieron formadas por las élites “barbaras” que llegaron a Occidente en los siglos IV-V. En cuanto al judaísmo, nadie podrá rebatir su carácter de “raza pura”. Hasta ahí el análisis de coudenhove es tan correcto como original. Es, a partir de ese momento, en donde el análisis se convierte en especulación subjetiva.
Repetimos el texto de Coudenhove, tras decir que el núcleo de la “futura aristocracia europea” se encuentra en la aristocracia y en el judaísmo, advierte que el “único problema” sería que la ristocracia feudal se dejara corromper “por la corte” y que la aristocracia intelectual judía, se dejara corromper “por el capitalismo”. Pero desde el siglo XVII las aristocracia europeas ya se habían dejado corromper por las cortes y el judaísmo había sido uno de los factores esenciales en la irrupción del capitalismo, no el único, pero sí uno de los más importantes tal como demostró Werner Sombart en varias obras[6], tesis que ha sido aceptada incluso en medios del judaísmo contemporáneo[7]. Le tesis clásica es que el judaísmo estuvo en mejores condiciones para asumir el capitalismo porque, los siglos en los que el catolicismo prohibió el préstamo con interés, los judíos eran los que se hacían cargo de esas operaciones y eso posibilitó que el pueblo judío estuviera “acondicionado” para la nueva etapa de evolución económica de la sociedad iniciada con las primeras acumulaciones de capital que se produjeron entre los mercaderes Venecianos y Genovesas cuando abrieron el comercio de las especies.
Sea como fuere, Coudenhove realiza un análisis elogioso sobe el judaísmo en Idealismo Práctica que, como todos los análisis de este tipo suelen destacar los aspectos positivos, capacidad intelectual de abstracción, liderazgo intelectual, eludiendo los problemáticos. Por otra parte y, a decir verdad, el liderazgo judío en muchos aspectos no es tal, sino que corresponde al podercentaje real que correspondería a cualquier otro grupo étnico europeo[8]. Por lo demás, frecuentemente, ese liderazgo aparece en personas que han abandonado el judaísmo, mucho más que en judíos afectos a la sinagoga. Ni Marx ni Freud fueron piadosos judíos. De Spinoza o Bergson puede decirse lo mismo. Y si en los orígenes de la física nuclear han aparecido acumulaciones de teóricos de raza judía, no es menos cierto que han estado también completamente ausentes de otras áreas de la ciencia moderna. Hay judíos en música y… muchos más músicos que no son judíos. En cuanto a la abrumadora presencia de judíos en los primeros tiempos de la Revolución Rusa y en las revoluciones comunistas de los años veinte, es cierto que existió y, a decir verdad, no se trató de ninguna élite intelectual, sino que correspondía al papel marginal y la situación social miserable del judaísmo centroeuropeo del que Gustav Meyrinck realiza una descripción magistral en sus novelas[9].
Coudenhove no ve que buena parte del judaísmo centroeuropeo de los años 20 vive en plena miseria. Quiere ver –y ve- en el judaísmo a una “raza superior”, cuando escribe: “La prominente posición de la que goza el judaísmo hoy en día, se debe únicamente a su superioridadi ntelectual que lo capacita para vencer a una inmensa mayoría de rivales privilegiados, hostiles, envidiosos […] Como pueblo, el judío vive la eterna lucha de la cantidad contra la calidad, de grupos interiores contra individuos superiores, de mayorías inferiores contra minorias superiores”[10].
Coudenhove escribe estas líneas en 1925. En ese momento, los sentimientos antisemitas en toda Europa, especialmente en Europa Central, se han alimentado a causa de dos fenómenos: la identificación de algunos exponentes del judaísmo como máximos beneficiarios de la I Guerra Mundial que han edificado sus fortunas sobre la miseria y la ruina de las poblaciones y el anticomunismo generado como rechazo a los excesos cometidos en todos los países en los que estallaron movimientos sediciosos comunistas en los primeros años , a la vista de que estos movimientos tenían entre sus dirigentes a numerosos miembros de la comunidad judía.
Sin embargo, a despecho de las realidades étnicas y sociales, el análisis de Coudenhove-Kalergi puede calificarse, como mínimo de subjetivo en materia judía. Volveremos más adelante a él.
El segundo elemento sorprendente de la “teoría racial” de Coudenhove Kalergi es su alabanza del mestizaje. A decir verdad, fue la primera persona en el siglo XX a la que se le ocurriría glosar las virtudes del mestizaje y proponer una “Europa mestiza”.
Para Coudenhove, en efecto, el mestizage es saludable… a pesar de que identifique en la personalidad mestiza cualidades problemáticas. Escribe eclécticamente: “El resultado es que, en los mestizos, se unen la falta de carácter, el desenfreno, la debilidad de la voluntad, la inestabilidad, la crueldad y la infidelidad con la objetividad, la universalidad, la agilidad mental, la falta de prejuicios y la amplitud de horizontes”[11].
A mayor abundamiento, cuando intenta pintar al hombre del futuro, nos vuelve a sorprender con una declaración que anticipa 80 años el zapaterismo: “El hombre del futuro será un mestizo […] la futura raza afroeurasiática que se parece exteriormente a la del antiguo Egipto, reemplazará la diversidad de los pueblos por la diversidad de las personalidades. Según las leyes genéticas, con la diversidad de los antepasados, crece la versatilidad, mientras que con la homogeneidad de los antepasados, crece la uniformidad de los descendientes. En las familias con cruzamiento consanguíneo, un ihijo se parece al otro, ya que todos poseen los mismos rasgos familiares […] la consanguinidad crea rasgos característicos, el cruzamiento crea personalices características”[12].
b. El origen de su admiración por el judaísmo y por el mestizaje
Estos elementos son perturbadores y se integran malamente en la imagen de marca de Coudenhove-Kalergi como “padre de Europa”. De hecho, se trata de afirmaciones discutibles que empañan lo indiscutible de la necesidad de una entente europeo para superar guerras como la de 1914-18 o la francro-prusiana de 1870 o la última guerra mundial. Pero, para Coudenhove estas ideas son capitales y las plasma en un libro que, cronológicamente, (1925) sigue al lanzamiento de su idea paneuropea (1922). ¿De dónde salen esas ideas?
Es extremadamente fácil contestar a esta pregunta a poco que nos fijemos en algunos datos de su biografía:
1.- Defensa del mestizaje (a pesar de los pesares y de reconocer él mismo que genera individuos “inestables, versátiles, crueles, infieles y débiles”…) es un producto… de su propia condición de mestizo de aristócrata austro-húngaro y madre japonesa, descendiente de un linaje de samuais[13]. Ese doble origen le dio una amplia cultura antropológica, pero también da la sensación a partir de la lectura del capítulo sobre el mestizaje en Idealismo Práctico que, en algunos aspectos de su vida, pesó como una losa sobre su personalidad: era mestizo en un universo de valores que tenía en alta estima a las “razas puras”.
2.- Síntesis de aristocracia con judaísmo: él era un mestizo casado con una actriz judía que se convirtió en estrecha colaboradora suya en el proyecto paneuropeo. A partir de su matrimonio, Coudenhove sintió necesidad de metabolizar su situación personal dándole forma de una teoría de las razas. Además, en su juventud, Coudenhove tuvo tentaciones antisemitas que posteriormente buscaría limpiar.
3.- Aristocratismo y judaísmo: Coudenhove era miembro de una ilustre familia centroeuropea. Él mismo heredó el título de Conde. Al defender una síntesis de aristocracia y judaísmo lo que hacía era reactualizar un viejo mito de la aristocracia europea (especialmente de la francesa y de la centroeuropea, aunque también estuvo presente en el pasado en el Reino Unido). Sintetizamos: esta concepción quería que por la aristocracia europea discurría la sangre de la Casa de David y no en sentido alegórico sino físico, a través de mezclas que tuvieron lugar a partir del período carolingio[14].
4.- Europeismo como resultado del mestizaje: La saga de los Coudenhove era oriunda de Flandes donde ya ostentaba titulo de nobleza y se trasladó a Austria al estallar la Revolución Francesa. En cuanto a los Kalergi con los que se fusionaron a mediados del siglo XIX, eran ricos cretenses. La saga se había cruzado a lo largo de los dos últimos siglos con polacos, bálticos, noruegos, franceses y alemanes. El padre de Coudenhova hablaba 16 idiomas y desempeñó cargos diplomáticos en Atenas, Constantinopla, Río de Janeiro y Tokio. Nadie mejor que él para intentar una síntesis.
Coudenhove, deliberadamente o movido por resortes de la psicología profunda, creó un sistema que respondía exactamente a su biografía y a los condicionamientos que le imponía. De hecho, en pocos intelectuales del siglo XX estos condicionamientos de origen han estado tan presentes en su obra.
Vamos a ver ahora la que sin duda constituye la característica más perturbadora de las que hemos mencionado: la relación entre la aristocracia europea y el judaísmo.

© Ernesto Milà – Infokrisis – Infokrisis@yahoo.es – http://infokrisis.blogia.com


[1] Dominique Venner, Baltikum, La Storia dei Corpi Franchi, Germania 1919-1921, Ciarrapico Editore, Roma 1981, Capítulo XVI, La “vehme” punisce i tradittori, pág. 307 y sigs.
[2] Dominique Venner, Baltikum, op. cit., pág. 325.
[3] Idealismo Práctico, op. cit., pág. 45.
[4] En 1916, cuando Lenin languidecía en su exilio suizo y los alemanes todavía no habían llamado a su puerta enviándolo, literalmente empaquetado a la rusia zarista para que deslabazara su retaguardia, sostenía la “interesante” idea de que Suiza era el país europeo en donde antes estallaría la “revolución proletaria”… porque allí el proletariado “tenía armas” (las del servicio militar que consevan los suizos en sus hogares). Lenin, como máximo puede ser considerado un analista político fanático y dotado por la diosa Fortuna mucho más que por sus cualidades de prospectiva.
[5] Trotsky era el genial agitador, el despiadado conductor del ejército rojo y otra versión del analista político, que intenta ser frío pero que, como Lenin apenas hace otra cosa que establecer una visión apriorística que luego intenta por todos los medios justificar en función de exhaustivos análisis. Es decir, lo contrario al “método científico”.
[6] Ver a este respecto: Werner Sombart, El Burgués, Alianza Universidad, Mdrid, 1972, especialmente Capítulo 17, pag. 240, Capítulo 21 (Los Judios), pág. 273 y Catítulo 24 (Las emigraciones de los judíos), pág. 306.
[7] En la web argentina “Torah”, (http://www.tora.org.ar/contenido.asp?idcontenido=1202), Yehuda Levi culmina su estudio titulado “La Torah es ¿capitalista o socialista? con esta frase: “En definitiva, el aparato económico de la Torá es capitalista, pero su espíritu es socialista”.
[8] Por el contrario, Coundenhove-Kalergi pensaba que la presencia de judíos en las élites intelectuales era superior a la normal. Escribe: “Con estos dos intentos de salvación de la espiritualidad y las costumbes, el judaísmo ha auspiciado más que ningún otro pueblo a las masas desheredadas de Europa. Así como el judaísmo moderno supera a todos en el porcentaje de hombres importantes: apenas un siglo después de su liberación, este pequeño pueblo está a la cabeza de la ciencia moderna con Einstein, a la cabeza de la música moderna con Mahler, a la cabeza de la filosofía moderna con Bergson, y a la cabeza de la política moderna con Trotsky” (Idealismo Práctico, op. cit., pág. 51-52).
[9] Véase el blog: http://gustavmeyrink.blogia.com en donde estan insertadas algunas de las obras de este novelista, entre otras El Golem cuya acción se desarrolla en el gueto judío de Praga: no nos engañemos, el clima de estos guetos era de miseria pura y simple y, por tanto, era un nido de agistadores y militantes comunistas.
[10] Idealismo Práctico, op. cit.. pág. 52
[11] Idealismo Práctico, op. cit.. pág. 21
[12] Idealismo Práctico, op. cit.. pág. 22
[13] Dato aportado en Wikipedia, edición norteamericana, http://en.wikipedia.org/wiki/Count_Richard_Nikolaus_von_Coudenhove-Kalergi
[14] Esta idea está sintetizada en la obra de Joaquín Javaloys, El origen judío de las monarquías europeas, Editorial EDAF, Madrid 1999.