domingo, 17 de octubre de 2010

A 40 años de la revolución de mayo (VII de XVI). El maoísmo y la “operación CHAOS”

Publicado: Domingo, 20 de Abril de 2008 20:21 
Infokrisis.- En 1966, mientras se estaba celebrando el congreso del Partito Comunista Itaniano aparecieron unos carteles en las calles de toda Italia en las que podía verse la efigie de Stalin con la leyenda: “Reivindicamos a Stalin”. No los firmaba nadie. Aparentemente habían sido colocados por extremistas de izquierda maxistas-leninistas. En realidad fueron colocados por miembros de la organización opuesta Avanguardia Nazionale. Históricamente ese es el primer signo de actividad del maoísmo en Europa Occidental.

El contexto del comunismo europeo de postguerra
El año antes había muerto Palmiro Togliatti, uno de los personajes más representativos del comunismo italiana. En 1962 había tenido lugar el X congreso del PCI que no volvería a reunirse hasta el año 1966. En ese momento tenía 1.600.000 militantes y constituía una amenaza real para el centro-izquierda. Y lo que era peor su irrupción en el poder hubiera supuesto una ruptura de los acuerdos Yalta suscritos al concluir la II Guerra Mundial entre los aliados occidentales y la URSS. Contrariamente a lo que opinaban sus ingenuos militantes, se consideraba que los partidos comunistas no eran “opciones de clase” como gustaban presentarse –o al menos no eran solamente eso- sino que se tratba de auxiliares de la política exterior soviética que intentaba expandir su radio de acción. Y, de la misma forma, si los partidos comunistas orotodoxos o prosoviéticos eran combatidos por los servicios de inteligencia, lo eran precisamente porque alteraban el sistema de equilibrios europeo surgido de Yalta y no tanto por su componente “atea”, antiliberal o porque “exacerbase la lucha de clases”, tal como proclamaban los medios anticomunistas de la época.
Por otra parte, estos partidos comunistas mantuvieron, como mínimo hasta mediados de los años 50 un “aparato militar” que hoy sería considerado como una organización paramilitar y terrorista. El hecho de que en esa misma época (1940-1955) existiera el maquís en España no es tanto el resultado de una guerra civil perdida, como la respuesta a una política distada desde los laboratorios del Kremlin y que afectó a todos los países europeos. Los partidos comunistas más importantes eran el francés y el italiano. Es curioso que el PCF se siguieran declarando “pacifista” incluso cuando el ejército alemán destrozó al francés en junio de 1940 y siguió siéndolo hasta que ese mismo ejército alemán invadió la URSS. Sólo en ese momento se inició el maquís y el movimiento de los partisanos.
Sin embargo, una vez llegada la paz, en 1945, restablecidos los regímenes democráticos que habían llegado en los furgones de los vencedores, las estructuras “militares” para algunos y “terroristas” para otros, no fueron desmanteladas y se prolongaron como mínimo hasta 1955. Incluso en el momento en el que se disolvieron oficialmente, muchos arsenales de armas siguieron existiendo y jamás se entregaron. O sí. En efecto, si en la Italia de finales de los sesenta y durante toda la década siguiente, fue posible la existenia de un terrorismo de izquierda fue, en parte –y lo recalcamos, solo en parte- por que los primeros grupos surgidos de la extrema-izquierda –los Núcleos Armados Partisanos dirigidos por el editor y millonario Feltrinellli, pudieron recibir armas y apoyos de esta estructura oficialmente disuelta en 1955.
Esta estructura paramilitar comunista esta en contacot con los servicios secretos y de inteligencia de los países comunistas, en especial a través de la Politická škola soudruha Synka (Escuela Política Camarada Synek). Paralelamente existió lo que se ha dado en llamar Gladio Rojo (en oposición a la red Gladio de carácter anticomunista), que era, simplemente, una organización dedicada al espionaje en beneficio de la URSS y que operó en el interior de Italia, esencialmente a través de miembros y simpatizantes del Partido Comunista. Sobre todo esto no cabe la menor duda especialmente después de la caída del Muro de Berlín, cuando, con la Glasnosts se abrieron los archivos de la URSS.
Los arsenales de armas conservados por los comunistas después de la II Guerra Mundial estaban situados en el centro y norte de Italia donde existieron partisanos (no así en el Sur pronto ocupado por los aliados después de la destitución de Mussolini y la creación de la República Social Italiana en el centro y norte del país. A acabar el conflicto, los comunistas no consignaron estar armas, especialmente las más modernas y efectivas, limitandose a entregar las armas antiguas, superados o los mosquetones inútiles para guerra moderna. Esta estructura clandestina dependía de Pietro Secchia, brazo derecho de Palmiro Togliatti.
Después de la guerra este arsenal se fue renovan con armas procedentes de la vecina Yugoslavia y sus cuadros fueron entrenados por soviéticos o por vetenaros partisanos. La CIA consideró que hacia 1950 –la guerra había concluido cinco años antes- esta estructura alcanzaba los 150.000 hombres y otras fuentes las reducen a la mitad.
No hay que perder de vista que, en aquel momento, todavía existía la primera generación de dirigentes comunistas curtidos en las teorías insurreccionales y cuyo modelo político seguía siendo la insurrección de San Petersburgo en octubre de 1917. Y luego estaban, por supuesto, los intereses de la URSS en la primera fase de la Guerra Fría en donde una estructura comunista clandestina podía ser utilizada, especialmente para desestabilizar interiormente a los regímenes occidentales… siempre que los países occidentales cuestionaran el status de Yalta y la división de Europa en dos bloques (verdadero drama que afectó al continente europeo en los 45 años que median entre la entrada del ejército soviético en Berlín y la caída del Muro.
El PCI a partir de la llamada “svolta di Salerno” varió su estrategia oficialmente y renunció a la toma del poder por la vía armada. Pero una cosa era toma del poder y otra la posibilidad de una desestabilización. Fue a partir de 1970 cuando una nueva generación de líderes comunistas europeos empiezan a preferir un alejamiento de la URSS –al menos un alejamiento oficial- a cambio de la posibilidad de jugar un papel político que fuera más allá de la simple oposición. Por otra parte, a partir de la invasión de Checoslovaquia (1968) se percibe lo que ya se había intuido en 1956 durante la invsión de Hungría: que todos estos episodios de la política de control y mantenimiento soviético de su red de alianas repercutían muy negativamente en las posibilidades electorales de los partidos comunistas occidentales que, de hecho, siguieron comiendo hasta el último momento con la caída del mudo, de la mano del Kremlin. En 1975 irrumpe, finalmente, el “eurocomunismo” dirigido por el terceto Berlinguer-Marchais-Carrillo que supone el último intento de alejarse oficialmente de la URSS para que un eventual acceso al poder de estos partidos comunistas no se considerase como una vulneración de los acuerdos de Yalta.
Es en este preciso marco en el que hay que situar la “Operación CHAOS” desarrollada por la CIA en los años 60 y de la que mayo del 68 fue una prolongación.
La doctrina neofista en la época 1950-80
Ninguna acción política de ningún partido puede ignorar el contexto en el que se realiza esa acción, y a la hora de elaborar su estrategia deberá tenerlo presente e intentar aprovecharse al máximo de él o bien procurar que no le perjudique en extremo.
Eso fue lo que ocurrió con cierto neofascismo de los años 60 y 70. La interpretación central de la política europea que hacían los grupos neofascistas más lúcidos era la siguiente: Europa es un continente dividido e inerme, está ocupado por soviéticos y norteamericanos y, en ambos bandos, las clases políticas dirigentes han sido impuestas y han llegado en los furgones de los vencedores. En Europa Occidental el enemigo principal es la presencia americana. Pero en Italia, concretamente, existía una variante. En ese país el partido comunista era el más fuerte de toda Europa Occidental; además su contigüidad geográfica con Yugoslavía y la existencia de una red de arsenales y de una estructura paramilitar, además del amparo de un fuerte movimiento político que llegó a acaparar entre 1950 y 1968 un tecio de los votos, hacían de esta estructura un riesgo, especialmente, porque de producirse el ascenso del partido comunista al poder, se podía esperar una liquidación, incluso física, como ya había ocurrido entre 1943 y 1946, de los militantes neofascistas.
Así pues, era preciso barajar todos estos factores para elaborar una estrategia que pudiera alternar:
- necesidad de supervivencia: por tanto, cerrar el paso del PCI al poder.
- antiamericanismo y
- anticomunismo.
Para esto era preciso buscar amparos, ayudas y alianzas, dentro y fuera de Italia y, por extensión de Europa Occidental; en realidad la guerra perdida había hecho que, aun en la desbandada, distintos grupos formados en torno a personalidades excepcionales –el Comandante Junio Valerio Borghese de la Xª MAS, el Coronel Otto Skorzeny, principalmente, pero también en torno a personalidades menos conocidas públicamente, pero si conocidas dentro de estos núcles, actuaran entre sí, multiplicaran sus contactos e intercambiaran puntos de vista e iniciativas estratégicas, perteneciento todo esto envuelto en las brumas del secreto propio de vencidos que se han habituado a la clandestinazas y las operaciones especiales.
Cuando en los años 60, el neofascismo italiano trabaja para cerrar el ascenso al poder del PCI, busca una zona geográfica donde le sea favorable operar: el Sur de Italia. Allí el PCI es débil, carece –como hemos visto- de estructura paramilitar. Es una zona pobre y atrasada. El neofascismo cuenta con bases militantes y redes de apoyo mutuo. Y en ese momento, la estrategia elaborada consiste en advertir al gobierno de centro izquierda: si se llega a producir el “compromiso histórico” (el pacto propuesto por el PCI para formar gobierno con la DC) el Sur entrará en situación de “revuelta técnica”. A partir de 1966 se sientan las bases para lo que luego serán las grandes revueltas que sacudirán la Italia del Sur entre 1969 y 1973, en especial en Regio Calabria.
Luego estaba el anticomunismo. En Italia desde 1943 el anticomunismo estaba dividido en dos fracciones: la que procedía del fascismo y la que tenía su origen en los llamados “partisanos blancos” o guerrillas que combatieron a los alemanes durante la ocupación de Italia pero no estaban bajo la disciplina del PCI. Unos eran monárquicos y otros simplemente “patriotas” y, de paso, anticomunistas. Los “partisanos blancos” tras la guerra, no solamente conservaron algunos arsenales, sino que también manifestaron su intención de seguir el combate anticomunista. Ese los hizo particularmente accesibles para todos los servicios de inteligencia que operaron en Italia especialmente en el período 1968-1980. Además, dada la común militancia anticomunista, los “partisanos blancos”, si bien siempre habían sido tomados con reservas por parte de la generación neofascista que había vivido los últimos días de la República de Saló, no era mal considerada por la generación neofascista que aparece entre los años 1968 y 1973. Y esto hace que esta generación sea particularmente manipulable por los “partisanos blancos” que, a su vez, han entrado en el juego anticomunista de la mano de servicios de inteligencia italianos y norteamericanos. De estos grupos aparece la red Gladio, lo que debió ser supuestamente, una de sus ramas, La Rosa dei Venti (La rosa de los vientos), o bien el Movimento d’Azione Rivoluzionaria de Carlos Fumagalli o Edgardo Sogno fanático anticomunista y que sostuvo hasta su muerte la necesidad de una República Presidencialista que tuvo en Randolfo Pacciardi y su Nuova Republica, como expresión política a finales de los 60.
El problema para el neofascismo era que el sector de las “partisanos blancos”, si bien era anticomunista, era también originario de otra familia politica (los nacional-liberales, “rissorgimentistas”, frencuente vinculados a la masonería. El propio Sogno fue miembro de la P2). Eso generó la existencia de un “espacio difuso” anticomunista que tenía a un lado a los neofascistas y al otro a los antiguos partisanos blancos. En ese sector se produjo el entrismo de servicios secretos en medios neofascistas y la maniplación que éstos pudieron hacer sobre la nueva generación de neofascistas que irrumpió a finales de los años 60.
Pero luego queda el antiamericanismo. Era evidente que el PCI que también compartía ese antiamericanismo no podía ser considerado en ningún momento ni siquiera como aliados circunstancial. Las tesis de los núcleos supervivientes de la guerra (y que tuvieron su centro en Madrid) eran dos. Una se puede sintetizar así: la ocupación de Europa hacía imposible el trabajo político en el continente, así que había que desplazar el centro operativo a otras zonas y dar más importancia a la lucha política en países, por ejemplo, de Iberoamérica (en donde se habían asentado fuertes colonias de nacionalsocialistas y fascistas exiliados). Esos núcleos y el contacto y la amistad con distintos gobiernos de esos países, permitía crear bases sólidas allí para luego, en una segunda fase, irrumpir en Europa teniendo una retaguardia segura. Pero había otra tesis: era necesario seguir trabajando políticamente en Europa, al menos a mínimos siempre y cuando existiera un apoyo exterior.
Desde 1945 este apoyo se había buscado primero en el peronismo argentino y luego en los regímenes parabistas de los años años 50 (con Gamal Abdel Nasser en concreto). Pero en 1966 había un fenómeno nuevo: la irrupción del comunismo chino como realidad autónoma de la centra soviética de Moscu y haciendo gala de una virulencia antiamericana sin precedentes. Así pues, China se configuraba como un aliado objetivo en la lucha del neofascismo contra la ocupación americana de Europa Occidental. Este análisis no fue solamente una elucubración teórica, sino que tuvo sus prolongaciones prácticas.
En 1966, Jean Thiriart, antiguo miembro de la Asociación de Amigos del Gran Reich Alemán, fundador de Joven Europa un grupo que, desde Bélgica había irradiado a toda Europa Occidental, visitó China y se entrevistó con Chu-en-Lai, Primer Ministro de la República Popular China. Thiriart había estructurado un movimiento de nuevo cuño que minizaban las referencias históricas al fascismo y al nacional-socialismo, una espeie de “frente europeo de liberación” contra los EEUU y la URSS. Thiart era de los partidarios de buscar apoyos exteriores para un combate en Europa. Se había entrevistado con Perón durante su estancia en Puerta de Hierro en Madrid. En Italia, uno de sus militantes, Claudio Orsi, fundarái la Asociación Italia China. En 1968 se entrevistó con el estadista egipcio Gamal Adbel Nasser. Algunos miembros de Joven Europa combatieron junto a Al Fatah y uno de els, Roger Coudroy, murio como miembro de un comando de Al-Assifa. Otro de sus próximos colaboradores, Pilles Mounier, fue el representante oficioso de Saddam Hussein hasta la invasión americana y en esos momentos es uno de los puntales de la insurgencia en Europa. Lo esencia para Thiriart era buscadr un “aliado objetivo” extraeuropeo que pudiera facilitar el desarrollo de un combate de liberación antiamericano en Europa Occidental.
En una fecha que no estamos en condiciones de precisar pero que, seguramente, debió ser entre 1968 y 1969, un antiguo miembro de la División SS Charlemagne, formada por franceses voluntarios en la lucha contra el bolchevismo, Robert Leroy, número dos de Aginter Press, visitaba la Embajada de la República Popular China en Berna, Suiza y ayudó a la formación de los grupos maoístas de ese país. Aginter Press, bajo la cobertura de una agencia de prensa anticomunista –que en realidad fue- radicada en Lisboa y formada esencialmente por franceses que habían pertenecido a la OAS (Organisation de l’Armé Secrete) partidario de mantener Argelia bajo soberanía francesa, era al mismo tiempo uno de los varios grupos de excombatientes que seguían interesados en participar en las luchas políticas en Europa. Es rigurosamente cierto que Aginter Press realizó trabajos especiales por cuenta de la PIDE portuguesa, pero también es cierto que cuando Leroy visita a la embajada China lo hace en búsqueda de apoyos para un combate antiamericano en Europa Occidental.
Algunos medios de comunicación tuvieron ecos remotos en el último tércio de los años setenta de todos estos contactos y vinculaciones interpretándoles en clave antifascista: los malvados fascistas, trabajando a cuenta de intereses inconfesables, manipularon a jóvenes maoístas de manera provocadora. En realidad no era eso, o al menos, el impulso principal que había llevado a círculos neofascistas a seguir la “vía china” era el antiamericanismo.
Operación “carteles pro-chinos”
En este contacto ideológico hay que situar la aparición de los “carteles prochinos” en la Italia de 1966. Objetivo: debilitar al PCI. Estrategia: contribuir a la creación de grupos marxistas-leninistas. Táctica: difundir carteles con la efigie de Stalin. La operación no había partido de los militantes que colocaron los carteles (miembros de Avanguardia Nazionale Giovanile), sino de la CIA y el centro operativo se situaba en Suiza. Era el ejemplo de operación planeada por terceros que podía ser reconducida en beneficio propio por parte del neofascismo y justificada: por la situación propia de Italia con la amenaza del PCI de ascender al poder, y por la lucha antiamericana en Europa. Pero había también otro elemento justificante: cuando Avanguardia Nazionale detectó la operación –luego veremos cómo- había dos posibilidades: o bien negarse a participar en ella, o bien colaborar con ella para saber que intención existía detrás. Optaron por la segunda opción; a fin de cuentas eso ayudaría a identificar a los “autores intelectuales” de la operación y a conocer sus intenciones, sus colaboradores y… en última instancia, siempre, en el curso de la misma operación, era posible desengncharse de la misma. Haberse negado desde el principio hubiera tenido como resultado directo que la misma operación la hubieran realizado otros y que se hubiera perdido una posibilidad de recabar información sobre las actividades y planes del centro que realizaba la propuesta y que inicialmente no se había identificado como CIA. Dicho con otras palabras: “el que quiere nadar tiene que mojarse…”
La Operación CHAOS programada por la CIA se inicia en un período incierto a mediados de los años 60, sin duda, algo antes de 1965 y se prolonga hasta 1975, es decir, un período que incluye el nacimiento, la infancia, la juventud y la decadencia de los grupos de extrema-izquierda en toda Europa y en los EEUU. A partir de 1975, poco a poco, la extrema-izquierda pasa de su cenit a una, aparentemente inexplicable pérdida de vigor y, finalmente, a su muerte que acaece al filo de los años 80 con la desaparición de prácticamente toda la extrema-izquierda europea, su atomización y la desarticulación de absolutamente todos sus movimientos terroristas, el último de los cuales, las Brigadas Rojas queda completamente liquidado entre 1981 y 1983. Los grupos franceses, belgas, alemanes y españoles habían resultado liquidados mucho antes. Si la extrema-izquierda empezó su declive en 1975 fue sencillamente porque el titiritero que movía los hilos había retirado su concurso.
La propia CIA en una operación anterior –MK-Ultra- que ha hecho las delicias de los “conspiranoicos” se erigió en uno de los impulsores de la contracultura y de los más interesados difusores del LSD. MK-Ultra fue un ensayo de operación de “control mental”. Algunos de los grupos inicialmente pacifistas que aparecen en la escena norteamericana a mediados de los 60, son infiltrados por agentes o redes al servicio de la CIA y convertidos en actores de acciones violentas e irresponsables como el ataque a la Convención del Partido Republicano de los EEUU en Chicago en 1968 o determinadas protestas extremadamente violentas que se produjeron en las universidades de EEUU en torno a 1967-70 en relación a la guerra del Vietnam. Así mismo, grupos de reivindicativos afroamericanos como el Black Power o los Black Panthers que, inicialmente, no habían nacido con intención de convertirse en verdaderas guerrillas urbanas, terminaron siéndolo gracias a la acción de agentes de la CIA infiltrados o de militantes de estos grupos comprados al peso. Dado que la difusión del LSD apareció con el movimiento hippie y se prolongó durante la contracultura y la contestación estudiantil, es probable que algunos partícipes de la operación MK-Ultra fueran incuidos en la operación CHAOS.

Volviendo a esta operación cabe decir que su director fue James Angleton, procedente de la primera generación de la CIA que se había curtido en el OSS norteamericano durante la II Guerra Mundial. Su figura ha sido aprovechada para crear el personaje que interpretó Matt Damon (papel de Edward Wilson) en la película The Good Shepherd,  que se proyectó en España con el nombre de La Sombra del Poder. Esta película, dirigida por Robert de Niro en 2007 es de visionado imprescindible. No solamente se explica el origen y la historia de la CIA hasta los años 70, sino que además pone en la pista de el núcleo originario de esta central: la asociación secreta de la Universidad de Yale, Skull&Bones. Para redondear la personalidad y el contexto en el que se movió Angleton vale la pena visionar esa cinta (que puede fácilmente bajarse de emule).

Angleton (nombre en código “the Kingfisher” (el Rey Pescador, un personage de la mitología medieval europea incluido en el Ciclo del Grial), fue jefe del contraespionaje de la CIA. A menudo las historias sobre esta central, definen a William Joseph Donovan (en la película The Good Shepherd, General William Donovan, interpretado por el propio De niro) como el “padre de la CIA” y esas mismas historias definen a Angleton como “la madre”.
La madre de Angleton, por cierto, era mejicana. Se trató de un tipo extraño que cultivaba orquideas, amante de la pesca, extremadamente sofisticado en sus modales y en su cultura y perteneciente a una clase social privilegiada formada en Yale y en sus selectas hermandades de estudiantes. Amante de la poesía, su favorito era Ezra Pound de quien puede considerársele un especialista (lo que dice también algo de sus convicciones y afinidades). Compartía, curiosamente, con el jefe del trotskysmo americano Hansens del Socialist Workers Party norteamericano, su afición por la gemología. Su padre, se trasladó por motivos de trabajo a Italia en los años 30 y conoció muy bien a la sociedad de ese país. Al estallar la guerra fue reclutado como miembro del Office of Strategic Services (OSS) desde su base de Londres, colaborando con el Secret Intelligente Service inglés. En 1943 fue transferido a Italia como agente operaivo y fue jefe del contraespionaje en Roma, puesto que le ayudó a conocer profundamente a los servicios de información italianos.
A finales de los años 40 se convierte en el jefe de la CIA en Italia. En este terreno sus éxitos fueron esencialmente tres:
- transferir a la CIA información exacta sobre el programa atómico italiano.
- contactar con la mafia y establecer una cooperación de algunos grupos mafiosos con la CIA.
- permitir que agentes de la policía y de los servicios secretos fascistas, hasta ese momento marginados de la democracia italiana, fueran readmitidos en nombre de la común lucha anticomunista.
Menos éxito tuvo en 1953 cuando fue transferido a la central de la CIA en EEUU y no pudo evitar las actividades de la red de espías ingleses que tabajaban para el KGB. En 1954 es jefe del contraespionaje de la CIA y se ocupa de la deserción de varios agentes soviéticos. Su siguiente misión ya en 1963 ó 1964 consiste en asumir la dirección de la operación CHAOS que se ha definido como operación “false frag” (que suele traducirse en la jerga de los servicios europeos como “propaganda negra”, aquel tipo de propaganda en la que el contenido de la misma no se identifica con la fuente emisora: mensajes maoístas y trotskystas difundidos a través de agentes y redes colaboradoras con la CIA, en este caso).
Se ha vinculado el nombre de Angleton al asesinato de Kennedy y con el caso mucho menos conocido, pero con una culminación sangriente: la masacre de Portella della Ginestra. El 1 de mayo de 1947 se reunieron 2000 trabajoes de la zona de Portella della Ginestra en Palermo para manifestarse contra el latifundismo y ocupar las tierras. Desde las colinans próximas se dispararon ráfagas de ametralladora que causaron 11 muertos (dos de ellos niños). Luego el crimen cayó a las espaldas del grupo terrorista del bandido Salvatore Giuliano. Giulano era coronel del Esercito Separatista Siciliano cuya formación había sido facilitada por el propio Angleton. Giuliano fue muerto en 1950 y su lugarteniente –y probable ejecutor material de la masacre, Gaspare Pisciotta- resulto envenado en la cárcel.
La carrera de Angleton termina en los años 70 cuando según sus biógrafos se convierte en un paranois que sospecha de que buena parte de los líderes políticos occidentales trabajan para el KGB, entre otros, Olof Palme (primer ministro sueco), Pierre Trudeau (primer ministro canadiense) o Willy Brandt (jefe de gobierno alemán). William Colby, director de la CIA con Gerald Ford, lo jubila en 1978.
Durante la guerra mundial Angleton contribuyó a la liberación del príncipe Valerio Borghese que luego sería uno de los exponentes más importantes del neofascismo en la postguerra y hasta su muerte en Cádiz en 1974. Esto ha permitido suponer que el embrión de la red GLADIO se constituyó con excombatientes de la X Flotilla MAS (la unidad militar de élite dirigida por el comandante Borghese y que se demostró como la fuerza más eficaz del ejército de la República Social Italiana) y con “partisanos bancos”. Así mismo, reclutó a Federico Umberto D’Amato que luego sería jefe de la Oficina de Asuntos Reservados del ministerio del Interior.
En este punto es preciso añadir a la larga lista de nombres, un nuevo personaje: Maro Tedeschi, un excombatiente condecorado de la Xª Flotiglia MAS. Es probable que Tedeschi fuera reclutado por el propio Angleton o por algún otro destacado agente de su red en Italia, seguramente por D’Amato de quien era íntimo amigo. Tedeschi había sido miembro de la X MAS del Comandante Borghese. Tedeschi fue miembros del Counter Intelligente Coros (información militar de EEUU). Adherido al Movimiento Social Italiano (del que sería senador entre 1972 y 1976), Tedeschi dirigió la revista próxima a este partido Il Borghese. Su nombre apareció como miembro de la logia masónica P-2.
Pues bien, Mario Tedeschi, contactó en 1966 con Stefano delle Chiaie antiguo miembro del MSI, luego escindido con el grupo de Ordine Nuovo y más tarde dirigente de Avanguardia Nazionale Giovanile en torno al cual orbitaban los elementos más decididos y radicales del neofascismo italiano de la época. Delle Chiaie solo consideraba a un superior: el comandante Borghese. Y así siguió haciéndolo hasta la muerte de este.
Tedeschi propuso a Delle Chiaie la colaboración de su militancia para la colocación de carteles stalinistas durante la celebración del congreso del PCI en 1966. La operación se llevó a cabo en toda Italia. Resultaron detenidos algunos militantes de Avanguardia Nazionales que fueron puestos en libertad gracias a la intervenció de D’Amato. Esta operación sirvió para cristalizar el núcleo que daría origen al Partido Comunista d’Italia (marxista-leninista) en octubre de 1966. Al frente de esta formación fue colocado Fosco Dinucci, un antiguo partisano del PCI y, es posible, que fuera ajeno a la operación. Sin embargo, desde su origen este partido estuvo infiltrado por todo tipo de servicios inteligencia, servicios paralelos del Estado, hasta el punto que se ha llegado a decir la CIA dispuso siempre de la lista de afiliados del partido, incluso antes de que éste se fundara. En agosto de 1968 el PCd’I(m-l) fue reconocido por el PC chino y una delegación viajó a éste país y pudo entrevistarse con el propio Mao y con Chu-en-Lai. A partir de 1975, después de una vida larvaria e innumerables escisiones, el partido termino disolviéndose en 1991 e integrando sus magras huestes en Refundacón Comunista.
Durante los incidentes de 1968, el PCd’I(m-l) tuvo un papel importante en la universidad como detonador de los incidentes que enfrentaron a los estudiantes de extrema-izquierda con los militantes universitarios del MSI y de otros núcleos anticomunistas. Operaciones análogas tuvieron lugar en otros países europeos. De algunas se poseen detalles significativos, de otras mucha información. Y esto permite realizar proyecciones y elaborar teorías sobre cómo repercutió en Francia durante las jornadas de mayo del 68 y en España durante el último año del franquismo, las acciones de la UJC-ML y del PCE(m-l)-FRAP respectivamente.
Pero esta es otra historia…