viernes, 15 de octubre de 2010

Mapa político de la derecha radical española

Infokrisis.- El siguiente artículo, sin duda aportará pocas cosas nuevas para el lector español familiarizado con este ambiente político; es un artículo de síntesis escrito para el número de diciembre de la revista alemana Volk in Bewegung, órgano teórico del NPD. El artículo ha sido redactado para el público alemán, no necesariamente familiarizado con las vicisitudes de la derecha radical española. Por supuesto, este artículo representa una opinión personal y libre. En cierto sentido hemos decidido reproducirlo en la medida en que estos días se ha cumplico el 34 aniversario de la muerte de Franco y buena parte del artículo se dedica a situar las corrientes ideológicas del franquismo y su evolución. Tampoco era cuestión de entrar en el detalle milimétrico sobre las andanzas de los partidos que se citan aquí y que importan poco al público alemán. Lo que hemos pretendido -y lo que nos solicitaron- fue un artículo de síntesis en el que las pinceladas debían ser pocas, pero precisas. Y esto es lo que hemos intentado trasladar a la redacción de Volk in Bewegung.


Mapa político de la derecha radical española

Entre la muerte de Franco (1975) y las últimas elecciones europeas, la extrema-derecha española atravesó distintas crisis que la convirtieron en un fenómeno político residual. En los últimos meses, dada la caótica situación económica española, este sector político parece adquirir una importancia creciente. Esta es la crónica de las últimas mutaciones de la extrema-derecha española.

En 1975, la extrema derecha tenía en sus manos buena parte del poder político en España. Estaba presente en el parlamento, en los ayuntamientos, incluso en los organismos máximos del Estado (el Consejo de Regencia), pero había olvidado lo más importante: realizar una puesta al día doctrinal. En aquel momento, la extrema-derecha estaba dividida en tres sectores “históricos”: el carlismo (monárquicos legitimistas), el falangismo (forma que adquirió el fascismo español en los años 30) y la síntesis de ambos que, a fin de cuentas, era el Movimiento Nacional creado por Franco en 1937. En 1975 estos grupos seguían existiendo pero su teorización se había detenido en 1936 cuando la mayor parte de sus dirigentes resultó fusilada o murió durante la guerra civil.

Esta falta de actualización teórica hizo que, desde el principio de la transición (período que se extiende entre el 20 de noviembre de 1975 y el 23 de febrero de 1981, golpe de Estado frustrado) existiera un desfase entre las propuestas de estos grupos y la realidad de la sociedad española de la época. Toda la extrema-derecha se configuró en torno a un hecho políticamente negativo: la “nostalgia”.

La nostalgia, ha sido el lastre que ha incapacitado durante 35 años a la extrema-derecha para ocupar un papel en la política española ha sido esa permanente mirada atrás que le ha impedido prever la evolución de la sociedad española y establecer programas adecuados.

Dos sectores: el “histórico” y el “renovado”


Hasta 1996, la historia de la extrema-derecha ofreció pocas alternativas interesantes. Después de un período inicial (1976-1981) en el que la democracia no estaba suficientemente asentada en el país, no faltó militancia y se lograron pequeños éxitos electorales (1 diputado en 1979). Los “pactos de la transición” suscritos por la derecha liberal y la socialdemocracia española, preveían un aislamiento efectivo de la extrema-derecha. En esos años se sucedieron provocaciones policiales, infiltraciones y manipulaciones que, unidos a los errores de dirección llevaron a una lenta extinción de las siglas presentes en esos momentos: Fuerza Nueva (verdadero heredero del franquismo y de su nacional-catolicismo) se auto disolvió en 1983, el carlismo quedó pronto reducido a pequeños grupos sin posibilidades de actuar políticamente y en cuanto a la Falange siguió aquejado de su dolencia endémica: la increíble capacidad para fraccionarse.

Sin embargo en 1986 se produjo una importante innovación. En el entorno que luego daría vida a Democracia Nacional surgió la doctrina de la “autonomía histórica”. Hasta ese momento la extrema-derecha había estado vinculada a formas “históricas” anteriores (la falange, el carlismo, el franquismo, el neo nazismo), a partir de entonces, un sector empezó a sostener que las posiciones políticas de un movimiento moderno no pueden estar lastradas por condicionamientos históricos. Se reconocía implícitamente la “autonomía” en relación a cualquier otra experiencia histórica anterior.

A partir de ese momento se empezó a hablar del “sector histórico” (que estaría formado por los restos del carlismo y los distintos grupos falangistas y franquistas) y el “sector renovado” o “sector de la autonomía histórica” (que, poco a poco ha ido ganando espacio y cristalizando en varias siglas hoy en fase de convergencia).

Reconocer la realidad

A las elecciones europeas de 2009 se presentaron 6 candidaturas ubicadas en la extrema derecha: AES (católicos herederos de Fuerza Nueva), Familia y Vida (católicos antiabortistas), Movimiento Social Republicano (grupo nacional-revolucionario), Frente Nacional (antiguos falangistas reconvertidos a la “autonomía histórica”), FE-JONS (sigla histórica del falangismo), Falange Auténtica (falangistas de izquierda) y Democracia Nacional, obteniendo resultados despreciables que (AES:  19583 votos; FyV: 10456; MSR: 6009; FN: 7970; FE-JONS: 10031; FA: 5165; y DN: 9950) en total 70.000 votos, que oscilaban entre el 0,03% y el 0,13% de los votos. Otras dos siglas no se presentaron (Plataforma per Catalunya y España 2000).

Tras las elecciones se impuso una reflexión a la vista de que el proceso de fraccionamiento había alcanzado un límite extremo. De esa reflexión surgió la “doctrina de los tres espacios” que, en cierta medida, completaba la “doctrina de la autonomía histórica”. Para esta nueva teorización detrás del bosque de siglas existían solamente tres “áreas”: el área falangista (formada por FE-JONS, FA, FE-La Falange y la Mesa Nacional Falangista), el área católica (AES, FyV, Movimiento Católico Español y grupos carlistas) y, finalmente, el área identitaria o área anti-inmigración (formada por E2000, PxC y FN).

Solamente era posible abordar un proceso unitario a partir del reconocimiento de la existencia de estas tres áreas y de las diferencias entre cada una de ellas. A partir de ese momento, en lo que se refiere al área identitaria o anti-inmigración se empezaron a tomar contactos. En general, este ambiente está formado por dirigentes que reconocen sus afinidades y que explican su atomización como el resultado de un período prolongado de crisis. El primer resultado fue la firma de un Acuerdo de Mínimos entre E2000, FN y MSR el pasado mes de septiembre. Desde entonces se han multiplicado declaraciones comunes y la redacción de dos documentos (sobre la corrupción y sobre la reforma de la ley de extranjería) suscritos por las tres organizaciones.

El área falangista o la crisis permanente

El mal endémico de Falange (desde su fundación en 1933) fue su increíble tendencia a fraccionarse. Durante el franquismo existían dos formas de concebir la militancia falangista: dentro del Movimiento franquista (“falange oficial”) y en la oposición al franquismo (“falange disidente”). Entre ambas tonalidades de azul existían franjas intermedias.

Básicamente, durante ese período por una parte se encontraban los líderes históricos de la Falange, que sobrevivieron a la guerra civil y a la División Azul (voluntarios españoles contra el bolchevismo en el frente del Este), que ocuparon cargos dirigentes en el Movimiento franquista (Girón de Velasco Ministro de Trabajo, Fernández Cuesta Ministro de Justicia, etc.). De otro lado empezó a organizarse una falange clandestina muy minoritaria a partir de 1943, los llamados “hedillistas” (su jefe Manuel Hedilla se hallaba confinado en Baleares al oponerse a la unificación de la Falange con el carlismo inducida por Franco en 1937). En los años 60 los primeros síntomas de crisis en el aparato franquista dieron lugar al nacimiento de dos nuevas organizaciones, el Frente de Estudiantes Sindicalistas y los Círculos Doctrinales José Antonio que mantuvieron cierta presencia falangista entre la juventud universitaria.

En aquellos años la legislación franquista prohibía la organización de partidos políticos, por tanto, el FES era relativamente clandestino y los CDJA se habían acogido al estatuto de “asociaciones culturales”. Cuando se produce la muerte de Franco, el mapa falangista es extremadamente complejo y buena parte de los grupos se habían acogido al estatuto de “asociaciones políticas” nacido en los últimos años del franquismo. Existían, pues, cuatro puntales: de un lado la “derecha falangista” en las que figuraban los falangistas-franquistas agrupados en torno a Fernández Cuesta y a la sigla Frente Nacional Español, el “centro falangista” con los falangistas-puros que tenían a Sigfredo Hüllers de Luque como jefe y a la sigla FES-FE(independiente) y la Federación de Círculos Doctrinales José Antonio con Diego Márquez a la cabeza y los grupos hedillistas, o la “izquierda falangista” que a lo largo de 1976 formaría la FE-JONS(auténtica) dirigida por Miguel Hedilla (hijo de Manuel Hedilla) y Pedro Conde. 

La “izquierda falangista” desaparecería prácticamente tras los fracasos electorales de 1977 y 1979, escindiéndose primero en dos fracciones, FE-JONS(a) y FEA, auto disolviéndose la primera y reduciéndose a la mínima expresión la segunda.

La “derecha falangista”, electoralmente, confluyó con Fuerza Nueva en 1977 (con la sigla Alianza Nacional 18 de Julio) y 1979 (Unión Nacional) que contaron con la colaboración tanto de FNE como de los CDJA. Finalmente ambas formaciones terminaron por fusionarse tardíamente cuando ya habían perdido al grueso de su militancia y tras recuperar la sigla histórica FE-JONS cuya utilización había sido prohibida por el Estado durante muchos años.

Entre 1983 y 2009 la tendencia de este sector ha sido irse replegando en sí mismo y los resultados electorales obtenidos confirman esta tendencia. FE-JONS sufrió a mediados de los 90 una escisión que llevó a la formación de FE-La Falange. Sin embargo, este grupo –que constituía el grupo mayoritario falangista- sufrió distintas crisis y escisiones particularmente en 2001 que lo hicieron estallar al rechazar buena parte de su militancia la propuesta de “frente nacional” realizada por la dirección. Fue así como el grupo se dividió en tres: FEA, MNF y FE-La Falange.

A lo largo de todos estos años, las distintas fracciones falangistas han demostrado su incapacidad para abordar una renovación teórica de su pensamiento doctrinal e incluso su incapacidad para redactar un programa común. En el caso, por ejemplo, de la inmigración masiva (6.500.000 de inmigrantes llegados a España entre 1996 y 2008) la posición del grupo hoy mayoritario FE-JONS es favorable a la inmigración procedente de países iberoamericanos y se opone a la inmigración magrebí por cuestión “religiosa”. En cambio, MNF no tiene una postura adoptada al respecto, FEA es favorable a la inmigración con un discurso humanista-universalista muy parecido al del presidente Zapatero y FE-La Falange, reconvertido en Frente Nacional, se muestra radicalmente en contra.

Todo esto llevó al entorno falangista a un ambiente de crisis permanente y de repliegue. Sus direcciones actuales carecen de documentos políticos actualizados, de programas dignos de tal nombre y su militancia se polariza en dos significativas grupos de edad: o muy ancianos o muy jóvenes, están casi completamente ausentes edades intermedias.

El apego que sienten todos estos grupos por los rituales, los uniformes y las banderas de los años 30, los convierten en algo completamente ajeno a la España de 2009 y hasta cierto punto incomprensible. Sus libros de texto, su programa, sus documentos, son los redactados por José Antonio Primo de Rivera en los años 30, sin modificaciones y sin posibilidad de inserción en la política real.

Al mismo tiempo, el dogmatismo del que suelen hacer gala, el énfasis puesto en el “sindicalismo” y su tendencia a la escisión, los convierten en algo muy diferenciado en relación al resto de partidos de extrema-derecha. El “nacional-sindicalismo” fue la doctrina redactada por Ramiro Ledesma y José Antonio Primo en los años 30 cuando el movimiento obrero español estaba dominado por el anarco-sindicalismo de la Confederación Nacional de Trabajadores. La idea era “nacionalizar a las masas obreras”, aportándoles el sentimiento de patria. El panorama ha variado mucho desde entonces: la CNT es una sigla histórica sin protagonismo alguno en el mundo sindical español, el anarco-sindicalismo ha desaparecido completamente de las fábricas (la deslocalización ha hecho incluso que las mismas fábricas desaparecieran…), por todo ello, la definición doctrinal de “nacional-sindicalismo” es completamente incomprensible para la población española.

A esto se une el riesgo denunciado por los teóricos de la “autonomía histórica”: cuando se utilizan nombres, siglas, documentos, parafernalia de otra época, no se mira hacia el futuro sino hacia el pasado y la sociedad precisa luz para el futuro, no una permanente revisión histórica del pasado.

El franquismo uno y trino

Hasta el Concilio Vaticano II, España fue un país mayoritariamente católico. A mediados de los años 60, sin embargo, se produjeron distintas mutaciones en el catolicismo (el “aggiornamento”, las modificaciones en la liturgia, la “teología de la liberación”, etc.) que generaron el que buena parte de la oposición democrática al franquismo fuera protagonizada por sacerdotes católicos. Por otra parte, los cambios culturales de los 60 (desde la minifalda a la píldora anticonceptiva, desde el turismo llegado masivamente a España y que traía otras formas y estilos de vida, hasta el crecimiento económico que generó un consumismo siempre creciente) hicieron que el peso real del catolicismo en la sociedad española fuera descendiendo desde 1964-65.

Por otra parte, el franquismo fue un régimen católico, mucho más parecido al “Estado Nuevo” del Mariscal Petain que al nacionalsocialismo alemán o al fascismo italiano. Sin embargo, el franquismo atravesó distintos períodos: entre 1936 y 1943 España vivió el “período imperial” en el cual el franquismo, previendo la victoria del Eje, llegó incluso a reivindicar territorios fronterizos de Francia, del Protectorado de Marruecos y de Guinea Ecuatorial. La retórica fascista que aportaba la Falange se convirtió en el elemento dominante en el discurso franquista de aquella época. Franco, en ese momento, pareció ser falangista.

Sin embargo, tras la derrota de Stalingrado, se produjo un primer cambio histórico: Franco alejó a los ministros más identificados con el falangismo y más próximos a los países del Eje (en especial Serrano Suñer) y empezó a apoyarse en los sectores exclusivamente católicos. A partir  de 1943 se abre un período en el que el franquismo fue sobre todo un “nacional-catolicismo”. Esto debería de durar hasta 1956 cuando, las necesidades del desarrollo económico (España no recibió fondos del Plan Marshall) unido a la situación propia del a Guerra Fría, indujeron a la firma de los acuerdos con los EEUU. El presidente Eisenhower viajó a España y abrazó a Franco y, a partir de ese momento, el peso de los nacional-católicos en el régimen fue en disminución.

En efecto, a partir de 1956 se inicia el período “desarrollista” en la historia de España. Entonces lo que hacen falta son técnicos y expertos y el franquismo los obtiene en las filas de una organización seglar formada por el sacerdote Escribá de Balaguer, fundador del Opus Dei. Entre 1939 y 1956, el Opus había situado a sus fieles en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas y al frente de distintas universidades constituyendo el principal vivero de técnicos a los que el franquismo recurrió cuando se trató de redactar los tres Planes de Desarrollo que se prolongarían entre 1958 y 1973. La componente principal del franquismo dejó pues de ser nacional-católica para pasar a ser “tecnocrática”.

Así pues, no hubo “un” franquismo, sino “varios”: el falangista-imperial, el nacional-católico y el tecnocrático. Y en cada uno de ellos, Franco se apoyó en fuerzas políticas y sociales diferentes (en los falangistas, en los “propagandistas católicos” y en los miembros del Opus Dei) que, por lo demás, se odiaban profundamente y recelaban unas de otras. El único nexo de unión entre todas ellas era la figura de Franco.

Por un balance del franquismo en la historia de España


Es evidente que el franquismo fue una forma de “adaptacionismo político” permanente, basado en un pragmatismo circunstancial. ¿Qué supuso ese período en la historia de España? Algo muy simple: fue el período en el que el país pasó del subdesarrollo a la modernidad. Para ello fue preciso concentrar esfuerzos en la reconstrucción económica y en recuperar el tiempo perdido a lo largo de las interminables guerras civiles del siglo XIX, luego con la frustración nacional a raíz de la pérdida de Cuba y Filipinas a manos de los EEUU en la guerra de 1898, a la que siguió la inestabilidad política permanente que llevó a la guerra civil de 1936-39. En 1939, España era un país subdesarrollado, con inmensas bolsas de pobreza, una industria ubicada solamente de manera significativa en Catalunya y Euzkadi y con una economía basada fundamentalmente en el “sector primario”, sin apenas servicios.

A diferencia de otros países europeos, España permaneció al margen de los destrozos de la II Guerra Mundial, pero al concluir, también se vio excluida de las ayudas a la reconstrucción, situación que se agravó entre 1946 y 1953 con el aislamiento internacional decretado por Naciones Unidas. Para recuperar el tiempo perdido, el franquismo concentró el poder, planificó la economía a largo plazo y evitó que las luchas políticas entre partidos añadieran un factor más de inestabilidad al atraso endémico que se padecía.

A partir de finales de los años 50 y hasta la primera crisis del petróleo (1973) se genera en España un tejido industrial que produce una primera acumulación de capital importante y problemas de superproducción. En ese momento, la peculiar y anómala situación política de España en relación a las democracias europeas, excluía el ingreso en el Mercado Común, lo que suponía un límite para el naciente capitalismo español. En 1972, los sectores más lúcidos del régimen franquista –y en especial el Almirante Carrero Blanco, vicepresidente del gobierno que sería asesinado por ETA en diciembre de 1973- ya preveían que el régimen debería evolucionar para poder homologarse a otros países europeos.

De ahí que en 1975, cuando Franco muere, la transición se realizara en apenas siete años. Contrariamente a lo que sostiene la mitología oficial, el período que va entre el 20 de noviembre de 1975 (fecha de la muerte de Franco) y el 23 de febrero de 1981 (golpe de Estado frustrado) constituyó uno de los períodos más turbulentos en la historia de España con una agitación constante en la calle, 200 muertos por terrorismo, por choques entre fracciones políticas o en enfrentamientos con la policía. Sin embargo, en 1983 el PSOE (amamantado por la Fundación Ebert dependiente del SPD) llega el poder y saltan los últimos obstáculos para que España pueda entrar en el Mercado Común como antes lo había hecho en la OTAN.

El nacional-catolicismo en la extrema-derecha

A mediados de los años 60, un grupo de católicos polarizados por Blas Piñar López, fundaron la revista “Fuerza Nueva”. Su ideología era inequívocamente nacional-católica, esto es, se identificaban con el franquismo, pero no en su período desarrollista y tecnocrático, ni con el período falangista-imperial, sino con esa etapa en la que el franquismo recurrió al catolicismo para gobernar el país. Franco, aun siendo católico, y teniendo en alta estima a Blas Piñar nunca lo situó al frente de un ministerio. El Instituto de Cultura Hispánica (sin poder político) fue la única institución que dirigió el notario nacido en Toledo. Franco incluyó el nombre de Blas Piñar entre los diputados elegidos directamente por él en el particular concepto franquista del parlamento (la “democracia orgánica” que excluía a los partidos políticos y nombraba diputados en función de “tres tercios”: el familiar –los cabezas de familia-, el sindical –los representantes de los sindicatos- y el corporativo –las distintas instancias de la sociedad civil- a los que se añadían unos cuantos más nombrados directamente por Franco).

La ideología de Blas Piñar era, pues, nacional-católica. En 1976 los planteamientos religiosos de Fuerza Nueva apenas eran compartidos por 3 obispos y por entre un 2 y 3% de la sociedad española. Blas Piñar llegó a invitar a monseñor Lefevbre a oficiar misa en los locales de Fuerza Nueva, identificándose implícitamente con sus posiciones (y ocasionando una pequeña escisión del sector “vaticanista”). Para colmo, para Blas Piñar, política y religión debían ir íntimamente unidos (algo que el Vaticano en ese momento rechazaba). En el discurso político de Blas Piñar su concepción integrista del catolicismo siempre tuvo un peso excesivo, en un momento en el que la sociedad española se iba laicizando profundamente.

Esto, unido a una imagen inoportuna (formaciones paramilitares uniformadas con desfiles), a una incapacidad absoluta para redactar un programa estratégico que fue más allá del retorno al franquismo, y, además, al descontrol absoluto de la militancia que protagonizó reiterados episodios de violencia (algunos inducidos pero otros muchos más por iniciativa propia y falta de capacidad de los mandos para controlar a sus propias bases) llevó a la esterilidad absoluta a Fuerza Nueva que llegó a contar con 30.000 afiliados y a una difusión aun mayor de su semanario. Los resultados obtenidos en 1977 fueron pobres y solamente mejoraron en 1979 cuando el propio Blas Piñar fue elegido diputado. Perdería el escaño cuatro años después. Al verse privado de su acta de diputado y, por tanto, de su inmunidad parlamentaria, terminó disolviendo el partido el 20 de noviembre de 1983: “La patronal nos ha abandonado, el ejército nos ha abandonado, la Iglesia, nuestra madre, nos ha abandonado…” fueron las razones para esta drástica decisión.

Contra todo pronóstico, cuatro años después, Blas Piñar reconstruyó el partido esta vez con el nombre de “Frente Nacional”, sin que existieran apenas cambios en relación al modelo original. La única variación fue que se excluyeron los uniformes y las formaciones paramilitares…  En realidad Frente Nacional fue una fotocopia reducida de Fuerza Nueva que tras sucesivos descalabros electorales y en medio de una pérdida creciente de votos, se extinguió en 1996, cuando Blas Piñar volvió a disolver el partido sin más explicaciones.

La tercera reencarnación política de Fuerza Nueva tuvo lugar a principios del milenio cuando el yerno de Blas Piñar, López Diéguez creó Alternativa Española, definida como “social-cristiana”. Aquí si que se produce cierta mutación en relación al modelo original. Ya no se insiste en la “unión de la Iglesia y del Estado”, pero la componente católica sigue pesando de manera decisiva. En realidad, tanto este partido como Familia y Vida, surgida de medios carlistas y de asociaciones católicas, tienen prácticamente como único caballo de batalla la lucha contra el aborto.

Numéricamente se trata de grupos muy reducidos y con poco nivel de militancia. Hasta ahora sus resultados electorales han sido extremadamente menguados y no se corresponden con la inversión realizada (en torno 1.200.000 de euros en las últimas elecciones europeas, para cosechar 19.000 votos en lo que constituye la peor relación inversión/voto de la política española).

A pesar de cultivar las relaciones en los medios conservadores europeos, AES no logra tener atractivo para el electorado, seguramente porque sus planteamientos extremadamente moderados, son demasiado similares a los de la derecha liberal (el Partido Popular). El gran error de cálculo de AES ha consistido en pensar que los católicos se sentían incómodos dentro del PP… cuando en realidad es todo lo contrario, lo consideran la única baza para batir al humanismo-universalista de Zapatero. Por otra parte, AES no mantiene ninguna posición específica en materia de inmigración e incluso se muestra favorable a la llegada de inmigrantes andinos en la medida en que “son católicos” (en realidad pertenecen en su mayoría a confesiones cristianas y evangélicas o a sectas religiosas estilo mormones, testigos de Jehová, adventistas o pentecostales).

En ocasiones hemos aludido a AES como “partido monotemático” en la medida en que su caballo de batalla es la lucha el aborto que en el último año ha sido objeto de distintas medidas legislativas por parte del gobierno (venta libre en farmacias de la “píldora del día después”, reforma de la ley del aborto permitiendo a las chicas abortar a partir de los 16 años sin comunicarlo a los padres) daba cierta actualidad al tema. Sin embargo, la posición del PP y la de AES no son excesivamente diferentes (el PP acepta determinados supuestos para realizar abortos mientras que AES no lo acepta en ningún caso) y, en cualquier caso difíciles de percibir por el electorado que ve a los líderes del PP al frente de manifestaciones anti-aborto. La sensación de los electores y militantes del PP de que se les aproxima un nuevo período de gestión del poder, hace que en estos momentos pensar en poder atraer a sectores del PP hacia una formación minúscula que obtuvo 19.000 votos en las últimas elecciones europeas, sea una quimera.

En las actuales circunstancias, solamente un acercamiento entre los distintos grupos católicos presentes en el panorama político podría, en cierta medida, sacarlos de la marginalidad en la que se encuentran. Pero cuando se pasa a un examen directo de la realidad se percibe AES es una formación cuya militancia es de edad elevada y el hecho de que López Diéguez haya introducido modificaciones en los planteamientos nacional-católicos compartidos con su suegro Blas Piñar, no implica que hayan sido asumidos y compartidos por la afiliación; en cuanto a Familia y Vida solamente tiene vida real en períodos electorales y carece de estructura real de partido, de afiliación y de militancia; se trata simplemente de una “red social” católica con poca voluntad de imponer una presencia política, además de haber expresado reiteradamente que su único tema de agitación era la lucha antiabortista. En cuanto al tercer grupo nacional-católico, el Movimiento Católico Español, formado por un antiguo militantes de Fuerza Nueva, José Luis Corral, se trata de un grupo juvenil, con militancia inestable, que permanece en las mismas posiciones que Fuerza Nueva durante la transición y que siempre ha tenido dificultades para abandonar la etapa grupuscular a pesar de tener ya casi treinta años de vida.

La evolución de la sociedad española aconsejaría, en buena lógica –aun cuando la lógica no haya sido nunca patrimonio de la extrema-derecha española- que AES se configurara como “ala católica” de un gran partido nacional de carácter alternativo. Sin embargo, a diferencia de otros países europeos, en España la coexistencia de nacional-católicos con paganos, ateos, agnósticos, católicos moderados u otras ramas del cristianismo siempre ha sido imposible.

En efecto, este sector parte de la base de que la historia de España se identifica con el catolicismo, por tanto, la única manera de “ser español” es siendo católico… y demostrándolo. Ese modelo de la identidad española (generado entre los historiadores católicos del último tercio del siglo XIX y promovido por el franquismo al rango de verdad única e incuestionable: España empieza con la conversión del rey visigodo Recaredo –la Hispaniae romana queda completamente desconsiderada- y seguirá “siendo” mientras sea católica, en el momento en que el catolicismo deje de ser su componente esencial, simplemente España desaparecerá…) el catolicismo se ha incompatible con cualquier otra tendencia o con otras formas de percibir la identidad nacional.

En cuanto a las posibilidades de que algún sector de la derecha liberal (el PP) se desgaje para reforzar a AES hay también que excluirlo. En 1997 ya ocurrió algo parecido, cuando se escindieron del PP el sector más identificado con la derecha-derecha para formar el Partido de Acción Democrática, durante muchos años dirigido por el antiguo jefe de Fuerza Joven –la rama juvenil de Fuerza Nueva- hasta disolverse en 2008. Esa escisión se realizó bajo el eslogan: “Hay un camino a la derecha” (a la derecha del PP, se entiende). La realidad demostró que ese camino no existía y que el electorado de derecha se siente cómodo con esa sigla y remiso a abandonarla (tras estallar los casos de corrupción en el PP de Madrid y Valencia –Caso Gürtel por el nombre del principal implicado Francisco Correa- este partido mejoró sus resultados electorales en esas comunidades a pesar de que los titulares de la prensa denunciaban la existencia de una trama de corrupción en torno a esa sigla).

Así pues, las posibilidades de AES son: o bien agrupar a las distintas siglas católicas en una opción “social-cristiana” de dudoso porvenir electoral, o configurarse como “ala” de un partido político más amplio y cuyos caballos de batalla vayan más allá del antiabortismo, opción también difícil a la vista del “exclusivismo” del catolicismo español y de su incapacidad para tener compañeros de viaje que no compartan su visión fundamentalista de la religión.

El sector identitario o anti-inmigración


Este sector está identificado con las tesis de la “autonomía histórica”, por tanto, ni se considera franquista, ni falangista, ni carlista. Habitualmente utiliza para autocalificar su opción como “patriotismo social” entendiendo por tal una forma de patriotismo que considera que los hijos de una misma tierra tienen derechos preferenciales en relación a la inmigración. El “patriotismo social” se identifica, pues, con el sector anti-inmigración. Dado, además, que definir lo que es una “patria” (y, por consiguiente, lo que implica el patriotismo) implica definir una “identidad”, este sector puede ser llamado también identitario.

Hay dos grandes líneas en este sector: la “catalana” y la “valenciana” en la medida en que en estas dos regiones se ubican las dos formaciones más significativas de esta corriente. En Catalunya está presente la Plataforma per Catalunya dirigida por un ex militante de Fuerza Nueva y del Frente Nacional, Josep Anglada y en Valencia está presente España 2000 con José Luis Roberto, Rafael Ripoll, Samuel Azor, Antonio Ocio, etc. Ambos grupos disponen de concejales en municipios importantes (Vic, Olot, Vendrell para la PxC y Silla y Onda para E2000). A pesar de que entre sus dirigentes existen buenos lazos de amistad y una relación fluida, nunca hasta ahora se han tomado contactos que lleven a acuerdos orgánicos. Simplemente E2000 recomienda a su militancia en Catalunya que se afilie a PxC.

A decir verdad, las imágenes de ambos grupos son diferentes. PxC tiene una imagen poco vinculada a la extrema-derecha clásica, mientras que E2000 procede de esa extrema-derecha clásica pero al haber adoptado las tesis de la “autonomía histórica” está en fase de reconversión.

Las perspectivas para la PxC son la participación en las próximas elecciones autonómicas catalanas con posibilidades de obtener un representante por las comarcas de la Catalunya Interior. Este partido centra prácticamente todos sus esfuerzos en la denuncia del proceso de pérdida de la identidad catalana y en la protesta contra la inmigración masiva. Catalunya es la zona del Estado en donde se concentran una inmigración superior al millón (el 20% de la población catalana) y procedente de países islámicos (Marruecos, Argelia, Pakistán, África negra).

En cuanto a E2000 fue hasta 2007 un grupo con implantación en Valencia. En los últimos años ha logrado extenderse a toda la Comunidad Valenciana, a Madrid y a otras localidades contando en estos momentos con 32 juntas locales. En la Comunidad Valenciana es con mucho la organización mejor implantada. Entre el 2 y el 12 de octubre de 2009 realizó cuatro movilizaciones en la calle (una marcha cívica contra el paro, un cuerpo de manifestación propio en el Día del País Valenciano), una caravana de coches que agrupó a casi un centenar de vehículos y una gran manifestación el día 12-O que se desarrollaron sin incidentes.

Tras las elecciones europeas, E2000, Frente Nacional (ex FE-La Falange) y el MSR constituyeron una mesa coordinadora que desde entonces ya ha dado sus primeros frutos, como cristalización de la teoría de las “tres áreas”. El caballo de batalla del eje E2000-FrN (que están en estos momentos en proceso de unificación) es la tríada: inmigración – crisis económica – corrupción. Los dos documentos publicados hasta ahora sobre estos temas, demuestran la coherencia de las posiciones de este bloque que en el momento de escribir estas líneas estudia la estrategia más adecuada para “desembarcar” en Madrid, en donde el FrN aporta una base militante real.

El análisis de este bloque considera que la actual crisis económica en España mutará en “crisis social” (en estos momentos hay cinco millones parados, el 20% de la masa laboral, con 6.500.000 de inmigrantes de los que solamente 1.450.000 trabajan regularmente). La prolongación inevitable de la crisis social (el modelo económico español está basado en el turismo y la construcción los dos sectores más golpeados por la crisis y que nunca más volverán a alcanzar el volumen que tuvieron hasta hace dos años)  hará que nuevamente mute y se transforme en una crisis política, conmoviendo el sistema construido en la transición española. Si este es el análisis, la estrategia consiste en realizar un trabajo político en profundidad en barrios y medios sociales golpeados aportando soluciones al problema de la inmigración (contención del fenómeno, repatriación de excedentes y de inmigrantes en paro de larga duración), la crisis económica (relocalización industrial, denuncia de los acuerdos suscritos con la Organización Mundial del Comercio y rotura de la globalización por parte de un “espacio económico euro-ruso integrado”) y la corrupción (mayores penas, responsabilidad subsidiaria de los partidos en los casos de corrupción protagonizados por sus cargos públicos y regeneración democrática del país).

Desde el punto de vista táctico estos planteamientos se completan con trabajo de agitación y propaganda en los barrios en donde estos problemas están vivos y presentes cotidianamente e implican entre otras medidas, el trabajo dentro de los sindicatos independientes, y las campañas reiteradas sobre estos caballos de batalla.

Para el sector identitario la cita definitiva son las elecciones municipales de 2011 a las que se llegará con un gran partido identitario FrN-E2000, que inevitablemente irá satelizando a los grupos menores. En la concepción de sus impulsores, dentro de este partido tienen cabida distintas sensibilidad, incluida la católica y lo que se recomiendan a los falangistas es que pasen a constituir fundaciones destinadas a preservar su tradición y su legado ideológico, pero se abstengan de hacer campañas políticas con sus siglas a la vista de que su imagen y estilo no logra penetrar nunca en el electorado ni en la población. Dentro de ese gran partido que se prevé en el horizonte los falangistas serían otra “sensibilidad”, mientras mantendrían fuera del partido una estructura, bajo la forma de Fundación, que les permitiría actuar a nivel cultural.

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Tal es el mapa político de la extrema-derecha española cuando se va a cumplir el 34 aniversario de la muerte de Franco y en medio de una crisis económica sin precedentes en la historia de España.

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