… Sé por experiencia que la red es un basurero de
resentimientos y el terreno privilegiado para que mierdecillas de todos los
pelajes intenten aguijonear al objeto de su odio. No me quejaré de estos que,
en el fondo, no hacen sino confirmar algunas de las intuiciones que todos
tenemos (que entre los gilipollas, los canallescos y los hijoputescos, el aforo
ya está completo). De lo que me quejo es
de esa gente que te pide algo por Internet como la cosa más natural del mundo y
te trasladan la carga de buscar algo que a ellos mismos les correspondería
realizar. Y en este sentido, me ha pasado de todo.
Un día, el hijo de un conocido me pidió si le podía informar
de un trabajo sobre uno de esos temas que conozco. La criatura tardó poco en
decirme que el trabajo debía de ser tres folios y estar listo para dentro de hoy
para mañana. Por la amistad que me unía con su padre, se lo envié. Ni se dignó hacer
el acuse de recibo. No ha sido un caso único. Cuando, por primera vez, en 1996
alguien me enseñó cómo funcionaba eso de Internet y pude elegir entre ver la
web del Vaticano o la del Play Boy
(en España, lo que entonces se llamaba “bbs” (que hoy vienen a ser los blogs)
se podían contar con los dedos de la oreja. Desde entonces he recibido decenas,
seguramente más, de peticiones de gente que se ha puesto en contacto conmigo
para que le facilitara lo que, buscando un poco, podría encontrar por sí mismo
en Google. Se trata de gente –habitualmente estudiantes– que se han encontrado
un procedimiento todavía más fácil que el “cut&paste” para elaborar sus
trabajos: simplemente te lo encargan o te piden si tienes algo escrito sobre
tal o cual tema. Y si cuela, cuela. De estos sí que me quejo. Pero hay algo
todavía peor.
Me quejo especialmente
de las propuestas, cada vez más frecuentes que te formula tal o cual web para
que les envíes material elaborado… Como si escribir un artículo de uno o
dos folios no se llevara su tiempo. En los seis meses me han propuesto en
cuatro ocasiones cuatro el que envíe colaboraciones a distintos medios
digitales recién estrenados. Dado que he colaborado con varios, alguien piensa
que puedo colaborar con muchos más… ad
honorem, es decir, sin ningún tipo de remuneración. Porque, hoy escribir 25
líneas para un digital es algo que ¡se paga! (poco, claro está, pero se paga:
creo recordar que entre 1 y 5 euros… así es como está el mercado). Sin embargo,
hay unos cuantos digitales que van
sobreviviendo a condición de que sean otros los que aporten contenidos. He
aceptado acuerdos de enviar contenidos a cambio de publicidad de productos propios y solamente con unos pocos digitales "simpáticos"…
pero lo sorprendente es que, en los últimos tiempos, hay gente que te propone
proyectos "kolosales" y de “gran calado”, dando por sentado que serás tú quien
los ejecute y quien aporte los contenidos... ad honoren, en román paladino, “por
la patilla”.
Seamos claros: NADIE
DA ALGO –algo con mínima calidad- A CAMBIO DE NADA, NI SIQUIERA EN LA RED. Yo pediría a los amigos y conocidos que
habitualmente suelen escribir, que se nieguen a entregar sus artículos a coste
cero: les saldría más rentable abrir ellos mismos un blog, colocar publicidad
contratada a través de Google y ganar, al menos, unos euracos al mes por el
fruto de su trabajo. Pero eso de enviar, día tras día, semana tras semana,
artículos de opinión y noticias para que los beneficios se los coman otros, eso
sí que no. Pues bien, esa práctica es habitual en la red. De eso me quejo, de
que hay mucho parásito y buscavidas por estos pagos.
Claro está que luego te dicen que los costes de “hosting”, que
sí el local, que si el software, que si la publicidad para promover la web,
todo ello (y las bravas con el gin-tonic que se atiza el “directos del medio
digital”), absorbe costes y que “cuando haya beneficios” ya se pagarán los
artículos”. Mentira: un digital digno se puede llevar por menos de 1.000 euros
al año, todos los gastos, incluido el famoso “hosting” y el “software” (que
incluso puede ser gratuito a poco que se tengan mínimas habilidades de
programación). Si no hay beneficios… es
que no hay lectores y en ese caso ¿para qué seguir con el “digital”? Si hay
los millones de lectores que proclama cada digital –fácilmente comprobables en
alexa.com- es que hay ingresos y si hay ingresos el autor de los artículos debe
recibir una contraprestación. ¿Los ideales? Primero págame el artículo y luego
decidiré si entrego ese beneficio “para la causa”…
Hace unos años, alguien me dijo que ponía al mes 2.000 euros
para mantener un digital escandaloso y de nula credibilidad. Le contesté a esa
persona que estaba siendo víctima de una estafa: cualquier iniciativa que, tras el lanzamiento, no se financia a sí
misma, es mejor abandonarla. Si algo
no es rentable a los dos años de nacer, nunca lo será. Salvo que algún parásito
lo convierta en medio de vida, a condición de que otros pongan los contenidos…
ad honorem, claro. De eso es de lo que me quejo y bien alto, porque son
varios los amigos que han picado en otra edición del “consabido timo del camarada”.