viernes, 15 de junio de 2018

365 QUEJÍOS (47) – LA DERECHA BLANDIBLOOP


La “derecha” es, siempre ha sido y no puede dejar de serlo, una fuerza conservadora que insiste en “lo nacional”, mientras que la “izquierda” debería ser una fuerza progresista que tira más a “lo social”. O al menos así era en un tiempo en el que el elector tenía claro a quién votar. Luego había eclécticos que recogían elementos de lo uno y de lo otro, reconociéndose como “fuerzas centristas” y, finalmente, figuraban quienes no reconocían esta terminología y se situaban equidistantes de todos ellos y más preocupados por encontrar y seguir nuevos caminos que por definirse en función de otros. Pues bien, me quejo de que todo este lenguaje se sigue utilizando cuando ya ha perdido todo sentido y no responde a la realidad.

El problema en España se originó en los primeros momentos de la transición. Estaba claro, por ejemplo, que la “Unión de Centro Democrático” englobaba al franquismo sociológico, pero a sus dirigentes les dio miedo que pudiera recordarse su pasado en el “ancien régime”, así que cortaron cualquier tipo de vinculación con él e incluso, ellos que habían ocupado ministerios y subsecretarías, gobiernos civiles y negociados, negaron tres y treinta y tres veces su pasado. Así pues, la democracia empezó mal en España: con una derecha que lo primero que quería hacer era demoler su propia obra y no reconocer su responsabilidad en el pasado

Conservadores que no reconocían su obra y que, por tanto, se negaban a conservarla… ese era el problema y ese fue el leit motiv de la derecha. Claro está que seguían haciendo alusiones a la patria, que defendían al empresariado y que se alineaban en posiciones anticomunistas siendo más otanistas que los socialistas que, sin embargo, nos habían metido directamente en la Alianza Atlántica. Esa derecha calló cuando se negoció la entrada de España en la UE, abrió las puertas a los primeros 3.000.000 de inmigrantes que entraron durante el período Aznar, no hicieron absolutamente nada para defender a la familia y la maternidad, de la misma forma que hoy no hacen absolutamente nada, no ya para contener la proliferación vermicular del uso de la marihuana entre los jóvenes, sino, ni siquiera para hacer campañas de prevención o de alerta de sus efectos a medio plazo…

El gran problema de la derecha española es que su pusilanimidad en relación a las iniciativas de la izquierda ha tenido, desde las profundidades de la transición, la consistencia y la energía del blandybup. Y, bruscamente, llega el siglo XXI y ni siquiera se dan cuenta de que ser conservadores hoy, es la gran inconsecuencia de nuestro tiempo, simplemente, porque ya no queda nada que conservar, como no sean ruinas y tesoros ocultos en museos y bibliotecas. La religión tradicional es un despojo y del Vaticano no llega nada más que desorientación. El empresariado prefiere invertir en bolsas y almacenar sus dineros en paraísos fiscales. El “Estado de las Autonomías” presentado como el “gran logro”, es apenas una centrifugadora que ha secado completamente la idea de Nación-Estado o de Patria. La enseñanza, en los años de gobierno de la derecha, ha seguido si lánguido declive: hoy sería ya inútil introducir reformas que el profesorado no sería capaz de aplicar, ni siquiera de entender. Haría falta reformar los programas de enseñanza de las Escuelas Normales que troquelan a los profesores y ¿en función de qué? ¿con qué objetivo? ¿para enseñar qué?

Votar hoy a la derecha es solamente un reflejo que tiene parte del electorado para evitar que la izquierda marciana tenga el poder. No se vota a favor de un programa (inexistente por lo demás), sino en contra de otro. Lo hace el votante “de derechas” y lo hace el de la acera de enfrente.

¿Hay un camino a la derecha? Pues no, lo hubo en tiempo de Cánovas y de Franco. No, desde luego hoy. Lo que existe es un camino rápido hacia la decadencia (a la izquierda) y una vía hacia esa misma decadencia que consiste simplemente en dejarse llevar por la inercia. Tal ha sido el papel histórico de Mariano Rajoy. No sé porqué recuerdo ahora la frase que le contestó Lenin a los anarquistas españoles cuando fueron a verlo y le hablaron de libertad: “¿Libertad? ¿para qué?”. Análogamente podría decirse “¿Derecha? ¿Para qué? Si ya no queda nada para conservar…”. Me quejo de que la derecha española no ha sabido conservar nada y su lasitud ha sido el coadyuvante histórico pasivo de las chaladuras de la izquierda.