Infokrisis.- Los “autóctonos” cada vez somos menos, los inmigrantes cada vez son más. Nuestro gobierno y nuestros medios de comunicación practican la política del avestruz: cuando aparece un peligro en el horizonte prefieren esconder la cabeza antes que afrontarlo. Como si la fiebre del enfermo bajara por el mero hecho de romper el termómetro. De todos los problemas que se van acumulando hay uno que produce particular intranquilidad: la perspectiva demográfica que tenemos por delante, máxime tras conocer los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística. A pesar de que el gobierno maquilla las cifras, estamos ya por encima de los 7.000.000 de inmigrantes, lo que supone un 15% de la población total. En apenas 20 años serán prácticamente el doble (un 30%) uniendo a los nuevos llegados, su tasa demográfica desbordante. En 2040-50 la mitad del país estará compuesta por gentes llegadas de fuera y étnicamente no pertenecientes al área europea. Se engañan quienes creen que todo seguirá igual. La demografía es la peor pesadilla de los gobiernos españoles; por eso prefieren ignorar el problema.
Recientemente, el diario barcelonés La Vanguardia, publicó una comparativa entre las predicciones demográficas realizadas en 2000 y la realidad de 2009. El subtítulo del artículo era: “Las predicciones del 2000 no adivinaron el gran crecimiento de la inmigración”. En efecto, en el año 2000 se hizo la primera prospección demográfica para los siguientes diez años. Entonces aún era válido en Catalunya el eslogan "Som sis milions" (somos seis millones, alusión al número de habitantes de aquella autonomía en ese momento). La previsión indicaba se llegaría a los 6,4 millones de habitantes en diez años. Sin embargo, el 1 de enero del 2008 se habían superado los 7,24 millones de habitantes, en total 1.242.000 “catalanes” más. Se había producido una desviación ¡tres veces superior a la prevista!
¿Qué había ocurrido? ¿Por qué una previsión demográfica había fallado tan estrepitosamente, siendo la estadística una ciencia exacta? Además, en el año 2000, en Catalunya ya era evidente que estaban llegando desde 1996 contingentes masivos de inmigración que habían construido sus primeros guetos en zonas del cinturón metropolitano. La proyección no había sido realizada por una institución lejana sino por el Institut d’Estadística de Catalunya (IEC) que no podía ignorar la mutación que empezaba a sufrir aquella autonomía.
La tasa demográfica creció mucho más de lo previsto por el IEC, a pesar de que el primer niño nacido en Catalunya en el 2000 ya era marroquí e incluso se habían producido los primeros incidentes entre inmigrantes y población autóctona en Ca’n Oriach. Una institución como el IEC que debería de trabajar con criterios científicos, no podía olvidar introducir en sus estudios de prospectiva constantes relativas a la inmigración que modificarían obvia y extraordinariamente sus previsiones.
Sin embargo nadie apreció que la tasa de fecundidad pasaría de 1,18 hijos por mujer en 2000 a 1,46. El único elemento nuevo al que se le puede científicamente atribuir ese aumento de la natalidad es la inmigración. Los datos aportados por La Vanguardia y extraídos del anuario del IEC así permiten constatarlo fácilmente: entre el 1 de enero de 2002 y el 31 de diciembre de 2007 llegaron a Catalunya 735.000 inmigrantes… y si añadimos lo que ya había llegado antes de esa fecha y lo que llegó después estamos ante 1.350.000-1.450.000 inmigrantes, lo que supone un 20% de la población catalana, cifra que, por todos los medios la Generalitat pretende evitar reconocer. A esto se une, además que desde 1996 –cuando se inició la oleada migratoria- Catalunya ha ido perdiendo una media de 5.000 ciudadanos autóctonos que se han ido trasladando cada año a otras autonomías.
La Generalitat oficialmente reconoce hoy sólo la presencia de 1.150.000 inmigrantes… cifra que, que data de principios de 2008 y de contabilizar solamente a empadronados, cuando a esta cifra habría que sumar los no empadronados y los que han llegado a lo largo de todo el 2008 y el 2009… que nos dan esa cifra de 1.350.000-1.450.000 inmigrantes a la que hemos aludidoantes. En 2000 se enunciaron proyecciones demográficas erróneas y ahora se ocultan 250.000 inmigrantes. ¿Error deliberado o involuntario? No existe “excepción catalana”, en otras autonomías ocurre exactamente lo mismo.
En 2000 y mucho más ahora en plena crisis económica, el maquillado de las cifras sobre inmigración, tanto en Catalunya como en el resto del Estado, ha sido reiteradamente justificado para no crear “alarma social” y, mucho más en Catalunya a la que le cabe el dudoso honor de tener una inmigración mayoritariamente islámica… provista de una tasa de reproducción más alta. En España las estadísticas oficiales no se rigen por criterios científicos, sino por necesidades de gobierno.
La demografía islámica: conquista silenciosa
Hasta no hace mucho, la Libia del coronel Ghadaffi era uno de los grandes exportadores de terrorismo islámico a todo el mundo. El Caso Lockerbie está ahí para recordar aquel período siniestro. Sin embargo hace tres años, Ghadaffi cambió de orientación. A nadie en Europa le interesaron los motivos por los que renunció al uso del terrorismo. Y son significativos por que el mandatario libio lo explicó: “Alá garantiza la victoria islámica en Europa sin espadas. Los 50 millones de islamistas que viven en Europa lo convertirán en un continente islámico en poco tiempo”. Efectivamente, ¿para qué desenvainar la espada?
Las cifras en toda Europa son absolutamente escalofriantes y parecen no importar a nuestros gobiernos tan solo preocupados por captar el voto islámico. Repasemos la situación: en Bélgica el 25% de los jóvenes menores de 20 años son islamistas, pero el 50% de los recién nacidos hoy ya nacen en esa religión; en el 2029 el 50% del país será islamista. En Holanda las cosas están todavía peor: hoy el 50% de los bebés ya nacen islamistas y en 15 años el 50% de los residentes en aquel país será islamista. Gran Bretaña, por su parte, tenía en 1979 a 80.000 islamistas, hoy son 2.500.000 que acuden regularmente al millar de mezquitas, buena parte de la cual antes eran iglesias católicas o anglicanas. En Francia la situación es espeluznante: mientras la población francesa tiene una tasa de natalidad de 1,8 hijos por pareja, los islamistas tienen una tasa de ¡8,1 hijos por pareja!; en el sur de Francia ya existen más mezquitas que iglesias católicas; el 30% de los menores de 20 años son islamistas y en ciudades como Niza, Marsella o París, llegan al 45%. De seguir así las cifras, en 2059 Francia será una república islámica. En España, naturalmente, no hay cifras, pero la presencia de 1.250.000 islamistas magrebíes, subsaharianos y paquistaníes no da lugar al optimismo como veremos más adelante.
En todo el continente existen hoy 50 millones de islamistas que se habrán convertido en 102 en 50 años, incluso aun cuando no llegaran más inmigrantes al continente (…y siguen llegando). Las cosas son todavía más dramáticas si tenemos en cuenta que desde 1990 el 90% del crecimiento demográfico en la UE se ha debido a los islamistas.
Los demógrafos progresistas sostienen que las elevadas tasas de natalidad se deben al subdesarrollo y al analfabetismo. Dadas las malas condiciones de vida del tercer mundo, no basta con dos hijos por familia para asegurar el futuro, sino que es preciso recurrir a muchos hijos, de los cuales algunos morirán siendo niños, durante el parto o poco después. En el momento en que los islamistas se integren en los parámetros de la cultura europea –nos explican los demógrafos progresistas como Emmanuel Todd- esas elevadas tasas de natalidad irán descendiendo. Así pues, el énfasis hay que colocarlo en la “integración”. Error garrafal: los islamistas vienen llegando a Europa desde hace más de 30 años. Deberían haber tenido ocasión de “integrarse” y moderar sus tasas demográficas: no ha ocurrido ni remotamente eso, sino todo lo contrario. Se han ido reforzando en su identidad y, los subsidios por recién nacido, han servido para estimular todavía más la natalidad. En Francia se ha conocido el caso de un camerunés con tres esposas y 24 hijos, cifra record pero no muy alejada de miles que tienen entre 8 y 12 hijos, a los que el Estado acomoda en pisos gratuitos y a los que da jugosos subsidios por hijo que hacen innecesario el trabajo.
¿Por qué es importante atender a las tasas de natalidad? Por que la historia demuestra que para que una cultura sea “viable” (es decir pueda transmitirse de padres a hijos) debe tener una tasa de natalidad superior a 2,11 hijos por pareja. Si tiene cifras inferiores, tiende a decaer y por debajo de 1,3 se extingue en menos de un siglo y se discute si hoy es posible recuperarse en tasas de natalidad inferiores a 1,9. La comunidad autóctona tiene en España una tasa demográfica de 1,1…
Si dos parejas (4 personas) tienen una tasa fecundidad de “1” esto querrá decir que tienen un hijo por pareja, es decir que 4 personas se convertirán en 2 en una generación. Si esta tasa se mantiene y estos dos nacidos, al adquirir edad fértil, tienen solamente un hijo, al cabo de 50 años (2 generaciones) las 4 personas iniciales se habrán convertido en 1. Imaginemos lo contrario: si 4 personas de religión islámica tienen una tasa de fertilidad de 6, esto querrá decir que dos parejas tendrán sumadas 12 hijos y al cabo de otra generación ya serán 36. Los cuatro islamistas iniciales habrán pasado a ser 36, mientras que los 4 europeos se habrán convertido en 1… ¿Alguien cree que nada va a cambiar en Europa en los próximos 50 años en un continente con mayoría islámica? Si, nuestra clase política que mira a otro lado.
La peor noticia de 2009: 40.000 inmigrantes más al mes
Durante año y medio el gobierno y los medios han ido alimentando una ficción: que la inmigración estaba retornando. Incluso establecieron flamante “Plan de Retorno Voluntario” para estimular la repatriación a la vista de que el mercado de trabajo español visiblemente no puede integrarlos. Por una parte los inmigrantes estaban retornando y por otro no llegaban más o llegaban en una cantidad mínima. En gobierno afirmó por activa y por pasiva que en todo el 2009 apenas iban a llegar 200.000 inmigrantes, añadiendo que la mayoría entrarían a España de manera legal. En 2007 habían entrado 600.000 (que, finalmente fueron 716.257 para el Eurostad y 958.000 para un estudio del INE); en 2008, según el gobierno descendió a 400.000 (que luego han resultado ser 443.930), de tal manera que los 200.000 esperados para este año certificaban una obvia desaceleración. Todo era mentira.
Lo hemos sabido el sábado 14 de noviembre, cuando, seguramente por un fallo de coordinación entre oficinas paraestatales, al Instituto Nacional de Estadística se le escapó el dato capital para entender la situación actual de la inmigración en España. Copiamos la noticia de El Confidencial: “En concreto, y según las estimaciones del INE, durante los primeros nueves meses del año nada menos que 371.226 inmigrantes se han inscrito en los distintos padrones municipales. La horquilla se ha movido entre los 45.072 inmigrantes que se inscribieron en el mes de marzo y los 35.148 registrados en agosto, lo que da idea de la intensidad del fenómeno migratorio. Esto significa que cada mes se inscriben (como media) 41.247 inmigrantes en los registros oficiales, lo que ha sorprendido a los estudiosos en cuestiones de inmigración, que esperaban un reflujo más importante en la entrada de inmigrantes en un contexto económico tan negativo como el actual: la mayor recesión en medio siglo”.
Una media de 41.247 al mes implica que en 2009 entrarán 494.964. Medio millón de personas que es ¡la misma cifra de inmigrantes que ha entrado como promedio en los últimos 14 años, los grandes años del “crecimiento económico”!
Algunos, ciertamente, retornan. Nuevamente copiamos de la agencia AP y pegamos: “Cerca de 9.000 personas, casi todas ellas de origen latinoamericano, solicitaron acogerse al plan de retorno voluntario para inmigrantes desempleados, que contempla el abono acumulado y anticipado de la prestación por desempleo”. Según los números facilitados por el gobierno, las 8.724 solicitudes cursadas fueron en un 44% de ciudadanos ecuatorianos y en un 18% de colombianos. La cuantía media de las prestaciones por desempleo recibidas por los extranjeros ascendió a 9.148 euros (13.588 dólares) por persona. Se ha tratado de un nuevo traspié del gobierno que esperaba que retornara algo más del doble… como si el retorno de 20.000 inmigrantes hubiera supuesto algo en relación a los más de 7.000.000 que han ido llegando desde 1996.
Obviamente retornan otros sin acogerse al “Plan de Retorno Voluntario”… Este año han faltado 316.873 en los padrones municipales, pero ¿han retornado? Sólo algunos: los que ya disponen de doble nacionalidad y por tanto pueden entrar y salir con pasaporte español. Si el mercado de trabajo está mal aquí se van a su país de origen y si luego oyen que en España remonta, vienen de nuevo. Son, en cierto sentido, unos privilegiados. Pero no todos. Cada año hay desfases en el padrón en relación al anterior, sin que se hayan producido modificaciones reales, debido a que los inmigrantes están obligados a inscribirse en el padrón municipal y luego a renovar su inscripción cada año… sin embargo, a partir del primer año, cuando obtienen la tarjeta sanitaria y la inscripción en la escuela de sus hijos o en la asistencia social, pueden prescindir completamente de renovar su inscripción, algo que hacen, especialmente los extranjeros residentes en España procedentes de la Unión Europea.
Lo más terrible es que da la sensación de que el propio gobierno ignora las cifras. Los datos de las inscripciones en el padrón municipal se conocen varios meses después de haberse producido las altas. Por otra parte, es rigurosamente cierto que se trata de una cifra que se presta a equívocos: existen muchos inmigrantes que no renuevan su padrón y otros que han entrado ilegalmente que no juzgan necesario inscribirse. Por tanto, en estos momentos, el gobierno ignora completamente la cantidad de inmigrantes que han decidido vivir en España, pero, en cualquier caso, debe estar en torno a los 7.000.000 según los más optimistas, aproximándose a los 7.500.000 para los más pesimistas. Tampoco hay que olvidar que en torno a 350.000 han obtenido la nacionalidad española en los últimos años desapareciendo de las listas de inmigración y reapareciendo como por encanto en la de “nacionales”.
¿Hasta cuándo aumentará la inmigración?
El pasado 20 de noviembre, varios medios de comunicación publicaron la noticia de que a población española llegará a principios de 2010 a los 46 millones de habitantes, cinco más que en 2002, aumento debido únicamente a la inmigración. Para restar dramatismo a la noticia (si antes de 2002 estaban presentes 2.500.000 de inmigrantes, una simple suma demostraría sin mucha dificultad que estamos por encima de los 7.000.000 de inmigrantes) se añadía que la llegada de inmigrantes se había “frenado”, moderándose el crecimiento del 1’20% en 2008 al 0’4 en 2019… Se reconocía eso sí que entre 2002 y 2008 el crecimiento demográfico de nuestro país se ha debido hasta un 92% a la inmigración.
Llama la atención que estas cifras del INE reconocieran que en 2007 llegaron casi un millón de inmigrantes (958.000) y se felicitaran de que en 2009 solamente lo hicieran 400.000 (si bien, una semana antes, el propio INE había dado como media la entrada de 40.000 inmigrantes mes en España en 2009, lo que hace un total de 480.000). De todas formas el INE no podía dejar de reconocer el impacto extraordinario de la inmigración sobre la natalidad de nuestro país. La edad media en el que las mujeres empezaban a tener hijos era de 31 años, añadiéndose “gracias a la inmigración”. En atención a lo políticamente correcto y a imitación de Francia, no se daban cifras por grupos étnicos. Tampoco hacía falta: estaba claro que cada vez los autóctonos somos menos y más mayores y los recién llegados más y con menos edad.
Es sorprendente que estas monstruosas cifras de llegada de inmigrantes no sean presentadas como dramáticas señales de alerta: el casi medio millón de inmigrantes que llegará en plena crisis económica a España, si bien supone un descenso en relación a 2007 (año récord de la inmigración), corresponde a la media de inmigrantes que ha llegado a España en los últimos 14 años: 450.000 inmigrantes cada año ¿dónde está la buena noticia? ¿no es una tragedia admitir a medio millón de inmigrantes que será imposible acomodar en el mercado de trabajo y deberán vivir de la delincuencia o de la caridad pública?
Otro dato interesante era el relativo al envejecimiento de la población: en los próximos 10 años el segmento que más va a aumentar son los mayores de 64 (habrá 1,29 millones más), que pasarán de representar el 16,6% al 19% en 2019. La esperanza de vida continuará creciendo, más para los hombres -casi dos años- que para las mujeres, que con 1,6 años más llegarán a los 85 años. Ellos, a los 79. La edad media de los inmigrantes, en cambio, se sitúa en los 31.
Las cifras publicadas por INE el 20-N no han sido más que una estadística de urgencia publicada para restar dramatismo a la información publicada sólo una semana antes (el 14 de noviembre) en la que se informaba de que en plena crisis y con una deuda pública disparada seguían llegando inmigrantes atraídos, no por inexistentes posibilidades de trabajo, sino por el sistema de coberturas, subsidios y garantías sociales de nuestro país.
Es significativa la forma con que las agencias de prensa internacionales recogieron la noticia. Associated Press titulaba la noticia: “España prevé descenso de inmigrantes en los próximos 10 años”… La agencia norteamericana evitaba dar cifras: el titular era lo que contaba y tanto en Europa como en los EEUU lo políticamente correcto consiste en difundir noticias que “quiten hierro” sobre la gravedad de la actual oleada migratoria.
Leyendo todos los informes del INE se percibe que la esperanza de que la inmigración disminuya su flujo de llegada a España no se apoya en ningún dato sociológico interpretado científicamente, sino que es meramente una opinión. El INE en España no es más que un espejo distorsionador de la realidad de la inmigración en España, en lugar de un organismo especializado en aportar fotografías instantáneas de la sociedad española que permitan percibir su realidad en cada momento. Esta es la España de ZP, la España del maquillaje estadístico y de la política del avestruz. Mientras el país camina con paso firme hacia el precipicio.
Recientemente, el diario barcelonés La Vanguardia, publicó una comparativa entre las predicciones demográficas realizadas en 2000 y la realidad de 2009. El subtítulo del artículo era: “Las predicciones del 2000 no adivinaron el gran crecimiento de la inmigración”. En efecto, en el año 2000 se hizo la primera prospección demográfica para los siguientes diez años. Entonces aún era válido en Catalunya el eslogan "Som sis milions" (somos seis millones, alusión al número de habitantes de aquella autonomía en ese momento). La previsión indicaba se llegaría a los 6,4 millones de habitantes en diez años. Sin embargo, el 1 de enero del 2008 se habían superado los 7,24 millones de habitantes, en total 1.242.000 “catalanes” más. Se había producido una desviación ¡tres veces superior a la prevista!
¿Qué había ocurrido? ¿Por qué una previsión demográfica había fallado tan estrepitosamente, siendo la estadística una ciencia exacta? Además, en el año 2000, en Catalunya ya era evidente que estaban llegando desde 1996 contingentes masivos de inmigración que habían construido sus primeros guetos en zonas del cinturón metropolitano. La proyección no había sido realizada por una institución lejana sino por el Institut d’Estadística de Catalunya (IEC) que no podía ignorar la mutación que empezaba a sufrir aquella autonomía.
La tasa demográfica creció mucho más de lo previsto por el IEC, a pesar de que el primer niño nacido en Catalunya en el 2000 ya era marroquí e incluso se habían producido los primeros incidentes entre inmigrantes y población autóctona en Ca’n Oriach. Una institución como el IEC que debería de trabajar con criterios científicos, no podía olvidar introducir en sus estudios de prospectiva constantes relativas a la inmigración que modificarían obvia y extraordinariamente sus previsiones.
Sin embargo nadie apreció que la tasa de fecundidad pasaría de 1,18 hijos por mujer en 2000 a 1,46. El único elemento nuevo al que se le puede científicamente atribuir ese aumento de la natalidad es la inmigración. Los datos aportados por La Vanguardia y extraídos del anuario del IEC así permiten constatarlo fácilmente: entre el 1 de enero de 2002 y el 31 de diciembre de 2007 llegaron a Catalunya 735.000 inmigrantes… y si añadimos lo que ya había llegado antes de esa fecha y lo que llegó después estamos ante 1.350.000-1.450.000 inmigrantes, lo que supone un 20% de la población catalana, cifra que, por todos los medios la Generalitat pretende evitar reconocer. A esto se une, además que desde 1996 –cuando se inició la oleada migratoria- Catalunya ha ido perdiendo una media de 5.000 ciudadanos autóctonos que se han ido trasladando cada año a otras autonomías.
La Generalitat oficialmente reconoce hoy sólo la presencia de 1.150.000 inmigrantes… cifra que, que data de principios de 2008 y de contabilizar solamente a empadronados, cuando a esta cifra habría que sumar los no empadronados y los que han llegado a lo largo de todo el 2008 y el 2009… que nos dan esa cifra de 1.350.000-1.450.000 inmigrantes a la que hemos aludidoantes. En 2000 se enunciaron proyecciones demográficas erróneas y ahora se ocultan 250.000 inmigrantes. ¿Error deliberado o involuntario? No existe “excepción catalana”, en otras autonomías ocurre exactamente lo mismo.
En 2000 y mucho más ahora en plena crisis económica, el maquillado de las cifras sobre inmigración, tanto en Catalunya como en el resto del Estado, ha sido reiteradamente justificado para no crear “alarma social” y, mucho más en Catalunya a la que le cabe el dudoso honor de tener una inmigración mayoritariamente islámica… provista de una tasa de reproducción más alta. En España las estadísticas oficiales no se rigen por criterios científicos, sino por necesidades de gobierno.
La demografía islámica: conquista silenciosa
Hasta no hace mucho, la Libia del coronel Ghadaffi era uno de los grandes exportadores de terrorismo islámico a todo el mundo. El Caso Lockerbie está ahí para recordar aquel período siniestro. Sin embargo hace tres años, Ghadaffi cambió de orientación. A nadie en Europa le interesaron los motivos por los que renunció al uso del terrorismo. Y son significativos por que el mandatario libio lo explicó: “Alá garantiza la victoria islámica en Europa sin espadas. Los 50 millones de islamistas que viven en Europa lo convertirán en un continente islámico en poco tiempo”. Efectivamente, ¿para qué desenvainar la espada?
Las cifras en toda Europa son absolutamente escalofriantes y parecen no importar a nuestros gobiernos tan solo preocupados por captar el voto islámico. Repasemos la situación: en Bélgica el 25% de los jóvenes menores de 20 años son islamistas, pero el 50% de los recién nacidos hoy ya nacen en esa religión; en el 2029 el 50% del país será islamista. En Holanda las cosas están todavía peor: hoy el 50% de los bebés ya nacen islamistas y en 15 años el 50% de los residentes en aquel país será islamista. Gran Bretaña, por su parte, tenía en 1979 a 80.000 islamistas, hoy son 2.500.000 que acuden regularmente al millar de mezquitas, buena parte de la cual antes eran iglesias católicas o anglicanas. En Francia la situación es espeluznante: mientras la población francesa tiene una tasa de natalidad de 1,8 hijos por pareja, los islamistas tienen una tasa de ¡8,1 hijos por pareja!; en el sur de Francia ya existen más mezquitas que iglesias católicas; el 30% de los menores de 20 años son islamistas y en ciudades como Niza, Marsella o París, llegan al 45%. De seguir así las cifras, en 2059 Francia será una república islámica. En España, naturalmente, no hay cifras, pero la presencia de 1.250.000 islamistas magrebíes, subsaharianos y paquistaníes no da lugar al optimismo como veremos más adelante.
En todo el continente existen hoy 50 millones de islamistas que se habrán convertido en 102 en 50 años, incluso aun cuando no llegaran más inmigrantes al continente (…y siguen llegando). Las cosas son todavía más dramáticas si tenemos en cuenta que desde 1990 el 90% del crecimiento demográfico en la UE se ha debido a los islamistas.
Los demógrafos progresistas sostienen que las elevadas tasas de natalidad se deben al subdesarrollo y al analfabetismo. Dadas las malas condiciones de vida del tercer mundo, no basta con dos hijos por familia para asegurar el futuro, sino que es preciso recurrir a muchos hijos, de los cuales algunos morirán siendo niños, durante el parto o poco después. En el momento en que los islamistas se integren en los parámetros de la cultura europea –nos explican los demógrafos progresistas como Emmanuel Todd- esas elevadas tasas de natalidad irán descendiendo. Así pues, el énfasis hay que colocarlo en la “integración”. Error garrafal: los islamistas vienen llegando a Europa desde hace más de 30 años. Deberían haber tenido ocasión de “integrarse” y moderar sus tasas demográficas: no ha ocurrido ni remotamente eso, sino todo lo contrario. Se han ido reforzando en su identidad y, los subsidios por recién nacido, han servido para estimular todavía más la natalidad. En Francia se ha conocido el caso de un camerunés con tres esposas y 24 hijos, cifra record pero no muy alejada de miles que tienen entre 8 y 12 hijos, a los que el Estado acomoda en pisos gratuitos y a los que da jugosos subsidios por hijo que hacen innecesario el trabajo.
¿Por qué es importante atender a las tasas de natalidad? Por que la historia demuestra que para que una cultura sea “viable” (es decir pueda transmitirse de padres a hijos) debe tener una tasa de natalidad superior a 2,11 hijos por pareja. Si tiene cifras inferiores, tiende a decaer y por debajo de 1,3 se extingue en menos de un siglo y se discute si hoy es posible recuperarse en tasas de natalidad inferiores a 1,9. La comunidad autóctona tiene en España una tasa demográfica de 1,1…
Si dos parejas (4 personas) tienen una tasa fecundidad de “1” esto querrá decir que tienen un hijo por pareja, es decir que 4 personas se convertirán en 2 en una generación. Si esta tasa se mantiene y estos dos nacidos, al adquirir edad fértil, tienen solamente un hijo, al cabo de 50 años (2 generaciones) las 4 personas iniciales se habrán convertido en 1. Imaginemos lo contrario: si 4 personas de religión islámica tienen una tasa de fertilidad de 6, esto querrá decir que dos parejas tendrán sumadas 12 hijos y al cabo de otra generación ya serán 36. Los cuatro islamistas iniciales habrán pasado a ser 36, mientras que los 4 europeos se habrán convertido en 1… ¿Alguien cree que nada va a cambiar en Europa en los próximos 50 años en un continente con mayoría islámica? Si, nuestra clase política que mira a otro lado.
La peor noticia de 2009: 40.000 inmigrantes más al mes
Durante año y medio el gobierno y los medios han ido alimentando una ficción: que la inmigración estaba retornando. Incluso establecieron flamante “Plan de Retorno Voluntario” para estimular la repatriación a la vista de que el mercado de trabajo español visiblemente no puede integrarlos. Por una parte los inmigrantes estaban retornando y por otro no llegaban más o llegaban en una cantidad mínima. En gobierno afirmó por activa y por pasiva que en todo el 2009 apenas iban a llegar 200.000 inmigrantes, añadiendo que la mayoría entrarían a España de manera legal. En 2007 habían entrado 600.000 (que, finalmente fueron 716.257 para el Eurostad y 958.000 para un estudio del INE); en 2008, según el gobierno descendió a 400.000 (que luego han resultado ser 443.930), de tal manera que los 200.000 esperados para este año certificaban una obvia desaceleración. Todo era mentira.
Lo hemos sabido el sábado 14 de noviembre, cuando, seguramente por un fallo de coordinación entre oficinas paraestatales, al Instituto Nacional de Estadística se le escapó el dato capital para entender la situación actual de la inmigración en España. Copiamos la noticia de El Confidencial: “En concreto, y según las estimaciones del INE, durante los primeros nueves meses del año nada menos que 371.226 inmigrantes se han inscrito en los distintos padrones municipales. La horquilla se ha movido entre los 45.072 inmigrantes que se inscribieron en el mes de marzo y los 35.148 registrados en agosto, lo que da idea de la intensidad del fenómeno migratorio. Esto significa que cada mes se inscriben (como media) 41.247 inmigrantes en los registros oficiales, lo que ha sorprendido a los estudiosos en cuestiones de inmigración, que esperaban un reflujo más importante en la entrada de inmigrantes en un contexto económico tan negativo como el actual: la mayor recesión en medio siglo”.
Una media de 41.247 al mes implica que en 2009 entrarán 494.964. Medio millón de personas que es ¡la misma cifra de inmigrantes que ha entrado como promedio en los últimos 14 años, los grandes años del “crecimiento económico”!
Algunos, ciertamente, retornan. Nuevamente copiamos de la agencia AP y pegamos: “Cerca de 9.000 personas, casi todas ellas de origen latinoamericano, solicitaron acogerse al plan de retorno voluntario para inmigrantes desempleados, que contempla el abono acumulado y anticipado de la prestación por desempleo”. Según los números facilitados por el gobierno, las 8.724 solicitudes cursadas fueron en un 44% de ciudadanos ecuatorianos y en un 18% de colombianos. La cuantía media de las prestaciones por desempleo recibidas por los extranjeros ascendió a 9.148 euros (13.588 dólares) por persona. Se ha tratado de un nuevo traspié del gobierno que esperaba que retornara algo más del doble… como si el retorno de 20.000 inmigrantes hubiera supuesto algo en relación a los más de 7.000.000 que han ido llegando desde 1996.
Obviamente retornan otros sin acogerse al “Plan de Retorno Voluntario”… Este año han faltado 316.873 en los padrones municipales, pero ¿han retornado? Sólo algunos: los que ya disponen de doble nacionalidad y por tanto pueden entrar y salir con pasaporte español. Si el mercado de trabajo está mal aquí se van a su país de origen y si luego oyen que en España remonta, vienen de nuevo. Son, en cierto sentido, unos privilegiados. Pero no todos. Cada año hay desfases en el padrón en relación al anterior, sin que se hayan producido modificaciones reales, debido a que los inmigrantes están obligados a inscribirse en el padrón municipal y luego a renovar su inscripción cada año… sin embargo, a partir del primer año, cuando obtienen la tarjeta sanitaria y la inscripción en la escuela de sus hijos o en la asistencia social, pueden prescindir completamente de renovar su inscripción, algo que hacen, especialmente los extranjeros residentes en España procedentes de la Unión Europea.
Lo más terrible es que da la sensación de que el propio gobierno ignora las cifras. Los datos de las inscripciones en el padrón municipal se conocen varios meses después de haberse producido las altas. Por otra parte, es rigurosamente cierto que se trata de una cifra que se presta a equívocos: existen muchos inmigrantes que no renuevan su padrón y otros que han entrado ilegalmente que no juzgan necesario inscribirse. Por tanto, en estos momentos, el gobierno ignora completamente la cantidad de inmigrantes que han decidido vivir en España, pero, en cualquier caso, debe estar en torno a los 7.000.000 según los más optimistas, aproximándose a los 7.500.000 para los más pesimistas. Tampoco hay que olvidar que en torno a 350.000 han obtenido la nacionalidad española en los últimos años desapareciendo de las listas de inmigración y reapareciendo como por encanto en la de “nacionales”.
¿Hasta cuándo aumentará la inmigración?
El pasado 20 de noviembre, varios medios de comunicación publicaron la noticia de que a población española llegará a principios de 2010 a los 46 millones de habitantes, cinco más que en 2002, aumento debido únicamente a la inmigración. Para restar dramatismo a la noticia (si antes de 2002 estaban presentes 2.500.000 de inmigrantes, una simple suma demostraría sin mucha dificultad que estamos por encima de los 7.000.000 de inmigrantes) se añadía que la llegada de inmigrantes se había “frenado”, moderándose el crecimiento del 1’20% en 2008 al 0’4 en 2019… Se reconocía eso sí que entre 2002 y 2008 el crecimiento demográfico de nuestro país se ha debido hasta un 92% a la inmigración.
Llama la atención que estas cifras del INE reconocieran que en 2007 llegaron casi un millón de inmigrantes (958.000) y se felicitaran de que en 2009 solamente lo hicieran 400.000 (si bien, una semana antes, el propio INE había dado como media la entrada de 40.000 inmigrantes mes en España en 2009, lo que hace un total de 480.000). De todas formas el INE no podía dejar de reconocer el impacto extraordinario de la inmigración sobre la natalidad de nuestro país. La edad media en el que las mujeres empezaban a tener hijos era de 31 años, añadiéndose “gracias a la inmigración”. En atención a lo políticamente correcto y a imitación de Francia, no se daban cifras por grupos étnicos. Tampoco hacía falta: estaba claro que cada vez los autóctonos somos menos y más mayores y los recién llegados más y con menos edad.
Es sorprendente que estas monstruosas cifras de llegada de inmigrantes no sean presentadas como dramáticas señales de alerta: el casi medio millón de inmigrantes que llegará en plena crisis económica a España, si bien supone un descenso en relación a 2007 (año récord de la inmigración), corresponde a la media de inmigrantes que ha llegado a España en los últimos 14 años: 450.000 inmigrantes cada año ¿dónde está la buena noticia? ¿no es una tragedia admitir a medio millón de inmigrantes que será imposible acomodar en el mercado de trabajo y deberán vivir de la delincuencia o de la caridad pública?
Otro dato interesante era el relativo al envejecimiento de la población: en los próximos 10 años el segmento que más va a aumentar son los mayores de 64 (habrá 1,29 millones más), que pasarán de representar el 16,6% al 19% en 2019. La esperanza de vida continuará creciendo, más para los hombres -casi dos años- que para las mujeres, que con 1,6 años más llegarán a los 85 años. Ellos, a los 79. La edad media de los inmigrantes, en cambio, se sitúa en los 31.
Las cifras publicadas por INE el 20-N no han sido más que una estadística de urgencia publicada para restar dramatismo a la información publicada sólo una semana antes (el 14 de noviembre) en la que se informaba de que en plena crisis y con una deuda pública disparada seguían llegando inmigrantes atraídos, no por inexistentes posibilidades de trabajo, sino por el sistema de coberturas, subsidios y garantías sociales de nuestro país.
Es significativa la forma con que las agencias de prensa internacionales recogieron la noticia. Associated Press titulaba la noticia: “España prevé descenso de inmigrantes en los próximos 10 años”… La agencia norteamericana evitaba dar cifras: el titular era lo que contaba y tanto en Europa como en los EEUU lo políticamente correcto consiste en difundir noticias que “quiten hierro” sobre la gravedad de la actual oleada migratoria.
Leyendo todos los informes del INE se percibe que la esperanza de que la inmigración disminuya su flujo de llegada a España no se apoya en ningún dato sociológico interpretado científicamente, sino que es meramente una opinión. El INE en España no es más que un espejo distorsionador de la realidad de la inmigración en España, en lugar de un organismo especializado en aportar fotografías instantáneas de la sociedad española que permitan percibir su realidad en cada momento. Esta es la España de ZP, la España del maquillaje estadístico y de la política del avestruz. Mientras el país camina con paso firme hacia el precipicio.
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¿Un país para viejos?
IDESCAT, Institut d’Estadística de Catalunya, acaba de elaborar una de sus proyecciones demográficas de carácter quinquenal. A pesar de que el estudio está vinculado a lo políticamente felicitándose por el “descenso” en la llegada de inmigrantes (sin alertar sobre lo relativo de ese “descenso”), como siempre, se filtran datos interesantes y significativos.
En el año 2012, Catalunya habrá llegado a los ocho millones de habitantes, pero se tratará de una población muy envejecida. Si la población catalana crece no es, desde luego, gracias a los catalanes, sino a la inmigración residente en Catalunya. Los que sí envejecen son los catalanes. En el 2042 Catalunya tendrá 2,3 millones de personas con más de 65 años, el 26,6% de la población. Para esa época –y eso es lo que IDESCAT prefiere eludir- es que entre el 40 y el 50% de los residentes en Catalunya sean procedentes otros grupos étnicos no europeos.
Los responsables de IDESCAT, durante la presentación del estudio recordaron que "la pirámide de la población catalana va envejeciendo. Descenderá el número de nacimientos y crecerán las defunciones. Y, sin embargo, se prevé que la población en edad escolar, de 0 a 15 años, crecerá por efecto de la reagrupación familiar de los inmigrantes (…) una de las consecuencias sociales más llamativas es que harán falta más escuelas.
IDESCAT, Institut d’Estadística de Catalunya, acaba de elaborar una de sus proyecciones demográficas de carácter quinquenal. A pesar de que el estudio está vinculado a lo políticamente felicitándose por el “descenso” en la llegada de inmigrantes (sin alertar sobre lo relativo de ese “descenso”), como siempre, se filtran datos interesantes y significativos.
En el año 2012, Catalunya habrá llegado a los ocho millones de habitantes, pero se tratará de una población muy envejecida. Si la población catalana crece no es, desde luego, gracias a los catalanes, sino a la inmigración residente en Catalunya. Los que sí envejecen son los catalanes. En el 2042 Catalunya tendrá 2,3 millones de personas con más de 65 años, el 26,6% de la población. Para esa época –y eso es lo que IDESCAT prefiere eludir- es que entre el 40 y el 50% de los residentes en Catalunya sean procedentes otros grupos étnicos no europeos.
Los responsables de IDESCAT, durante la presentación del estudio recordaron que "la pirámide de la población catalana va envejeciendo. Descenderá el número de nacimientos y crecerán las defunciones. Y, sin embargo, se prevé que la población en edad escolar, de 0 a 15 años, crecerá por efecto de la reagrupación familiar de los inmigrantes (…) una de las consecuencias sociales más llamativas es que harán falta más escuelas.
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La Clave: irresponsabilidad en el poder
¿Por qué el gobierno permite que en plena crisis lleguen 500.000 inmigrantes más?
¿Cómo es posible que el gobierno por ciego e inepto que sea pueda permitir el establecimiento de medio millón de inmigrantes más en un momento en el que los presupuestos públicos tienen un déficit que se tardará años en remontar? ¿Cómo admite que en un momento en que el mercado de trabajo está literalmente hundido, con 5.000.000 de parados reales, maquillajes aparte, entre medio millón de inmigrantes sin la más mínima esperanza de acomodarse en el mercado laboral? Todo tiene una explicación, por absurda que sea.
En 2009 el PIB caerá entre un 3’6% según las previsiones oficiales y un 4% según observadores independientes. ¿Qué mide el PIB? El movimiento económico, la cantidad de lo comprado, lo vendido, lo producido. Durante años algunos hemos advertido que el crecimiento económico español en los años del ladrillazo era ficticio: subía el PIB, pero no aumentaba la riqueza, aumentaba el movimiento del dinero y el endeudamiento. Y si el PIB subía, decíamos, era simplemente porque cada año se han ido inyectando en la sociedad española entre 500 y 700.000 inmigrantes al año, esto es, cientos de miles de consumidores adultos que, por su mera presencia, hacían subir el PIB.
Un ejemplo lo demostrará con más claridad: en un pueblo de 1.000 personas, aparecen bruscamente 200 vecinos nuevos. Estos 200 vecinos precisarán comer, vestir, desplazarse, consumir servicios, y todo lo que es esencial para llevar un nivel de vida similar a los primitivos vecinos de ese pueblo. Al cabo de pocos meses está claro que en ese pueblo se producirá un aumento del movimiento económico, esto es, del PIB, pero esto no quiere decir que aumente la riqueza, sino que lo más probable es que la capacidad adquisitiva media haya disminuido e incluso que la comunidad en su conjunto se haya empobrecido: para mantener los 200 vecinos nuevos, a la vista de que no pueden encontrar un puesto de trabajo, deberán pagar más impuestos solo una parte de los cuales retornará en forma de gasto por parte de los recién llegados (en comercios, vivienda y poco más)… sin olvidar que con que un 3% de estos recién llegados sean “conflictivos” o que exista una brecha cultural y antropológica muy acusada entre la comunidad receptora y la recién llegada, los problemas generados excederán con mucho las ventajas parciales del aumento del PIB. Pues bien, eso es justamente lo que ha ocurrido en España.
¿Por qué el gobierno permite que en plena crisis lleguen 500.000 inmigrantes más?
¿Cómo es posible que el gobierno por ciego e inepto que sea pueda permitir el establecimiento de medio millón de inmigrantes más en un momento en el que los presupuestos públicos tienen un déficit que se tardará años en remontar? ¿Cómo admite que en un momento en que el mercado de trabajo está literalmente hundido, con 5.000.000 de parados reales, maquillajes aparte, entre medio millón de inmigrantes sin la más mínima esperanza de acomodarse en el mercado laboral? Todo tiene una explicación, por absurda que sea.
En 2009 el PIB caerá entre un 3’6% según las previsiones oficiales y un 4% según observadores independientes. ¿Qué mide el PIB? El movimiento económico, la cantidad de lo comprado, lo vendido, lo producido. Durante años algunos hemos advertido que el crecimiento económico español en los años del ladrillazo era ficticio: subía el PIB, pero no aumentaba la riqueza, aumentaba el movimiento del dinero y el endeudamiento. Y si el PIB subía, decíamos, era simplemente porque cada año se han ido inyectando en la sociedad española entre 500 y 700.000 inmigrantes al año, esto es, cientos de miles de consumidores adultos que, por su mera presencia, hacían subir el PIB.
Un ejemplo lo demostrará con más claridad: en un pueblo de 1.000 personas, aparecen bruscamente 200 vecinos nuevos. Estos 200 vecinos precisarán comer, vestir, desplazarse, consumir servicios, y todo lo que es esencial para llevar un nivel de vida similar a los primitivos vecinos de ese pueblo. Al cabo de pocos meses está claro que en ese pueblo se producirá un aumento del movimiento económico, esto es, del PIB, pero esto no quiere decir que aumente la riqueza, sino que lo más probable es que la capacidad adquisitiva media haya disminuido e incluso que la comunidad en su conjunto se haya empobrecido: para mantener los 200 vecinos nuevos, a la vista de que no pueden encontrar un puesto de trabajo, deberán pagar más impuestos solo una parte de los cuales retornará en forma de gasto por parte de los recién llegados (en comercios, vivienda y poco más)… sin olvidar que con que un 3% de estos recién llegados sean “conflictivos” o que exista una brecha cultural y antropológica muy acusada entre la comunidad receptora y la recién llegada, los problemas generados excederán con mucho las ventajas parciales del aumento del PIB. Pues bien, eso es justamente lo que ha ocurrido en España.
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Europa superpoblada
Europa figura entre las zonas más pobladas del planeta. La densidad de población de algunos países alcanza los 473 habitantes por kilómetro cuadrado y en España a 92,5 habitantes. Sin embargo, el área metropolitana de Madrid y la de Barcelona ocupan los puestos tercero y octavo de la Unión Europea y figuran como zonas superpobladas. Sin embargo, otras zonas (Zaragoza, Córdoba, Valladolid) sufren un despoblamiento creciente.
Algunos sociólogos y demógrafos han estimado que la densidad de población ideal para un país no debería ser superior a 70-80 habitantes por kilómetro cuadrado, que permiten alternar progreso económico-social con dominio privado. Más allá de esa densidad se producen problemas de masificación con todo lo que implican. Si bien la sociología políticamente correcta se obstina en negar que las diferencias étnicas sean esenciales, el sentido común, la lógica y la historia indican que cuanto más homogénea es una comunidad, mejor funciona. Eso o comunidades multiétnicas en la que desde los ilotas de Esparta a los negros de los guetos norteamericanos, las minorías están sometidas a una oligarquía económico-social perteneciente a otra raza. En la historia no existen sociedades multiculturales estables, lo que debería bastar para prevenirse de los riesgos de la inmigración masiva.
Es esencial considerar este punto: un descenso en el número de habitantes de una comunidad no es necesariamente una tragedia. La tragedia radica en compensar esta disminución demográfica con importación de masas desarraigadas de inmigrantes que alteran el sustrato étnico de una comunidad y, por tanto, modifiquen sus costumbres, su cultura y su tradición.
Desde el punto de vista económico el descenso de la población (con el consiguiente aumento durante un período de la edad media) implica solo un mayor esfuerzo en pensiones y previsión social y una mayor optimización del mecanismo económico. Nada que no pueda superarse. Es simplemente un esfuerzo de adaptación económico lo que se precisa, nada más. Por otra parte, los descensos de población pueden compensarse en apenas dos décadas mediante una adecuada política de natalidad, mientras que la inestabilidad de una sociedad multiétnica dura siempre.
En toda Europa van surgiendo voces de alarma que rompen el muro de silencio criminal de lo políticamente correcto. En Alemania estas voces están alcanzando un particular eco. Recientemente varios expertos de la Oficina Federal de Inmigración, en Alemania alertaron sobre que la inmigración de personas procedentes del Tercer Mundo hacia Europa y otras naciones industrializadas continuará aumentando en años próximos. El secretario de Estado parlamentario de Interior, Ole Schröder, señaló durante una reunión de dicha oficina en Nuremberg, al sur del país, que "actualmente viven en Europa unos 64 millones de inmigrantes, lo que equivale a la población de Francia". "El número de inmigrantes (del Tercer Mundo) aumentará claramente en los próximos años a nivel mundial", advirtió el político durante la reunión. Nunca se ha invertido tanto dinero en el Tercer Mundo (el famoso 0’7%), ni nunca como hoy la incapacidad de las autoridades de esa zona geográfica ha ocasionado un estallido tal de población.
Europa –y concretamente España- no pueden ser víctimas de la incompetencia de las autoridades del Tercer Mundo para regular sus estados y satisfacer las necesidades de sus poblaciones. Urge, pues, el cierre de fronteras y la repatriación de los excedentes de inmigración.
© Ernest Milà – infoKrisis – infoKrisis@yahoo.es – http://infokrisis.blogia.com – Prohibida la reproducción de este texto sin indicar origen