WILDERS NO HA GANADO…
LO QUE NO IMPLICA QUE HAYA SIDO
DERROTADO
La progresía europea se frota las manos. La UE parece que
recibió ayer un balón de oxígeno en Holanda cuando el Partido por la Libertad
de Geert Wilders ha salido derrotado: no habrá, pues, referéndum en Holanda
sobre la permanencia en la UE, ni tampoco variará la política de inmigración.
Así pues, el “nuevo orden mundial” no recibirá de Holanda su puntilla. Bien,
pero hay que formularse tres preguntas: ¿Quién y por qué ha vencido en Holanda?
¿Cuál era el tema estrella de la
campaña? y, finalmente, ¿Qué partidos pueden considerarse irremisiblemente
derrotados?
1. ¿Quién ha vencido en Holanda?
Incuestionablemente el primer ministro Rutte que se vio
reforzado en el último tramo de la campaña por la “actitud de fuerza” ante la
presencia de ministros turcos en territorio holandés para hacer campaña a favor
del referéndum convocado en su país por Tayyip Erdogan. Quienes reprocharon al
primer ministro excesiva beligerancia ante el gobierno turco, olvidaban que se
trataba e la última esperanza para frenar a Wilders y al PVV. Se trataba de
demostrar que podía detenerse al islam por procedimientos convencionales y sin
recurrir al doble salto mortal que hubiera supuesto para el elector votar a una
opción tan controvertida como la de Wilders. Y el electorado ha creído a Rutte
y no se ha arriesgado a imprimir un nuevo curso a la política holandesa. De
todas formas, la victoria de Rutte es una victoria pírrica, porque el mismo
electorado que le ha votado será el que le exija medidas contra la inmigración
masiva y la pérdida de identidad de Holanda. Pero Rutte tiene un problema: le
va a ser muy difícil estabilizar un gobierno. Deberá poner de acuerdo a otros
tres partidos, uno de los cuales será el de los verdes, que puede considerarse
el segundo vencedor de estas elecciones. Pero la política de Los verdes es
justamente la opuesta a la de Wilder: sociedad multicultural, “profundizar” en
la integración de la inmigración, puertas abiertas a “refugiados”… Dicho de otra
manera: el desgaste que a partir de esta semana va a sufrir Rutte hace muy
difícil que pueda terminar la legislatura que ahora comienza. La promesa de “mano
dura” que le ha llevado al éxito electoral y la necesaria “mano blanda” de la
que deberá hacer gala mientras se mantenga en el poder dicen a las claras que
ha tenido una victoria pírrica.
2. ¿Cuál era el tema estrella de la campaña?
Ni los Verdes ni los liberales de Rutte han impuesto sus
propios temas en la campaña. En todo momento y desde hace un par de años ha
sido Geert Wilders el que ha impuesto agenda y ritmo a la campaña. Y la campaña
ha girado en torno a tres temas: identidad holandesa, inmigración masiva y permanencia
en la UE. Los electores se han tenido que definir en estos temas que habían sido
arrojados al tapete por el PVV de Wlders. Éste, por lo demás, no puede
considerarse “derrotado”: simplemente, ha crecido menos de lo previsto (pero ha
ganado cuatro escaños y con un 20% se ha configurado como el primer partido de
la oposición, por delante de los verdes, de los democristianos y los
socialistas. Que nadie piense que la Unión Europea ha salido reforzada: lo que
ha ocurrido es que ha retrasado su caída inevitable. Nada más. Para salvar a la
UE, que aun no ha superado el Brexit, haría falta que la economía de la zona
euro experimentara una revitalización en la que nadie cree, o que las instituciones
europeas se vieran de nuevo aureoladas de un prestigio de eficiencia y control
del gasto público que han ido perdiendo en los últimos veinte años o que la “construcción
europea” experimentara un golpe revitalizador después del fracaso de la “constitución
europea” de 2004 del que no se ha repuesto todavía. Y nada de todo esto va a
ocurrir en los próximos años. El problema no es ya ver a la UE como una
iniciativa fracasada, sino prever cuándo y dónde se va a producir su
apuntillamiento. Hubiera podido ser ahora en Holanda. Mañana podrá ser en
Francia. Es posible que resista unos años más, por pura inercia: pero las
circunstancias económicas mundiales juegan en su contra.
3. ¿Qué partidos pueden considerarse derrotados?
Basta mirar los resultados: el Partido del Trabajo, los
socialistas, pasan desde 35 escaños hasta 10. Así pues, este es el gran
derrotado: el partido que habla en nombre de los “trabajadores”, esa
socialdemocracia ecléctica que siempre ha apostado por un progresismo
humanitarista de puertas abiertas a la inmigración, que lleva décadas instalado
en las ambigüedades ideológicas y que, a la hora de la verdad, opta por
salvaguardar los intereses del capital y de la banca antes que los de sus
electores y de los trabajadores en nombre de los que habla. Obviamente, la
destrucción –sí, estamos hablando de liquidación de una opción política- del
socialismo holandés es total y para siempre. No le va a ir mucho mejor en
Francia, en donde ya conspicuos socialistas de toda la vida, hablan, no de “refundar”
el partido, sino de “converger” con otras fuerzas políticas para crear otro
nuevo. Y no hace falta más que mirar a la tragedia del socialismo español para
ver que su futuro depende de tres opciones: la políticamente nula e inercial (Patxi
López), el neozapaterismo (Pedro Sánchez) y la corrupción emblemática (Susana
Díaz). Si hay un derrotado en Holanda ese es el socialismo. Su funeral augura
el de toda esta corriente en Europa.