Soy un hombre
optimista. Tengo esperanza en que, cuando la ONU alude a más de 5.000 especies
animales en vías de extinción, se incluya también a los vecinos de arriba.
Más cerca de la animalidad que de lo humano, sólo un perverso concepto de “igualdad”,
es el clavo ardiendo para considerarlos “humanoides”. ¿Exagero? En realidad, no
son los únicos: si el Diablo es el "mico de Dios”, ese imitador de lo humano que
es el vecino del quinto y su rebaño, tienen de humanos lo mismo que la piara de
cerdos de Casa Tarradellas. Bromeo, pero por poco. Me gustaría cómo nos explicaría Teilhard de Chardin o el propio Darwin
cómo evoluciona la humanidad, cuando en realidad, todo induce a pensar que
ocurre justo al contrario. Y de eso me quejo, de que se aplique la etiqueta
de “humano” a quien, nació siéndolo, pero ha dejado atrás tal condición por
voluntad y decisión propia.
¿Cómo? ¿Qué el “hombre es portador de valores eternos”?
¡No se engañe, joven! Lo bonito de la frase no puede ocultar su inactualidad.
Claro, lo dijo José Antonio y, José Antonio, en tanto que católico, debía
decirlo. Además, en los años 30 el catolicismo tenía gran predicamento y se
sabía dónde estaba el Papa de Roma y lo que implicaba ser católico. Dicho de
otra manera, entonces el magisterio de la Iglesia era incuestionable –especialmente
para las gentes de derecha o que se ubicaban en las inmediaciones-. Hoy no. Hoy, puestos a cuestionar, incluso
podemos cuestionar este dogma: hay seres humanos que lo único que portan, como
valor y enseña, es su estupidez. No han nacido con ella –quiero creer- pero ha
sido responsabilidad suya, incuestionablemente- es dilapidarla y sustituir lo
que es el rasgo distintivo de lo humano, por valores que, ni siquiera están al
mismo nivel que la pura animalidad, sino muy por debajo.
Porque el animal
todavía conserva instintos básicos (agresividad, territorial y de
reproducción). Pero en algunos homínidos tales instintos se han atenuado,
incluso hasta desaparecer. El internacionalismo y la globalización están
muy por debajo del instinto territorial de los mamíferos superiores. En cuanto
al instinto de reproducción, en algunos casos, no llega desde hace generaciones
–en Cataluña, por ejemplo, era “nación” en estado permanente de “deconstrucción”-
ni a la tasa mínima de supervivencia. Y sobre el instinto de agresividad, el
colgao de turno, con el cerebro empachado de videojuegos ultraviolentos, las
neuronas saturadas de porros y la dejadez instalada en cada fibra, quizás esté
contra la guerra y contra la afirmación enérgica de algún valor, pero no le
lleves la contraria, porque tiene malas reacciones, como todo el que tiene la
sesera en fase de licuefacción. Díganme
pues, tras haber pasado revista, a estos instintos básicos, si están por encima
o por debajo de los de las especies animales. Son propios de especies –los etólogos
lo saben- en vías de desaparición. Como el orangután, única especie que
defeca donde duerme: si ciclo vital ha concluido y esto se manifiesta por los
síntomas de abandono y dejadez.
La igualdad no existe
en la naturaleza. Existe la ley de la diferenciación progresiva. Si, en algún
momento, se tiende a la igualdad es porque algo está fallando y, siempre, óiganme
bien, siempre, será una igualdad, por lo bajo, no por los valores propiamente
humanos y que, desde los primeros cromagnones han caracterizado a nuestra
especie. La regresión que vive lo humano en la actualidad nos remite a períodos
pre-neanderthales.
¿Cómo? ¿Qué usted se
considera humano? ¡Demuéstrelo y no haga el canelo repitiendo la misma
cantinela que podría repetir cualquier loro! La condición humana es algo con lo
que se nace… como el primer pelo que lleva el recién nacido y que cambiará a
los pocos meses. Decía Leopoldo Alas aquello de que él no nació, “le
nacieron”. El mérito de nacer
corresponde siempre a otros; no es el origen de todo derecho. De lo que se trata es de si el nacido
será capaz de seguir manteniendo su condición humana a lo largo de toda su
vida, si valdrá para ser hombre o si degenerará en homínido, hominicaco o
subhumano. ¿Derechos Humanos? No
creeré nunca en los “derechos humanos” mientras no se defina con claridad la
condición humana (esto es, el “campo de aplicación”) y, antes de creerse uno
merecedor de tales derechos, muestra con claridad los rasgos que se
corresponden a ese estadio. A eso se le puede llamar post-humanismo, en la
medida en que no extiende a todos los que tienen forma humana los derechos que
le corresponden solamente en exclusiva a quien, además, de parecer hombre, mira
por dónde, hasta resulta que, en su día a día, demuestra serlo, Y no se crean,
que no hay tantos como a primera vista parecería. De eso, coño, de eso es de lo
que me quejo. De que, cada vez, los humanos vamos siendo menos.