domingo, 17 de octubre de 2010

El cambio de política de Zapatero en relación a la inmigración ¿es real?

Publicado: Domingo, 13 de Enero de 2008 01:08 
Infokrisis.-En la última semana, Zapatero ha manifestado en dos ocasiones cambios notables en relación a su anterior política anti inmigración. ¿Son sinceros o se trata, como siempre en estos casos, de intentos de contentar a todo el personal ante la proximidad de las elecciones? Sea lo que fuere, en cualquier caso, son significativos.

La semana que ha acabado –segunda de enero- ha sido extremadamente peligrosa para los socialistas. En un intento de hacer olvidar sus errores pasados, ZP ha debido varias sus planteamientos en media docena de temas ante la perspectiva de que el electorado solamente recuerde los bretes en los que la política inmadura, aventurerista y fatua del presidente del gobierno ha adoptado hasta ayer:
1.- Ante el Círculo de Empresarios aludió a la “Epifanía” y el “nacimiento de del Niño Jesús”. Y lo hizo con una cara tan angelical que sería difícil describir si había entrado en éxtasis o simplemente se había fumado un porro y disipado el humo se había quedado con la beatífica sonrisa propia de los colgados. Era urgente utilizar un lenguaje que entendieran los católicos porque dos días antes un inmensa muchedumbre de católicos se manifestaba en Madrid, “movilizado por los obispos” contra la política del gobierno. Si París bien vale una misa, imaginemos lo que valen cuatro años en el Moncloa.
2.- Para colmo, después de jurar y perjurar que ANV y el PCTV no era ETA, tuvo en la noche del sábado a Garzón trabajando en su despacho preparando lo que nadie duda va a ser el auto de ilegalización de todas estas siglas de ETA. A buenas horas.
Solo dos días antes en un homenaje a los Guardias Civiles caídos recordó los nombres de los dos últimos miembros del cuerpo asesinados por ETA y prometió institucionalizar el acto cada año.
3.- Solbes debió defender en el congreso de los diputados la justeza de su política económica y sostuvo, contra la lógica del bolsillo que es, a fin de cuentas, la que dice cómo están las cosas, demostrando que tiene bien merecido el apodo de Don Tancredo, ininmutable ante las embestidas del toro.
4.- El inefable Bono fue el único que en declaraciones a los periodistas y repasando estrofa a estrofa la letra propuesta para el Himno Nacional, dijo que “estaba muy bien”. Nadie se atrevió a tanto. Pero él, a eso hora, cuando los periodistas le abordaron, creía que sí, que la letra iba a suscitar entusiasmo. Hoy, cuando se sabe que el 76% de los españoles está en contra, veremos si volvería a decir lo mismo.
5.- La portavoz del gobierno pareció que se le saltaban los ojos y adquiría un mayor parecido si cabe con la tenia parasitaria, cuando explicó, junto a un Rubalcaba circunspecto, que los etarras detenidos habían cantado de motu propio y sin presiones y que la costilla rota de la criatura fue por el forcejeo en el momento de la detención. De todos los disparates de la semana, éste fue, sin duda el menor. No hay un ciudadano honrado que haya lamentado la costilla rota o fisurada de ese asesino, como tampoco nadie le hubiera llorado, salvo quizás algún familiar y, por supuesto, sus camaradas, si en lugar de la costilla le hubieran, simplemente, roto el espinazo. Puestos a que muera alguien que sean los asesinos.
6.- Pero, sin duda, la guinda le correspondió al presidente del gobierno y, dada su modestia habitual, no se supo por él sino por el presidente del vecino país, Nicolas Sarkozy. Resulta que los dos pilares de la “nueva izquierda europea”, Prodi y nuestro Zeta-Peta, le habían propuesto a él, a Sarkozy, duro entre los duros, deportaciones masivas de ilegales. Tuvo tiempo ZP de insistir en esta idea cuando tuvo cerca de Sarko. No negó lo dicho, pero tampoco lo afirmó. Se limitó a decir –él, el de la regularización masiva y las puertas abiertas- que quien entra ilegal, resulta expulsado.
¿Hay algo de sincero en el nuevo giro de ZP?
No, por supuesto. Es ZP ante las elecciones. Para él cualquier mentira es buena si sirve para mantenerlo en la Moncloa. ¿Alguien lo duda a parte de los ciudadanos que le votarán?
Zapatero es un individuo de ideas fijas, sino obsesivas. Ni cambia ni cambiará, ni cree que ha cometido errores, ni que sus posiciones originales han constituido un rotundo fracaso. Lo único que cree cuando hay protestas es que ha fallado el método para que la masa digiriera sus políticas y, como el tigre en la selva, retrocede para saltar mejor.
Si la población jamás digirió las conversaciones con asesinos, eso no es problema para él, simplemente se trata de dejar pasar unos meses y encontrar una nueva ocasión más favorable (que será sin duda pasadas las elecciones si el gañán todavía se mantiene en el machito). Lo vimos también con el Estatuto Catalán caído en el limbo del Tribunal Constitucional… tampoco hay problema, los magistrados pasan, pero las ambiciones permanecen, así que unos no, habrá otros que sí estarán dispuestos a votar lo que sea cuando el gobierno lo diga, pues ya se sabe que eso de la división de poderes que vino con Montesquieu es muy antiguo que dijera ese insigne ideólogo que siempre fue el Guerra.
Y, finalmente, ahí está la Alianza de Civilizaciones de la que nadie alberga la más mínima esperanza de que cuaje en algo tangible (y mucho menos en el Palacio de Santa Cruz en donde más fe deberían tener en el proyecto) y, sin embargo, esto no es óbice para que Zapatero siga, erre que erre, dando golpes de tuerca a su proyecto exótico, excéntrico y esperpéntico, del que hacía año y medio apenas se sabía nada salvo que intentaba incorporar a Koffy Aman como cabeza visible.
Zapatero es el hombre de los quiebros y requiebros, de las paradas con marcha atrás y nuevas fugas hacia delante, de las caídas y los rebotes para volver a situarse en el mismo punto crítica. Así es y así seguirá siendo mientras gobierne.
La proximidad de las elecciones le obliga a mucho. Especialmente a mentir con el mayor de los descaros. Puede aludir al Niño Jesús y a la Santísima Trinidad, pero quien detenta la franquicia católica es la Confederación Episcopal y ésta está compuesta por gente lo suficientemente avispada como para no creer en los cantos de sirena a estas alturas de la legislatura. Puede Don Tancredo decir y repetir que la economía va bien e incluso contar con el apoyo mediático de PRISA pero incluso el ciudadano con el cerebro más lavado por Gabilondo y Francino, es capaz de discernir por sí mismo si los alimentos suben o no y si tiene más o menos capacidad adquisitiva que hace un año. Y así sucesivamente. Si un político no mintiera a su electorado, tranquilizándolo y relajándolo, ¿cómo podría salir reelegido?
Y llegamos a la inmigración. El giro copernicano de Zeta-Peta no es más creíble en este terreno que en otros. Le debe mucho a Sarkozy (y lo más importante es que sea uno de los pocos líderes internacionales que aceptan salir en la foto con él, si bien es cierto que en sus pocos meses de presidencia, Sarko se ha fotografiado con los líderes africanos de los países más miserables) hasta el punto de que Sarko se cree en el derecho de decir lo que seguramente ZP jamás le dijo (lo de las repatriaciones masivas). Pero tampoco lo puede negar. Si lo negara, posiblemente la presión sobre ETA en el sur de Francia descendería.
De otra parte, atribuir energía a Zeta-Peta en materia de inmigración le beneficiaría electoralmente, siempre y cuando existiera un número suficientemente significativo de tontos de baba que creyeran en su sinceridad. Y al parecer ese número, como el de los cornudos de Gomorra y los sodomitas de sus vecinos, existe.
No le demos más rodeos, creer en la palabra de un político supone tener tragaderas suficientemente amplias como tragarse el Titanic de través. Y creer en la palabra de ZP es tener menos seso que la Barbi astronauta.
¿Cuál es la política de inmigración de Zeta-Peta?
La de siempre. ¿Alguien lo dudaba? Esa política se ha rectificado, solo en parte y, no precisamente para mejorar. Ciertamente los cayucos han experimentado un descenso… pero han muerto más ilegales en la travesía que otros años. Moratinos va negociando ya con países del Golfo de Guinea para que detengan la riada de cayucos. Negociar en África quiere decir pagar un canon a los sátrapas que gobiernan, canon que dejaría por miserables a los espabilados de la SGAE. El problema es que, estas mordidas hacen que los cayucos cada vez tengan que partir de más lejos, que la travesía y los riesgos sean mayores, y por tanto crezca desmesuradamente el número de ahogados que desde 2004, según algunas ONGs, alcanza entre los 9 y 10.000 desventurados.
Todos los portavoces del gobierno, con ZP al frente, han obedecido la consigna emanada de las cabezas pensantes: “hay que demostrar que estamos contra la inmigración ilegal”. Y han pasado a la ofensiva: Rubalcaba ha insistido en que las cifras de expulsados no tienen parangón alguno. Miente, claro.
Una cosa son las cifras de expulsados, es decir, la gente que ha recibido un oficio firmado por el juez de turno en el que le comunican que “está expulsado y debe de abandonar en 72 horas el territorio nacional” que, eso sí, es posible que se hayan comunicado 92.000, tal como han dicho los portavoces del gobierno. Pero esas “expulsiones por vía normal” no van a ningún sitio. Ninguno de quienes reciben el escrito hacen caso de su contenido. Es más, muchos recuerdan que documentos como estos sirven para luego poder acogerse a la regularización por arraigo cuando llevan ya tres años de residencia en España como ilegales. Otra cosa serían las “expulsiones por vía de urgencia” en las que el juez ordena a la policía que ponga en la frontera al ilegal. De estas pocas, muy pocas, no más de unos pocos cientos.
Lo que han olvidado decir los portavoces del gobierno es que cada día se regularizan a un millar de inmigrantes. Muchos de ellos proceden de la reagrupación familiar, otros de la regularización por arraigo social. Así pues, no confundamos los términos: ha disminuido la inmigración ilegal, poco, pero sí, ha disminuido. Lo que ha aumentado son las entradas legales… Legales, no legítimas. Nos explicamos.
No puede ser legítimo que en estos momentos, con una recesión económica que solo un ciego y un don Tancredo, se niegan a ver, con un parón histórico en el sector de la construcción, con una ralentización de la economía y con todos los indicativos puestos de espaldas, sigan entrando inmigrantes que se van a alimentar Dios sabe de qué y que, desde luego, no van a encontrar trabajo en lugar alguno.
Ya son 6.000.000, de ellos 2.500.000 han llegado en estos últimos cuatro años. Ese es el resultado de la política de Zapatero. Como para ahora seguir defendiéndola. Así pues, ZP ha optado por las regularizaciones de tapadillo, por subvencionar a la inmigración mediante el cheque-bebé, mediante los subsidios, las sopas bobas, ha permitido que se realicen decenas de miles de reagrupaciones familiares sin que esas mismas familias tengan claro de qué van a vivir aquí. Nunca ha renunciado a cerrar el grifo a la inmigración, sino todo lo contrario, a que el goteo se convierta en un chorro. Si son 6.000.000 ¿por qué no van a ser siete o nueva, o más aún? Total, cuando Gabilondo predica sus oyentes le creen.
Sigue llegando inmigración al mismo ritmo que en los mejores tiempos de la regularización masiva: en torno a 600.000 al año, llegan menos ilegales y muchos más legales. El problema es que esto no puede seguir así indefinidamente, salvo en la mente enferma y alucinada de ZP y de sus colaboradores.
No hay absolutamente ningún motivo para creer que Zapatero ha cambiado de posición en materia migratoria. Son declaraciones tan oportunistas como increíbles. Solamente el preceder el enunciado de una nueva estrategia en inmigración, de una autocrítica a la regularización masiva de enero-mayo, podía hacer mínimamente creíble la nueva postura de Zapatero.
Eso no llegará. Zapatero sabe tanto de autocrítica como de economía. Cero absoluto. Votadle en marzo y tendréis al día siguiente de cerradas las urnas, más de lo mismo.
© Ernesto Milà – Infokrisis – Infokrisis@yahoo.es